El título de este vómito se refiere a la puerca criminal que le meneó la polla un par de veces al pobre retrasado conocido como Jesulín de Ubrique. El infeliz retardado convalecía -no recuerdo si de una cogida de un toro más listo que él (lo que no tendría nada de asombroso) o de un accidente de tráfico- cuando una enfermera más puta de lo que tradicionalmente son todas las enfermeras decidió que ese gilipuertas oligofrénico sería para ella. O mejor dicho: la tía zorra decidió que el dinero del tontito sería para ella. María José Campanario, se llama la muy puta.
Se habla mucho de la otra puerca llamada Belén Esteban, ex del toricida idiota, tan aficionada ella a las exclusivas y a los progromierdas donde enseñará sin el menor rubor hasta el hígado siempre y cuando le paguen lo bastante, pero parece que la gorda de la Campanario pasa desapercibida. ¡Ja!, la Marijose es de las que las mata callando. ¡Menudo zorrón desvergonzado es la Campanario, que dio el campanazo al liarse con el subnormalito torturador de toros!
La otra, la Estebanilla, es una golfa que va por derecho. Se la ve venir y eso siempre es una ventaja que se agradece. Además tiene cara de zorrón, que es como una bandera de guerra que no deja lugar a confusiones. La otra en cambio es más peligrosa, porque va de gordita buena, saltándose la Convención de Ginebra, que especifica que las partes beligerantes deben estar adecuadamente identificadas -¿o era el Convenio de La Haya?-. Menuda elementa la campanera, tanto en Ginebra como en La Haya.
La Esteban, puta como es, ha tenido la decencia de aprovecharse sólo del tonto Jesulín y de las cadenas de televisión (alguna pública habrá y eso queda en la conciencia de todos); pero la otra... ay, lo de la otra es que no tiene nombre.
Y es que la delincuente Campanario, no contenta con el campanazo de enredar al deficiente Jesulín, se ha metido en una trama de corrupcion de la sanidad pública para que a su señora madre le concedan una pensioncita, madre que por cierto no trabajó en su puñetera vida y que por lo tanto no podía tener derecho a esa prestación que -no lo olviden- pagamos todos los currantes.
La desvergüenza es tan grande que me faltan adjetivos, y mi mala uva es tan deprimente que no voy a molestarme en consultar diccionarios. Es que una cosa es ser puta y otra cosa es querer hacernos pagar el puterío a todos.
Pues nada, que la han pillado de marrón, junto a otros veintitrés pájaros, y el fiscal pide para ella cuatro años y seis meses de cárcel... pero tengo la vomitiva sospecha de que esta golfa no va a pisar la cárcel. Hace mucho lo expresó muy bien cierto señor al decir aquello de:
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Sabio, Don Paco de Quevedo y Villegas. Ojalá esta vez se equivoque y veamos a la señora millonaria de un torero oligofrénico entre rejas. Eso nos demostraría que existe un sucedáneo de justica... pero sigo pensando que el poderoso caballero don dinero hará su sucio y amarillo trabajo.
Si me equivoco háganmelo saber, y me darán una alegría.