Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 31 de marzo de 2007

Insatisfacción

(Publicado originalmente en Spaces el 10 de Diciembre de 2006).

Os veo ahí, tan aborregados y tan manipulables... y me provocáis ganas de abofetearos. Y de abrazaros. Y de cuidaros.

Y, sí, es verdad, también a veces me dais ganas de pediros que cuidéis de mí. Hasta que me habláis de fútbol o de lo que estáis dispuestos a hacer por conseguir unos eurillos más, y entonces me vuelven las ganas de daros bofetadas.

Tengo amigos, pocos pero los tengo. Y son grandes personas. Yo, que soy un idiota pero tengo algo de astucia, me busco amigos a los que no sea necesario despertar a bofetadas. Más bien los escojo entre aquellos que me las puedan dar a mí. Y me las dan, vaya que si me las dan. Incluso sin saberlo me las dan. Mientras tanto ahí estoy yo, aprendiendo y haciendo como que no me entero de nada, poco a poco más cerca de ellos. Queriendo ser como ellos y sin poder serlo.

Y así vago por esta vida que me ha tocado vivir, armado de un blog, padeciendo una misoginia que no sé si me protege o me perjudica, y acompañado por un gato al que ahora, al muy mariconazo, le ha dado por cagarse en la encimera de la cocina.

A veces me siento muy solo. Lejos de mi familia, de mis amigos de la infancia, de los compañeros que por unas u otras razones tuvieron que separarse de mí, de esos otros de los que yo me separé sin saber muy bien por qué... Solo e insatisfecho.

Mi madre dice que necesito una novia. Claro, lo dice porque quiere tener un nieto. Yo intento contentarla diciéndole que si mi gato Gusifluky es como mi hijo debe ser como un nieto para ella, pero no cuela. Mi madre quiere un nieto humano, es así de caprichosa.

La verdad es que a mí también me gustaría tener novia, pero la novia que yo quiero no existe. Yo quiero esa mujer que al mirarla me haga olvidar hasta mi nombre, y que tras un par de polvos bestiales me apetezca abrazar y contarle un cuento. Quiero una mujer que sepa escupirme a la cara cuando me lo merezca, pero que también me mire llorosa pidiéndome consuelo. Quiero una mujer que sepa burlarse de mí y sin embargo me idolatre. Quiero una mujer a la que adorar y admirar como persona. Quiero una amiga y una amante. Quiero una golfa y una cómplice. Quiero una mujer inteligente, culta y con sentido del humor.

Si todo esto fuera poco debe, además, aceptarme con mis peculiaridades.

Esa mujer no existe, y si mi madre quiere un nieto más le vale presionar a mi hermano pequeño.

Joder, no es que yo no quiera, es que no puede ser.

Maldición.

Cuando no tienes nada que perder


(Publicado originalmente en Spaces el 9 de Diciembre de 2006).


Disculpen que me ponga lacrimógeno, pero me van a permitir un acceso de sensibilidad y hasta de afecto por los seres humanos. Especialmente por uno de ellos.

Igual ustedes ya lo conocen, por lo visto se ha hablado mucho de él, pero yo lo acabo de descubrir y he llegado a amar a ese cabroncete. Ha sido amor a primera vista.

No sé casi nada de él, salvo que era alemán, que nació en 1985 y que ha muerto de leucemia este año. Y que lo llamaban Trainrider.

Me hubiera gustado ser amigo suyo. Por valiente. Por rebelde. Porque supo ser libre. Porque fue todo lo que yo quisiera ser y no me atrevo.

Y este amigo mío (déjenme llamarlo así, déjenme con mi ilusión) nos ha regalado un vídeo que es una de las cosas más bellas que he visto en la vida. Y yo no quisiera que ustedes se lo pierdan:




Sobre libros y ladrones


(Publicado originalmente en Spaces el 9 de Diciembre de 2006).


Tras las pertinentes consultas con mi asesora legal sé que ya puedo publicar esto tranquilamente:

Leo libros. Sí, en serio. Llámenme pervertido o bicho raro, pero no quiero engañar a nadie y me confieso: leo libros, ya saben, esos extraños objetos rectangulares compuestos por cientos de páginas que cuentan cosas. Soy así de rarito.

Y además, ya puestos a confesarnos, les diré que deseaba tener mi propia vivienda para dedicar un espacio a lo que sería mi biblioteca. Una biblioteca humilde pero mi biblioteca al fin y al cabo. Una microbiblioteca en la que falta de todo, pero en la que no sobra nada. Los libros nunca sobran. Pueden faltar, pero sobrar jamás.

Acaparo libros casi de un modo enfermizo. No los busco en bibliotecas públicas porque libro que leo libro que se queda en mis estantes. Devolver un libro que me ha gustado me revienta, pero lo devuelvo si ha sido prestado, y luego me toca comprarlo sólo para sentir el placer de buscarle su sitio alfabético en mi pequeña biblioteca. Así que hace muchos años que dejé de visitar bibliotecas públicas. Ahora directamente los compro y punto.

Tuve una excelente profesora de Lengua y gran lectora que una vez nos dijo: "Hay dos cosas que a la gente le cuesta devolver: el dinero y los libros". Yo era un niño cuando oí eso, pero no sólo no lo he olvidado sino que además mi experiencia lo suscribe.

Esa misma profesora nos contó a sus pupilos el caso del robo que sufrió en su domicilio, y nos resaltó el hecho de que las grandes cajas de libros que tenía permanecieron intactas para los ladrones. Los libros no interesan a los cacos.

O sí. Hay chorizos muy raritos.

Hará unos diecisiete años, aprovechando un puente, alguien asaltó mi colegio. Rotura de cristales, cerraduras forzadas, expedientes desaparecidos, pintadas en las paredes...

... y este cabeza de chorlito tuvo conocimiento de todo aquello antes que la policía y que cualquier profesor. Digamos que Leónidas estaba bien relacionado por aquellos tiempos. Entre mi pandilla se encontraba lo más granado del barrio. Siempre he sentido debilidad por el lado oscuro.

Leónidas se puso una mochila al hombro, se armó de una linterna y se infiltró en ese edificio enorme mientras sonaban los truenos y los rayos iluminaban fugazmente su camino. Una maldita noche de tormenta y truenos. Una noche perfecta para lo que Leónidas hizo.

Leo fue a la Sala de Profesores, teniendo todo ese colegio opresor a su disposición en una noche tormentosa. Y ahí dejó un regalo en uno de los vasitos de plástico que usaban los profesores para tomar café, y después metió ese vasito en el congelador, un recuerdo. Estoy seguro de que andan dotados de la necesaria imaginación para saber qué contenía el vaso. Qué quieren que les diga, era todo muy excitante, joder.

Después este cabeza de chorlito inspeccionó la pequeña biblioteca del colegio, y robé un par de libros. Para eso había llevado la mochila. Las revistas pornográficas que descubrieron bajo llave en un cajón de mi profesor de Matemáticas a mí no me interesaban tanto, yo sólo quería libros. Fueron dos solamente, y recuerdo cuáles eran y por qué razones los escogí. Me van a permitir que ese pequeño secreto me lo reserve.

Una vez fui un ladrón. Un ladrón rarito aficionado a la poesía.


La teoría del coreano


(Entrada publicada originalmente en Spaces, el 8 de Diciembre de 2006).



Vuelvo a escandalizarme al leer en la prensa las conclusiones del último estudio del antropólogo japonés , (pero de origen coreano como ya nos aclararon en su momento), Misó Gino. Como recordarán ya me sentí escandalizado por su teoría de las tres ges. Pues bien, ataca de nuevo con otras extraordinarias afirmaciones.

No enlazo la noticia porque sé que nunca hacen caso de mis enlaces, así que mejor la copio entera:

La Voz de Hispania

Un antropólogo se atrinchera en un búnker tras hacer públicas sus investigaciones.

Al parecer no han sentado bien entre las feministas.

Por Natalia Zarrapas Trosa

El mundialmente reconocido antropólogo Misó Gino, autor del libro "Tengo más rabo que el Demonio" y de la obra de divulgación científica "Conclusiones: la única buena atada y con las piernas abiertas" entre otras muchas publicaciones, ha vuelto a poner en pie de guerra al extremismo feminista. Si hace apenas unas semanas escandalizó al mundo con su teoría de las tres ges, según la cual las mujeres se clasifican en Gordas, Guarras y Golfas, ahora ha terminado de enfurecer a gran parte de la población mundial con su estudio titulado "Grados de maldad en la mujer de ayer y hoy".

Sostiene Gino que la mujer buena no existe más que en la imaginación de hombres perturbados que en la década de los sesenta se extralimitaron en el consumo de LSD y otras drogas alucinógenas. "Están chalaos", en palabras del propio antropólogo, quien sin embargo afirma que dentro de la maldad intrínseca de la hembra de la especie humana se pueden establecer diferentes grados, siendo por tanto todas ellas malas pero con diferente intensidad. Concretamente hay cinco grados de maldad en la mujer, según Misó Gino.

Para el antropólogo hay un sistema rápido y eficaz que determina el grado de maldad en cualquier hembra humana. Se trata de un procedimiento al alcance de casi todo hombre y hace innecesario el empleo de costosos equipos científicos. Consistiría en sacarse la pinga, chorra, polla, miembro, cipote o tranca y ponerla ante la cara de la mujer que se va a estudiar. Según la actitud de ésta podemos clasificarla de la siguiente manera:


  • Grado 5. So bruja digna de la hoguera: Si no nos chupa el ciruelo.
  • Grado 4. Bruja: Si nos chupa el rabo.
  • Grado 3. Mala malísima: Si nos come la cigala hasta eyacular en su boca.
  • Grado 2. Muy mala: Si nos chupa el manubrio hasta eyacular en su boca y se traga el producto.
  • Grado 1. Simplemente mala: Si nos chupa la minglanilla hasta eyacular en su boca, se traga el producto y, relamiéndose, nos pide más.

"Antes de someter a prueba a la mujer objeto de estudio es importante extraerle los incisivos con unos alicates o herramienta similar para evitar accidentes", advierte prudentemente el famoso antropólogo.

La Voz de Hispania ha intentado infructuosamente contactar con el señor Gino, pero su secretaria sólo nos ha podido decir que se encuentra recluido en un búnker secreto a causa de las numerosas amenazas recibidas de feministas intolerantes. O al menos eso creyó entender nuestro traductor, pues la falta de los incisivos en la boca de la secretaria le impide hablar correctamente.


Este cabeza de chorlito, queridos lectores, anonadado se halla.

Pero algo me dice que volveremos a saber de Misó Gino en este blog...



Éste es mi Arturito


(Vómito publicado originalmente en Spaces el 6 de Diciembre de 2006).


En este papel en blanco que internet y Microsoft me ponen delante cada vez que lo requiero he rajado a gusto sobre esto, aquello y sobre lo de más allá. He vestido de limpio a casi todo el que he querido y me he cagado en todo lo que me parece enmierdable. Y lo que te rondaré, morena.

Es mi manera de devolverle al mundo las hostias que tan alegremente me suelta. Es mi espada, mi grito de guerra y mi desahogo. También mi palangana donde vomitar mierda.

A la hora de escupir sobre alguien sólo me detiene la compasión que me pueda producir y alguna que otra limitación legal en el derecho a expresarme derivada de mi profesión. Por lo demás, ancha es Castilla.

Como hace tiempo que voluntariamente perdí el anonimato debería moderarme, pero es que ahora es mucho más excitante tocarle los cojones al personal. Despertar a la peña a bofetadas y con jarros de agua fría es muy divertido,y hacerlo a cara descubierta es doblemente placentero.

