Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

jueves, 31 de enero de 2008

Estoy ahí, por ahora


Llego a casa y él sale a recibirme cuando abro la puerta. Se afila las uñas en el felpudo haciendo como que no le interesa mi presencia. Después sigue afilando las uñas en mi ropa a la vez que se despereza. Desde que vive conmigo soy el militar más desastrado de la OTAN, y tener el uniforme arañado por mi gato es la mejor medalla que puedo lucir. ¡Gusi, déjame!

Luego voy al baño, y mientras meo él salta al lavabo, se yergue sobre sus patas traseras y apoya las delanteras en mi hombro. Lo miro, me mira, juntamos los hocicos y él empieza a ronronear. Su ronroneo se confunde con el chispeo de mi orina mojando el suelo. ¡Gusi, déjame!

A continuación voy al estudio, enciendo el ordenador y él salta al escritorio. Tira el lapicero y desparrama los bolígrafos. Mientras Windows arranca mi gato se entretiene desperdigando bolígrafos por todas partes. Yo lo dejo hacer, pensando que ya recogeré los trastos la semana que viene, pero él me mira con sus enormes ojos verdes llenos de sarcasmo y me dice que ya me conoce lo suficiente para saber que no recogeré nada, ni esta semana ni la que viene. ¡Gusi, déjame!

Huyo a mi cuarto para cambiarme de ropa, y él me persigue. Araña mis dedos cuando desato los cordones de las botas. Tira al suelo el teléfono que dejo sobre la mesita de noche. Tras el celular caen las monedas, el mechero, el paquete de tabaco y la cartera. ¡Gusi, déjame!

Vuelvo al baño, escoltado, claro, por el gato. Abro el grifo de agua caliente y me encierro en la bañera protegido por la mampara. Intento ducharme con tranquilidad sin hacer mucho caso del ruido que causan las zarpas de Gusi esforzándose en abrir la mampara. Siempre logra abrirla antes de que termine de ducharme, y entonces lo salpico con una buena rociada de agua, para que aprenda. Cuando salgo de la bañera él aprovecha y se mete dentro. Se empapa bien las patas y cuando voy a por él se me escabulle y se va por toda la casa, dando traspiés, deslizándose, poniéndolo todo perdido de agua jabonosa. ¡Gusi, déjame!

Me visto en mi cuarto, luchando por hacer el lazo de los zapatos sin que Gusi me ampute los dedos. Renuncio a regañarlo, porque cuando lo hago se mete en algún armario ropero y se dedica a tirar las prendas de sus perchas y a llenarlas de pelos. Mejor consentir que me arañe los dedos y me muerda los brazos mientras me visto. Él me mira y con su mirada me dice: "Jódete, chavalín, que cualquier otra opción es peor". ¡Gusi, déjame!

Después vuelvo al estudio, y con suerte Windows terminó de arrancar. En ese caso introduzco mi contraseña en el Messenger y me dispongo a ver las novedades en la bandeja de entrada del correo Hotmail. Puede ser que inicie una conversación por mensajería instantánea, y si es así seguro que Gusi salta sobre el teclado, y eso me hace enviar a mis contactos mensajes sesudos y profundos del tipo "sñdfljbgoan". ¡Gusi, déjame!

Cuando el gato decide calmarse se tumba sobre la impresora, tras haberla puesto en marcha pisando el botón de encendido, claro. Entonces se dedica a observarme con esa manera sabia y atenta que tienen los gatos de mirar, y me hace sentir cohibido. Yo le devuelvo la mirada. Nos sostenemos la mirada durante un buen rato, como en esos westerns donde el bueno y el malo se enfrentan para ver quién saca antes el revólver. Al cabo de un buen rato Gusi decide desenfundar y se estira para poner una pata sobre mi hombro. Clava las uñas en mi ropa y tira hacia sí. Juntamos, otra vez, los morros. Nos damos unos besitos. A continuación Gusifluky vuelca el cenicero, y siempre hay una colilla encendida que indefectiblemente cae cerca de algo inflamable. ¡Gusi, déjame!

Así transcurre nuestro día, entre besitos, caricias, carreras y peleas. Y llega la noche.

Me encierro en mi dormitorio. Gusi lloriquea un poco desde fuera, y yo le grito desde dentro que se joda, por gato malo. Pasan las horas. En lo mejor de mis sueños soy despertado por unos tenues maullidos y un suave roce sobre la puerta. Es Gusifluky, que sólo quiere saber que estoy ahí y asegurarse de que sigo vivo. Entonces, a las dos de la madrugada, a las cuatro o a las seis, yo digo: ¡Gusi, déjame!

Y con eso él se tranquiliza y se vuelve a dormir, porque Gusi sólo quiere saber que estoy ahí, que no lo he abandonado.

Gusifluky, no puedo prometerte qué pasará mañana. Te advierto que se nos vienen encima fechas inciertas, pequeño Gusi. Pero hoy sí, hoy estaré ahí. Si no me despiertas a la una, a las tres o a las cinco... tendré que ir a despertarte yo.

lunes, 28 de enero de 2008

Lo que esconde el nombre de mi gato


Gusifluky es el nombre de mi gato. Tal palabro no aparecía en Google hasta que yo empecé a hablar de él. La bellísima veterinaria que se encarga de su salud alucinó con el nombre. Se ha hecho famoso en mi trabajo y muchos son quienes me preguntan por el gato sólo por tener la oportunidad de pronunciar su nombre. Incluso hay graciosos que me llaman a mí Gusifluky, como si Gusi y yo fuéramos un único ente. También tengo un compañero que jugando con su hijo lo llama mediante esa palabra, lo que provoca en el niño inmediatas risas.

A mí, qué quieren que les diga, todo esto me gusta. Creo en el poder de las palabras, no sólo por su significado, sino también por su eufonía. Y reconocerán ustedes que Gusifluky suena a cosa que uno desea comerse a besos.

Existe otro gato en Alicante de cuyo pescuecito cuelga una chapa en la que se lee un número de teléfono (por si se pierde, criaturica) y su nombre: Ñulky. Lo siento, amigos, pero ahora toca hablar de Ñulky:

Sería el año 1999 ó 2000 cuando Chari rescató a ese gatito de la calle y me lo presentó al llegar yo a casa. Chari me tapó los ojos, me guió hasta el diminuto patio de la casa que teníamos alquilada, y entonces descubrió mis ojos mostrándome al nuevo miembro de la familia. Aquel pequeño gatito, o gatita según creíamos entonces, jugaba con un tampón. Jejeje, a Chari no se le había ocurrido otro juguete. Ahora me acuerdo y me parece tan... tan besuqueable la escena...

