Me llamo Linda Sánchez García. Tengo nombre de perrita caniche y apellidos vulgares, y quizá alguna de las personas que lea esto también se apellide Sánchez García. No sería una coincidencia como para sorprenderse, la verdad.
Mis aficiones son las normales de cualquier chica: leer, escuchar música, ir al cine, la jardinería, y asistir a velatorios y a entierros.
Hoy he cumplido veinticinco años, y acaba de morir mi cuarto novio. No crean que estoy triste, no. La gente intenta consolarme, porque la gente es tonta. Nadie se fija en los detalles.
Algunos dicen que estoy gafada, que se muere todo aquel hombre al que me acerco. La gente es tonta; confunde las causas con las consecuencias. Si los novios se me mueren es porque los busco enfermitos. Terminales, a ser posible.
Ya, ya me imagino lo que están pensando. Creen ustedes que soy una de esas lagartas que se entregan a viejos moribundos por la herencia y todo eso. Se equivocan. Yo soy lo que soy, pero no una zorra. Además aún soy doncella, que lo sepan.
Tengo fama de ser guapa y educada. Mi figura extremadamente delgada -las amigas me preguntan cómo lo hago, pero es un secreto- y mi lividez atraen a muchos hombres, varones fuertes y sanos que me pretenden en vano. A mí me gusta acercarme a los otros; los debiluchos con graves enfermedades, sin importarme su edad ni su dinero. Yo los quiero a ellos, no a sus posesiones. Quiero sus cuerpos.
Quiero su carne.
Nota del cabeza de chorlito: Escribir esto ha sido casi un plagio de la letra de
Carne para Linda, de
Loquillo y Trogloditas. Yo bien poco he aportado. Es algo que tenía pendiente desde hace mucho porque me encanta esta canción, y porque lo que en ella se cuenta se parece mucho -no sé si estarán de acuerdo- a alguno de mis cuentos leonidianos. Ahí va la letra:
Linda tiene un secreto para conservar su línea.
Sus amigos se preguntan por la clase de alimento.
Linda sonríe coqueta y se guarda su secreto,
pues su fuente de energía es la carne de los muertos.
No necesita más.
Y sus padres preocupados, esta chica que no come.
Y ella sigue perpetrando sus nocturnas excursiones.
Todo el mundo ya se extraña de las desapariciones
en todos los cementerios, de cercanas poblaciones.
No necesita más.
En las cenas familiares nunca prueba ni un bocado,
ocupada en enterarse del entierro más cercano.
En los banquetes de Pascua permanece indiferente,
pensativa en un difunto que poderle hincar el diente.
En los "partys" siempre baila con el muchacho más pálido,
y coqueta le pregunta por si padece de algo.
No se pierde ni un entierro y discreta se relame,
una chica educada comentan sus familiares.
No necesita más.
Letra de
Sabino Méndez, de quien por cierto me acabo de enterar que es el autor de la
canción (desconocida hasta ahora para mí) del partido político
UPD, casualmente el que voté en las últimas elecciones generales, y también de
La mataré, una de las canciones que más me han conmovido en mi puta vida. Grande, el Sabino.