La verdad es que soy hombre de paz y no me gusta complicarme la vida ni complicársela a nadie, pero ay de aquel que confunda eso con la cobardía. Aprovecho para recordar que mi dirección de correo electrónico es pública, y está a disposición de cualquier ofuscado que se sienta ofendido por mí para establecer hora, lugar y fecha, y nos partimos la cara tan tranquilamente, como dos señores. Si mis palabras son hirientes justo es dar la oportunidad de que me las hagan tragar a hostia limpia, que ahí estaré yo encantado de mantenerlas por el mismo procedimiento si necesario fuese, y no pasa nada, aquí paz y después gloria.

Váyanse agarrando los machos que no voy a dejar títere con cabeza, y me la trae floja y pendulona caerles mal, porque no estoy aquí para hacer amigos, aunque accidentalmente los haga. Tampoco estoy aquí para hacer enemigos, aunque es buena señal tenerlos, que siempre desconfié del que se dice amigo de todo el mundo.

Carajo, Leónidas, te has liado a escribir y has perdido el hilo. Tú querías hablar de Pérez -Reverte y enlazar algo, ¿no?

Ah, pues sí. Eso, que cuando lo creí oportuno di un tirón de orejas a don Arturo Pérez-Reverte, y hoy me he congraciado con él. Acabo de leer su último desahogo en El Semanal, y opino sinceramente que es para quitarse el sombrero. Si aún no lo han leído háganse el favor de hacerlo ahora: Nuestros nuevos amos.

Bravo, don Arturo. Bravo.

Decepción


(Entrada publicada en Spaces originalmente, el 5 de Diciembre de 2006).


Bah, nada interesante en esta entrada, pero necesitaba desahogarme, y para eso los tengo a ustedes, mis tres o cuatro sufridos lectores.

Cuando uno no tiene nada más que un gato, una hipoteca y mucho veneno dentro es fácil que caiga en las garras de cualquier desaprensivo, y así es como caí en el vicio de los blogs escépticos. Sí, amiguetes, estoy enganchado. Me llamo Leónidas Kowalski de Arimatea y soy blogoescépticodependiente.

Los blogs escépticos me han dado buenos ratos de risa, cabreos por los comentarios magufos que en ocasiones aparecen en las entradas y muchos motivos para reflexionar. He aprendido cosas y he tomado conciencia de mi enorme ignorancia. Me he sentido un mierda por mi incultura e indigno cuando un escéptico activista me ha llamado amigo. Adoro a esta gente, qué quieren que les diga. Por eso me ha jodido tanto cierta entrada en el blog de Javier Armentia.

A mí este tipo me caía bien. Es culto, inteligente y buen comunicador. Pero empecé a notarle cierta tendencia hacia el lado oscuro, mucho hablar de niños que pasan hambre, de maltratos a mujeres, de tolerancia con la homosexualidad, y esas cosas, en fin, que tanto venden para hacerse una imagen de chachipiruli megaguai. Mirad qué cojonudo y a la vez ovariudo que soy, amadme pues.

A mí todo eso me resulta cargante. Igual es porque soy un insensible. O igual es porque entro al blog de Armentia esperando leer algo sobre ciencia y escepticismo y me defrauda ver un rollo zapateril, y ojo, que también me defraudaría toparme con un rollo aznaril o de quien fuese. Pero es que la culpa es mía, lo reconozco, porque como bien dice el propio Armentia en su blog la cosa va de "artículos, escritos y demás piezas perfectamente obviables perpetradas por Javier Armentia".

Lo que definitivamente me tocó la moral, las narices e incluso las pelotas fue encontrarme esta entrada: "El Instituto De La Mujer Desafía A La Real Academia Española (De La Lengua)", una nueva vuelta de tuerca en ese afán de ver fantasmas donde no los hay, y al amigo Javi Armentia, tan políticamente correcto y tan calzonazos como es, le ha faltado tiempo para unirse a la descabellada iniciativa. El hilo de comentarios de la entrada no tiene desperdicio. Este cabeza de chorlito, por cierto, interviene con un pataleo "perfectamente obviable" en el comentario número 85.

A pesar de todo ha sido reconfortante ver que la mayoría de los comentarios, de un modo más o menos directo, se cagan en la idea genial del Instituto de la Mujer. Y a propósito de paridades, ¿dónde está el Instituto del Hombre?

Señor Armentia, definitivamente, ya no te ajunto.

Mi amigo el páter


(Publicado originalmente en Spaces el 5 de Diciembre de 2006).


Es curioso. Yo soy ateo y él es cura. Cura, cura. Capellán castrense para más señas. Una de las personas más cultas e inteligentes que he conocido, y uno de esos curas serios de eterno alzacuellos y en cuya indumentaria sólo existen dos colores: el negro y el gris.

He conocido a varios capellanes castrenses, y con algunos he tratado bastante. Por alguna razón tienden a respetarme y a aceptarme en mi ateísmo, aunque por supuesto quieran convertirme a la fe católica, apostólica, romana.

Pero ninguno como Don Luis Miguel Muñoz Ríos.

El páter Luis Miguel era ese cura de verdad, ése que se acerca a los desfavorecidos y se pelea con los poderosos. Luis Miguel y yo quedábamos a veces para comer o cenar juntos, y casi siempre pagaba él. El saludo militar que doy a mis superiores jerárquicos por imperativo legal a él se lo daba por placer. Luis Miguel es una persona íntegra, y así da gusto llevarse la diestra a la visera y decir bien alto y claro "¡Buenos días, páter!".

He pasado miedo yendo en su coche durante adelantamientos suicidas. He sentido vergüenza cuando me ha contado que ha puesto a todo un convento de obedientes monjitas a rezar por mi conversión. Pero sobre todo he sentido orgullo (oh, pecado) paseando con él por la calle. Porque es una GRAN PERSONA, y porque dice que es amigo mío. Y porque él podría estar paseando con el Coronel Jefe del Acuertelamiento, como hacen otros, pero Don Luis Miguel estaba a gusto paseando, con su cojera, junto a un mierda de Cabo Primero. Entiendan que yo me sienta a gusto dándole el tratamiento de "Don", me ha demostrado que lo merece.

Luego se fue. Es lo que tiene la milicia. Me llama siempre por mi cumpleaños, por mi santo, por Navidad... Yo nunca respondo; hay tanto que contarle y tan pocas ganas de hablar de ello...

Pero ya ven, hoy me he puesto a escribir sobre él. Porque es mi amigo, más amigo que muchos que se llenan la boca diciendo lo amigos míos que son.

Y porque me lo ha sabido demostrar.

Y porque otros no tienen ni puta idea de lo que significa eso.

Y tú, Vasek, eres tonto al cien por cien de probabilidades


(Desahogo publicado originalmente en Spaces el 4 de Diciembre de 2006).


Iba a publicar esto en la categoría "Me parto el orto", que es en la que cuelgo gilipolleces o frases graciosas que me encuentro por ahí. En otras palabras, es la categoría a la que recurro cuando no tengo nada que decir y sin embargo quiero decir algo (sí, ya sé: mala cosa eso de abrir la boca sin tener nada que contar, pero recuerden que soy un cabeza de chorlito). Sin embargo todo lo que publico ahí me hace gracia, y lo que me he topado hoy no me hace ninguna.

No me hace gracia que haya gente tan sumamente gilipollas y tan intoxicadora.

Igual otro día me encuentro la gran majadería de la que les voy a hablar y me troncho de la risa, pero hoy no. Será porque hoy estoy de servicio, o será porque estoy con la regla, o será porque tengo un resfriado de mil pares de cojones, o será porque hoy he visto a una mujer tan bella que casi me mata de placer estético, pero sea por lo que sea hoy no tengo el día humorístico. Y esto me ha tocado los huevos:

"La probabilidad de que Dios exista es de un 62 por ciento". Y lo sueltan así, tal cual. Con dos cojones y un palito. Sin vergüenza. Sin complejos. Sin el más mínimo rigor (hasta a mí me avergüenza usar la palabra "rigor" tan cerca de ese titular).

En fin, la noticia completa la tienen enlazada en el titular, ojalá a ustedes les haga gracia.

A mí, ya les digo, tanta subnormalidad me ha puesto de mala hostia.

Una vez más, por culpa de Halón Disparado.

Explosión de placer


(Cuentecillo entrañable publicado originalmente en Spaces, el 3 de Diciembre de 2006).


Había sido un polvo bestial, uno de esos que acaba con orgasmo simultáneo tan intenso que es casi doloroso. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que Tere y Jorge lo hacían así? Ni lo recordaban. Quedaron abrazados mientras Tere sentía a Jorge empequeñecerse en su interior.

- Me siento tan feliz... Qué bien que hayamos podido superarlo, Jorge. Has sido muy bueno conmigo, de verdad. Me siento muy agradecida. Y arrepentida.

- Olvídalo. Ya está pasado. Hoy empezamos de nuevo.

- ¡Te amo, Jorge, te amo! ¿Tú me quieres, aunque sea un poco?

- Yo te quiero mucho, pero...

- ¿Pero qué?

- No se me va de la cabeza aquel día, Tere.

Tere no sabía qué decir a eso. Podía entender perfectamente a su esposo. Ella tampoco olvidaba la vergüenza de aquel día.

Jorge pertenecía a un equipo TEDAX de la Policía Nacional. Lo activaron una mañana para intervenir en una alerta de bomba en otra ciudad y se marchó dándole un beso a su esposa asegurándole que volvería al día siguiente.

Tere no perdió el tiempo. En cuanto Jorge salió de casa cogió el teléfono y marcó el número de ese hombre que había conocido por internet y con el que mantenía perversas conversaciones. Se hacía llamar Braulio y le gustaba el sexo en plan dominante. Ser dominada, exponerse indefensa ante un macho rebosante de testosterona y semen, era una fantasía que Tere nunca se atrevió a pedirle a su marido. Cuando veía las esposas de su marido, lo que él llamaba grilletes, se le ocurrían una y mil perversiones, pero jamás se atrevió a pedírselo. Aquel maldito día llamó a Braulio, dispuesta a desquitarse.

- Hola, Braulio. ¿Estás disponible? Te quiero ya. Ven a mi casa.

- ¿Y el poli?

- Se ha ido, volverá mañana. Anda, ven. Espósame a la cama y fóllame como a una muñeca hinchable, sin que pueda moverme, como a los dos nos gusta.

- Ve desnudándote, zorra.

Había visto a Braulio muchas veces a través de la webcam, no le parecía especialmente atractivo y cuando lo vio en persona menos aún, pero tenía un pene enorme y era un salvaje, y eso es cuanto Tere anhelaba en ese momento.

Braulio usó los grilletes de Jorge para esposar a Tere a los barrotes de forja que componían el cabecero de la cama. Después la folló sin miramientos, sin caricias, sin besos. Con prisa, con ansia, con desprecio más que con deseo. A Tere le encantó esa nueva forma de sentir a un hombre dentro de ella. Ni Braulio ni Tere podían saber que Jorge estaba de vuelta a casa porque su activación había resultado ser consecuencia de una falsa alarma.

Jorge llegó a su casa contento, feliz por no tener que volverse a exponer a una trampa-bomba que nunca sabes por dónde va a salir. Entró sigilosamente con la intención de dar una sorpresa a su mujer. Oyó ruidos en el dormitorio. Escuchó durante un buen rato pegado a la puerta. Al fin, con las piernas temblorosas, abrió la puerta de esa habitación justo cuando oyó decir a su esposa:

- ¡Jooooder! Ha sido una explosión de placer.

