Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 23 de febrero de 2013

Intentando seguir las instrucciones del camarero


   Jolines, qué apurado ando desde hace unas semanas. Es que Google no deja de exhortarme a mejorar la seguridad de mi cuenta de correo electrónico, y lo hace desde varios frentes, remitiendo sus advertencias mediante diferentes servidores, supongo que para concienciarme de que Google lo controla todo; pero siempre con un lenguaje... peculiar, digamos. Su último aviso me llegó desde service.courrier@webmail-assistance.com, y ha sido este (lo copio textualmente):

  
Tan decidimos desarrollar sesenta reglas diferentes (las reglas(los jefes)) de confidencialidad, y sustituirlos por un nuevo único (sólo) la versión, al mismo tiempo completar, conciso y simple de leer. Estas nuevas reglas (reglas(jefes)) se aplican de ahora sobre numerosos productos y rasgos, de modo que nosotros podamos ofrecerle una experiencia de usuario simple e intuitiva por todos los productos Google.

Siga las instrucciones del camarero (el servidor) a ser capaz a usted se identifican.
+ => Nombre y Apellido : ................................ (Obligatorio)
+ => Fecha de nacimiento : ................................ (Obligatorio)

+ => Gmail-la Conexión : ................................ (Obligatorio)
+ => Contraseña : ................................. (Obligatorio)
+ => Confirmación de contraseña : ................................ (Obligatorio)

+ => Email secoure dirección : ................................ (Obligatorio)
+ => Contraseña : ................................ (Obligatorio)
+ => Confirmación de contraseña : ................................ (Obligatorio)

+ => el móvil : ................................ (Obligatorio)
+ => el país : ................................ (Obligatorio)
Por favor tenga en cuenta el mensaje como la última advertencia antes de cerrar tu cuenta de Gmail


Gracias por su comprensión Servicio de Gmail®.

   Supongo que al igual que ustedes este cabeza de chorlito está siempre dispuesto a facilitar contraseñas al primero que se las pida, sobre todo si la solicitud es tan clara como la expuesta y comunica disposiciones tan razonables como que "Tan decidimos desarrollar sesenta reglas diferentes (las reglas(los jefes)) de confidencialidad, y sustituirlos por un nuevo único (sólo) la versión". Claro que sí, ¿por qué no? Y si encima nos facilitan la vida -"al mismo tiempo completar, conciso y simple de leer"-, ¿quién sería el necio que se negara a semejante bicoca? De hecho lo de simple de leer ya lo deja intuir su mensaje, que es de una claridad y simpleza que quita el sentido. Sin embargo yo, por ser cabeza de chorlito como soy, sufrí tal confusión tras la lectura del mencionado correo (al borde de una embolia estuve) que consideré oportuno responder solicitanto algunas aclaraciones, no sea que me pasara de listo y la jiñara, y entonces llegara el camarero ese de las instrucciones y me escupiera en el café, o vaya usted a saber qué otra sevicia podría perpetrar un camarero cuyas instrucciones no se han seguido al pie de la letra. Que los camareros no son gente para tomársela a guasa, amigos, y yo no soy hombre de correr riesgos innecesarios.
   Así que he respondido solicitando aclaraciones, y por si acaso no entiende esta gente mi enrevesada manera de expresarme he intentado imitar su pulcro uso del idioma:

   Saludos, amigos de Gmail:
   Es grato usar sesenta reglas de confidencialidad nuevas que van a ser desarrolladas, y más grato será cuando sean sustituidas por una sola, como parece desprenderse de su mensaje. Esto recuérdame el viejo chiste del que se daba martillazos en los cojones (testículos (criadillas)) poniendo los huevos en un yunque y al preguntarle respondía que era muy agradable cuando paraba.
   Y aunque todo gusta mucho a cabeza de chorlito usuario, no tener muy claro lo del camarero que da instrucciones. Sospecho que camarero anda con el bolo colgando (los cojones arrastrando) y no da instrucciones precisas. Tras usuario consultarlo con sus gatos (felinos (jefes)) tener dudas sobre procedimientos y tener ganas de orinar. Lo de las ganas de orinar no es importante para nuestra relación, pero sirve para que ustedes comprendan mi buena fe y sepan que no oculto información.
   En resumen, el chorlicéfalo no entiende qué pretensiones recaen sobre su indigna persona, y solicita humildemente más información de Gmail equipo A, o en su defecto de camarero (gin-tonic quiero (la rodajita de limón no es necesaria pero siempre se agradece)).
   Gracias por esfuerzo mejor mi vida y que os den donde más os guste.
 