¿Qué nombre poner a ese pequeño bichejo? Chari se encargó de todo. Chari siempre se encargaba de todo. Chari es maravillosa. Lo llamó Ñulky.

Ñulky era una de esas palabras que no significan nada pero que lo dicen todo. Es una de las palabras (junto a Charipitruky, ñulky, truquiñuky...) con las que yo, cariñosamente, llamaba a Chari. Ella, en un inspirado momento de genialidad, llamó a esas palabras "cariñativos". Cariñativo... ¡esta palabra debería ser tenida en cuenta por los filólogos! Tomad nota.

A Chari le gustaba que yo la llamara por el cariñativo ñulky. Por eso llamó así a nuestro gato.

No les costará mucho hacer el razonamiento inverso: Tengo un gato llamado Gusifluky, porque me gustaría abrazar a una mujer que se mereciera ser llamada "mi pequeña gusifluky". Una linda gusifluky que no sea... bueno, en esta entrada no quiero escribir palabras malsonantes.

Y sí, ahora ya pueden vomitar, que ustedes, lectores de DCC, no están acostumbrados a tal empacho de azúcar. A veces necesito soltar lastre, ustedes me perdonarán.

Entiéndelas, si tienes cojones


Tenía un nombre árabe que no recuerdo, y me hizo una de las mejores mamadas que me han hecho en la vida. No era una chica guapa, pero tampoco era fea, y para mi gusto le sobraban algunos kilos. En uno de sus incisivos tenía incrustado un brillante o algo similar, y siempre pensé que el dentista que cometió esa ordinariez debería ser juzgado por saltarse el Código Deontológico del Médico.

Era una chica divertida, atrevida, juguetona, y una vez lloré ante ella mientras le hablaba de otra mujer. Me escuchó estoicamente y después se puso a decir payasadas para hacerme reír. No lo consiguió, pero yo supe que mientras le hablaba de mi corazón roto estaba rompiendo el suyo. Y ahora, fíjense, ni recuerdo su nombre. Sólo hace de aquello algo más de tres años, y yo ahora no puedo acordarme de su nombre. A veces me doy asco de mí mismo.

Aquella gloriosa mamada que me hizo una tarde (en su coche, junto a una playa, y tras haberle lamido a conciencia las tetas ante la azorada presencia de unas alumnas y un profesor de autoescuela que tuvieron a bien detener su coche junto al nuestro) estuvo bien cerca de ser La Mamada Por Antonomasia. Si no llegó a merecer ese nombre es porque no culminó con la preceptiva ingesta del semen, puesto que esta dama manifestaba ciertos remilgos en ese sentido, y apartando la cara en el último momento recibió la corrida, o engrudo vital que diría Cela, en el pelo. Más le hubiera valido aceptar mi descarga sobre los pechos, ya que tragársela no era plato de su gusto, y así hubiera sido más fácil la limpieza.

Pasó el tiempo, y por esas cosas que suceden en nuestras miserables vidas ocurrió que esta señorita de olvidado nombre me jugó una mala pasada que al contrario que su nombre no he olvidado. Yo, indignado, cabreado hasta el paroxismo, le dije por teléfono que quería meterle la cabeza en el váter mientras le metía mi polla por el culo. Así se lo dije, con esas palabras. No te atreverás, dijo ella. Lo haré con gusto, dije yo. Pues por increíble que parezca me pidió la dirección de mi casa (yo acababa de comprar la vivienda y ella no la conocía), y unas horas después estaba en mi casa, a mi merced, deseando que la humillara de cualquier modo que se me ocurriera.

En realidad acabé humillándola de un modo mucho peor, porque tras tomar una cerveza en la cocina la empujé hasta la puerta y la despedí. Mwajajaja... Con eso no contaba ella, la pobre.

El caso es que esta tarde le refería esto a una amiga, diciéndole que me parece asombroso amenazar a una mujer con meterle la cabeza en el váter y darle por el culo, y que ella se muestre encantada y hasta vaya a buscarlo. Pero mi asombro aún ha ido más lejos cuando mi amiga me ha respondido que lo entiende perfectamente, que esas cosas dan mucho morbo. Exactamente sus palabras fueron (tengo la buena costumbre de guardar mis conversaciones de Messenger): "Las mujeres van de romanticonas y ese rollo pero en el fondo les mola que las traten como a zorras (sexualmente hablando). Dan por hecho que lo del wc no lo vas a hacer, y que te follen por detrás da un morbo que flipas."

¿Saben una cosa? Me encanta tener amigas que hablan tan claro y que cuando tratan conmigo olvidan su papel de mujer melindrosa y estereotipada. Olé, olé y olé por las damas valientes que se pasan los convencionalismos sociales por el mismísimo coño. Y olé también por aquellas que conocen los secretos de una magistral felación, aunque después de todo este cabeza de chorlito olvide sus nombres.

domingo, 27 de enero de 2008

Viajera Solitaria y Gerardo sabían lo que hacían


Hoy toca agachar la cabeza. Viajera Solitaria me recomendaba leer a Patricia Highsmith. Y más concretamente, Gerardo García-Trío me recomendaba la lectura de Pequeños cuentos misóginos, de la misma autora. Ambos sabían lo que hacían, según veo.

Vino la cosa por una entrada en la que rajo de las mujeres escritoras: Sobre novelistas y novetontas. Viajera Solitaria me decía en los comentarios que si opinaba tan mal de las escritoras sería porque no he leído a Patricia Highsmith, y yo, que soy así de chulito y de imbécil algunas veces, le respondí que ni la había leído ni creía que lo fuera a hacer. Pues hoy me toca rectificar, que también sé hacerlo. Gerardo, yendo más lejos, me decía:

"Puedes empezar por sus encantadores, sinceros y provocadores Pequeños cuentos misóginos. Si no te gustan, me los como.

PD: Pero si te gustan, lo tienes que decir aquí."