Tere estaba esposada a los barrotes de la cama, con las piernas indecentemente abiertas y el coño derramando un espeso líquido blanquecino. Un tipo que Jorge no había visto en la vida estaba desnudo, de rodillas sobre la cama y entre las piernas de su mujer, con la polla flácida goteando aún semen.

Si Jorge hubiese llevado encima su pistola seguramente las cosas habrían salido de otra manera, pero casi siempre la dejaba en comisaría. Por eso no mató a nadie ni se voló la cabeza. Por eso Braulio se fue a medio vestir sin que Jorge tuviera ánimos ni para hacerle preguntas.

Horas más tarde Jorge se apiadó de Tere y la liberó. Se había meado en la cama y no dejaba de llorar.

Luego vinieron las terapias de pareja y esas idioteces. Y esos hijos de puta de psicólogos empeñados en hacer creer a Jorge que algo estaría haciendo mal para que su esposa se comportara de esa forma. "No le prestas atención", "el amor es una planta que has de regar a diario para que no se seque", "una conducta como la de tu mujer es un claro intento de llamar tu atención", "ella te adora y por eso hizo ese sacrificio", "deberías cuidarla más"...

En todo esto pensaba Jorge tras el polvo bestial con el que comenzábamos la historia. También Tere pensaba en ello, y decidió hacer una apuesta arriesgada. El todo o nada:

- Jorge, quiero pedirte algo muy importante para mí. Será como una manera de borrar todo lo anterior. Si tú quieres, claro.

- Dime, Tere.

- Ponme las esposas. Házmelo tú, Jorge. Sé que me va a gustar más contigo. Por favor.

Y Jorge lo hizo. También le ató los tobillos a las esquinas inferiores de la cama. Después sacó un objeto blanco del cajón de la mesita de noche. Tenía forma fálica y se lo introdujo en la vagina a Tere.

- ¡Ay! Me has hecho daño. Hazlo con cuidado.

- Perdona, cariño.

- No sabía que te gustaban los juguetitos.

- Éstos sí.

- Jajajaja... Treinta y dos años y es la primera vez que tengo dentro un vibrador.

- Tere, mi vida, no es un vibrador.

- ¿Qué es?

Jorge la miró con sonrisa cabrona.

- Jorge... por favor, ¿qué es?

La sonrisa cabrona se acentuó.

- ¿QUÉ ES? ¡DIME QUÉ ES ESO QUE ME HAS METIDO!

- Shhh. No te pongas histérica.

- ¡Pues dime qué hostias me has metido en el coño!

- Se llama PG-2. Cien gramos que he moldeado para ti. Es un explosivo plástico, básicamente exógeno, más del doble de potente que la trilita. Estos cien gramos de PG-2 equivalen a casi un cuarto de kilo de trilita. ¿Sabes lo que es la trilita, cariño? Trinitrotolueno, TNT.

- Jorge, por tus muertos, quítame eso y suéltame. Me estás asustando.

- Espera un poco. Mira, ¿ves este tubito? Se llama cebo, pero puedes llamarlo detonador. Se compone de un explosivo primario muy sensible, creo que es trinitroresorcinato de plomo aunque puede que se trate de fulminato de mercurio, y además lleva un multiplicador de pentrita.

- ¡JORGE, YA BASTA!

- Caaaalla. Y esto que parece un trozo de cable es una mecha. Mecha lenta. Estos doce centímetros de mecha me darán unos quince segundos para ponerme a salvo. ¿Ves?, se acopla la mecha al cebo, y ya sólo falta meter el cebo en esa pequeña polla de explosivo plástico que tienes dentro. Así.

- ¡SOCORRO! ¡AYUDA! ¡¡MI MARIDO ME QUIERE MATAR!!

- Deberías decir: "¡El cornudo de mi marido me quiere matar!" Je je je...

Jorge encendió un cigarrillo, sopló la punta incandescente y la aplicó al extremo de la mecha, que inmediatamente empezó a sisear y a expeler humo. A continuación le dijo a Tere al oído: "Por puta".

Luego se fue al salón y permaneció en pie, desnudo y sin taparse los oídos, hasta que se produjo la explosión y con ella se acabaron los gritos histéricos de su mujer.

Reventaron los cristales de toda la casa y muchos de las casas vecinas. Fue una especie de ¡PLOP! acuoso. Algo así como una explosión húmeda. Jorge fue a ver el resultado. No tuvo que abrir la puerta del dormitorio porque había saltado de sus goznes y estaba tirada en el pasillo. Tere estaba en la cama, de costillas para arriba. El resto de Tere estaba esparcido por toda la habitación, una habitación recién pintada con sanguinolento gotelé.

A Jorge le dolía todo el cuerpo, muy especialmente los oídos, que estaban sangrando y con los tímpanos rotos. Salió a la calle, desnudo, a esperar a sus compañeros de la policía. Cuando al fin llegaron Jorge no podía oír sus preguntas, pero supuso que le preguntaban qué había pasado. Les respondió:

- ¡Jooooder! Ha sido una explosión de placer.

No pierdas tu sentido del humor

(Entrada publicada originalmente en Spaces el 3 de Diciembre de 2006).

En el verano de 1991 mi hermano José María murió atropellado. Hasta aquel día éramos tres hermanos: el pequeño, Tomás, que también fue atropellado porque ambos iban juntos cruzando un paso peatonal, tenía entonces ocho años (está perfectamente, gracias); José María, que era el mediano con once años cumplidos diez días antes de morir; y yo, que tenía dieciséis años y mientras aquello ocurría estaba leyendo Mare Nostrum, de Blasco Ibáñez, tumbado plácidamente en mi dormitorio del piso que mis padres tienen en Torrevieja.

Comprenderán que aquel Martes trece (no me sean imbéciles y dejan a un lado pensamientos magufos) de Agosto de 1991 cambiaron muchas cosas en mi familia...

Uno de los cambios más detestables para mí fue ver a mi padre envejecer por momentos. Estas cosas no se suelen confesar, y mi padre nunca lo dirá, pero yo sé que José María era su hijo favorito. Eran uña y carne. Y ambos compartían la misma devoción por el deporte del ciclismo. Mi padre no ha vuelto a practicarlo. Simplemente dejó que su bicicleta, la misma que antes tanto cuidaba, se oxidara colgada de una pared en un húmedo almacén. También dejó de reírse.

Mi padre es la rehostia. Mi padre es la pera limonera. Mi padre es la metapolla. Mi padre es la Biblia en verso. Mi padre es mi superhéroe favorito. A mí me gustaría alguna vez abrazarlo muy fuerte y decirle que lo quiero, pero nunca me atrevo. Entendía perfectamente que mi padre dejara de reírse, pero no podía evitar desear que lo hiciera... y algunos meses después vi reír a mi padre. Es de eso de lo que quiero hablarles hoy, de lo que me enseñó con aquella risa. Dejen que se lo explique despacito:

Cuando nos pasa algo muy malo es lógico que no estemos para risas. Sin embargo siempre hay alguien a nuestro alrededor (aunque no lo veamos) que nos quiere, y ese alguien necesita vernos felices, o al menos se conformará con oír una carcajada nuestra alguna vez. Si la felicidad de otro se basa en la nuestra debemos esforzarnos, y al final todos salimos ganando.

El tema de los accidentes de tráfico, y muy especialmente los atropellos, se había convertido en tema tabú en mi familia. Nadie osaba hablar de ello. Hasta que una noche volví a ver reír a mi padre, con una risa franca que no conocía desde la muerte de mi hermano, muchos meses antes. Fue, esa risa, un momento que sólo yo presencié, y estoy seguro de que mi padre no lo recuerda pero yo hoy, catorce o quince años después, voy a hablar de ello. Porque me da la gana y porque me enseñó una gran lección que no debo olvidar. Y porque quizás a ustedes les sirva de algo.

Yo estaba viendo Creepshow 2, seguro que la recuerdan. Ya la había visto antes y me incomodó mucho que mi padre entrara al saloncito y se sentara a ver la tele a mi lado justo al principio de la última historia que aparece en la película: una conductora que vuelve a casa tras engañar a su marido con un amante de pago atropella a un autoestopista. La historia se vuelve macabramente cómica porque la conductora, asustada, no se detiene y el cadáver fantasmal de la víctima, enganchado al vehículo, se le asoma por las ventanillas a cada rato, sanguinolento y destrozado, y le dice cosas como "gracias por el paseo, señora".

Joder, unos meses antes moría mi hermano atropellado, además por un conductor que pretendió darse a la fuga, y ahí estábamos mi padre y yo, viendo una historia similar tratada humorísticamente. Yo, sabiendo lo que venía, estaba tenso, pensando en cambiar de canal con cualquier excusa, cuando de repente mi padre empezó a descojonarse.

Primero me sorprendí, luego me asusté creyendo que había enloquecido, y finalmente, cuando le oí su eterna exclamación para referirse al humor absurdo ("¡Qué exageraos!") supe que mi padre se lo estaba pasando pipa.

Sin complejos, sin fantasmas personales, sin pesadillas autoimpuestas.

Como debe ser, y con dos cojones.

Volví a ver reír a mi padre gracias a algo muy relacionado con lo que le quitó la risa. Cosas de la vida. Y me sentí bien, me alegró mucho.

Creo que habría que ser muy hijo de puta para querer ver en esto una falta de respeto a la memoria de mi hermano.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Permítanme discrepar. (O no, que me va a sudar la polla igualmente)


Lo primero que diré es que es un gustazo poder escribir la palabra polla en el título. En WLSpaces no me dejaban hacerlo y eso me tenía como trastornado. Y ahora, vamos a lo nuestro:

El Señor de los Anillos me parece una puta basura. Lo siento por tanto friky y tanto tío raro como hay, pero a mí ese libraco me daba sueño y es, creo, el único que he abandonado tras leer un par de cientos de páginas. Por mí Tolkien podría haberse tomado un desayuno de cianuro con Colacao a los doce años. Me sé de un cabeza de chorlito que no hubiera echado de menos sus chorradas.

Las mujeres, salvo excepciones, escriben con el culo. Ya he decidido no leer más novelas escritas por mujeres. Me niego a perder más tiempo leyendo bodrios. No sé a qué se debe, porque soy de los que creen en la igualdad (la de verdad, no la igualdad zapateril a golpe de ley) pero lo cierto es que nunca me gustan las novelas escritas por mujeres. Me parecen historias simplonas y cursis, así que, aunque lo parezca, esto no es un prejuicio sexista, es sencillamente que ya estoy escarmentado de perder tiempo y dinero.

Me molan las transexuales. Me refiero a esas mujeres (para mí son mujeres) espectaculares, bellísimas, que sólo se distinguen de las otras porque tienen pene. El pene de ellas no lo usaría, eso de ser porculizado no va con este cabeza de chorlito, pero la idea de penetrar el orto de una belleza sí que me pone caliente, y puesto que con ellas no hay otro camino pues... ancha es Castilla (como estrecho es lo otro, claro. Caramba, qué ocurrente estoy hoy). Tuve el honor de conocer en persona a una transexual, Marta, que tenía una de las caras más femeninas y bonitas que he visto en mi vida. Y aquellos ojos verdes... ufff. Y aquellos labios que sólo con mirarlos me hacían desear sentirlos envolviendo mi polla... más ufff. (Por si han surgido dudas aclararé que soy completamente heterosexual, y les recuerdo que desde mi punto de vista se trata de mujeres. No confundir con los travelos, travestis o travestidos, que son otra cosa y me producen risa y repugnancia).

