Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

domingo, 30 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (XIV y se acabó)

(Viene de aquí).

Leónidas hizo un rápido movimiento y de repente vi que sujetaba a Gusifluky sobre sus rodillas con una mano mientras con la otra mano le aplicaba el cañón de la pistola contra el cráneo.

Continúa la transcripción.

Leónidas Kowalski de Arimatea: Siempre fuiste un sentimental, nenaza. Me pregunto cómo reaccionarás antes este dilema: ¿prefieres que le vuele la cabeza al puto gato o me darás la contraseña del blog para que pueda seguir creando a desgraciados personajes?

Dudé apenas un par de segundos, los que necesité para que la mirada ingenua y sorprendida del pequeño Gusi me convenciera. Lenta, furiosamente, deletreé la contraseña. A continuación Leónidas hizo los cambios pertinentes en la configuración de DCC para arrogarse todos los privilegios de administrador, concediéndome tan solo autorización para publicar entradas. En ningún momento soltó la pistola, pero dejó libre a Gusifluky, quien confiadamente permaneció sobre los muslos de aquel que lo había amenazado de muerte segundos antes.

Continúa la transcripción:

Leónidas Kowalski de Arimatea: Ahora vuelvo a tener el control. No puedes, estimado Soldadito, eliminar DCC ni hacer nada en este blog como no sea publicar tus mierdas. Sigue divirtiéndote mientras yo me voy a... bueno, adonde sea, porque Gavá ya la tengo muy vista, y además esos catalufos me echaron de la Coral Sellarés porque me salían gallos, según ellos, pero yo sé que me excluyen porque soy charnego.

Soldadito de Plomo: Vayas donde vayas será demasiado cerca de mí y del pequeño Gusifluky.

Entonces Leónidas dio un amoroso beso en el hocico de Gusifluky, se incorporó alejándose del estudio sin dejar de encañonarme con la pistola, abrió la puerta que daba salida a la calle y tras cruzar el umbral...

Continúa la transcripción.

Leónidas Kowalski de Arimatea: Sabes que volveré, ¿verdad? Me voy porque tengo asuntos pendientes allá donde nuestro blog no puede llegar, pero cuando acabe con eso volveré. Entiéndelo, Soldadito.

No respondí pero lo miré fríamente mientras cerraba la puerta con delicadeza a sus espaldas. Cuando se hubo marchado respiré muy hondo.

Continúa la transcripción.

Gusifluky de Kowalski y Sanabria: El numerito de amenazarme con la pistola lo ensayamos hace un rato mientras dormías. Era puro teatro; papi nunca me haría daño. A veces, Soldadito de Plomo, pareces un pelín gilipollas.

Y aquí estoy ahora, un 30 de mayo, mirando con desconfianza a Gusifluky, que a su vez me mira con esa sonrisa enigmática suya, como advirtiéndome que él es dueño de arcanos que yo no puedo imaginar. Mientras tanto espero que Leónidas aparezca en cualquier momento, quién sabe con qué intenciones.


miércoles, 26 de mayo de 2010

Se cumplen siete años...


...de esto:





Y alguno se sigue fumando un puro:




Fedrico Trillo Figueroa I el Imperturbable

En fin, mañana será otro día. Quizá entonces me dé por pensar en el inminente Mundial de Fútbol, que es lo que de verdad importa. Con un poco de suerte a lo mejor hasta gana España, y así podamos olvidar que somos un país de corruptos, de sinvergüenzas, de mangantes, y sobre todo de hijos de la grandísima puta.


La oveja lasciva holandesa y el necrozoofílico de Wisconsin


Leer las noticias del día (de todos los días) suele ponerme de malas pulgas, pero en ocasiones se descubren joyitas como la que sigue:


"La ley no está tan clara en otros países. En Holanda, por ejemplo, no se pudo condenar a un hombre por forzar a una oveja porque según el juez el animal no podía confirmar si había sufrido estrés emocional ni si había sido o no sexo consentido. En Wisconsin (EEUU), un jovenzuelo fue absuelto al argumentar su abogado que el ciervo al que había sodomizado estaba muerto- y por tanto ya no era un animal sino un animal muerto". (Noticia completa).

martes, 25 de mayo de 2010

Hoy recordé algo triste, pero...