Pues bien, ha llegado el momento de decirlo. Pliego velas, me la envaino, me bajo los pantalones. Es justo que ahora dé mi más que positiva opinión:

Pequeños cuentos misóginos es una colección de diecisiete relatos breves que perfectamente se pueden leer en unas pocas horas, muy pocas. Son una buena opción para un viaje o un día de guardia. Mordaces, concisos, libres de sentimentalismos, estos cuentos ponen de vuelta y media a diecisiete tipos de mujer que podemos relacionar con mujeres reales que hemos conocido personalmente. Los hombres tampoco quedan demasiado bien en alguno de los cuentos, pero en casi todos aparecen como unos tristes calzonazos, explotados por las hembras y muy, pero que muy pacientes y comprensivos. Mientras leía me daban ganas de abofetear y gritar a alguno "¡espabila, imbécil! , ¿no ves lo que esa tía está haciendo contigo?"

Uno de los cuentos, titulado Un objeto de cama transportable, me llegó al alma. Describe magistralmente a alguien que tuve la desgracia de conocer, y en él no pude encontrar la más mínima señal de humor. De hecho creo que doña Patricia, aunque cree situaciones esperpénticas, no pretendió bromear al escribir estos cuentos. Sospecho que más bien quería desahogarse. Para una mujer lúcida y justa debe de ser un calvario compartir identidad sexual con tanta zorra e hija de puta como hay en el mundo y luchar permanentemente por distinguirse de ellas. No es de extrañar que sean algunas mujeres precisamente las más acendradas misóginas. A los hombres misóginos nos ablandan las putigolfas, si se lo proponen, con una sonrisita y un coqueteo, porque el instinto se impone a nuestras convicciones, pero ese truco no les vale con otras mujeres. La prueba es Highsmith y sus cuentos misóginos.

Se me ocurre también que este librito es muy útil para los solteros recalcitrantes como yo. Bueno sería guardarlo bajo la almohada y releer alguno de sus relatos en esos días tontos en los que se nos olvida lo bien que estamos sin pareja.

Viajera, Gerardo: gracias, leeré más de doña Patricia. Además, a ella le gustaban los gatos...

jueves, 24 de enero de 2008

Cela, el cipote de Archidona, y un plagio al futuro


Jolines, lo que son las cosas. Recordará el chorlitiano lector que hace unos días vomité un cuento absurdo partiendo de un disparate de Don Camilo José Cela, y siguiendo la pista del vídeo con que ilustré el asunto me he encontrado otro vídeo que sería miserable por mi parte omitir mostrar a vuesas mercedes. No incrusto el vídeo, sino que lo enlazo, detalle que seguramente me agradecerá el lector de lenta conexión a Internet: ESTO ES UN ENLACE, VÍNCULO O HIPERVÍNCULO.

Y claro, una vez visto el vídeo, y tras reírme un cuarto de hora de esa manera que yo me río (sin mover los músculos de la cara), me ha picado la curiosidad. Parece ser que lo del cipote de Archidona es un acontecimiento verídico, y lo que a mí me sorprende es que se le diera tanta importancia a un hecho tan anodino. Pero bueno, eran otros tiempos. Aquí tienen más información acerca del suceso. (La palabra "aquí" también era un enlace, vínculo o hipervínculo).

Pues bien, siguiendo la pista de este glorioso episodio nacional, voy y descubro que Cela, el bueno de Cela, intentó imitarme escribiendo un poema sobre un cipote. El muy malandrín tenía tanto interés en ser como yo, en parecérseme al menos, que hasta descubrió la manera de adelantarse al futuro e imitar --cutremente por cierto-- lo que yo escribiría más de tres décadas después. ¡Hay que ser bandido!

Mi consuelo es que no me llegó ni a la suela de las botas. Comparen ustedes:



Claro cipote, cuya frente altiva
cubre de nubes tan tupido velo
que nos hace creer que en ella el cielo
y en sus cojones su razón estriba.

En ti mostró su boca vengativa
el gran león, forzado de su celo,
y en ti de voluntad empieza el vuelo
del goterón de leche en lavativa.

Hoy proclama la gloria de Archidona
que anegas con tus huevos a su gente
por tu fluidora pija perseguida.

Hoy el mundo en tu justo honor pregona
que salvo incordio, chancro o accidente,
no hay pija cual tu pija en esta vida.


Camilo José Cela



Rompe, rasga, desgarra y arrolla,
todo eso y algo más hace mi polla.
No te cabe mi verga gigante
ni por detrás ni por delante.
Hermoso cipote palpitante,
vigoroso y enorme gusano
que no abarco con la mano.
Tengo más rabo que Satanás,
dos palmos, un metro y hasta más.
Es mi orgullo y es tu fiesta
verme la chorra enhiesta.
Es un placer, es gracioso y es mi gusto
abrir el pantalón y pegarte un susto.
Mejor que pene yo tengo una culebra,
mujer que la ve ampliamente lo celebra
y este tipo que escribe en nada miente
al hablar de su indómita serpiente.
Es mi pijo visible desde lontananza.
Es mi larga, dura y gruesa lanza
conocida hasta donde mi saber alcanza.
Sabes tú, amante y amiguilla,
que antes llamaba a mi picha minglanilla,
mal nombre para mi estaca y no me da la gana;
de ahora en adelante se llamará minglana.

Leónidas Kowalski de Arimatea

Vale, sí, lo de Cela es un soneto y lo mío es... otra cosa, ¿y qué? Joder, a ver si es que os creéis que ese tío es alguien por el ínfimo hecho de ganar el Nobel de Literatura. Tened en cuenta que el último Nobel fue para Doris Lessing, así que no os lo toméis tan en serio, eh.

miércoles, 23 de enero de 2008

Respuesta al Más Allá


Triste sería, mi pequeña y dulce Emperatriz, que acabáramos usando nuestras bitácoras para apuñalarnos. Triste sería, pero va a tener que ser.

Criaturica mía, te tengo un cariño que seguramente no percibes, y bien sabes que me he deshecho en halagos hablando de vos aquí mismo. ¿Crees realmente que me merezco tus ataques? Ay, con lo que yo te quiero...

Como no me permites comentar en tu blog --¡Viva la censura!-- y he olvidado tu correo electrónico, pero teniendo en cuenta que según parece tú sigues pasándote por DCC, que siempre será tu casa, voy a contestarte por aquí, públicamente, a esa entrada tuya que acabo de descubrir. Seré breve:

El poema es una mierda, puedes hacerlo mejor.

Me siento halagado por la dedicatoria.

No me parece justo que me guardes ese rencor por no haberte follado a tiempo.