Günter Grass será todo lo premio Nobel que quiera, y allá que lleve eso en su conciencia la Academia Sueca, pero El Tambor de Hojalata me dio asco. A ver, con el corazón en la mano, ¿os gustó esa mierda? Yo lo pasé fatal con su lectura. Lo terminé, sí, pero lo hice en plan así como "castígate, Leónidas, por todos lo pecados cometidos. Ahora te jodes y te tragas este rollo".

Por hoy ya está bien. Otro día a lo mejor me da por discrepar un poco más.

Bésenme el culo, queridos tres o cuatro lectores.

lunes, 26 de marzo de 2007

He olvidado el rostro de mi padre


Hace mucho tiempo, en una época de mi vida que si recuerdo es contra mi voluntad, fui frecuente y jugosa burla de mis compañeros de clase, debidamente
aleccionados por la profesora.

En algún momento de mi vida me prometí que nunca sería espectador, y mucho menos animador, de la ridiculización pública de nadie ante sus compañeros.

Muchos años después conocí de la mano de Stephen King a Roland Deschain, aquel pistolero con su estricto código moral a cuestas. Para Roland la peor muestra de traición, la más infame señal de rebelión contra sus propios principios, era lo que llamaba "olvidar el rostro de mi padre".

Han pasado muchos y aventureros años desde entonces. No soy el niño que se hizo aquella promesa de lealtad a los compañeros, ni el adolescente que conoció a Roland y pegó tiros junto a él bajo su código moral. Soy un puto profesional de casi nula jerarquía que debe soportar a superiores jerárquicos negándome lo que yo tuve que aprender jugándomela mientras ellos se escondían en sus despachos y yo desactivaba ingenios de muerte en un taller olvidado.

Y ahora, cuando ya no me dedico a eso y soy la última mierda de entre todas las mierdas, me veo por las mañanas asistiendo al triste espectáculo de ver a uno de mis jefes machacando públicamente a un soldado. Cada día es un soldado diferente, aunque hay algunos que tienen más papeletas que otros... hay soldados que son los privilegiados, los amiguetes del Jefe, y esos nunca son ridiculizados en público.

Yo suelo retirarme cuando comienza el numerito, pero mi dependencia está cerca de la pista del circo y no puedo evitar enterarme de parte del número.

Hace mucho tiempo, tanto que no recuerdo cuándo fue, me prometí que no permitiría estas cosas. Pero siguen sucediendo sin que yo haga nada por evitarlas. Por eso digo que he olvidado el rostro de mi padre.


Y qué quieren que les diga, yo quiero recordar el rostro de mi padre, pero no me atrevo a meterme en líos, y si no me atrevo soy indigno de mi padre.

Debo hacer algo. Y tal vez, sólo tal vez, mañana me acuerde de haber escrito esto. Y quizá, sólo quizá, haga algo.


Fe de erratas: Esta entrada se titulaba "He olvidado el nombre de mi padre", pero el pistolero Oversight (disculpen que no dé más referencias de él; no lo conozco y no me ha dejado enlace) me recuerda en un comentario que lo que Roland decía era "olvidar el rostro de tu padre". Corregido pues.

Te digo gracias, sai Oversight.

Pistachito


Pistachito es una dulce niña que conocí por esos azares de Internet. Se llama Verónica, pero entre ella y yo es pistachito, o, como leo por ahí, piztashitooo. Digo que es una niña pero es mayor de edad.

Pistachito tiene unos enormes ojos oscuros que nunca me verán en vivo, y unas anchas caderas que nunca me acogerán.

Pistachito tiene unas notas espectaculares, y yo no he podido evitar desear que fuera mi hija, aunque como le digo a ella la prefiero como amante. Sé que también ella me preferiría como amante antes que como padre, pero es tan joven...

A Pistachito le gusta jugar, como a todas, y le gusta provocar discreta y elegantemente. No sabe, Pistachito, el daño que puede hacer con sus juegos de niña inmadura y juguetona.

No me gustan los pistachos, pero sé de un pistachito que me comería con gusto. Es, precisamente, el pistachito que nunca me comeré. Salado, tierno, verde por dentro... inalcanzable por convencionalismos sociales que ni ella ni yo entendemos.

Si tuviera entre mis brazos a Pistachito quizá no me gustara. O quizá sí.

Si Pistachito se dejara abrazar por mí quizá yo no le gustara. O quizá sí.

Pero lo triste, lo jodidamente odioso de todo esto, es que ni Pistachito ni yo saldremos nunca de dudas.

domingo, 25 de marzo de 2007

La mato, la mato, la mato...


Yolaida no es su nombre pero nos servirá.

Yolaida y yo tenemos una extraña relación llena de altibajos. Desde hace un par de semanas hemos vuelto a vernos esporádicamente. A mí me gusta ella porque está que se rompe de buena y porque folla como las diosas (no les pase desapercibida la profundidad emocional del cabeza de chorlito). Yo le gusto a ella porque... bueno, pues porque es una tía rara, supongo. Porque Yolaida es rara de cojones, ¿saben? Podría pasarme el día entero hablándoles de ella, que hay mucho que contar y muy jugoso, pero no es ese el motivo de esta entrada, no. Esto sólo era para ponerlos en antecedentes.

El caso es que en la madrugada del Jueves al Viernes, exactamente a las tres y ocho minutos, Yolaida se presentó en mi casa. Que te despierten a esas horas es una putada, y si además al día siguiente tienes que entrar de servicio durante todo el fin de semana ya ni les cuento. Pero claro, a ver quién es el guapo que rechaza, sea la hora que sea, a un bombón rubio, con los ojos azules y las bragas mojadas. "No, cariño, si acababa de dormirme. Sube, sube (que me voy a cobrar en carne las horas de sueño que me quitas, zorra)".

Luego la criatura (sí, la de los ojos azules y las bragas mojadas) se empeñó en conversar. A las tres y media decidió que ya estaba bien de cháchara, y entonces se puso a jugar con mi gato Gusifluky, aunque Gusi, que es algo misógino como yo, no hace muy buenas migas con las mujeres que desfilan por casa. Tras varios arañazos y los pertinentes gruñidos de advertencia ("como me vuelvas a acercar la cara, golfa, te saco los ojos") por parte de Gusifluky, Yolaida pensó que ya era hora de irse a la cama. Tres horas y cuarenta y cinco minutos de la madrugada, y mi despertador listo para sonar a las siete, y un largo fin de semana de servicio por delante... genial.

Una vez en el catre la rubia noctámbula, (sí, sigue siendo la de los ojos azules y las bragas mojadas), quiso ver "El laberinto del fauno". Maldita la hora en que se me ocurrió poner una tele con deuvedé en mi dormitorio. "Bueno, cielo, tú ve lo que quieras. Espero que mis ronquidos no te impidan poner atención a la peli (ya te pillaré con más tiempo, que me voy a cobrar todo esto en carne y con intereses de usurero)".

Estaba empezando a olvidarme de mi calentura y a dormirme cuando Yolaida decidió que follar conmigo era más divertido que ver esa película. Pues venga, a follar se ha dicho, pero Yolaida, aunque es una fiera sexual, no es mujer de orgasmo fácil. Tuve que entregarme a fondo, y la verdad es que yo, entre la falta de sueño, entre la inquietud por no levantarme a tiempo un rato después, y entre esos pensamientos que me suelen llegar en tales momentos ("¿Por qué me follo a una tía que no amo? ¿Porque está buenísima? ¿Y de qué sirve si nadie sabe que soy yo el que se la beneficia? Así mi ego no se puede ver enaltecido ni nada, esto es una mierda"), pues como les decía, en ese plan no andaba yo en mi mejor momento, así que hasta las cinco y media no di por concluida la faena, pues la damita (la misma de los ojos azules y las bragas mojadas) no se puso a vibrar espasmódicamente hasta esa hora. Sólo entonces supe podía quedarme dormido con la satisfacción del deber cumplido.

Pero qué va, ya era demasiado tarde. Yo estaba muy preocupado por el servicio que se me echaba encima, y apenas logré caer en un estado de duermevela hasta que sonó el despertador. Me disfracé de militar, le di un besito a la bella durmiente (sigue siendo la misma de los ojos azules y las bragas mojadas) que sonrió entre sueños y dijo algo así como "mmmñññmmm", y me largué, aguerrido milico dispuesto a cumplir con la Patria, pero más soñoliento que aguerrido.

La llamé a las once de la mañana. Seguía en mi cama. Le pedí que se masturbara mucho ahí y que impreganara bien mis sábanas con su olor. Le pareció buena idea. Después pasé a hablarle de cosas serias:

- Oye, Yoli, acuérdate de dejar la puerta del baño abierta para que Gusifluky pueda hacer sus necesidades durante el fin de semana.

- Gusifluky... Vaya mariconada de nombre le has puesto al gato.

- Síiiii, ya lo sé, me lo dice todo el mundo, y tú también me lo habías dicho ya, pero la puerta del baño abierta. ¿Te acordarás?

- Que sí, que sí.

En efecto, se acordó. Pero...

Pasó el viernes y pasó el sábado. Dos días de servicio sin demasiados contratiempos salvo lo de tener que bregar con un soldado arrestado que cuando no quería pegarle fuego al cuartel pretendía cortarse las venas, y cuando no era eso se conformaba con ahorcarse. La madre que lo parió, qué tormento. Por fin, esta mañana de domingo, el jefe del que dependo directamente durante mi servicio me ha autorizado a venir a casa hasta la noche. He llegado muy contento a mi hogar, con ganas de reunirme con el pequeño Gusi. Pero Gusi no ha venido a recibirme como hace siempre. La puerta del baño, sí, estaba abierta.

Pero de poco sirve abierto el cuarto de aseo cuando el gato está... ¡ENCERRADO EN EL SALÓN DESDE EL VIERNES POR LA MAÑANA! Imaginen ahora a ese gato con un cabreo de mil demonios y a este cabeza de chorlito, los dos rajando en arameo y mentándole los muertos a las cabecitas locas de ojos azules y bragas mojadas...

-Gusifluky dos días sin comida ni agua.

-Pipí de Gusifluky en los sofás.

- Caca de Gusifluky en algún lugar del salón que no he determinado, pero está ahí porque su fragancia lo inunda todo.

- Uno de los altavoces del equipo de sonido tirado en el suelo (no tengo ánimos para comprobar si funciona).

- Y lo mejor: Mis dos adorados sofás de cuero arañados.

La de los ojos azules y las bragas mojadas se dejó encerrado a Gusifluky, precisamente, en el único lugar de la casa donde no lo dejo entrar.

La mato. La descuartizo y le echo a Gusi los pedazos.

Ya sé de una que no me vuelvo a follar. Por lo menos en mi casa.

Joder, un poco de vista, que los gatos no saben (normalmente) abrir puertas. Lo que más me jode de todo es que Gusi me mira raro, como culpabilizándome. Ha perdido la confianza en mí, como en Noviembre de 2004 la perdí yo en mis jefes. Y siempre una mujer por medio...

miércoles, 21 de marzo de 2007

He visto un dragón en la puerta de mi casa



Ando cerca de cumplir 32 años. Eso es mucho. Se supone que soy un adulto.

Esta mañana salí de casa para ir al trabajo, y lo primero que he visto al cruzar el umbral ha sido un coche cuya matrícula me es muy conocida. Estaba ahí aparcado, en mi misma puerta, como acechándome. Una fiera gris dormida llena de peligrosas garras y afilados colmillos. Bonita manera de empezar el día.