Ha sido uno de esos ratos de desprecio hacia el mundo en los que me da por reabrir heridas. He recordado a Sergio, que hace unos pocos años se estaba muriendo y en su desesperación, entre los estragos de la quimioterapia y el desahucio de la leucemia, se entregó a los charlatanes del bálsamo de Fierabrás y a los estafadores oportunistas e hijos de puta que estuvieron encantados de desplumar a su familia con falsos tratamientos mientras Sergio se moría, al precio de 400 € cada sesión de "terapia magnética".

Hoy yo quería hablarles de Sergio, e iba a publicar aquí el borrador de una entrada inconclusa que empecé a escribir para él cuando aún estaba vivo. Hoy yo quería publicar eso que no terminé de contarle y expresar mi rabia escribiendo palabras llenas de ponzoña y desahogarme así, porque aunque el ánimo me pide salir a la calle y buscar pelea -"hoy el cuerpo me pide comisaría", como le oí a decir a alguien-, creo que la violencia hay que saber contenerla, entre otras cosas porque la mayoría de las veces es inútil o contraproducente.

Así que estaba aquí, frente al teclado, ordenando ideas para escupir una buena dosis de bilis y echando un vistazo al blog de Sergio, que sigue en la Red aunque su autor ya no exista. Y entonces he redescubierto algo que ya tenía en el olvido. Y he decidido que lo de Sergio lo dejo para otro momento, cuando mi ánimo esté más templado; ahora hablaré de la diminuta María (que fue precisamente quien me notificó la muerte de Sergio).

María y yo no nos conocemos en persona, pero cuando charlamos por teléfono nos lo pasamos en grande (aquí un ejemplo, ya me da igual identificarla). María es una chica encantadora, casi siempre está de buen humor y tiene una fuerte risa contagiosa, tanto que me esfuerzo por hacerla reír con cualquier payasada, porque sé que cuando ella empieza a reírse poco después comenzaré a hacerlo yo; pero también es caricaturescamente pija, necesitada de atención e hipocondríaca. De eso me serví para hacer una broma: de su pijerío, de su sed de atención y de su hipocondría. Fue divertido y me van a permitir que lo cuente dejando el recuerdo de Sergio aparcado por ahora.

La broma consistió en pegar el siguiente comentario en unos cien blogs durante la Navidad de hace unos años:

"CAMPAÑA NAVIDEÑA PRO-FELICITACIÓN DE LA MARI.

Me llamo Leónidas Kowalski, y quiero robarte unos segundos en estas fechas tan entrañables para hablarte de una niña chiquitilla y diminuta que está muy enferma de... bueno, de lo suyo.

Es posible que no le queden más de setenta años de vida. Se llama María y su sueño hasta ahora era ser jueza. Pero hoy, al entrar a su blog vio que casi nadie le había felicitado la Navidad y se ha puesto muy triste. Ahora ya no quiere ser jueza, ahora su sueño es que un millón de personas le feliciten la Navidad.

Yo te pido humildemente que dediques unos segundos de tu vida a entrar en su blog y dejarle un comentario de felicitación navideña. Ya sé que estoy pidiendo mucho y que en estas fechas todos estamos muy atareados con las compras, los viajes y las reuniones familiares, pero piensa que la diminuta María no va a disfrutar de nada de eso porque es una niña triste que piensa que no tiene amigos y que nadie la quiere.

No te cuesta casi nada, sólo unos segundos, hacer sonreír a esa niña triste.


La campaña pro-felicitación de la Mari fue un éxito y horas después había tres decenas de comentarios de desconocidos felicitándole la Navidad y deseándole que se repusiera de... bueno, de lo suyo. Joder, cómo me reí cuando me llamó para pedirme explicaciones, y cómo se rió ella también, y cómo nos reímos los dos al repasar los comentarios que le habían dejado.

Hoy, en definitiva, estaba dispuesto a hablarles de Sergio, pero creo que esto ha sido mejor. Me perdonarán el sabor agridulce de la entrada.

domingo, 23 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (XIII)

(Viene de aquí).

Soldadito de Plomo: Ya lo veremos. Ahora me marcharé. Perdona que te deje la casa tan desordenada, aunque no lo está mucho más que cuando tú... hiciste la bufonada de simular tu muerte. A Gusifluky te lo dejo bien, eso sí. Tuvo lombrices pero creo que ya está curado, y en el botiquín encontrarás tratamiento antipulgas para un año, con la fecha de la última dosis aplicada escrita en el envase. Que te vaya bien, Leónidas.