Ya está, Belsy, he terminado. Si tienes algo que decir puedes hacerlo mediante los comentarios, que en DCC no se veta a ningún comentarista.

martes, 22 de enero de 2008

Manolín Galvín, el niño que quería ser como Cela


Cuando nació Manolín, su padre, don Manuel Galvín, se dijo que su retoño sería alguien grande en el mundo de las artes, preferiblemente en la Literatura. La madre de Manolín, doña Sergia Moribúndez, no se dijo nada porque, haciendo honor a su apellido, se estaba muriendo la pobre. De hecho se murió unos minutos más tarde, y aunque no tenga nada que ver con esta historia quiero añadir que el mundo no perdió gran cosa con el óbito de doña Sergia, pues además de tonta, puta y vieja, era doña Sergia coja, fea y guarra. Un premio de señora, vamos. Sería indiscreto decir que don Manuel se alegró por la muerte de su esposa, así que no lo diremos, pero sepan ustedes que así fue. Aunque yo no he dicho nada, eh, a mí que me registren.

Manolín era un bebito despierto, al menos mientras no dormía. Creció sano, fuerte, guapo, y tuvo cualquier lujoso capricho que se le antojó, pues don Manuel otra cosa no, pero dinero tenía mucho, fruto de su sacrificado y arriesgado trabajo como traficante de droga y armas, a lo que habría que añadir los réditos que varios lupanares de su propiedad le proporcionaban. Que Manolín quería una casa de muñecas con genuinas muñecas hinchables dotadas de auténtico vello púbico, pues la tenía; que Manolín quería un muerto de verdad para representar la crucifixión de Jesucristo Nuestro Señor, pues lo tenía; que Manolín quería un mucangrio como mascota, pues lo tenía. Cuentan los cronistas que hasta llegó a tener un tamagotchi de esos, punto éste sobre el que no me atrevo a hacer aseveraciones dado lo surrealista de la idea.

Don Manuel, no obstante, prestó mucha atención a la formación cultural y artística de su hijo. Le regalaba importantes obras literarias en su cumpleaños y el día de su santo. Los otros trescientos sesenta y tres días del año le regalaba lo mismo. En cambio, los días 29 de Febrero de los años bisiestos le regalaba libros de Coelho o de Dan Brown, para que el niño conociera la inmundicia literaria, aunque fuera un día cada cuatro años.

Manolín Galvín leía bastante, como pueden suponer. Cuando tenía doce años le dijo a su padre: "Papaíto, yo de mayor quiero ser como don Camilo José Cela". Semejante declaración llenó de orgullo a su padre, y hubo que practicarle una sangría para que tanto orgullo paterno tuviera salida y no acabara reventando al buen señor. "Ya sabía yo que mi niño sería alguien en la vida", le contaba don Manuel a las putas aburridas que trabajaban para él, ya que nadie más lo quería escuchar, hartos todos de la misma cantinela: mi niño se leyó el Quijote a los cuatro años, mi niño tiene seis años y ha escrito un ensayo acerca de la obra de Shakespeare, mi niño esto, mi niño lo otro... Pobres, pobres putas aburridas que cuando no estaban recibiendo polla estaban soportando a don Manuel, ese patrón de exaltado amor paterno.

Fue en esa época, a los doce años de Manolín, cuando su padre construyó un palacete para su hijo colindante con la suntuosa mansión familiar (fíjense que las mansiones siempre son suntuosas; no pueden ser lujosas o simplemente grandes; han de ser suntuosas, pero aprovecho esta pequeña digresión para sugerirles que cuando escriban un cuento no digan "suntuosa mansión", porque las mansiones pueden ser muchas más cosas, hasta pueden ser cochambrosas, y también pueden ser vetustas, viejas y antiguas, que viene a ser lo mismo. Lo que no puede ser una mansión es minúscula, porque entonces vaya mierda de mansión, que ni sería mansión ni nada. Tampoco puede una mansión ser simpática, ni egoísta, ni pendenciera, ni muchas otras cosas, pero aún así las mansiones pueden ser calificadas de variadas maneras sin caer en el archimanido "suntuosa", y una vez aclarado esto... Coño, ¿por dónde íbamos?) Ah, sí, lo del palacete de Manolín y tal. Pues eso, que Manolín ya tenía su palacete, llenito de libros escritos por insignes señores (¡y por insignas señoras, seamos paritarios!). Manolín se encerraba allí y leía algo, pero básicamente se hacía pajillas, pues como todos sabemos es lo que tiende naturalmente a hacer un muchacho de esa edad al que dejamos solo. Juventud, divino tesoro. Doce años, quién los pillara. Mi prima tiene ladillas. Mmm... ¿Mi prima tiene ladillas? Perdón, esto no venía aquí.

El caso es que cuando Manolín cumplió quince años, le dijo hierático a su padre... (A ver, un momento, esto hay que aclararlo, que el palabro lo merece. No es que le dijera a su padre "eres un hierático", así como si lo insultara, no, no es eso. Hierático es uno de esos adjetivos que molan un huevo, y va referido al propio Manolín, y quiere decir que Manolín se puso la hostia de solemne al hablar con su señor padre). Pues eso, le dijo hierático a su padre: "Papuchi, vas a flipar, pero ya soy como Cela". En ese momento don Manuel Galvín, conteniendo emocionadas lágrimas (las lágrimas suelen ser emocionadas, salvo cuando se te mete arenilla en los ojos, en cuyo caso el lagrimeo no obedece a cuestiones emotivas), pidió al hijo de su alma que se esperara un poco antes de hacer una demostración pública, y expuesta esa humilde solicitud se fue raudo y veloz (joder, soy la hostia, "raudo y veloz", qué bien suena y qué original soy) en busca de sus vecinos, empleadas, clientes y todos los mucangrios (es que, esto se me olvidó decirlo antes, el mucangrio que don Manuel Galvín regaló a su hijo resultó ser una mucangria que estaba preñada y ahora tenía don Manuel varios cientos de mucangritos). Una vez reunidos todos los convocados se dieron cuenta de que eran tantos que no cabían en la suntuosa mansión de los cojones, así que alquilaron el estadio Santiago Bernabeu. Allí sucedió todo.

