Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 29 de junio de 2009

Nunca me follaré a Carolina


No, nunca me la tiraré, pero me gustaría. Me gustaría mirar esos ojos negros de mulata mientras eyaculo sobre su piel de chocolate, y más aún me gustaría mirar esos ojos negros de mulata mientras ella vibra con su orgasmo y aletea excitada su ancha y bonita nariz de mulata. Quisiera comprobar si unos ojos tan vivos y una mirada tan inocente pueden volverse desvergonzados y ser golfos por un rato.


¿Será posible que esa voz de acento caribeño y plena de palabras para mí inusuales pueda pronunciar procacidades que me inciten a morder su piel morena mientras penetro su carne? Es tan linda, suena tan bien esa voz...

Carolina lee este blog, no lo oculto, y escribir lo que ahora estoy escribiendo me supone cerrar muchas puertas y apostar a una única carta, lo sé, y sé que no es bueno. Pero tengo que hacerlo, porque los cabezas de chorlito no seríamos cabezas de chorlito si escribiéramos para quedar a bien con todo el mundo. Es más, mi apuesta a una única carta está perdida de antemano, porque como dije al principio no me acostaré con la chocolatina. Por muy halagada que se sienta al leer esto no se va a bajar las bragas tan fácilmente. Con esa piel chocolateada que la webcam me muestra perfecta es una dama con un par de hijos; lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible.

Pero me gusta esa niña de chocolate.

Compartimos la chocolatina y yo una mentalidad parecida en cuanto al abuso de las mujerucas sobre los hombres. Es Carolina una mujer como hay que ser, y ya saben ustedes que eso me conquista. ¿Puedo yo conquistarla a ella igualmente? No, no lo creo. Todo esto es un inocente juego de internet en el que dos personas juegan a hacerse la vida un poco más llevadera. Mi pene nunca estará dentro de Carolina, y si estuviera dentro alguna vez lo peor que nos podría pasar es que nos gustara.

Hay personas que nacimos para estar solas y soñar con los ojos negros y la piel morena de las divinas mulatas a las que llegamos tarde, cuando ya tienen dos hijos.

domingo, 28 de junio de 2009

Tengo una compañera. Perdón, quise decir una COMPAÑERA


En esta profesión que tengo, de la que tan orgulloso me siento y que tan poquito me pega según dicen algunos, he conocido de todo. Gente adorablemente buena y gente odiosamente mala. Hoy, permítanmelo, quiero hablarles de una mujer militar, de una mujer militar excepcional, porque excepcional es toda aquella militar que no obtiene ventajas por ser mujer. La llamaremos Zeta, Cabo Primero Zeta.

Zeta era una Soldado de zapadores. Después fue una Cabo de zapadores y en ese empleo le tocó irse a Afganistán para construir carreteras y esas cosas que hacen los zapadores, pero nunca habla de ello salvo que se le pregunte o venga muy a cuento, porque es modesta como son los buenos militares. Posteriormente usó la oportunidad de cambiar de especialidad y se hizo mecánico. Así es como llegó al lugar donde yo estoy destinado y nos conocimos. Después hizo el curso de Cabo Primero, manteniendo el destino.

En apenas tres meses y medio la Cabo Primero Zeta y yo hemos participado en tres maniobras ejerciendo de jefes de pelotón de infantería, aunque ambos somos técnicos. Creo que nos meten en todas las maniobras porque ni ella ni yo nos quejamos, a pesar de que no se cuenta con otros muchos Cabos Primeros. Zeta ascendió al empleo de Cabo Primero cuando yo llevaba más de diez años en él, así que la suelo llamar "modernaca". Ella no me lo toma a mal.

Es Zeta una compañera excelente que cuando sale de la tienda de campaña me invita a tomar café si lo hay; pide para sí los marrones que me caen a mí; el montaje y desmontaje de las respectivas tiendas de campaña lo hacemos juntos por iniciativa suya; y mil detalles más. Con ella me atrevo a gastar bromas de mal gusto como hago con los hombres, y ella hasta me sigue el juego demostrando con ello que de verdad entiende lo que es la igualdad sexual. Una vez le dije que odiaba a las mujeres, especialmente a las mujeres militares, y Zeta se limitó a darme la razón.

Es que Zeta no es guapa ni tiene un cuerpo bonito, y yo creo que eso lo explica todo. Si Zeta fuera una tía buena no podría ser la excelente compañera con la que he compartido tantos días tirado en el campo.