Leónidas Kowalski de Arimatea (sonriendo condescendiente): No tan rápido, Soldadito. Mucha prisa tienes por marcharte. ¿No se te olvida algo?

SdP: Me han dicho que tus intenciones hacia mí no son muy amistosas, y además te veo con esa cosa de goma en la muñeca y, la verdad, no sé qué pensar. Entiende que esté impaciente por alejarme de ti. No volveremos a vernos, Leo.

LKdA (entre histéricas carcajadas): JUAS JUAS JUAS... Pero qué graciosamente dramático te pones, hombre, JUAS JUAS JUAS...

SdP: ¡Adiós, Leónidas!

LKdA: ¡Quieto ahí! Aún no me has entregado lo que más me interesa. Vamos, suelta la contraseña del blog.

SdP: Ni lo sueñes. No permitiré que sigas haciendo daño a Misó y a los demás. Digamos que privarte de DCC ha sido la compensación que me cobro por las molestias sufridas.

En ese momento Leónidas metió una mano bajo su mugriento jersey y sacó una pistola con la que me encañonó. Reconocí de inmediato el arma como la reglamentaria de la ex capitán Bragas Blindadas, y negras y agoreras ideas me porculizaron .

Continúa la transcripción.

SdP: ¿Qué le has hecho a Susana, demonio?

LKdA: Tranquilo, amigo mío, tranquilo. Te dije que los vi salir de aquí, de mi casa, ¿recuerdas? Pues bien, tu amiga Susi se deshizo de la pistola en un contenedor de basuras. Casualidades de la vida yo estaba oculto en ese contenedor. Casi fue como si me entregara la pistola en mano, mwajajaja. Pero no sufras, chaval, que dejé que se largaran sin apercibirse de mi inmediata presencia; mi prioridad eras tú. Y ahora, por favor, la contraseña de ese bendito blog que tenemos a medias. O me la das, o yo te doy unos cuantos gramos de plomo enfundados en latón y volando a velocidad supersónica. Tú eliges, querido amigo.

SdP: No serás capaz, Leo.

LKdA (apuntándome al pecho): Tres... Dos...

SdP: ¡Dispara! ¡Dispara ya, asesino de mierda! Habrás acabado con una vida, sí, con una vida gris, ¡pero moriré a gusto sabiendo que he hecho felices a esos personajes tuyos! ¡Venga, tío mierda, dispara ya!

LKdA (parodiando asombro): Oh, vaya, el Soldadito de Plomo resulta ser un idealista dispuesto a palmarla por la felicidad de unos seres prácticamente desconocidos para él. Me impresionas, Soldadito, me impresionas mucho. Me tienes tan sobrecogido que estoy a punto de cagarme de la emoción. Mira, colega, a ver si te das cuenta de que tú y tus buenas intenciones no vais a arreglar el mundo. ¿Qué me dices del que se masturbaba imaginando que copulaba con una anciana mientras le aplastaba la cabeza o del psicópata Serpiente, entre otros que ahora no recuerdo? Que ellos te sirvan como muestra de tu incapacidad; hagas lo que hagas siempre quedará algo pendiente.

SdP: No aspiro a arreglar el mundo, escoria. A mí me basta con no hacer más daño.

LKdA: Qué bonito. Aplaudiría si no fuera porque tengo una mano sosteniendo esta pistola con la que voy a pegarte siete tiros. O más.

SdP: Dispara ya y déjate de cháchara. No habrá mucha gente que me eche de menos cuando me mates, pero te advierto que Misó, Susana, Alfredo, Marcelo, el amigo de Marcelo, Buen Padre, el psicópata verborreico y el hermano de Alejandra te buscarán para vengar mi muerte.

LKdA: Desgraciado, amargado e infeliz iluso, ¿acaso crees que ellos se acuerdan de ti en este momento? Ya obtuvieron lo que querían. Te han utilizado y ahora, sin recordar tu nombre, están gozando de esa insípida existencia rosa que les has otorgado. Ay, tonto, los has hecho humanos y por lo tanto desagradecidos.

SdP: ¡Mientes, bellaco! Y aun si tuvieras razón eso no cambiaría mi intención de morir por ellos, por esa felicidad que yo no puedo alcanzar. Tú no puedes comprenderlo, Leónidas.

