Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 3 de enero de 2011

La UNESCO, esa asociación de malhechores


Es lamentable que tras varios años de blogueo me entere ahora de lo mala que es la UNESCO, (ya saben, esa perversa organización cuyo fin es convertir en homosexuales a la mitad de la población mundial. ¡Mechachis, qué requetemalos son los de la UNESCO!) En cuanto me he enterado de la fidedigna e incontrovertible noticia he llamado a consulta a mi gato, como cualquier presidente llamaría a un embajador en circunstancias igualmente graves:

-Pequeño Gusifluky, ¿qué tienes que decir acerca de... de lo de... de las... bueno, de las declaraciones del Obispo de Córdoba, según las cuales la UNESCO tiene programado convertir a la mitad de la población en homosexual?

-Padre, con el debido respeto, ¿usted cree que me puede molestar con semejante gilipollez? ¿No se ha parado usted a pensar que yo tengo una vida? Querido padre, yo lo respeto a usted mucho, pero las gilipuerteces me agotan, así que hábleme de algo serio o déjeme descansar y perseguir pececillos de plata (que es lo más interesante que puedo perseguir aquí en nuestra casa).

-¡Pero esto es muy importante, pequeño Gusi! Imagínate: la mitad de los humanos maricones perdidos. ¿No te parece atroz?

-Oh, sí, atrocísimo -dijo mi gato mientras de desperezaba y se dirigía hacia su comedero.

-¡No te lo estás tomando en serio, pequeño Gusi! ¡Esto es el fin de la humanidad, de la moral, de las buenas costumbres...!

-¡Deje de gritar, padre! -exclamó mi gato- ¿A qué viene todo este guirigay? ¿Quién ha iniciado este follón?

-Es que... -empecé a decir yo con pusilanimidad.

-¡Ni esques ni hostias! ¿Quién ha sido? -preguntó mi gato, ese valiente felino europeo que por muy castrado que esté anda sobrado de cojones.

-Gusifluky, verás... -empecé a explicarle yo con delicadeza-, es que ha sido cosa de un obispo.

-¿Un obispo? ¡Me cago en to lo que se menea! ¿Y quién cojones es un obispo?

-Querido Gusi, un obispo es un señor importante dentro de su religión -le conté a mi gato intentando ser diplomático.

-O sea, que ese señor es un puto mago sin mayor importancia, al igual que un chamán según otras creencias -insistió Gusifluky.

-Mmm, pues sí, básicamenre es lo mismo, pero...

-¡Ni peros ni hostias! -profirió enrabietado mi dulce gato- ¿ME HAS MOLESTADO PARA INTERROGARME ACERCA DE LAS PAJAS MENTALES DE UN BRUJO? -gritaba mi gato fuera de sí- ¿TE CREES QUE POR SER UN GATO NO PUEDO RAZONAR? ¿EN TAN POCA COSA ME TIENES QUE TE CREES QUE NO PUEDO DARME CUENTA DE TODA ESTA TONTUNA?

-Oh, maldita sea, Gusi -dije yo intentando aplacarlo-. No supuse que tú...

-¿Que yo no era tan inteligente como cualquier cristiano?

-¡Sí, eso! -exclamé sin ser consciente de mi error.

-¡Hijo de mala madre! ¿Cómo osas compararme a mí con vosotros, idiotas crédulos? -dijo Gusifluky con todo el desprecio del que es capaz un gato. Yo, aterrado, callé y escuché:

-Mira, muchacho, ni homosexuales ni hostias benditas -continuó mi gato-; y no todo es negro o blanco en esta puerca vida que nos ha tocado vivir. Cada cual busca lo que le interesa, amigo Leo, y si...

Aproveché lo que creía una duda en el razonamiento de mi gato para intervenir:

-¿Y si fuera cierto que la mitad de la humanidad se hiciera homosexual?

Gusifluky me miró enarcando las cejas, sonrió, se desperezó, y tras meditarlo mucho dijo:

-¿Y qué?

Y yo no supe qué contestarle.