Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 23 de febrero de 2009

Inusual fenómeno dimisionario. (Los magufos llaman a esto I.F.D., o Desencuentros en la Tercera Fase)

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No quepo de gozo en el pellejo
Es singular el ministro cazador
muestra cierta decencia
presentando la dimisión.
Hay que tener mucha malicia
para cazar siendo ministro de Justicia
haciendo caso omiso
del necesario permiso;
pero te voy a perdonar, Bermejillo,
por saber dimitir como no supo Trillo.

domingo, 22 de febrero de 2009

Consejos filantrópicos y reflexiones misóginas

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Consejos para un hombre soltero y libre:

Procura no casarte nunca, pero si lo haces que no sea con una mujer; una vaca, una chinche, una gamba, una liebre o incluso un hombre son mejores opciones. Si a pesar de todo cometes la insensatez de casarte con una mujer, ¡que no sea enfermera, por todos los diablos! (Si eres médico no pasa nada, en ese caso sí puedes casarte con una enfermera porque las posibilidades de que te cornifique se reducen considerablemente. Pero tampoco te creas que estás a salvo, eh).

Nunca te fíes de una mujer pobre que se ha operado las tetas.

Y bien pensado, tampoco te fíes de una mujer rica que se ha operado las tetas.

Bueno, en realidad no deberías fiarte de ninguna mujer que se haya operado las tetas.

Tampoco te fíes de una mujer que se quiere operar las tetas.

Bah, no te fíes de ninguna mujer, y punto.

Todas las mujeres son unas zorras, pero si te casas con una que conociste en el prostíbulo es que tú eres rematadamente imbécil o un cornudo vocacional. Las putas nunca dejan la carrera, en el mejor de los casos aprenden a perfeccionarla y a disimularla.

Hay un pueblo en Granada llamado Loja de donde se dice que la que no es puta es coja. Pues bien, es mentira, porque hasta las cojas son putas, allí y en cualquier otra parte.


Consejos para un hombre casado, comprometido, ennoviado o asimilado:

Si tu mujer te dice que necesita más atención es que ella ya le está prestando atención a otro (que tendrá más dinero o poder que tú). Si te dice que necesita más cariño es que ya está deseando que el otro se la cepille. Si lo que te dice es que necesita más dinero, puaj, esa tía es más puta que las gallinas y ni se molesta en ocultarlo. Cuando te diga que necesita distanciarse de ti, mal asunto; el otro ya se la está beneficiando.

Cuando tu mujer te chantajee con romper la relación a menos que te sometas a condiciones extremas que ella impone ten por seguro que ya te ha buscado un sustituto. Cuando ellas hacen acrobacias es siempre con una red debajo.

Si tus amigos te piden que salgas con ellos llevando a tu mujer no es porque les caiga simpática, so iluso, sino porque se la quieren tirar. Si esos mismos amigos empiezan a pedirte que no lleves a tu mujer cuando sales con ellos es porque ya se la han follado.

Si tu mujer te dice que quiere salir con sus amigas hay bastantes posibilidades de que tenga un amante. Si tu mujer tiene un amante es posible que ese amante sea yo. Si alguna vez nos pillas juntos en vuestra cama esto es lo que debes hacer: matarla a ella e invitarme a unas cervezas a mí, y tú y yo, mientras nos emborrachamos, recordaremos lo bien que la chupaba (aunque seguramente la chupaba de pena).

Desengáñate, tu mujer sigue masturbándose pensando en el tipo que la desvirgó. Y lo que es peor, a veces piensa en mí.

¿Te has dado cuenta de que tu mujer, cuando llega a casa, lo primero que hace es ducharse y cambiarse de ropa? No, no es para ponerse cómoda, sino para que no te percates del olor a macho que trae.


Reflexiones acerca de lo expuesto y alguna conclusión en cuarentena:


Solo existe un hombre en el planeta que pueda estar seguro de la fidelidad de una mujer: el más rico del mundo.

Es incoherente que un hombre casado se sorprenda de que un hombre soltero críe escorpiones.

Por cada hombre malo hay otro hombre bueno; por cada mujer mala hay otras cien peores.

La lealtad de una mujer existe y es como las partículas subatómicas: se puede observar por un tiempo increíblemente breve.

