Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Aquella rosa roja


Creo que fue en 1995, y sé que fue en Almería. El joven cabo Leónidas Kowalski está trabajando con un equipo de soldados en un depósito de munición. Recuento de pilas, comprobación de lotes, actualización de fichas, registro de temperaturas (máxima y mínima en las últimas veinticuatro horas), registro de humedad relativa... en fin, esas tareas que son la parte aburrida del trabajo del artificiero. Entonces aparece un soldado de la guardia de seguridad, que dice:

-Mi cabo, que lo buscan en la puerta del Polvorín.

-¿A mí para qué? Ahora no puedo ir, que estoy ocupado. ¿Quién me busca?

-No sé. Un tío civil que trae una rosa, y dice que se la tiene que entregar a usted.

Entonces caí en la cuenta. Claro, era el puto 14 de Febrero, y Chari era mucha Chari. Imaginen el cachondeíto entre los soldados, "uy, mi cabo, qué bonito eso de que le regalen flores..." Pero yo no podía dejar a medio lo que estaba haciendo, ni podía dejar toneladas de explosivos al cuidado de cualquiera, así que, rojo como mis galones dije:

-Bueno, que entreguen la rosa al soldado de plantón en puerta, que ya la recogeré yo. Ahora no puedo.

Y dicho esto seguí a lo mío, "ciento veintidós empaques, a mil cartuchos cada uno, son ciento veintidós mil cartuchos, más un pico de trescientos setenta y cinco hacen un total de ciento veintidós mil trescientos setenta y cinco cartuchos de 7´62 x 51 mm., ordinario, lote SB-03-88..." Así pasó más de una hora, hasta que acabé la faena en los depósitos de munición y volví a la zona de vida del Polvorín. Entonces me encuentro con el Alférez jefe interino que me ordena ir a la puerta del Polvorín porque (aún) hay alguien esperándome.

Llego a la puerta, donde el soldado de plantón conversa con un señor que sostiene una rosa roja delicadamente envuelta. Me presento, se me entrega la rosa, doy las gracias, y muerto de vergüenza me retiro. Horas más tarde, cuando se me pasó el sofocón, caí en la cuenta de que no había dado una mísera propina al señor de la floristería que perdió media mañana esperándome. Eso es algo que todavía hoy no me he perdonado.

En aquellos tiempos el cabo Leónidas Kowalski era... bueno, era ese milico robotizado, disciplinado y algo cabrón que han visto en tantas películas, y todo el mundo en el cuartel se enteró de que el cabo Kowalski recibía flores de una mujer. Los cachondeos fueron muchos y despiadados, claro. Pero... ¡qué coño! Si la demencia senil no me quita ese recuerdo, me lo voy a llevar hasta la muerte. Y cada vez que me venga a la memoria yo seguiré sonriendo.

Ay, aquella rosa de una época en la que todo podía ser de color rosa...

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Que pena que no dejes salir mas a ese "leonidas" que tienes oculto, a ese "leonidas" que sonrie con un recuerdo.
A ese que se pone colorado, y no se acuerda de darle la propina al florista.

Lucia

Anónimo dijo...

Joder tio! Que racano!

Anónimo dijo...

No me atrevo a comentar y adulterar algo tan...bonito.

Si da la dirección del cuartel el próximo 14-02 estoy convencida de q más de una enviaría una rosa para rememorarle el "mal trago", yo la primera.

Rebeca

Anónimo dijo...

rebeca...que rapido abandonas a torque

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Hace una década que no piso aquel cuartel, Rebeca. Además, para mí el 14 de Febrero es un día como otro cualquiera, pero puedo darte la dirección de mi casa y me envías cuando gustes una carta de amor, que mola más que las flores.

(Torque, tío, no sé si te habrás fijado, pero te estoy levantando a la gachí).

Anónimo dijo...

Estimado Leonidas.

Repartidores como ese no quedan. Lo que no entiendo es como despues de tu propina no volvió otro dia con un chorizo de Marmollejo.

Bonita historia, un saludo.

Anónimo dijo...

Hum, qué curioso, me he dado cuenta de que el Chorizo de Marmollejo es igual al Chorizo de Almendralejo y al de Villanueva de los Castillejos... ¿será también igual al de Villarejo y al de Ramalejo?

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pues sí, Juan Mondéjar. Aquel señor era un tipo muy concienciado de su importancia en asuntos sentimentales. Jo, cada vez que me acuerdo de que el pobre hombre estuvo allí media mañana, frente a una puerta enrejada que no le podía franquear el paso, y todo para hacer entrega en mano de una rosa... Ojalá supiera, al menos, su nombre. Tengo pendiente darle las gracias, pero bien dadas. Me gustaría poder decirle hoy, tantos años después, lo importante que aquel día fue para dos personas.

(Tendré que publicar una entrada hijoputesca total para que me perdonen tanto endulzamiento. Ya pensaré algo).

Anónimo dijo...

Desde luego, porque no se le reconoce. Hoy no le pongo azúcar al café de la merienda.

Rebe.

Anónimo dijo...

Tengo el corazon roto... En serio que pasa aqui? solo se habla de mujeres!

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Te equivocas, Tito Charly: a veces apareces tú y entonces se habla de cualquier tontería.

Anónimo dijo...

Eso me reconforta.