En ese coche hice el amor, lloré, fui feliz, me amenazaron de muerte, sufrí, gocé, dije muchas tonterías, vi y oí cosas que quiero y no puedo olvidar... y ahora lo veo e intuyo cerca la presencia de la dueña. Y tengo miedo, mucho miedo. No me avergüenza reconocerlo, y creo que hasta me viene bien contárselo a ustedes.

Ando cerca de cumplir 32 años. Eso es mucho. Se supone que soy un adulto. Pero estoy cagadito de miedo.

martes, 20 de marzo de 2007

Vaya con las nenas de dieciséis añitos

(Publicado originalmente el 29 de Noviembre de 2006 en Spaces).

No, tranquilos. Relájense las masas. Esta vez no va la cosa de pensamientos impuros con adolescentes. Tampoco voy a ir, por una vez, de machito impertinente y bravucón. Hoy toca humildad, agachar la cabeza y hablar en voz baja.

Porque hoy voy a hablarles, si a bien tienen escucharme, de jóvenes escritoras tristes. (Repitan varias veces en voz alta y muy rápido "escritoras tristes" y verán qué risa). Ejem, perdón. Venga, ya me pongo serio otra vez.

Como bien saben mis tres o cuatro lectores me suelo cachondear de los adolescentes de cabeza hueca y casi analfabetos, pero sé que hay esperanza cuando me encuentro a niñas como las que les voy a presentar. Son tres, pero de una de ellas ya he contado bastante. De las otras dos hablo hoy por primera vez. Todas tienen dieciséis años y algo indefinible en su manera de escribir que me hace sentirlas como tres piezas de un único mecano. Las tres me inspiran simpatía cuando las leo y me recuerdan una época de mi vida llena de pasiones ardientes, dolorosas.

Quería esta noche hablarle a la Emperatriz de Belsan de esas otras dos escritoras que tienen su misma edad. Qué ingenuo soy. La Emperatriz había seguido exactamente los pasos que yo seguí hace días y ya las conocía. He querido saber su opinión, porque aunque la pequeña Belsy está como una regadera sabe escribir (y quiero decir que SABE ESCRIBIR) y me tomo en serio sus opiniones. Dice la Emperatriz que no se parece en nada a las otras, que no está a tan alto nivel. Yo discrepo. Literalmente me ha dicho: "Sus metáforas son fluidas, deliciosas, dibujan imágenes de una manera perfecta mientras que yo apenas puedo insinuarlas con torpeza". Como ven la pequeña Belsy hasta en una conversación informal y privada hace literatura, ella no puede decir "escriben que te cagas", no, ella tiene que decir "sus metáforas son fluidas, deliciosas, dibujan imágenes de una manera perfecta mientras que yo apenas puedo insinuarlas con torpeza". Así es mi pequeña Emperatriz, da gusto hablar con ella mientras no se ponga caricaturesca.

Belsy y yo hablábamos al principio de la Niña Vudú, quien dice de sí misma: "Ahora los ojos de la niña escupen lagrimas a borbotones... no puede remediar contarle sus secretos al armario". Y escribe cosas como ésta:

" Nunca olvido las mierdas con sabor a fresa que me escupiste, pero tampoco las dulces palabras inclasificables que me soltaste sin pretender hacerme daño (...) ¿Quieres olvidarme? Pues olvídame… a ver si te atreves, a ver si eres capaz de olvidar aquel tren y aquella cama, aquellos besos mandarina y aquellos gritos salvajes en una habitación de hotel perdida en un murmullo, los tiernos gemidos y las respiración agitada, el triste sabor de mi cuerpo y mi lengua dibujando acuarelas sobre rincones de tu cuerpo que jamás encontrarás".

A mí me gusta, qué quieren que les diga.

Luego hemos pasado a hablar de Vaginas Rosas, el otro blog del que quiero hablarles. La verdad es que a mí sus textos me desconciertan. Me siento atraído por esa prosa poética, pero no la entiendo, francamente. Así se lo he expuesto a Belsy, añadiendo que no sé si la autora de Vaginas Rosas es una incapaz o un genio al que yo no puedo alcanzar a comprender. La Emperatriz afirma lo siguiente: "Es genialidad. Absoluta y demencialmente perfecto. Es... como comerse entera una tableta de chocolate y que después no te pese el estómago". Yo, sin embargo, no sé qué pensar cuando leo en Vaginas Rosas algo como esto:

"El tacto azucarado sobre el calor, hervía la caricia sobre la piel. Y los labios agonizando, y los mordiscos muriendo, y la sonrisa erecta como el pene de los espectadores. Dulce, dulce como el chocolate, como tu lengua mojada en chocolate, como mi vientre con chocolate, como el dulce chocolate, como el chocolate dulce sobre los pezones".

¿Uhmm? En fin, no sé... el caso es que resulta perturbador perderse entre sus letras.

La mayoría de las personas con las que trato en persona no podrían escribir su nombre sin faltas de ortografía y mucho menos usar el lenguaje de un modo creativo. Por eso me gusta tanto encontrar a adolescentes que sí pueden. Me infunden esperanza. Así que gracias y, por favor, seguid siendo tan raras.

Veneno en las monedas

(Publicado originalmente en Spaces el 26 de Noviembre de 2006).

Lo han vuelto a hacer. Los muchachos de Halón Disparado han vuelto a cabrearme. Mi gato dice que deje de visitar ese blog, que no me sienta nada bien para la tensión, y va a tener razón. Hoy nos han presentado una noticia que a su vez les ha llegado vía Demablogia. Les resalto lo principal: "El PSOE ha presentado una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados en la que pide al Gobierno que las políticas de igualdad tengan también su reflejo en el euro, por lo que proponen la inclusión de imágenes de mujeres en los euros y que la primera sea la de Clara Campoamor".

Siempre a vueltas con las mismas sandeces. Paridad en el Gobierno, Ley de Violencia de Género, bodas de homosexuales, y ahora las caras de las monedas. ¿Están aburridos o son gilipollas? ¿Ustedes creen, lectores y lectoras, seres humanos todos y todas, que ésas son las urgencias de este país que algunos valientes aún llaman España? Bueno, algunos valientes y algunas valientas, se entiende.

En cuanto a la propuesta sobre Campoamor parece acertada, desde luego. Sin embargo yo he tenido una idea mejor, amigos y amigas, personas, personos y personajes. Sí, el cabeza de chorlito propone retirar todas las monedas actuales de la circulación, y acuñar urgentemente cuantas sean necesarias con la cara de un transexual o de una transexuala. Con idea tan brillante tendríamos ambos sexos en todas las monedas. Toma paridad.

Debería tratarse de alguien famoso o famosa (famose, digamos, que queda como más neutro) y se me ocurre que sería estupendo pagar con la cara de
la Veneno. ¿Ustedes y Ustedas qué opinan? Ya saben que éste es un blog democrático y liberal y me gusta conocer la opinión de la gente y la genta que me hacen el honor de leerme.

Pero eso no es todo. Después de llevarme el soponcio de la paridad numismática me paso por
Microsiervos y me doy de bruces con otro disgustazo:

"Según recientes estudios científicos, se ha demostrado que morirse es malo para la salud. Además, se está muriendo gente que no se había muerto nunca".


Nieves

(Publicado originalmente en Spaces el 26 de Noviembre de 2006).

Ella tenía treinta y ocho años y yo no me lo creía. Ella tenía treinta y ocho años y la descubrí bailando como si fuera una niña. Ella tenía experiencias que contar que yo sólo puedo imaginar. Ella era menuda y grácil como sólo son las adolescentes...

Ella estaba en un bar luchando por desprenderse de un baboso pero sin atreverse a separarse de él. Ella me miraba implorando ayuda mientras yo me emborrachaba. Yo la miraba y con mi mirada le preguntaba qué esperaba de mí. Ella me respondía con su mirada que lo esperaba todo de mí.

Aquella noche, cuando al fin nos desprendimos del baboso, me dijo su edad, y yo le dije que eso no era posible. Yo tenía entonces... da igual, el caso es que ella me mostró su DNI, y era cierto, tenía treinta y ocho años. A partir de ese momento la miré a los ojos con mayor atención. Tenía treinta y ocho años y ojos de treinta y ocho años que han visto mucho. Pero aparentaba tener un cuerpo de dieciséis años que era a la vez su mejor baza y su peor castigo. Cuando esa misma noche la vi desnuda por primera vez entendí los problemas que tenía con los hombres. Era demasiado mayor para estar tan buena y estaba demasiado buena para ser tan mayor. Pero lo peor es que era demasiado niña para tener esa edad, o que tenía demasiada edad para ser tan niña.

Su vagina era tan estrecha que hasta me dolía penetrarla, pero por lo demás era divertido y muy excitante follar con ella. A ella le gustaba beber mi semen y a mí me gustaba alimentarla.

Hasta que todo se jodió.

Por fin quedamos un día para pasar la noche juntos. Nada de polvo rápido y adiós. Esa noche dormiríamos juntos. Pero no pudo ser.

Tras la dosis láctea de rigor vinieron los abrazos, y con ellos las palabras de amor: "Te quiero". "Nunca me voy a separar de ti". "Te amo"...

... Mis respuestas no estaban a la altura: "Tengo mucho calor". "Por favor, sepárate un poco". "Tía, me estás quemando ya mucho, más vale que te vayas a tu casa" y cosas así. Pero ella insistió:

"No me iré nunca", "Eres mi hombre", "Te adoro", "No me voy a separar de ti jamás"...

La cosa se complicó. La cosa se me escapó de las manos. La cosa acabó como el rosario de la aurora. La primera vez que echo a una mujer de mi casa, y además en plena madrugada.

La he vuelto a ver varias veces. Cuando nos cruzamos por la calle nos saludamos educadamente. Tanto ella como yo sonreímos. Ella puede.

Yo lo hago pero no debería. Mi conciencia está podrida.

Por eso escribo esto.

Trivialización de la amistad y otra idea genial de WLSpaces

(Publicado originalmente en Spaces, el 25 de Noviembre de 2006).

No sé ustedes, pero lo que es yo no doy consideración de amigo a cualquiera. A mí no me basta tomarme una cerveza con alguien para considerarlo un amigo, y si así fuera vaya caterva de gentuza que tendría como amigos. Otra cosa es cuando escribo aquí y digo algo como "pues sí, amigos míos, la muy guarra me pidió que sodomizara a su perro", pues eso es un uso figurado de la palabra, recurso literario e intento de manipularlos a ustedes emocionalmente, pero no creo que nadie se vaya a creer que es amigo mío por eso, y si alguien se lo cree ya puede ir desengañándose. También puede olvidarse de que le sodomice al perro.

Para que yo considere amigo a alguien debo notar cierta afinidad intelectual y coincidencias en intereses, y además se debe tratar de alguien de quien me sienta orgulloso. Ese orgullo me lo puede provocar por sus obras, por su bondad, por su pasado, por su competencia profesional... pero nunca por su poder o por su dinero. La amistad no se compra, aunque sí que se compra el servilismo. Tampoco se compra el amor, aunque sí se puede comprar una mezcla de sexo y servilismo que algunos y sobre todo algunas confunden con el amor.