Y ya está bien por hoy, que es domingo y el buen Dios nos manda descanso.

lunes, 16 de febrero de 2009

Marta Marmota


Recientemente abandoné esta bendita casa por un mes, como bien saben mis groupies. No estuve en un calabozo como dijo Blake, ni me fui a Cuba como dijo una tal "Fumadora de puros", ni estuve haciendo el CUAD-EO como pensó y dijo crípticamente MASK (aunque este comentarista fue quien más se acercó a la realidad). Estuve haciendo... otra cosa, que en cualquier caso debe importar un bledo a los escasos lectores de esta bitácora, como también les importará un pimiento lo que a continuación voy a contar; pero es que es lo único que, pasados los años, recordaré de ese mes fugado de la blogosfera:

El sábado 24 de enero, a las 22:30 horas y en la puerta del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, me di el gustazo de conocer a una persona que necesitaba conocer. Quería saber si en persona es tan agradable y buena chica como me lo ha parecido siempre a través de su blog. (En vivo lo es mucho más, ahora ya lo sé).

Pregunté a los amabilísimos cesaraugustanos cómo llegar a un sitio llamado Paraninfo estando casi en la misma puerta, pues interpreté mal el SMS de Marta —Si te parece, qedamos en el paraninfo, en la plaza paraiso— y supuse que el Paraninfo sería un bar con un nombre ilustrado (el cabeza de chorlito y sus cosas). Pero no; era un paraninfo de verdad. Tras hacer el ridículo con mi pregunta superflua ante una pareja de maños me tocó aguantar los nervios y las ganas de mear durante unos minutos. Y entonces llegó la marmotilla.

La reconocí de lejos. Marta ha publicado muchas fotos suyas, y esa cara no se olvida (suena a frase hecha, pero en este caso es una verdad como un templo). Me llevó al sitio perfecto: poca gente, música ambiental que permitía la conversación y una camarera que aun siendo amiga de Marta supo mantenerse discretamente al margen. Yo añadí unos cuantos gintonics a los que ya llevaba de antes, mientras Marta, sabia y prudente, bebió zumos. En algún momento pensé "esta tía es de las que uno, más que follarse, las quiere pedir en matrimonio". ¡Qué guapa, qué amable, qué inteligente, qué simpática...! ¿Y esa risita breve y franca que le brotaba tan espontánea? Y... bueno, me modero, me modero.

Unas tres horas después nos despedimos llegando a mi hotel. Se negó a dejar que la acompañara a su casa. Supongo ahora que en verdad no iba a su casa, sino que alguien la esperaba en otro "paraninfo", y por eso su negativa a dejarse acompañar a pesar de mi insistencia. O tal vez simplemente estaba hasta el moño de ese milico borrachuzo y siete años mayor que ella, que también puede ser.

Me fui a un pub frente al hotel. La camarera rusa, con quien había charlado antes de reunirme con Marta y a la que le había contado que iba a conocer a alguien muy especial para mí, quiso saber más:

—¿Qué tal te ha ido con tu amiga?

—Muy bien, gracias. Ponme el último gintonic, por favor.

La rusa (decía llamarse Lucía y afirmaba que era la traducción de su impronunciable nombre original) sonreía condescendiente mientras me servía la última copa de esa noche. Tanto ella como yo pensábamos que si de verdad me hubiera ido tan bien yo no estaría allí en ese momento.

Sigo pensando que hay mujeres ante las que uno se debe poner de rodillas y rogarles matrimonio, y no me hagáis demasiado caso cuando me pongo misógino, que bien sé que hay de todo.

domingo, 15 de febrero de 2009

Les prometo que no hubo plagio, aunque lo parezca


A tenor de entradas como "Oda a mi nardo" (2007) y "Oda a la dureza de mi polla" (2009), escritas por este cabeza de chorlito y publicadas en la bitácora que ahora me hacen la merced de leer, podría pensarse que me inspiré en el carnaval de Cádiz del año 2000. Sin embargo convendrán conmigo que mi calidad poética es claramente superior a la del letrista del siguiente pasodoble, que por cierto he descubierto hoy:




sábado, 14 de febrero de 2009

El beso de Victoria. (Cuentecillo de amor para un 14 de febrero)


A los cinco años el mundo le parece a Santiago infinito, misterioso y lleno de aventuras, y siente que la vida es eterna. Sabe que la gente se muere porque alguien se lo ha dicho, pero lo sabe como sabe que existen cosas llamadas planetas o microbios; es algo que no puede ver y que por tanto no va con él.