"Estoy listo, padre", dijo Manolín al micrófono en mitad del campo de fútbol, ante la espectorante mirada de los allí reunidos. Don Manuel Galvín, embelesado y trémulo de puro amor filial, se sacó un pañuelo blanco del bolsillo, se sonó con él los mocos y luego lo agitó desde el palco presidencial, salpicando de viscosas partículas verdes a los espectadores de las gradas inferiores y dando así la señal para el inicio de la demostración.

"¿Nos recitará completo el diccionario?", se preguntaban algunos. "¿Dirá algo tan ingenioso que nunca antes oímos?", se preguntaban otros. "¿Me llegará el sueldo a fin de mes?", se preguntaba la mayoría. Apareció entonces un tipo corriendo que depositó una palangana junto a Manolín, y luego otro que vertió el contenido de una botella de agua, litro y medio, en la palangana. Los dos sirvientes se retiraron, dejando a Manolín Galvín como única estrella. Todos los focos concentrados en él, todas las miradas pendientes de su persona, todas las respiraciones interrumpidas por la intriga... Sí, docena y media de espectadores fallecieron asfixiados.

Manolín se baja los pantalones, se baja los calzoncillos, se pone en cuclillas sobre la palangana y --¡oh, apoteósico momento!-- absorve por el ano toda el agua de la palangana. Indescriptible la reacción de los congregados. La multitud, extasiada, enfervorecida, se pone en pie y grita: "¡CE-LA, CE-LA, CE-LA...!"


Por si alguien no lo pilló:


lunes, 21 de enero de 2008

Me caías bien, pero...


¿Cómo lo llevas, Pau? Déjame llamarte Pau, anda, que lo de Paulino me da un poco de risa. Jodidillo andas por lo que veo, eh. ¿Pero qué esperabas, tío?

Bueno, yo quería decirte que me caíste bien, porque te vi unos segundos en la tele y me gustó tu cara de buen tipo, aunque no se puede juzgar a las personas por su careto, ya lo sé. Aún más que tu cara me gustó verte entre todos esos mamarrachos del Comité Olímpico Español, tan atildados ellos, tan peripuestos, tan trajeados, y tú con una ropa que, aun siendo la mejor que encontraste en el armario, desentonaba un poco para la ocasión. Eso me gustó, en serio que me gustó. Pensé: "Mira, Leo, este tipo no pinta nada entre toda esa chusma". Y es que hay morralla, Pau, que necesita de galas para disimular en lo posible su chusmerío, pero ese no es tu caso, me parece a mí. Aunque no sé, porque no te oí nada, y hubiera sido interesante escucharte un rato antes de hacer juicios precipitados.

Hasta aquí lo bueno que tenía que decirte, y ahora viene lo malo.

Esa porquería cursilona de himno que te has inventado, tío... Joder, ¿en qué estabas pensando? Menos mal que ya no va a ser nuestro Himno oficial, porque de haberlo sido yo no podría estar ahora tecleando esto, y entonces no veas la úlcera que me iba a salir por tragarme tanta mala baba. Qué cosa más cutre de himno, compadre, perdona que te lo diga.

A mí me la suda varios litros que unos lo rechacen por facha --ay, Pau, se te escapó ese impermisible "Viva España" en el primer verso, deberías haber supuesto que eso no iba a gustarle a muchos--, e igualmente me la refanfinflota que otros lo rechacen por demasiado progre --el tercer verso, "con distinta voz", y el duodécimo, "pueblos en libertad", suenan demasiado a alianza de civilizaciones zapateriles--, a mí, como te decía, me la traen al fresco esas consideraciones políticas, y desde luego que no seré yo quien crea que puede hacerlo mejor. Uf, a ver quién es el guapo que escribe un himno satisfaciendo a todo este puto reino de taifas que antes se llamaba España. El que lo logre no es un poeta; será un mago.

A lo que yo voy, Pau, es a decirte que la calidad poética de tu himno es nula, está ausente, no existe. Tu himno es una mierda, Pau, te lo digo con mi negro corazón en la mano, (en la otra sostengo una lata de Cruzcampo). Amos a ver, sacopapas, ¿tú qué esperabas al parir semejante gilipollez de cancioncilla? Esa letra es digna de aparecer en DCC pero poco más, ¿y tú confiabas en obligarme a cantarla en ciertos actos oficiales? Como se dice en Cádiz: ¡te quíe i ya!

Pero claro, todo tiene su explicación, y hoy la he encontrado leyendo algo que has dicho a un periodista. Si cagaste esa bosta de poema no fue por casualidad, ni porque seas un poetastro de entre once y doce (como diría Quevedo, que ese sí que era un poeta de verdad), no, tú has evacuado ese excremento pseudopoético por otra razón más triste: padeces de oligofrenia futbolera. Tranquilo, Pau, tranquilo, que no es mortal (ya me gustaría a mí...), y al igual que tú la padecen varios millones de españoles (mal de muchos...) Por si te interesa puedo contarte que es una enfermedad hereditaria, aunque a veces aparece espontáneamente, que tiene una mayor incidencia entre varones y que afecta gravemente a la capacidad de pensar.

He sabido que padeces esa clase de oligofrenia cuando te he leído esto: "¿Qué quieren que ponga? ¡Si es un himno para la selección!" Ah, amigo, ahí se te vio el plumero. O sea, que tú no vomitaste tu himno para los españoles, ni para ser cantado en ciertas ceremonias en las que no intervenga tu sacrosanta selección, selección que, no lo dices, pero apuesto mis dos cojones a que estabas pensando en la de fútbol. Con razón te ha salido ese churro. Claro, esto pasa, para empezar, porque el Comité Olímpico Español ha promovido el asunto, que ya me dirán ustedes qué tiene que ver el tocino con la velocidad. Es como si Karlos Arguiñano se pusiera a dictar las reglas del tenis, o como si la RAE nos explicara cómo se hace una fabada. Váyanse al peo, señores del COE, que la Marcha Real está muy bien como está, y es nuestro Himno, el de todos; no sólo el de ustedes, unos cuantos.

Pau, lo tuyo me preocupa. Tu obsesión futbolera entra de lleno en lo mórbido cuando dices, refiriéndote a otro poemilla: "Ahora estoy haciendo uno donde explico, a base de ripios, lo que me está pasando. Lo estoy contando como si fuera un partido de fútbol, con sus dos equipos, con el árbitro... Y yo, pues bueno, yo soy... el balón".