Todo esto viene por el módulo "Amigos" que Windows Live Spaces nos regala amablemente en otro de sus intentos por crear una comunidad cerrada entre sus usuarios. Como pueden ver yo no lo cuelgo en este Diario de un cabeza de chorlito, pero muchos de ustedes lo tienen expuesto al público, muy orgullosos supongo de su selección de amigos. El problema es que se trata de un engaño, de una estafa de conciencia. Veamos algo sobre el funcionamiento de dicho módulo mediante un ejemplo:

Pepito, que es forofo del Recretivo de Huelva, esnifador compulsivo de pegamento y algo afeminado está un día visitando Spaces y descubre el blog de Palomeque. Pepito cae rendido ante la prosa y la despierta inteligencia de Palomeque y decide agregarlo al módulo "Amigos" de su Space, que por cierto se llama "¡Biba el Recre!". Ocurre ahora que Palomeque recibe automáticamente un correo electrónico en el que se le advierte de la intención de Pepito y puede aceptar o negarse. Como Palomeque es educado y además piensa que Pepito es muy libre de considerar amigos a quien le salga del níspero pues acepta, pensando "po fale, coleguita, tú verás". Y aquí es donde viene el problema. Automáticamente aparece Pepito en la lista de amigos de Palomeque, y eso no está nada bien, porque Pepito podrá considerar amigo a Palomeque si así le sale de los huevecillos, pero ello no implica necesariamente reciprocidad. (Uhmm, este párrafo ha quedado algo farragoso, ¿verdad? Si lo leen despacio quince veces se entiende perfectamente).

Pero hay más. En el famoso módulo sólo podemos agregar otros Spaces, y no tendría nada que objetar si el nombre del módulo fuera, por ejemplo, "Otros coleguillas de los Spaces", o "Más gilipuertas de WLS", pero "Amigos" no, por ahí no paso.

Personalmente no tengo problemas con esto porque nadie me invita a formar parte de su módulo "Amigos", a mí nadie me quiere, pero aún así me toca las narices eso de ver listados de "amigos" que en el fondo sólo son otra manera de hacerse propaganda de sus Spaces. La amistad no es eso, joder.

Sugiero a quienes tienen expuesto el módulo "Amigos" que le echen un vistazo y determinen a cuántos de sus patrocinados consideran realmente amigos y cuántos están ahí por compromiso o por otras razones. Pero no me lo cuenten, por favor, que no me voy a creer nada.



Desnudando a Leo

(Vómito publicado originalmente en Spaces, el 24 de Noviembre de 2006).

(Entrada exhibicionista pero necesaria. No obstante se la pueden saltar y dedicarse mientras tanto a pintar caras en Bélmez de la Moraleda).



Leónidas Kowalski es un hijo de puta como la copa de un pino, en eso estaremos todos de acuerdo. El cabronazo de Leo ha hecho cosas muy malas, cosas que quizá no cuenta en su blog, o las cuenta de manera tan retorcida que sólo unos pocos pueden entenderlas, esos pocos que juegan con la ventaja de conocerlo personalmente y desde hace tiempo.

También el amigo Leo ha hecho cosas buenas, seamos justos.

Sin embargo seguirá haciendo maldades, aunque se cuidará de adornarlas periódicamente con una buena obra, por eso de confundir y despistar. A veces lo odio, y a veces lo adoro. En ocasiones me sorprende, y a ratos me aburre por lo previsible.

¿Saben? Alguna vez mete en sus cuentos anécdotas autobiográficas, que son guiños dirigidos a quienes lo conocen, pero también ha colado situaciones o anhelos que nadie puede comprender. Digamos que son guiños a sí mismo. Me refiero a la categoría que ha dado en llamar "Cuentos que no contarías a tus hijos", donde todo es ficción salvo esos pequeños guiños que mete de vez en cuando.

La categoría que llama "Recuerdos y experiencias" es totalmente verídica. Todo lo que Leónidas cuenta ahí es cierto, aunque evidentemente se ve obligado a omitir detalles, nombres o fechas con el objeto de no meterse en líos legales y sobre todo por respetar la privacidad de otras personas. Pero, por favor, no pongan en duda que lo que Leónidas cuenta en esa categoría sea cierto, porque eso lo entristece. Para fantasear ya tiene otras categorías.

A Leónidas le gustaría contar más cosas, pero como ya dijo una vez, las mejores historias son las que no se pueden contar. Leo quiere ser más sincero con ustedes, Leo quiere arrancarse el alma y colgarla en este blog, pero hace un tiempo, antes de que existiera el Diario de un cabeza de chorlito, alguien contó muchas mentiras sobre Leo, alguien que sabía muy bien cómo manipular a ciertos individuos. Y ese alguien creó una leyenda negra acerca de Leónidas, una leyenda que como todas se basa en hechos anodinos e insignificantes pero que son reales, y a partir de ahí lo demás viene solo si se tiene la suficiente mala leche y pocos escrúpulos. Alguien quiso destruir a Leónidas y en cierto modo lo logró, así que ahora Leónidas es este hijo de puta que conocen y que no se fía ni de su sombra. Y lo va a ser por los tiempos de los tiempos amén, porque si un día deja de serlo lo volverán a joder. Leónidas calló en todo momento. Leónidas nunca contó la verdad ni dio su versión de los hechos. Leónidas amaba a su enemigo. Leónidas no quiso nunca desvelar los intereses que su enemigo tenía para obrar como estaba obrando. Leónidas es así de imbécil y tiene cierto sentido de la lealtad. Leónidas, simplemente, amaba a aquella mujer.

Leónidas Kowalski es un tipo tímido y se atreve a escribir por aquí porque no le ve la cara a nadie, pero háganme caso, no es tan ogro como parece, y ése es su mayor defecto. Ojalá fuera realmente tan hijoputa como aparenta ser a veces...

Y a todo esto se estarán ustedes preguntando quién coño soy yo, dado que tan bien conozco a Leónidas Kowalski de Arimatea . La respuesta es fácil: Yo soy Leónidas sin internet de por medio, y mi nombre es Francisco Javier Pineda Alburquerque.

domingo, 18 de marzo de 2007

Conversaciones

(Publicado anteriormente en Spaces. 23 de Noviembre de 2006).

Conversaciones con mi amiga X, que es andaluza, para que vean ustedes que eso que se cuenta sobre lo exagerados que son los andaluces es un tópico absurdo e infundado.

Suena el teléfono a las tres de la madrugada:

Yo (dormido): ¿Uhmmm?

X (nerviosa): ¡Leo, Leo, Leo...! Menos mal que me has cogido el teléfono. Estoy acojonada, Leo. Una cucaracha. Gigante. La madre de todas las cucarachas. Joder, Leo... ¿eres mi amigo?

Yo (ya despierto y aguantándome la risa): Sííííí, soy tu amigo. ¿Y qué hago con la puta cucaracha?

X: No, ya nada. He despertado a mi padre y la ha matado.

Yo: ¿Has despertado a tu padre para eso, cabrona? Bueno, la verdad es que también me acabas de despertar a mí y aún no sé para qué.

X: Bueno, borde, que eres un borde, antes he metido en la habitación a mi gata psicópata para que se comiera la cucaracha, pero mi gata es una cabrona y no se ha comido la cucaracha, y entonces he llamada a mi padre.

Yo: ¿Y ahora para qué me llamas a mí?

X: Jooo... para contártelo.

Yo: X, estaba durmiendo.

X: Desde luego tienes cosas que no son de amigo, no son de amigo...

Yo: Buenas noches, X.

X: Adiós, borde.

Otro día. Suena el teléfono a las siete de la tarde:

Yo: Dime, X.

X (llorando): Leo, me muero.

Yo: ¿Qué?

X (sin dejar de llorar): ¡Que me estoy muriendo! Estoy muy enferma.

Yo (preocupado): A ver, mi niña, cálmate y explícame eso bien, anda.

X (histérica): ¿Eres idiota o qué te pasa? ¡Que me estoy muriendo, joder!

Yo: Pero... ¿por qué lo dices? ¿Te notas algo malo?

X (hablando entre sollozos muy deprisa): Los médicos... pruebas... me sacan sangre... una máquina... no me lo dicen pero yo lo sé... la columna... me estoy muriendo... no voy a ser jueza...

Yo: ¡PARA! No entiendo nada. Vamos por partes.

X: Joder, a veces pareces imbécil.

Yo (sacando paciencia de no sé dónde): X, no es que sea imbécil, es que hablas muy rápido. ¿Te han hecho análisis de sangre?

X: Sí.

Yo: ¿Cuántos?

X: Por lo menos cuarenta.

Yo: ¡¡¡CUARENTA!!! ¿En cuánto tiempo?

X: Pues... en una semana.

Yo: ¿Quéééé? Por favor, X, dime la verdad. Eso que me estás contando no es posible.

X: Jo, no me crees, no tendría que haberte contado nada. Tú no eres mi amigo, tú no eres mi amigo...

Yo: X, hostias, ¿cuántos análisis de sangre? ¿Cinco?

X: Bueno, en verdad... han sido dos. ¡Pero es leucemia, Leo, sé que es leucemia!

Yo: X, hablando en serio, te estás pasando y es una falta de respeto hacia quienes de verdad padecen enfermedades graves.

X (ya más tranquila): Bueno, en verdad tengo algo de anemia, pero eso es porque estoy leucémica perdida pero no me lo quieren decir.

Yo: Hasta mañana, X, no me apetece seguir hablando contigo ahora.

X: Tienes cosas que no son de amigo, no son de amigo...


Y en otra ocasión, a las dos de la madrugada, vuelve a sonar el teléfono:

Yo: ¿Sí?

X (muy seria): Leo, no sabes lo que me pasó ayer.

Yo: Tienes razón, no lo sé. ¿Me lo vas a contar?

X: Joder, tío, yo contándote mis desgracias y tú pasando de mí...

Yo: Noooooo, no paso de ti, mi cielo. A ver, cuenta.

X: No, paso. No te cuento nada porque estás de coña, que te lo noto en la manera de hablar.

Yo: Vale, pues sigo durmiendo. Buenas noches.

X: ¡Leónidas! Joooo, tienes cosas que no son de amigo, no son de amigo...

Yo: ¡Coño, pues cuéntame ya de una puta vez! Venga, ¿qué te pasó ayer?

X: ¡Pues que me voy a quedar inválida, eso me pasó!

Yo: Válgame dios. ¿Y a qué se debe ese invalidez?

X: Pues a un mosquito. Un mosquito enorme. Me ha chupado litros y más litros de sangre.

Yo: ¿No crees que estás exagerando un poco?

X: No, qué va. Cuando lo hemos matado ha dejado una mancha en la pared de varios litros de sangre. Me ha picado en la pierna, y esa pierna se me ha quedado más flaca que la otra, en serio.

Yo: Vale, X, sigo durmiendo. Buenas noches.

X: Desde luego, tienes cosas que no son de amigo, no son de amigo...


Y la última gloriosa conversación ha sido esta tarde. Serían las seis cuando mi amiga X me ha llamado:

Yo: ¡Hola!

X: Leo... prométeme que no te vas a reír.

Yo (mordiéndome un puño): Te lo prometo.

X: Jooo, es que me ha pasado una cosa.

Yo: ¿Y esa cosita es...?

X: Ya estás de cachondeo. Paso. No te cuento nada.

Yo: No, venga, cuéntame, mi niña.

X: ¿Pero se lo contarás a alguien?

Yo: Seguramente.

X: Pues no te lo cuento.

Yo: Anda, si lo estás deseando.

X: Jo, vale, pero no te rías de mí.

Yo: Noooo, eso nunca. Lo único que haré será publicarlo en el blog.

X: No te atreverás.

Yo: Ya veremos. ¿Qué te pasa?

X: Tío, una araña. Supergrande la araña. Está en el baño. He cerrado la puerta para que no salga.

Yo: Saldrá por debajo de la puerta si quiere.

X: Imposible, es demasiado grande.

Yo: ¡Coño, pues sí que será grande! ¿Es roja y azul?

X (dubitativa): Mmmm, no.

Yo: Bien, queda descartado que se trate de Spiderman.

