Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

miércoles, 22 de febrero de 2012

¡Bésame, tonto!


Ya sabe el chorlitiano lector -¿queda alguno, por cierto?- que este humilde cabeza de chorlito es el tonto de los gatos. Sí, me chiflan esos misteriosos y simpáticos animalejos, y cuanto más sé de ellos, más sorprendentes me resultan. Y con razón...

De niño tuve un gato al que escogí como mi mejor amigo durante años; después he convivido con otros gatos a los que he observado placentera e infatigablemente; he leído toda clase de artículos sobre gatos, desde los simplemente informativos, hasta los puramente científicos, pasando por algún desbarre magufo; he leído incluso algún ensayo escrito por un reputado científico experto en gatos; he apreciado la cuasimágica gracilidad de sus saltos y movimientos; he babeado viéndolos jugar con cualquier cosa; me he asombrado de sus exactos cálculos para dar precisos saltos empleando la energía necesaria que les permitiera no quedar un centímetro por defecto ni un centímetro por exceso; y muchos más detalles con los que no quiero aburrir al hipotético chorlitiano lector superviviente.

...PERO ESTO ME HA SORPRENDIDO HASTA A MÍ Y TENGO QUE PONERLO AUNQUE NO HAYA LECTORES EN DCC QUE LO PUEDAN APRECIAR:




Y luego dicen los contumaces ignorantes de siempre, los que ni saben ni quieren saber, que los gatos son ariscos.

lunes, 20 de febrero de 2012

Repitiendo lo que es necesario que no se olvide (poemilla dedicado a una golfa molesta):

Ya sé que duele; que a nadie gusta; que hasta los más valientes se esconden ante el dictamen de lo políticamente correcto... ¡¡Pero alguien tiene que decirlo!!:


Versión en audio para vagos:




Versión escrita para quien la quiera disfrutar:


Cuán zorra eres, meretriz,

que de tan puta y ramera

todo pobre infeliz

portando billetera

puede ser tu amante

por detrás y por delante.

Es tu coño pestilente

guarida y escondrijo

de toda polla o pijo

mientras sea solvente.

Ay de aquel desgraciado cliente

que confunda tu celo mercenario

con amor puro y castizo

sin ver que es pecuniario,

falso y alquiladizo.

So putón verbenero,

desorejado pendón

al que follan por dinero,

impenitente zorrón,

infame puerca grosera

de vagina pesetera

y venal corazón,

repulsiva y barata iza,

putón irredento,

viciosa enfermiza,

monstruoso portento

del folleteo en venta,

maquiavélico talento

para follar bajo renta.

Por el asco que me das

hoy no te insultaré más

y acabo este breve escrito

comparándote con la Amparito,

la que se bajaba las bragas a pedos

y cuando del suelo estaban a dos dedos

a taconazos se las subía,

la muy perra y sucia arpía.

(Dedicado a la Hija de Satanás, con todo mi desprecio).

miércoles, 1 de febrero de 2012

¡Tigüino! ¡Tigüino!


Parece ser que entre los hijos de la Gran Bretaña es sumamente conocido un tal William Blake, y que entre la obra de ese señor es resaltable para los súbditos de Su Graciosa Majestad cierto poema conocido popularmente como ¡Tigre! ¡Tigre!, que mucho tiempo después inspiró una conocida novela de ciencia ficción escrita por Alfred Bester, y que fue publicada como
¡Tigre! ¡Tigre!, o como Las Estrellas, mi Destino; pero igualmente prescindible tanto con un título como con el otro.

El caso es que he contado todo ese rollo del párrafo anterior para que se aprecie más lo ingenioso del título de esta entrada. Y ahora metámonos en faena:

Si el híbrido de león y tigresa se llama ligre; si el de leopardo y leona se llama leopón; si el de tigre y leoparda, tigardo: ¡el de tigre y pingüino bien podría llamarse tigüino! Ahora dirá el lector listillo, petardo y aguafiestas, que es imposible el cruce entre un tigre y un pingüino. Bien, debo admitir que
a priori -joder, cómo me gustan los latinajos- no parece probable que esos dos animales coincidan, ya que se desenvuelven en hábitats bien distintos, pero oye, ¿quién te dice a ti que si por casualidad se juntan una vez, no se pongan a hacer cochinaditas? A mí no me cuesta nada imaginar a ese tigre hambriento, perdido en el polo, cazando a una pingüina, y en la refriega entre depredador y presa llegan las otras friegas y refriegas, y ese tigre que se pone... simpático, digamos, y esa pingüina que se pone... amable, digamos. Y luego, pues eso... Dale, dale, toma, toma, dame, dame, etc. O sea, yo lo veo todo claro, no sé dónde está el inconveniente. Además, qué coño, ¡si es que tengo la prueba!

Mi gato Gusifluky es un híbrido de ave y mamífero. Ningún estudio genético avala mi hipótesis, pero eso es porque aún no se ha efectuado estudio alguno en ese sentido. Ni falta que hace, habiendo imágenes tan elocuentes:




(De izquierda a derecha: tigre desconocido, Gusifluky y pingüina desconocida).

¡Tigüino! ¡Tigüino! Ardiendo brillante en los bosques de la noche, ¿qué ojo o mano inmortal pudo idear tu terrible simetría?