Zeta es una militar, no es una zorra de uniforme.

lunes, 15 de junio de 2009

Lo mejor de un blog


Lo mejor de un blog es que cualquier don nadie como yo puede usarlo para desahogarse y liberar su rabia en forma de palabras escritas, que son más duraderas que las palabras orales que podamos escupir en un momento de sorpresiva rabieta. Más duraderas y más reflexivas. Además un hijo de puta insignificante como yo —y como ustedes, no lo olviden— puede llegar a creerse importante porque lo lean otros cuatro hijos de puta igualmente desgraciados. Yo mismo llegué a creerme la pera limonera en algún momento, lo confieso con franca vergüenza que no por sincera debe disculparme.


Pocos son los blogueros (¡qué mal suena esa palabra!) que me merecen un respeto auténtico y a prueba de bombas, y digo pocos por no decir ninguno. Tengo mis blogs favoritos, es verdad, pero son fácilmente sustituibles. Debería decir, siendo preciso, que tengo mis blogs temporalmente predilectos, y nada más. Cuando pienso en esto solo se me ocurre una bitácora que resista todos mis embates de hastío, y es la de Gerardo García-Trío, e incluso este blog se sumiría en la mierda, me temo, si conociera mejor al autor, porque mirados con lupa todos somos genuina mierda de la más despreciable clase. Ustedes y yo, no lo olviden.

Hay blogs muy interesantes (si te interesa de lo que hablan); hay blogs muy divertidos y graciosos (si compartes el sentido del humor del que los escribe); hay blogs muy instructivos (si ignorabas lo que lees en ellos); hay blogs muy literarios (si has leído poco y no te das cuenta de que en verdad son pedantes); hay blogs muy íntimos (que sólo pueden interesar a sus respectivos autores); hay blogs muy... ¡Ay, cuánta bazofia! Conocí a una dama que tenía un talento natural para contar cosas con gracia. Luego se aficionó a cerrar su blog y crear otro nuevo sin advertir a sus lectores, porque su enorme ego le exigía ser perseguida de blog en blog. Decía ser una persona modesta que cambiaba de blog frecuentemente para no acumular demasiados lectores, pero la verdad es que iba dejando pistas para acabar siendo localizada. Hasta yo la localicé en varias ocasiones, y eso que a mí me lo ponía especialmente difícil porque mediante mis comentarios —ya me conocen ustedes— desnudaba sus ególatras intenciones. Esta engreída se quedó embarazada, y como todas las mujerzuelas embarifolladas se dedicó a escribir entradas sobre su maravillosa experiencia embarazosa (otra retrasada que se cree que es la primera mujer preñada y que está viviendo una experiencia única de la que nadie sabe nada, porque el resto de los humanos hemos nacido de un huevo incubado en un laboratorio). Si ahora hablo así de una tía que en su momento respeté muchísimo, imagínense lo que puedo pensar de todos ustedes.

Pero como les decía al principio, lo mejor de un blog es que cada cual pueda escupir su mierda creyéndose que esa mierda le importa a alguien. Es flipante. Uno vomita su porquería y con suerte se encuentra seis o siete comentarios que le dan o le quitan la razón, y se cree que ha dicho algo que interesa al mundo, sin darse cuenta de que ese mundo se reduce a otros seis o siete infelices que han comentado, más que nada, por dejar su enlace y ser visitados por otros gilipollas.

Verán en esto de los blogs mucha palabrería vacua y mucha cantinela llenita de tecnicismos internetiles, pero si esperan hallar ideas claras, expresadas adecuadamente y alejadas de la mafia considerada políticamente correcta, se sentirán defraudados. Aquí todos hemos de ser de izquierdas (aunque eso de ser de izquierdas o de derechas es hoy una gilipollez tremebunda, ¡pero ustedes sean izquierdistamente ridículos, por el qué dirán!); debemos creernos que soltando nuestras paridas por internet cambiaremos el mundo, ¡porque aquí hay libertad! (mwajajajajaja...); debemos creernos que la mitad de nuestros vecinos son pederastas, y la otra mitad maltratadores, ¡no oses insinuar que hay gente inocente y algunas mujeres culpables, so cabrón!; internet es maravilloso, pero no te atrevas a olvidar que es maravilloso como unas pocas personas han decidido que sea maravilloso, y de ahí no te salgas.

Internet es la migaja reseca que los millonarios y los poderosos nos dejan roer, y hoy por hoy gozamos de unas leyes razonables en cuanto al uso de internet porque esto es demasiado nuevo para ciertas mentalidades, pero ya están empezando a recurrir a manipulaciones falaces y demagógicas, como el engaño de la ubicua pederastia, para imponer limitaciones. Y nos van a joder vivos a todos. Y nos lo merecemos, por idiotas y por conformistas.

Lo mejor de un blog es que yo, un tiñalpa, pueda escribir todo lo dicho y además lo pueda publicar. Al menos de momento.

domingo, 14 de junio de 2009

¿No es para matarla a hostias?


