(Fragmento del cuento correspondiente a la entrada publicada en Spaces el 7 de Septiembre de 2006).
CAPÍTULO CUARTO. Recuerdos.
Por aquel entonces yo aún conservaba una gran dosis de ingenuidad que me reportaba serios disgustos. Era esa pueril candidez que permitía a desalmados como el viejo Tomás burlarse de mí. Sin duda alguna fue mi paso por el hospital psiquiátrico lo que acabó con los últimos restos de ingenuidad que pudieran quedar en mí... El psiquiátrico, con aquellos médicos de mirada triste y profunda porque han visto innumerables casos de lo que se esconde tras la delgada cortina de la cordura, porque han luchado cara a cara con los horrores de la sinrazón, porque han comprendido que la suya es una guerra perdida de antemano, y lo peor de todo, porque se habían topado de lleno con la Gran Duda: ¿Acaso no serían ellos un puñado de enfermos intentando recluir y cambiar a una minoría de seres, a su modo, sanos y razonables?
El psiquiátrico, con aquellos pacientes de mirada perdida en un lugar lejano porque un día vieron lo que hay más allá del entendimiento humano, porque un día descubrieron, tal vez, la verdadera sabiduría y ya no quisieron volver a un mundo lleno de miserias e injusticias. Sí, allí uno aprendía a ser incrédulo, y adquiría el conocimiento de que la vida es algo tan efímero e insignificante que nada de lo que hagamos en ella tiene el más mínimo sentido. Pero estoy divagando, y no creo que a ninguno de ustedes les interesen en modo alguno mis divagaciones metafísicas.
Hablaba de mi ingenuidad, que fue la causante de mi fracaso amoroso, o más correctamente, de mi hundimiento moral, del que aún hoy en día no estoy totalmente repuesto. Ha pasado tanto tiempo desde aquello... y sin embargo al recordarlo siento unos escalofríos como jamás los sentí en ninguno de mis crímenes, y les puedo asegurar que para mí ésta es la parte más difícil de mi relato. No quiero entrar en averiguaciones o suposiciones acerca del porqué se me hace duro escribir lo que sigue; acaso me encontrara con la desagradable sorpresa de hallar arrepentimiento por una vez en mi vida.
Cuando yo era sólo un niño sentía profunda curiosidad por las niñas, especialmente por aquellos detalles anatómicos que las hacían diferentes a los niños. Tanto unos como otras usábamos esas partes diferentes exclusivamente para hacer pipí, pero algo nos hacía intuir que aquella escondida parte de nuestra anatomía encerraba obscuros secretos, misterios que sin duda eran conocidos por nuestros mayores y que jamás se desvelaban a menores de trece años. Sólo quedaba una salida: la investigación experimental.
En Jamoncillo vivía por aquel entonces, cuando yo era un tierno infante, una niñita muy simpática y afectuosa, que de no haber muerto años más tarde (fue leucemia, yo no tuve nada que ver, lo juro) ahora sería lo que se llama un putón verbenero. Como éramos vecinos, de la misma edad y sexos opuestos, era de esperar que alguna que otra vez jugáramos a los médicos. Además mi jardín era un bucólico lugar ideal para esos menesteres. No sé si les habré hablado ya de mi idílico jardín, en cualquier caso, para no aburrirlos, les diré solamente que si el Paraíso existiera se parecería bastante a mi jardín.
Una de esas tardes veraniegas en las que Sarita, que así se llamaba la mocosa pervertida, no llevaba más ropa que unas encantadoras braguitas rosas, acertó a pasar por mi grandioso jardín, desnuda salvo por las braguitas, y lo hizo en un momento un tanto delicado, pues yo estaba jugando con mi pilila, esa extraña cosa que crece cuando se la manosea y produce un dulce gustirrinín. Claro, los niños, en su bendita ignorancia, no saben cómo aplacar esas ansias, esos calores, esas emociones que aumentan en intensidad por momentos, de modo que lo único que consiguen con sus caricias es sentirse más y más... inquietos, digamos. Así que llega Sarita estando yo sumamente "inquieto", y le digo:
- Sarita, ¿quieres jugar conmigo a los médicos?
- Vale, pero me tienes que hacer todo lo que yo te diga-. Me respondió la pequeña viciosilla.
Y eso hice. Ella me daba órdenes y yo las cumplía. Y al cabo de unos minutos se deshizo de sus bragas rosas y me mandó tocar... aquello.
¡Por las barbas del profeta! Qué cosa tan asquerosa, húmeda, pringosa y maloliente. Además se cerraba a mis dedos con un efecto como de ventosa. Daba hasta miedo, oye. Aquella tarde me juré que no querría saber nada más sobre mujeres y sexo en mi vida.
Y así fue... hasta que conocí a la Chari.
(Continuará)
Aventuras de un coro municipal
Hace 9 horas
1 comentario:
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María
Lo cierto es que al principio da como que un poco de asco. Hasta yo me preguntaba que cómo le podía gustar eso a la gente, pero ya ves, a todo se acostumbra una y hasta se le coge vicio, unos más que otros, tú sabes que yo siempre a lo normal y formalita, que guarrerías y eso no, no está bonito.
El rosa es un color bonito, de ropa interior también, la niña ya desde pequeña despuntaba buen gusto... da penita lo de la leucemia, ¿no crees? No te cargas a la vecina cotilla y la nena se muere... jo
Respecto a la locura o cordura, hay un capítulo de los Simpsons en el que a Homer le meten en un psiquiátrico y se hace amigo de uno que cree ser Michael Jackson, al final a Homer le dan el alta junto con un papelito en el que pone que está cuerdo. El que cree que es Michael Jackson le rpegunta que cuál es la diferencia entre los dos, Homer le contesta que él tiene un papelito en el que pone que no está loco.
A veces la línea que separa la locura de la cordura es muy fina... está loco un pobre hombre que lo único que quiere es tener un bonito jardín????
No puedo creer que yo haya escrito esoooooooooooooooooooooo!!
Besos a montones y sin sabor a atún ;)
11/09/2006 0:34
(http://may82may.spaces.live.com/)
(sin nombre)
Esto de publicar comentarios sin ser de MSN es una jodienda.
Soy yo, la loca MUUAAAHAHAHAHAHAHA!!
http://www.misssinner.blogspot.com/
08/09/2006 11:52
(sin nombre)
No sé cómo calificar tu historia...
Digoooo... esta historia... ¿Surrealista...?
¿Sádica con momentos metafísicos y briconsejos de jardinería?
En fin, seguiré leyendo mientras lo vayas transcribiendo.
Un beso ;)
P.C.: Ya hice el doble-examen, pero ahora tocan los trabajos.
No sé qué es peor.
Oye, ¿qué tal Gus? Besines para él también ^^
08/09/2006 11:51
MundoGato
Jejeje...
J.
07/09/2006 19:09
(http://mundogato.spaces.live.com/)
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