Sabemos que en los meses de vacaciones estivales el mundo se detiene, y como no pasa nada, los periodistas que no están de holganza veraniega deben usar todo su ingenio para seguir vendiendo noticias, aunque no las haya. Y si hace falta las inventan. Ese empeño ha dado lugar a un fenómeno que se conoce como "serpiente de verano", y hay quien afirma, como el fallecido periodista Javier Ortiz, que esto explica en gran parte la fama del inexistente monstruo del lago Ness (Nessie para los amigos). A su vez, la expresión "serpiente de verano" provendría de aquella insistencia por parte de la prensa escocesa en mencionar todos los veranos supuestos avistamientos del esquivo bichejo.
Pero no siempre es así, amigos míos. Hay veranos en los que suceden dramáticos acontecimientos que sin duda cambian la percepción que los ciudadanos tenemos del bien y del mal, que marcan un hito entre lo que fue y lo que dejará de ser, que establecen una línea divisoria entre lo admisible y lo abominable. Y afortunadamente a veces hay un periodista valiente, sin vacaciones, honesto y abnegado, dispuesto a contárnoslo. Y a toda plana, como ha de ser. De eso es, caros lectores (3000 € + IVA cada uno), de lo que hoy vengo a hablaros. Y sirva este emocionado texto como homenaje a todos esos periodistas decentes que, despreciando el riesgo al que exponen sus vidas, se atreven a iniciar profundas investigaciones con el único fin de hallar la verdad y divulgarla, sin temer las consecuencias. Sin arredrarse ante los infortunios. Sin amedrentarse ante las amenazas. Sin acogotarse ante la pareja que les pide el divorcio por trabajar hasta tan tarde. Gracias a esos héroes podemos conocer sucesos como este:
Ya ven ustedes. Se me ponen los pelos como escarpias cada vez que leo ese titular. Sin embargo creo que el redactor perdió la oportunidad de su vida para lograr aún mayor efecto entre los impresionables lectores. Por ejemplo podría haber escrito "Cae la peligrosa banda de los pasteleros playeros". O mejor todavía, este efectista titular que astutamente toca la denuncia social y las reivindicaciones políticas: "Cádiz: entre el paro y la diabetes". O bien este otro, más directo y llano pero igualmente impactante: "¡Se destapó el pastel!".
¿Y qué decir del antetítulo de la noticia? Ampliando la imagen podrán leer este portento de detalle y precisión: "Incautan 49 palmeras de chocolate, 35 carmelas de crema, donuts y xuxos y 31 cañas de chocolate". ¡Gloria y larga vida al redactor!, proclamamos desde DCC.
El dañino alijo
Como no podía ser de otra manera, vuestro servidor el chorlicéfalo Kowalski ha entrevistado a personas y personalidades que de una manera más o menos directa están relacionadas con la brillante operación ejecutada por la Policía Local de Cádiz. Si permanecen ustedes atentos podrán en breve leer las entrevistas que DCC ha realizado a Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, quien nos habla de la Patrulla Grulla y su especial preparación para luchar contra la mafia pastelera, así como de un novedoso plan para erradicar la obesidad en Cádiz; al mando de la Policía Local identificado con el nombre en clave de Superagente 86, que básicamente nos menciona las bonitas condecoraciones que va a recibir por su exitosa labor antiedulcorante; al señor Moreno Mantecas, adicto a la playa y a la bollería industrial, quien nos confiesa la dramática situación a la que se ve abocado tras el desbarate de la camorra napolitana de chocolate; y finalmente a Pancho Colate, pastelero arrepentido.
Pero eso ya será otro día, que ahora me toca masturbarme y apedrear perros.