Sentiría lo que te ha pasado, Pau, porque sé que no te han tratado bien. Lo lamentaría mucho... si no fueras tan estúpidamente futbolero. Pau, coleguilla, te está bien empleado.


Entrevista con Paulino Cubero en Elpaís.com

La letra de Paulino Cubero

miércoles, 16 de enero de 2008

¡Mi fusil, mi Primero, por favor, mi fusil!


Querida Soldado:

No me conoces, sólo has visto mi cara una vez y fue en momentos difíciles para ti. Estoy seguro de que si volvieras a verme no me reconocerías. Tampoco yo a ti, seamos sinceros. Quizá yo pudiera reconocerte por ese tatuaje que alcancé a ver en tu cuello, entre la camisola y el atalaje del casco, pero no estoy seguro.

Debes de ser muy joven, no creo que llegues a los veintidós. No me gustan los tatuajes, y si una chica joven los lleva en lugar visible, para mí es una señal como de ganado marcado, por no decir algo más ofensivo. Tú sabrás. En cualquier caso no es de tu tatuaje de lo que quiero hablar. Yo quiero hablarte de personas, y sobre todo quiero hablarte de ti misma. Sí, querida Soldado, ya sé que tú piensas que nada nuevo te voy a contar de ti misma que tú no sepas, y puede que tengas razón, pero me da a mí en la nariz que tengo algo que enseñarte. Escúchame, querida Soldado, aunque sólo sea por los diez años o más que te llevo de ventaja en la vida.

Cuando el vehículo Aníbal en el que viajaba frenó bruscamente no sabía qué estaba pasando, pero al desembarcar te vi tumbada cerca de nuestra rueda delantera izquierda y pensé "ay, la hemos atropellado." No, querida Soldado, no te habíamos atropellado, y lo supe con seguridad porque vi al Cabo Lago cogiéndote la mano y diciendo "no sé qué le pasa, mi Primero, me la he encontrado así". Ahí estabas tú, querida Soldado, con el casco puesto y tumbada de espaldas sobre tu mochila de combate, con el fusil huérfano y aparentemente olvidado. Daba miedo oírte, Soldado. No decías nada, pero tu respiración ruidosa y agitada, y tu inmovilidad, me hicieron pensar lo que no queremos pensar, joven Soldado.

Tú no te enterarías, pero el Cabo Lago te sostenía la mano y nos preguntaba con la mirada a los demás qué hacer. El Cabo Primero Modesto, el Cabo Torres y un Soldado cuyo nombre no recuerdo discutían diferentes formas de proceder. Mientras tanto yo usaba mi teléfono móvil para establecer contacto con Botiquín y pedir la ambulancia, y entre este jaleo llegó la Cabo Primero Guerrero --ay, Rocío Guerrero, cuánto habría que escribir sobre ti--, quien salió corriendo, como la atleta que es, en busca de ayuda. También apareció en escena el Soldado Quirós con su vehículo particular, y puesto que yo no lograba establecer contacto con la centralita le ordené/pedí que fuera a Botiquín a pedir ayuda. Ni me dejó terminar; es la suerte de trabajar con profesionales veteranos como Quirós.

Querida Soldado, tú no lo sabes, pero a la misma vez que una ambulancia andaba en tu búsqueda se acercaba a ti la Teniente... bueno, la única Teniente que hay en el CIMOV. Mientras tanto sacaste de alguno de los muchos bolsillos que tenemos repartidos por todo el uniforme un inhalador (un ventolín, como lo llamó después la Teniente), y poco a poco te fuiste recuperando.

Pero la Teniente y la ambulancia aún no habían llegado cuando tú estabas ya en pie, querida Soldado, y lo que pasó entonces es lo que en verdad debe contarse. Déjame que lo haga.

Llevo mucha mili a las espaldas, diferentes destinos y muchas experiencias con mujeres militares. La experiencia me enseña que al más mínimo problema las mujeres tiran su arma, su mochila, su casco, y reniegan del compañero si eso les va a reportar algún beneficio personal. Cuando se trata de enfermedades más o menos evidentes, querida Soldado, aún es mayor la desvergüenza, y poco importa que se trate de asma como es tu caso o de la "recuperación" por implantación de prótesis mamarias, que es como todos llamamos a operarse de las tetas. Pero tú no, querida Soldado, tú no aceptaste, a pesar de tu evidente problema (aún no respirabas con normalidad), que nadie te retirara la mochila y el casco para aliviarte de peso. Lejos de eso no dejabas de mirar tu fusil que estaba en mis manos, y como yo me negué a entregártelo decías entre jadeos y sin la posibilidad de gritar:

"¡Mi fusil, mi Primero, por favor, mi fusil!"

Claro, querida Soldado, te entregué tu fusil al fin, pensando que ojalá la defensa de nuestro país esté en manos de soldados asmáticos, valientes y duros como tú, y no de Generales preocupados por la estética de los desfiles y por sus medallas ganadas en despachos y a costa de sus subordinados.

Ya sé, querida Soldado, no me engaño, que acabarás convertida en la putilla del Jefe de turno y que se te va olvidar, si no te echan por este caso, que una vez fuiste una SOLDADO valiente y entregada, y que pedías tu fusil sin tener fuerzas para sostenerlo. Es lo más probable.

Yo intentaré no olvidar la ilusión que me produjo aquel grito sin aire: ¡Mi fusil, mi Primero, por favor, mi fusil!

Tú, querida Soldado, no olvides que una vez buscaste tu fusil contra toda adversidad.






sábado, 12 de enero de 2008

Ese gato melómano


Fue un día como otro cualquiera. Pudo ser ayer u hoy. Incluso puede que fuera mañana:

Llegué a casa, y mientras hacía girar la cerradura pensaba en Gusifluky, mi gato, mi hijo. Lo suponía tras la puerta, presto a saludarme afilando las uñas sobre la pernera de mi uniforme e interesado en los olores que traía yo del Exterior, ese mundo que Gusi sólo conoce a través de lo que huele en mis ropas y en mis manos. Pero no fue así.

Entré en nuestro hogar y Gusifluky no daba señales de vida. Extraño, muy extraño. Gusi viene a mi encuentro nada más oír el tintineo de las llaves antes de abrir la puerta, ¿qué pasaba, pues, aquel día? "¡Gusi!", grité varias veces sin resultado alguno.