La vida de Santiago consiste en unos padres cariñosos y atentos, en sus maestros y amigos del cole, en su colección de soldaditos de plástico, y desde unos meses sobre todo en una niña que se llama Victoria y a la que ama secretamente.

La pequeña Victoria también tiene cinco años y va a la misma clase que Santiago. Está pletórica de salud, belleza, ilusiones y timidez. Desde que Santi vio por primera vez a esa niña tan linda casi no piensa en nada que no sea ella. Se ha enamorado de la manera intensa y casta que tienen los niños de enamorarse, con pensamientos inocentes y una incomprensible necesidad de acercamiento físico y nerviosismo ante la proximidad de la persona amada.

Una tarde —una cualquiera— Santiago ve a Victoria jugando en un parque —uno cualquiera—. La niña, arrodillada e inmersa en quién sabe qué fantasías habla quedamente a su Barbie y a su Ken poniendo perdidas de barro las rodilleras de los pantaloncitos vaqueros. "Su mamá la va a castigar", piensa Santi, siempre preocupado por el objeto de su amor platónico. Después de esa idea otro pensamiento muy diferente se adueña de sus actos. De un parterre cercano corta una flor —una cualquiera— y con ella en la mano y el corazón en la boca se acerca a Victoria. Santiago se arrodilla frente a la niña, le tiende la flor y en un impulso dice:

—¿Me das un beso, Victoria?

Ella, sin levantar la vista de sus juguetes, se queda muda y paralizada. Nunca le había pasado algo así. Santiago ve arrebolarse los gordezuelos mofletes de Victoria. Transcurren interminables segundos pesados y fríos durante los que el mundo —infinito, misterioso, lleno de aventuras— parece haberse parado para Santi. La niña exagera su gesto de concentración y tiene ahora el entrecejo arrugado y los labios fruncidos. Santiago, con la mano que sostiene aquella flor cualquiera extendida, empieza a pensar que ha ofendido a la guapa Victoria. Ella, aún con la mirada clavada en el suelo y el gesto reconcentrado se sorbe los mocos y limpia su chata nariz con la manga de la blusa. Está más bella que nunca con esa carita como de enojo. Santiago siente que además del tiempo se ha detenido su corazón. Entonces ella levanta la cara, mira resueltamente a ese compañero de colegio que gusta tanto a todas sus amigas y se da cuenta, por primera vez, de lo guapo que es. Victoria coge la flor. Es demasiado joven para saber sonreír con coquetería, así que parece mohína cuando al fin responde: "Bueno", dice Victoria con la voz segura de las mujeres que conocen su poder sobre los hombres.

Entonces se dan un fugaz beso en la mejilla mientras algo les cosquillea por dentro.

A los cinco años el mundo le parece a Santiago infinito, misterioso y lleno de aventuras, y siente que la vida es eterna. Sabe que la gente se muere porque alguien se lo ha dicho, pero no puede saber que él mismo morirá atropellado dentro de una semana.

Eso, al menos, lo librará de ver que Victoria, con el paso de los años, acabará convertida en una mala mujer —¡una cualquiera!—... pero esa es otra historia que no me apetece contar hoy.

miércoles, 11 de febrero de 2009

El misterio de las increíbles mujeres engordantes (todas, vamos)


Las mujeres, esos dañinos y astutos animales, son ciertamente unos seres peculiares entre todas las formas de vida. Con notable capacidad de aprendizaje y ocasionales muestras de raciocinio son, sin embargo, reacias a una conducta coherente consigo mismas y tendentes a la histeria. Según el psicólogo Ernest Walker "lo que necesitan las mujeres son dos buenas hostias que le crucen la cara, plas, plas". De la misma opinión parece ser el psiquiatra Vicent Palau, quien en su obra "La mujer, esa mala puta", dice que "un par de guantazos a tiempo evitaría futuros ataques de histeria". Otros investigadores, como el archifamoso antropólogo japonés Misó Gino, se muestran algo más contundentes al afirmar que "habría que matar a todas esas malditas zorras".