X (intentando no reírse): Jo, no me quieres nada. Tú no eres un amigo.

Yo: ¿Has hablado de esto con tu novio?

X: Sí, y se ha reído de mí y me ha dicho que tiene que trabajar.

Yo: Lo entiendo perfectamente.

X: ¡Ayyyyyyyyy!

Yo: Creo que estás exagerando. Es una puta arañita de mierda.

X: ¡No! Es enorme, y he metido a mi gata psicópata en el baño para que se cargue a la araña, pero la gata se ha puesto a maullar asustada al ver a ese cacho araña...

Yo: ¿Tan grande es la araña?

X: Sí, pesa medio kilo por lo menos.

Yo: Compra silicona y sella las rendijas de la puerta. Habrás perdido un baño pero habrás ganado en seguridad.

X: ¿Te estás quedando conmigo?

Yo: Nooooo, jamás.

X: Oye, no le cuentes esto a nadie, eh.

Yo: ¿Yo? Jamás.

Religión, poesía y mal gusto

(Vómito parido originalmente en Spaces, el 22 de Noviembre de 2006).

Las loas a santos, imágenes, muñecos procesionales y demás espantajos religiosos me producen una mezcla de lástima, risa y vergüenza ajena. Pocas cosas me inspiran tanto desprecio como eso de pasear a un muñecajo por la calle y detenerlo a cada rato para que algún meapilas le cante una saeta llorando de emoción y fanatismo religioso.

Luego está el tema de los himnos militares, que de un modo u otro se las ingenian para acabar mezclando ardor guerrero y fervor religioso. Peligrosísima combinación, como la Historia nos ha demostrado en tantas y tantas ocasiones. Veamos unos ejemplos:

"DIOS Y ESPAÑA SABEN SIEMPRE QUE A SU HONOR SERVIRÁ TU VALOR."
(Himno de las Tropas de Montaña)

"cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza.
En tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida"
(La Muerte no es el Final)

“Si Dios un día me llama
junto a ti un puesto reclama
y a buscarte pronto iré”.
(El Novio de la Muerte)

"Que si mueres, de Dios recibirás la gloria
Y los clarines cantarán victoria".
(Himno de Caballería)

Pues bien, hoy he visto algo que no recuerdo haber visto antes, aunque es muy posible que mi memoria, condescendiente por una vez, lo eliminara. Voy a tener la villanía de compartirlo con ustedes:

HIMNO A SANTA BÁRBARA (PATRONA DEL ARMA DE ARTILLERÍA)

Al morir el valiente Artillero

defendiendo tenaz el cañón

dale ¡Oh Virgen Sublime y Piadosa!

Siempre amparo, consuelo y perdón.

Tú que aplacas la fiera borrasca
Y del trueno el horrísono son
en tu solio bordado de estrellas,
de tus hijos escucha la voz.

Y si un día Patrona te hicimos
del valiente Artillero español
fue al pensar en tu gloria que brilla
más radiante y más pura que el Sol.

Vomitivo en su conjunto y memorable el verso que dice "Y del trueno el horrísono son". ¿Quién será el poetastro que parió semejante gilipollez de himno? Vale, vale, se trata del himno a una "santa", lo que ya de por sí es una gilipollez, pero coño, podrían haber tenido algo de buen gusto y escribirle una canción bonita, y no esta mierda de tonterías y rimas forzadas. Si yo fuera Santa Bárbara me sentiría insultada. Patético, verdaderamente patético.

Por otra parte debo confesar que el famoso "Novio de la muerte" me pone los pelos de punta y que me parece una gran historia de amor y dolor relatada muy poéticamente. Si sienten curiosidad he aquí la letra, y su versión rápida cantada es ésta, aunque hay otra, más emotiva, para ser cantada por los legionarios cuando desfilan a paso lento.

El dedo de Puertas

(Entrada originalmente publicada en Spaces el 19 de Noviembre de 2006).

1995. Base militar Álvarez de Sotomayor, Viator, Almería. Batería de Municionamiento 1/III/22, hoy llamada Batería de Municionamiento 1/I/XXII debido a una más de las interminables reestructuraciones del Ejército, pero tanto entonces como ahora más conocida como Polvorín de Viator.

Era una tarde especial, acabábamos de comer y nos habían informado de que el convoy cargado con varias toneladas de munición estaba en la puerta principal de la Base. Lo estábamos esperando y ahora había que descargarlo y almacenar toda esa cantidad de ingenios destructivos antes de que llegara la noche. Nos agrupamos todos. Todos menos el Cabo de reemplazo Puertas, que estaba subido a una escalera de tijera cambiando una bombilla. Nadie podía imaginar lo que pasaría a continuación. Desde entonces cada vez que cambio una bombilla me acuerdo de Puertas.

El Cabo Puertas era buen muchacho. Quizá algo simplón, pero currante y colaborador. Cuando vio que ya el convoy entraba por la puerta del Polvorín quiso apresurarse para ser uno más en la descarga. Había terminado de cambiar aquella puta bombilla fundida y ahora tenía muchas cajas de munición esperando sus brazos para ser almacenadas en los depósitos del Polvorín. Así que en lugar de bajar los peldaños de uno en uno saltó desde donde estaba, casi en lo más alto de la escalera. Una de sus manos estaba metida en el vértice del ángulo que formaban las dos patas de la escalera. El anillo de compromiso que días antes le regaló su novia quedó trabado. Era un anillo de oro que se estiró y estrechó soportando el peso de Puertas que mientras tanto estaba en el aire. Puertas aterrizó sobre sus pies. Bueno, casi todo Puertas aterrizó sobre sus pies. Un instante después lo hizo su dedo anular, segunda y tercera falanges con la piel de la tercera como un capuchón y el puto anillo de oro estirado y enganchado a esa especie de capucha.

Imagínense el número. Como todos estábamos agrupados allí mismo nadie se perdió detalle. Éramos unos ocho, incluido Puertas. Todo el mundo quedó como pasmado mirando aquel dedo en el suelo, salvo el propio Puertas, que mientras se agarraba con la otra mano el sanguinolento muñón al extremo del cual asomaba el hueso no dejaba de gritar: "¡¡¡Mi dedo, mi dedoooo!!!"

No olvidaré nunca la reacción del Sargento Primero Guerrero, un tipo al que siempre he respetado, admirado y al que le debo casi todo lo que sé sobre sobre mi especialidad profesional, pero al que a pesar de todo no le perdono su sangre fría y falta de tacto en aquel momento. Se limitó a decir "Joder, precisamente ahora", y no hizo nada más.

Ya sé que suena a egocentrismo barato y todo eso, pero sólo yo me puse manos a la obra y ante la parálisis general empecé a correr hacia la cantina en busca de hielo mientras ordenaba al Soldado más cercano al dedo que lo recogiera. El Soldado inició el movimiento de agacharse a por el dedo, pero cuando ya estaba a punto de cogerlo se incorporó gritando "¡No puedo, no puedo!". Y era verdad, tendrían que haber visto su cara; no podía. Mientras tanto los demás eran estatuas y el otro que no dejaba de gritar "¡Mi dedo, mi dedo!" En fin, postergué lo del hielo y recogí el dedo. Fue una de las sensaciones más extrañas que he tenido en mi vida. Seis dedos en una mano... Y para colmo llego a la cantina y... ¡no hay hielo!

Otro Soldado al que llamábamos El Rubio había echado mano de uno de los dos coches que había en el Polvorín. Uno de los dos Willys. Dejen que les hable ahora de los Willys: No sé por qué los llaman así, y la marca es Jeep. Eran, y digo eran porque creo que ya no queda ninguno en servicio, esos coches que todos hemos visto en las películas de la Segunda Guerra Mundial, apenas una caja de cerillas con volante. Nosotros los usábamos para ir al campo de maniobras de la Base cuando teníamos que hacer voladuras de material explosivo vetusto, y resulta que ese campo de maniobras es un puñetero desierto, de modo que esos vehículos siempre tenían un palmo de arena en el suelo. Saber esto les ayudará a entender lo que pasó más tarde.

Y ahí nos vemos los tres, El Rubio al volante, Puertas de copiloto sin dejar de gritar "¡mi dedo, mi dedo!" y yo en la parte trasera del vehículo, sosteniendo con suma delicadeza ese dedo que no era mío. Lo de sostenerlo con delicadeza no era por asco, era porque me daba miedo apretarlo con fuerza y terminar de joder el panorama. No sé si ustedes están acostumbrados a portar partes anatómicas ajenas, pero lo que es yo no estoy muy ducho en esos menesteres, y tenía la sensación, mientras sostenía el dedo de Puertas entre mi pulgar y mi índice, de que si lo apretaba mucho me quedaría con la piel entre mis dedos y la parte interior del dedo saldría disparada, como cuando aprietas un haba por ejemplo, que te quedas con el pellejito y lo de dentro sale proyectado. Pues yo no quería que eso pasara. Imagino que Puertas tampoco quería que eso sucediera.

Unos segundos después estábamos en la puerta del Polvorín, que daba acceso al resto de la Base y por lo tanto a la Enfermería. Allí disponían de personal cualificado y de ambulancias, pero no era el día de Puertas, vaya que no. Recuerdo el apellido del Soldado que guardaba la puerta del Polvorín: Poyatos. Poyatos era uno de esos tipos que no tienen sangre en las venas, él tenía espesa horchata. Tras el frenazo de rigor y la escandalera de claxon que llevábamos aparece Poyatos en la puerta de la garita, se planta ante el Jeep y nos dice encogiendo los hombros:

- ¿Pero qué paaaaasa con las prisas?

Yo creo que nunca le lloverán a Poyatos tantos insultos por segundo como le llovieron aquella tarde. Abrió la puerta y salimos zumbando por las calles de la Base hacia la Enfermería. Íbamos muy rápido. Yo sostenía el dedo de Puertas con delicadeza entre mi pulgar y mi índice. El Rubio cogió un bache. Todos botamos dentro del Jeep. El dedo se me cayó... y ahora recordemos lo que dije antes: "esos vehículos siempre tenían un palmo de arena en el suelo". Bien, recuperé el dedo una vez más, sólo que ya no era un dedo, era una croqueta. De verdad, parecía una croqueta. Una cosa calentita, alargada, blandita y rebozada en pan rallado. Yo ya no tenía seis dedos en una mano, tenía cinco y una croqueta. Aquel maldito dedo ensangrentado había adherido toda la arena que encontró a su alrededor. Yo sólo pensaba "Hostias, que Puertas no se entere de esto".

Y así llegamos a la Enfermería, El Rubio, Puertas, la croqueta y yo. Era por la tarde y fuera de horario normal de trabajo, así que el espantado Soldado que nos atendió salió corriendo en busca del Alférez Médico de servicio. A los pocos minutos, entre gritos de "¡mi dedo, mi dedo!", llegó el médico. Se hizo cargo de la situación con eficacia y prontitud, dando órdenes y llamando a la ambulancia en una actividad frenética. Tan frenética era la actividad que no me hacía caso cada vez que le ponía ante la cara esa croqueta que yo sostenía. Finalmente le tiré de la bata y le grité:

-¿QUÉ HAGO CON ESTO, MI ALFÉREZ?

- ¿Y eso qué es?

- ¡El dedo, mi Alférez!- Jejeje, y entonces dijo con cara de asco y señalando una mesa algo así como:

- Aaajjjj, déjalo ahí. ¡Rápido, hielo, traed hielo!

Y así concluye esta historia... hasta que horas después vuelve Puertas al Polvorín y nos cuenta que no sólo no le han podido reimplantar el dedo, si no que además le han amputado la falange que le quedaba. Y yo, secretamente, pensé: "Pues menos mal, porque se hubiera gangrenado seguro".