Que un hombre le zurre la badana a una mujer está muy mal. Que un hombre se ventile a una mujer está peor aún. Supongo que estaremos de acuerdo.


Decir que algunas se lo merecen es políticamente incorrecto, y cuando nos enteramos de otro caso de un señor que se ha cargado a la parienta nunca debemos decir "algo habrá hecho" porque podemos ser linchados.

Sin embargo a mí no me pueden linchar por internet, y ser políticamente correcto me la suda como que bastante. Así que ahí voy:

ALGUNAS SE LO MERECEN.

Y qué coño, ustedes y yo sabemos que tengo razón.

(En la noticia hay una errata evidente: donde dice "por los daños y perjuicios causados a su ex compañera" debería decir "por los daños y perjuicios causados por su ex compañera").

viernes, 12 de junio de 2009

Cuatro días y medio de paz


He estado cuatro días y medio de maniobras militares, cuatro días y medio jugando a soldaditos en un lugar cercano a Tarifa, sin internet y ¡sin cobertura telefónica! Cuatro días y medio sin noticias del mundo. Y me lo he pasado bien.


Me fui con un resfriado de mil pares de cojones y con algo de fiebre, pero este menda no sabe lo que es una baja médica después de quince años de servicio y opté por prolongar esa distinción, que es una de esas medallas que algunos militares llevamos colgadas del pecho aunque nunca se manifiesten en forma de colgajo en el uniforme, y aunque nuestros superiores miren para otro lado por temor a quedar como unos mierdas que se dan de baja médica dos veces al año. He vuelto con la nariz despellejada de tanto sonarme, y pasé ratos de asfixia cuando trepaba empinados roquedales con la mochila y el fusil a la espalda mientras tosía y expectoraba verdes viscosidades que fui dejando a mi paso. Y me lo he pasado bien.

He conocido mejor, durante estos cuatro días y medio, a mis subordinados, compañeros de empleo y superiores jerárquicos. Mis superiores jerárquicos, mis compañeros de empleo y mis subordinados también me han conocido a mí un poco más. Y me lo he pasado bien.

Además de las agotadoras pateadas sobre arena de playa y sobre rocas casi verticales, además de las prácticas de sección en ofensiva y defensiva, además de las prácticas de orientación nocturna, hemos tenido el lujo de gozar de la playa del Cañuelo, que es una calita paradisíaca y solitaria donde pudimos bañarnos olvidándonos de que hay un mundo donde la cobertura telefónica y la conexión a internet son importantes. Ahora estoy saludablemente moreno y mi resfriado se reduce a una llevadera obstrucción nasal. Me lo pasé bien.

Eché de menos a mi gato Gusifluky y sé que él me echó de menos a mí. Cuando esta tarde nos encontramos seguimos el ritual que él establece mediante ronroneos, roces y cabezazos cariñosos. Tras despojarme de las dos mochilas (la de marcha y la de combate), Gusi y yo seguimos mostrándonos amor en forma de frotes, cabezazos y olisqueos. Y he seguido pasándolo bien.

Después, urgido por la necesidad de información, me he metido, con el uniforme sudado, en el mesón que hay bajo mi casa (¡Edu, una cerveza!). He comenzado a leer ávidamente el periódico del local... y entonces he dejado de pasármelo bien.

Malditos seáis todos, hijos de puta.

¡Quiero irme de maniobras otra vez donde no haya internet, ni conexión telefónica, ni periódicos! O mejor aún irme a un mundo donde la mierda futbolera no exista y los hijos de mala madre sean solo una pesadilla.


jueves, 4 de junio de 2009

Si les faltan cojones a nuestros compañeros ya los ponemos nosotras


Mola. Hace mucho tiempo, casi cuando los dinosaurios iban con pañales, allá por el año 1992, me hice ilusiones sobre las mujeres militares; luego vino la decepción, y de todo eso hablé en una vieja entrada titulada Mis gloriosas militronchas.


Pues ahora, a la vejez, una noticia me ha presentado a esas mujeres soldados con las que soñé en irrecuperables tiempos de ingenuidad. Les resumo la historia:

Afganistán, mayo de 2009. Se ordena a dos soldados que trasladen un vehículo cargado con material de reconstrucción. Se niegan. Que si explosivos activados a distancia, que si patatín y que si patatán. En resumen: mieditis aguda. Y entonces dos mujeres se ofrecen voluntarias para llevar a cabo la misión.

De ser rigurosa la noticia —sobre la que tengo mis reservas— me aferro a los detalles mencionados sin entrar en otras consideraciones, y en virtud de esos datos permítanme gritar muy fuerte:

¡Olé ese par de coños responsables y valientes! ¡Que cunda el ejemplo!

(En la Osera también tuvieron algo que decir, por cierto).