Hallé a Gusifluky en la parte de la casa que conocemos como "el ciberestudio". Es normal que no me oyera llegar pues estaba escuchando música con los auriculares puestos. Raramente tengo la oportunidad de observar a mi hijo sin que él se percate de mi presencia, así que aproveché la oportunidad para mirarlo sin declarar mi presencia, y esto es lo que vi:

Gusi, mi hijo, mi gato, se apretaba los auriculares contra sus enhiestas y negras orejitas mediante sus torpes patitas blancas, y mientras lo hacía se bamboleaba, cerraba sus dorados ojos y canturrueba "miau, miiiiiau, miauauauau, miau, miau, miiiiiiiiaaaaaauuu..."

Esto me extrañó mucho, pues el pequeño Gusi siempre canta en "humano", y tanto "miau miau" me hizo sospechar que se le había ido la pinza, así que le arrebaté los auriculares y le grité:

--¡Por las barbas del Profeta! ¿Qué diabólico ser se apoderó de tu alma felina, Gusifluky, oh, hijo mío?-- (Yo es que soy muy histriónico en mis relaciones filiales).

--¿Ehm? Padre, déjese de payasadas y devuélvame los auriculares, jolines--. (Como ven, el cabrito de mi hijo es bastante más mundano que yo).

Antes de devolverle los cascos quise saber directamente qué música lo mantenía tan abstraído, así que ajusté los auriculares al tamaño de mi cabeza, y... entonces comprendí:



(Me dice Soraya:

"La música es del conocido Rossini para su Otello.

La letra, en un intento de 'incordiar con gracia' se la puso un tal Lucas de Pearsall (1795-1856).

La canción se llama Duetto buffo di due gatti. Te paso dos adaptaciones, una con la risa del público y, otra versión, de la gran Caballé, sin risas. Quizás la hayas oído ya.

Afortunado tú, que cuentas con la sabiduría de Gusy por si hiciera falta la ayuda de un traductor".

Gracias, Soraya. Me quedé con la versión de la Caballé, y nunca había oído esto. Efectivamente, Gusifluky me está ayudando a entender la letra. Y me dice también que si ni tú ni yo estuviéramos tan locos podríamos ser buenos amigos).

¿Me río o me pego un tiro?


Yo es que no quiero, de verdad que no quiero ser tan malo y odiado por las féminas. A mí me gustaría ser guay chachipiruli. Yo quisiera que no se me pongan las chicas en pie de guerra como ocurrió en la entrada anterior. Mi ideal es que las mujeres se masturben fantaseando con The Great Leónidas, con The Fantastic Gusifluky`s Father, con The Marvellous Chorlito, pero no me dejan ser una buena persona, carajo. Siempre pasa algo que me pone de muy mala uva, y yo, que padezco de incontinencia blogueril, voy y me desahogo, ganándome así los odios eternos de ese rencoroso y ventajista ser llamado mujer.

Sin duda el mundo se ha confabulado contra mí, o por lo menos la parte española del mundo es la que conspira contra mi humilde persona, inventando nuevas y retorcidas maneras de golpearme en los mismísimos cojones. (Por si no lo han notado estoy intentando dar penita).

Cuando ya creía que no se podían cometer mayores injusticias para separar a las mujeres de los hombres, aparece alguien con una inicua invención y me desmonta las ilusas esperanzas. Hay que joderse. Lo último en este disparate segregacionista que pretende pasar por igualdad es establecer diferentes impuestos dependiendo de si eres hombre o mujer, según cuenta Libertad Digital, y cómo no, la idea es a favor de... bah, ya sabemos a favor de quién. Como siempre.

Es curioso esto de los disparates crecientes a medida que se acercan las elecciones. Se puede establecer el siguiente postulado: Las chorradas y maquinaciones de un político aspirante a un cargo electoral son inversamente proporcionales al número de días que faltan para las elecciones.

En fin, habrá que reírse y seguir a la espera de nuevas y perversas ideas, que esto promete.

viernes, 11 de enero de 2008

A ver cuándo cojones os vais a enterar


La peña parece tonta. Leo una noticia acerca de un caballero polaco que se va a un puticlub, (el escueto artículo no aclara con qué intenciones fue allí el buen señor, aunque podemos suponerlas), y se encuentra a su propia esposa trabajando en dicho establecimiento, (tampoco se aclara qué cometidos desempeñaba allí la dama, aunque igualmente podemos hacernos una idea). Ahora están en proceso de divorcio, concluye la breve nota.

Hasta aquí bien podría ser una leyenda urbana. Muchos chistes se han hecho con situaciones idénticas o parecidas, y si añadimos la falta de nombres de los protagonistas, el hecho de no mencionar la ciudad y dejarlo en que sucedió en Polonia, y que se trata de una de esas noticias que llegan a través de agencias sin que nadie las firme, así como la inespecificación de fechas, y además la moralina implícita que conlleva el caso, podemos sospechar razonablemente que no es más que una broma de las muchas que se le cuelan a la prensa de tanto en tanto.

Sin embargo me inclino a creer que es cierto, y así lo pienso por lo habitual de estos sucesos. Sin ir más lejos, este cabeza de chorlito sabe de dos casos parecidos:

Un conocido mío se casó con una prostituta a la que conoció en el burdel (sí, es un hombre un tanto peculiar, por no usar otro adjetivo), en el bien entendido de que ella abandonaría así su, ejem, profesión. Al tiempo de estar casados descubrió que ella seguía"ejerciendo", y claro, divorcio que te crió. Pensará el lector avezado en asuntos puteriles que mi conocido se lo buscó, porque de todos es sabido que la cabra tira al monte, y yo no puedo hacer otra cosa que no sea darle la razón a ese lúcido lector, pues para sacar a una puta del prostíbulo, más que buenas intenciones, lo que hace falta es mucho dinero, al menos más del que ella pueda ganar entregándose a cualquiera, labor harto lucrativa aunque algunos cantamañanas lo nieguen y se llenen la boca diciendo que son unas desgraciadas, y que hay que tenerles lástima, y otras sandeces políticamente correctas e igualmente estúpidas. Vayamos al otro caso que conozco de cerca, dolorosamente cercano además y cuyo solo recuerdo me envenena el ánimo:

Un chico joven, con ilusiones y fe en las mujeres, formaliza su relación con la chica de sus sueños, tras seis años suspirando por ella. Él, 19 años; ella, 18 apenas. Él, trabajando en una ciudad lejana; ella, estudiante de COU y niña de papá a la que nada le falta, además de guapísima y encantadoramente simpática. Ella encuentra un trabajo como niñera para sacarse un dinerito y no tener que pedir nada a los padres, un trabajito de pocas horas al día, que no le impediría continuar sus estudios y le daría una modesta independencia económica; él se lo cree. Hasta que, por propia confesión de ella, él se entera de que el trabajo de niñera no es tal, sino que la chica se desempeña en lo que eufemísticamente llamó "un salón de masajes", masajes que consistían en masturbar a los clientes cuarentones y adinerados que por allí pasaban.

