Escucho poca música, y casi nada de lo que me invitan a oír me gusta, pero cuando azarosamente doy con algo que de veras me va puedo pasarme horas y horas escuchando la misma canción (conducta adictiva, sí, ya lo sé. Ahórrense los comentarios psicológicos). Eso me pasó con una canción en francés de la cual no entendía ni papa, pero es que en ese idioma se te pueden cagar en los muertos y te suena a gloria. La canción se llama (a ver si lo escribo bien): Quelqu'un m'a dit.
Me gustaba. Me gustaba mucho aunque no supiera de qué hablaba, porque hay cosas que no necesitas comprender para que te gusten, y me atreveré a decir que hay cosas que pueden gustarnos precisamente porque no las entendemos.
Me gustaba. Me gustaba mucho pero hoy he buscado la letra de esta canción, traducida al castellano, y ha resultado ser tan... bueno, quizás no era una buena traducción, pero sí me ha quedado claro que preferiría seguir oyéndola en franchute sin tener idea de lo que cuenta.
Pero da igual. Podría ser la mejor historia jamás contada y hoy habría dejado de gustarme. No sé por qué morbosa e innecesaria curiosidad me he fijado hoy en el nombre de la cantante, y resultó ser Carla Bruni.
Yo no sabía quién era la Bruni hasta hace unos días, pero ahora sí que lo sé. Sé quién es y, sobre todo, sé lo que es.
Mierda, mierda y mierda. Qué rabia. No sé si os he dicho, mujeres, que sois todas unas putas, pero si no os lo dije, aquí lo expreso: SOIS TODAS UNAS PUTAS. (Y me suda la polla que os siente mal, porque sé que si yo fuera el presidente de Francia me estaríais lamiendo todas el sudor del cipote, así que, que os compre quien no os conozca, zorrones).