Sea cual sea la solución lo cierto es que hoy por hoy la mujer sigue dando por saco a diestro y siniestro mientras engorda imparablemente. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista científica Mature explica así el anómalo y complejo ciclo vital de estos seres pseudohumanos: "La mujer nace, crece, le jode la vida a un hombre, sigue creciendo, le jode la vida a otro hombre, engorda, se reproduce, le jode la vida a otro hombre, sigue engordando, le jode la vida a varios hombres más sin dejar de engordar, se reproduce otra vez, engorda, se reproduce aún más, engorda, le jode la vida a otro infeliz, engorda y finalmente (gracias a Dios) muere. Después de muerta sigue engordando durante unos días la muy cabrona".

Aunque no hay pruebas concluyentes todos los experimentos realizados con mujeres de laboratorio en diferentes universidades y centros de investigación científica reproducen las observaciones publicadas en Mature. En relación a estos experimentos el profesor Fesor, de la Universidad de Vejer de la Frontera (Cádiz), hizo estas escalofriantes declaraciones a DCC: "Ojú, ompare, qué mieo, pisha. En la vía he vizto zemejante jorror. Aquelloz ezpecímenez engordaban hazta reventar laz jaulaz y ze ezcapaban. No pudimoz detenerlaz porque eran loz carnavalez y en carnavalez nadie trabaja, pare. Qué baztinazo, pisha".

Por su parte el químico Paul O´Hete se ha centrado en el estudio del fenómeno de la gordura de las mujeres, llegando a encontrar sorprendentes hallazgos. De los experimentos llevados a cabo por O´Hete se desprende que las mujeres aumentan su volumen y su masa independientemente del volumen y masa de los alimentos ingeridos. En un famoso experimento O´Hete hizo que tres mujeres de laboratorio ingirieran sendos helados de chocolate de 100 mililitros de volumen y 125 gramos de masa. Tras dos horas durante las cuales los sujetos estuvieron controlados sin tener acceso a otros alimentos y sin evacuar sus desechos se procedió a pesarlos y medir su volumen. Los resultados fueron del todo inesperados: el sujeto A incrementó su volumen en 115 mililitros y su masa en 152 gramos; el sujeto B resultó ser alérgico al chocolate y fue sacrificado; el sujeto C aumentó su volumen en 112 mililitros y su masa en 148 gramos. Los asombrosos resultados obtenidos por O´Hete fueron magistralmente resumidos en su celebrada frase "esas hijaputas engordan hasta con el aire".

En relación con estos descubrimientos el binomio compuesto por el matemático Frank Enstein y el físico Klaus Perales ha llegado a la conclusión de que una hipotética mujer inmortal ocuparía un volumen, al llegar a los 10.000 años de vida, equivalente a tres veces el volumen actual del Universo. "Esa cabrona se tiraría unos pedos apocalípticos", concluyen en su informe Enstein y Perales.

domingo, 8 de febrero de 2009

Breve explicación sobre la utilidad de las pértigas explosivas


La pértiga explosiva (hay quien la conoce como torpedo Bangalore) es un ingenio detonante empleado habitualmente por los zapadores. Entre sus utilidades se encuentra la de abrir brechas en obstáculos por el expeditivo método de la voladura.

Más concretamente la pértiga explosiva que yo he conocido era fabricada por la empresa alavesa Expal. Se compone de cinco tramos ensamblables, de un metro de longitud cada uno, aproximadamente diez centímetros de grosor y envuelta de plástico. Cada tramo está relleno de TNT y en los extremos conectables llevan multiplicadores de pentrita para asegurar la continuidad de la explosión. En el extremo de ataque, que se deslizará sobre el suelo, se coloca un capacete ojival romo para evitar atascos en su desplazamiento sobre terreno irregular.

Hasta aquí el empleo militar de las pértigas explosivas. Veamos ahora su uso terapéutico:

La pértiga explosiva, aplicada por vía vaginal, se ha demostrado sumamente eficaz para curar el puterío que en mayor o menor medida afecta a todas las mujeres. De hecho les cura el puterío, la maldad, la afición al dinero y cualesquier otro de los males que tan frecuentemente padecen las mujeres.

Ahora bien, yo no sé si lo que hay es demasiada puta o es que faltan pértigas explosivas. Y ahora se lo cascáis a la miembra Bibi, ea.