   En fin, espero que me respondan, y en ese caso informaré puntualmente. Qué sinvivir, dios mío, qué sinvivir.  

martes, 19 de febrero de 2013

Aprende a escribir antes de usar mi cuerpo para tus más atrevidas prácticas


   Pues nada, que entre tanta escoria corrupta, entre tanto ominoso fanático, entre tanto grotesco personajillo con poder, y entre tanto imbécil queriendo arreglar el mundo a golpe de simplezas populistas, estaba yo pensando que bueno, que vale, que nos jodan a todos, que total es lo que nos merecemos. Unos por activos y otros por pasivos. Y eso, que me ponía a meter las narices en libros de ciencia anhelando sosiego, porque la ciencia es un remanso de paz que no sabe de corrupción (la ciencia digo; los científicos son otra cosa), y porque la ciencia no sabe de intereses políticos, ni económicos, ni religiosos (lo que no hay que confundir con que haya muchos intereses políticos, económicos y religiosos pretendiendo pervertir, prostituir o ignorar la ciencia), y unas ideas me llevaron a otras, y esas otras ideas me llevaron a unos recuerdos, y esos recuerdos me dirigieron a unas intenciones que tenía olvidadas: ¡Repámpanos! -me dije-, ¿pues no tenía yo pensado desde hace años donar mi cuerpo serrano a la ciencia, así como me declaré hace mucho donante de órganos?

   Sí, el cabeza de chorlito tiene esas cosas, e igual que un día mata a martillazos a una anciana mientras la sodomiza, al otro día es capaz de declararse donante de órganos (y va el tío y dona los suyos y los de la anciana que tenía guardados en el congelador, porque él es muy de conservar las cosas, y en hogar de pobre nada se desperdicia y todo se aprovecha). Y por una vez sin humor negro, también tiene el cabeza de chorlito un hermano muerto cuyos órganos salvaron o mejoraron la vida de tres personas... y eso conciencia y reconforta. 

   Así que hace unos días, sin el menor reparo, tomé la firme decisión de donar mi cuerpo a la ciencia. Antes que pasto de gusanos, maniquí de matasanos. Ya saben, eso de regalar mi carne corrupta para que los estudiantes de medicina puedan ensayar antes de vérselas con una persona viva y la estropicien. O para que aprendan a reconocer un hígado alcoholizado y unos pulmones alquitranados. Supergeneroso yo y tal. Ganas me daban de besarme la punta del níspero.

   Pero oye, que no, que lo que no puede ser no puede ser. Me dispongo tan feliz, y tan henchido de esa rara vanidad que es aceptable porque sirve para mejorar la vida de los demás, a entrar en la web donantesdecuerpo.com... ¡Oh, infelice de mí! ¡Oh, donde yo me halle el hombre más apenado se hallara! Al llegar a tan infame portal me vi envuelto en unas mayúsculas abusivas, en un sinfín de tildes espurias y en un páramo de comas. En aquel lodazal de la ortografía, en aquella letrina del idioma, no había letra bien puesta ni signo medido; un caos ilegible era, una desvergüenza entre gente de supuesta cultura, una humillante burla para quienes desinteresados les legan la última posesión.

   Y no, así no. Primero que aprendan a escribir, y luego ya hablaremos de aprender a meterle mano a mi cuerpo. Antes pasto de gusanos que útil de iletrados. Y a pesar de todo seguiré leyendo ciencia, esperando que también los de ciencia lean.