Pues bien, ahora leo la noticia referida y me encabrono. Me encabrono porque una vez más veo que estoy inmerso en un mundo donde la gente es lo bastante idiota como para considerar un hecho tan común, tan desgraciadamente habitual, como algo digno de aparecer en los periódicos. Esto demuestra que la mayoría de personas no se entera del mundo en el que vive, y se me agria la leche al pensar en cuántos hombres se habrán burlado del pobre polaco putero y cornudo sin saber que sus propias esposas están en la misma cuerda que la señora del polaco.

¡Espabilad ya, coño! La mujer buena, atada a los barrotes de la cama y con las piernas abiertas. Las demás un hatajo de zorras todas. Y las que no lo son es porque no pueden. Sí, es una verdad dura, lo sé. Nadie quiere aceptarla, y menos de una manera pública, por si acaso eso les complica las relaciones, pero bueno, para eso me tenéis a mí. A mí, vuestras mierdosas relaciones entre eunucos y meretrices, me la traen al fresco, y además, mientras estéis tan ciegos podré seguir tirándome a vuestras novias o esposas bien ricamente. Además de cornudos, consentidos. Qué asquito me dais.

lunes, 7 de enero de 2008

Los payasos de la tele y las bofetadas de la vida


Recordarán ustedes a los inimitables personajes que conocimos como "los payasos de la tele". Yo, entre brumas etílicas y distorsiones temporales también me acuerdo de ellos con cariño. Aunque ahora no sepa por qué, lo cierto es que sí sé que me hicieron reír mucho. "¿CÓMO ESTÁN USTEDEEESS?". Eran unos cachondos inocentes, de esa manera que se podía ser un cachondo en aquellos tiempos, y con esa inocencia simple que hoy hemos perdido en el cubo de la basura de lo políticamente incorrecto, donde todo cabe.




Dicen mis padres, yo no lo recuerdo, que siendo un tierno infante de un par de añitos me echaba a llorar cuando veía a los payasos de la tele darse bofetadas. Se esperaba que esos guantazos fueran cosa risible, pero parece ser que a mí la violencia se me atragantaba desde bien chiquito. La gracia de una hostia aprendemos a apreciarla después, cuando ya la vida nos ha dado unas cuantas hostias y entonces, jajaja qué risa Marisa, nos hace gracia ver que son otros quienes las reciben y que nosotros estamos a salvo. Entonces sí que es gracioso, jajaja cómo mola tía Manola, ver a otros recibir las hostias que tanto miedo nos daban de niños. Somos así de hijoputas, qué se le va a hacer.


¿Saben una cosa terriblemente triste? Terriblemente triste es que mañana o pasado algún lector de este blog me diga en el trabajo: "Me parece muy mal que te guste lo de la violencia, que lo he leído en tu blog". Nadie entiende nada. La vida a veces parece una pesadilla donde todo el mundo juega a hacerse entender mientras todo el mundo juega a desentender a los demás. (Demasiado sentenciosa me ha quedado esa última frase. Harán bien olvidándola, que yo no pretendo ser un Paulo Coelho cualquiera).

La vida, nos guste o no, da hostias. A veces son leves bofetadas que soportamos casi sin darnos cuenta de haberlas recibido, pero otras veces --yendo al lado opuesto-- admitamos que la vida, la puerca y maravillosa vida, nos da unas hostias que nos arrancan la cabeza... aunque seas un payaso de la tele.

miércoles, 2 de enero de 2008

Poprositos para el nuevo año


Ola amigos :)

como enpieza un nuebo año y todo el mundo aze eso de querer cosas nuevas y ser mejor persona y todo eso ya sabeis, pues yo tanbien lo ago k no boy aser menos

hos boy a contar mis poprositos para el 2008 pk seguro que estays deseando saverlos jajajajaja XD XD XD

piremo: m boy a tomar menos en serio

segun: boy a conprarme un coche guapo

terce: lo boy a tunear

cuarto: m boy aser un pirsin en la cega y m boy a poner tres tatus por lo menos. Uno k sea trival de esos que son un signo raro, y ademan arguno tiene que ser mi nonbre en japones

kinto: lebanta tira de la manta XD XD XD XD XD XD

sesto: boy aser egercizio y m boy a poner tela de kchas

setimo: no vevere + alcol nunca mais (esto no me lo creo ni yo XD XD) pero si es verdad que boy a fumar poco tavaco y + porros esa grifa buena XD XD XD

octabo: boy a ponerme a trabajar en argo pero k sea sin darme de alta pa seguir covrando el paro

nobeno: le boy a decir a la yeni k no la kiero y k la dejo como no me la xupe de una puta bez.

decimo: lo k creemo k es oportuno dezir XD XD XD XD

onceabo: boy aser mejor persona y no mal tratare a mi perro

doceabo: conprarme un perro

treceabo: boy a leer argo de bez en cuando pa curturizarme. empezare por el as o el marca y x revistas de curturismo k cuyo nonbre indica tienen mucha curtura

catorceabo: no m boy a pelear con nadie pero como m miren mal le boy a dar ostias asta en el krne de identida al k sea k son todos unos kbrones de mierda hijosdeputa k asco me dais todos coño ya

quinceabo: no boy a decir palabrotas ni tacos k es lo mismo pal k no lo sepa

deiciseabo: boy a kerer a tol mundo pero a las tias buenas las boy a kerer + XD XD XD

diecisieteabo: boy haber si puedo canviar algunas cosas de este blog que no m gustan y lo piremo k boy aser es escribir como dios manda aun k soi hateo y yo solo creo en el cristo del gran poder esa sevilla buena!!!!!! Viva el beti manque pierda!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

dieciochoabo: ya nose k + poner XD XD XD XD XD

saludos a la pandi colegas que somos los mejores joer tios sois guai como molais me cago en to.