Pero lo intenté, amigos, lo intenté. Y eso ya es mucho más de lo que otros pueden contar.

Haciendo amigos

(Publicado en Spaces el 18 de Noviembre de 2006).

Hoy voy a ser malo. O sea, como siempre, pero hoy más.

Y me voy a reír una barbaridad, porque la risa es buena y alarga la chorra y la vida. Necesito reírme muchísimo para compensar lo que el tabaco me acorta la vida. Les voy a presentar a gente interesante y maja sacada de aquí, de los Spaces.

Pónganse cómodos y diviértanse:

Empecemos con la joven pero profunda Damaris o Dámaris (lo escribe de las dos maneras), que de mayor quiere ser periodista. Otra de ésos que se van pasando cuestionarios gracias a los cuales nos enteramos de cosas como éstas:

Vevida faborita: agua k es muy sana xD
Un sueño: No se, uno de ellos ser mama algun dia
mejor virtud: mi pelo
Si fueraa cotxe: Uno k valga mucho: un mercedes, un BMW, un ferrari...


Así que el pelo es una virtud... Es verdad, no dudo que para cierta clase de niñatos sea lo más parecido que pueden tener a algo llamado virtud. Amiga Dámaris, aprenda usted a escribir o lo lleva chungo para el periodismo.

Otra encantadora jovenzuela que me hace preguntarme si sería legal esterilizar a sus padres es la amiga Leticia. Leti empieza su Space presentando listados de los jugadores de fútbol del Real Madrid y del BarÇa, lo que ya da una idea de los prufundos intereses de esta chica. También tiene una lista de "Famosos cañones", y no se trata de históricas piezas de artillería, no. Luego vemos que su blog no es nada más que un copia y pega de lo que ha ido encontrando por ahí. Nada es suyo. No escribe, copia. Pero eso sí, nos dice:

"OLA WAPOS!!!!!!!!!!!!!!bsotes a toos,q sois mu majos"

Emocionadas lágrimas surcan mis mejillas...


Otro ejemplo de niñata analfabeta es Laly, que según creo entender canta y anda buscando un batería y un bajista, pero mejor lo explica ella:

"Ei Se BUSCA: BaTeRiS & BaJo!!!!!Si AlGuIeN CoNoCe a AlGuNo d Aki d VLC k KnTaCtE KnMiGo XfA!!!!S Xa 1 GrUpO RoCk k TeNeMoS Xo FaLtA EsO!!!WeNo...Y k MaS DeCiR Na k ToI Yo(LaLy)CaNtAnTe,RoBeRtO-GrUiTaRRiStA y OtRo GuItAr MaS!!!WeNo k Un BeSaZo Si AlGuIeN SaBe AlGo k Me AvIsE PlIsSsSs!!!!!"

Pues Laly, cariñito mío, como cantes igual que escribes...

Aquí os presento ahora a EL GADITANO (también conocido como, jejeje, el chiko martini, juas, juas...) Parece una parodia de gaditano, pero no se dejen engañar, es que en verdad los gaditanos son todos parodias de sí mismos. Parado, chovinista, forofo del equipo de fútbol de su ciudad nos cuenta en su blog... nada, no nos cuenta absolutamente nada, sólo dice "Cádiz esto y mi Cádiz lo otro". Vaya 27 añazos bien aprovechados. Sin embargo tiene un vídeo que merece la pena ver, para que se vayan haciendo ustedes idea de la elegancia de las gaditanas (¿o son sevillanas?, bah, lo que está claro es que son de por aquí.)

Y éste es Sao, un personaje enamorado de sí mismo, 26 años. Esta entrada no tiene desperdicio, podría titularse "Mirad cómo me enrollo explicando lo guay que soy pero sin decir absolutamente nada", o "Soy un tipo interesante, tan interesante que no tengo nada que decir". A éste se le entiende algo, lástima que no sepa qué decir. Una muestra:

"... asi si realmente quieres que te desordene la conciencia atrevete a pensar diferente, a no dar por sobreentendido nada y cuando digo nada es nada !! pues todo es segun lo quieras ver ... ejemplo ?? como te meterias en un vaso de chupito ? si esperas que te lo conteste vas listo aun no ... tienes que esperar ser paciente y lo entenderas... es asi como voy a caotizarte mentalmente..."

A mí desde luego me ha "caotizado mentalmente" este fragmento.


No os perdáis este Space. Un mejicano que se hace llamar Fany y dice de sí mismo lo siguiente:

"me encanta el travestismo hasta cierto punto no me agrada cuando se sobrapasa"

Sólo tiene una foto, pero es la monda.

En fin, esto sólo es una muestra de lo que se cuece por los Spaces. Quizá alguien se pregunte por qué no me voy a otra plataforma bloguera si tanto me desagrada lo que veo aquí. Yo también me lo pregunto. Tal vez sea porque soy animal de costumbres y aquí es donde empecé a vomitar. Y también porque no me gusta esa idea de los círculos cerrados, eso de que los blogueros de WLS sólo lean blogs de WLS, los de Blogspot sólo a los de Blogspot, etc... Aunque también es cierto que WLS pone mil trabas técnicas a los lectores ajenos, y sólo por eso deberíamos abandonar este rollo de los Spaces.

Mucha gente desprecia los blogs de WLS (yo sin ir más lejos), pero qué quieren que les diga, si me esfuerzo por ser justo también tengo que admitir que hay gente estupenda por aquí (yo sin ir más lejos, otra vez). Pero lo cierto es que las muestras de basura más asquerosas que he encontrado están en los Spaces.

Bah, más tarde o más temprano, el Gran Hermano del Código de Conducta de WLS me dará matarile, de hecho me sorprende que aún no lo haya hecho, y cuando al fin ocurra ya no tendré más remedio que olvidarme de toda esta mierda. Mientras tanto aquí sigo, pasándome por el forro de los cojones el famoso código de conducta, y gozo con ello.


NOTAS:

Seré un hijoputa pero tengo mi puntito de nobleza, por eso he advertido a todos los petardos que menciono en este vómito, por si estiman oportuno ejercer el derecho de réplica. Y también por si se avergüenzan lo bastante, como sería deseable, y cierran sus infames Spaces.

Ningún animal ha sufrido daños para la elaboración de esta entrada.

Esta entrada es respetuosa con la capa de ozono.


Actualización: Como bien advierte en los comentarios mi muy querida amiga SUPERTITASANDRA he cometido un error. No me fijé bien y resulta que el/la tal Fany tiene un completo "book" que sólo recomiendo a aquellos cuya presencia de ánimo sea fuerte. Absténganse de visitarlo personas sensibles. No me responsabilizo de las posibles muertes por ataques de risa.

sábado, 17 de marzo de 2007

Una de mis pesadillas

(Entrada publicada en Spaces el 18 de Noviembre de 2006).

No escarmiento. Sé por experiencia que las siestas después de comer me producen pesadillas, pero nada, que no espabilo.

Mi última siesta fue fatal. Una laaaarga pesadilla donde se mezclan varios de mis miedos, preocupaciones e inseguridades. Naturalmente no les voy a contar la pesadilla completa, que además de ser muy laaaaarga descubriría puntos débiles y, no lo olvidemos, ustedes son el enemigo. Todo el mundo es mi enemigo. Ahora llámenme paranoico, resentido y esas cosas:

Lectores: ¡Leónidas, eres un paranoico, un resentido y esas cosas!

Vale, y ahora que ya hemos cumplido el trámite prosigo. La pesadilla comienza (o al menos comienza la parte de la pesadilla que les voy a contar) en un atardecer de mi adolescencia. Aparecen viejos amigos y gente desconocida mezclada con personas que he conocido recientemente. Nos reunimos en un descampado olvidado del mundo en el que iba de jovenzuelo a fumarme cigarrillos a escondidas, a robar granadas y ciruelas, a ver revistas porno... lo normal, en fin.

Pero en la pesadilla las cosas dejan de ser normales. La noche cae y todos seguimos allí como si nada, charlando y fumando. Hay gente a la que no he visto en mi vida, y las caras van cambiando. Por momentos me veo rodeado de amigos de mi niñez, pero también personas que conozco y a las que apenas traté y tipos a los que no recuerdo de nada. Todo está muy oscuro. Llevo conmigo a mi gato, al gato que ahora tengo, Gusifluky. Lo dejo suelto para que explore. Está muy nervioso e intrigado. Es un gato de piso, un gato de interior. La calle le da miedo pero también lo fascina. Dejo que olfatee e investigue ese nuevo mundo.

Luego tengo que marcharme. He de dar señales de vida en casa, recordemos que soy un adolescente. Ceno con mis padres y vuelvo a salir a la calle. Me veo envuelto en no sé qué negocios fraudulentos con desconocidos. Cuando logro salir de toda esa historia decido volver a ese descampado donde me esperan las caras extrañas mezcladas con los amigos de la infancia. De camino recuerdo algo, algo terrible que me pone los pelos de punta...

... ¡Gusifluky! ¡Joder, mi niño, lo olvidé, me olvidé de él! El pobre Gusi, que no sabe lo que es la calle, está abandonado en el campo, en lo que parece ser una noche eterna. He vivido mil aventuras desde que lo olvidé allí. ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Horas, días, semanas...? Ni idea, pero sí sé que he vivido infinidad de peripecias mientras tanto, así que debe de haber pasado mucho tiempo, sin embargo no amanece. En mi pesadilla cuando cae la noche es para siempre. Intento correr, pero no puedo. Una pesada mochila aparece en mi espalda. Se trata de una mochila que tengo de verdad, es una gran mochila azul y naranja que compré hace una década y que ha vivido toda clase de aventuras conmigo. En la pesadilla la mochila está llena de algo muy pesado, y apenas puedo caminar con ella a la espalda. No se me ocurre desprenderme de ella, simplemente está ahí y no puedo evitarlo. Estoy angustiado por mi gato. Lo imagino solo, perdido, vagando por tierras inhóspitas en mi busca. Lo imagino sintiéndose abandonado por mí, asustado y hambriento. Estoy muy angustiado. Me siento la peor persona del mundo y merecedor de toda clase de castigos. La puta mochila me impide correr en busca de Gusi. En el sueño Gusifluky es mi hijo, lo siento de esa manera... ¡y lo he dejado abandonado en mitad de la nada durante una noche interminable!

Mientras me esfuerzo por seguir caminando, ya casi sin aliento veo rebasarme al inolvidable Javi Ayala, un amigo de toda la vida pero del que hace tres años que no sé nada. En la pesadilla lo veo en chándal, lleva el pelo largo recogido en una cola, y sé que se dirige al mismo lugar que yo, pero él toma un atajo que por alguna razón yo no tomo. Mientras se aleja de mí le grito pidiéndole que busque a mi gato cuando llegue. Me responde algo así como "Te oigo bien", y yo sé que eso significa que mi gato le importa un carajo y me preocupo aún mucho más.

Ahí es cuando alguien me ha llamado por teléfono y me ha despertado. Se lo agradezco mucho pero no he atendido la llamada porque no me gusta acostumbrar a la gente a que me llamen esperando respuesta. Yo soy así de hijoputa.

Poco después he salido de mi dormitorio, y al abrir la puerta ahí estaba Gusifluky, esperando que lo cogiera en brazos. He implorado su perdón por haberme olvidado de él, y él, muy magnánimo y ronroneante, ha sabido perdonarme.

Y sí, me lo he comido a besos, ¿qué pasa?

Joder, si esto ocurre con un gato, tener un hijo tiene que ser la rehostia...