LKdA: Explícamelo. A lo mejor puedo comprenderte a pesar de la pulserita Power Balance que me identifica como idiota integral.

SdP: Mi vida no merece la pena, Leo. Vivo sin familia, sin rumbo y sin objeto; vivo consumiendo oxígeno y otros recursos y a cambio solamente produzco estiércol. Tengo todo lo que razonablemente se puede tener y no soy ni seré feliz. La gente como yo es defectuosa. Algo nos pasa muy adentro que nos impide ser felices. Si muero el mundo ni gana ni pierde, pero si muero por haber hecho felices a otros el mundo gana. ¿Puedes captar la idea, Leo?

LKdA (sin dejar de encañonarme): Mmm... Creo que te entiendo. Qué buen rollito. Es algo así como... como ser una hormiga soldado o una abeja obrera; como si formaras parte de un único organismo formado por muchos individuos y estuvieras dispuesto a sacrificarte por el bien del organismo plurindividual. Me recuerdas un poco a la chorrada Gaia y contradices las ideas de nuestro admirado Dawkins en El gen egoísta, ¿no crees?

SdP: ¡No, joder, nada de eso! Sabía que no lo entenderías. Adelante, dispara, que no voy a meterme en discusiones científico-filosóficas mientras soy encañonado. Dispara y déjame morir en paz.

LKdA: Créeme si te digo que me muero de ganas por matarte, pero eso me dejaría sin la contraseña de DCC, y yo tengo una idea mejor.

(CONTINUARÁ, MALDITA SEA)

domingo, 16 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (XII)

(Viene de aquí).

Soldadito de Plomo: ¡Hostia puta! Leo... era verdad, estás vivo. ¡Y llevas una timopulsera!

Leónidas Kowalski de Arimatea (volviéndose hacia mí con una sonrisa diabólica): ¿No te alegras de ver a un amigo? Por tu cara se diría que has visto un fantasma. Mwajajaja... ¡MWAJAJAJA...!

SdP: Le... Leónidas... yo... yo te vi morir.

LKdA: ¡Sí, por un fallo multiorgásmico! ¡Mwajajaja! ¡Hay que ser capullo para creerse eso!

SdP: ¿Por qué simulaste tu muerte? No lo entiendo, Leo, viejo amigo.

LKdA: Hay cosas que tú no entenderás nunca. Digamos que necesitaba unas vacaciones, así que me marché a un lugar donde estaba seguro de que nadie me conocería: Gavá, en el bajo Llobregat. Me compré un esmoquin y viví de incógnito durante meses cantando feliz con una manada de seres humanos. Buena gente, esos catalufos. Pero tú no puedes entenderlo porque eres un pelín gilipollas, que lo sepas.

SdP: No, si eso de ser un pelín gilipollas ya me lo han dicho, ya.

LKdA: Hasta que un día la nostalgia pudo conmigo y entré a un cibercafé para recordar viejos tiempos, ¡y entonces vi lo que estabas haciendo con MI BLOG! Acto seguido, con el entendimiento nublado por la ira, compré una Power Balance y juré vengarme. ¿Qué diablos estás haciendo con DCC? ¿En qué mierda has convertido mi blog? ¿Qué fue de esas entradas incendiarias en las que se ponía a parir a las zorras?

SdP: No sé, Leo, yo intento imitarte; seguir tu obra, pero no me sale.

LKdA: ¿Imitarme, tú a mí? Mwajajaja, qué atrevido y qué iluso. Mira lo que has hecho. Antes DCC era divertido y de vez en cuando alguna fémina encabronada escupía un gracioso comentario, ¿no te acuerdas, Soldadito?

SdP: Sí, nos reíamos mucho, eso es cierto.

LKdA (señalando el monitor, que en ese momento mostraba el blog Diario de un Cabeza de Chorlito): Por tu culpa ahora DCC apesta. Solamente tienes dos lectores: ese par de tíos raros que parece que viven aquí, el tal Rocket y el tal Cachalote. ¿Qué coño le pasa a esos dos? ¿No tienen vida o qué? Maldita sea, diles que no es necesario que opinen cada vez que tú rebuznas. ¿Los tienes a sueldo o qué puñetas pasa con esos dos?

SdP: Eh, tío, no te metas con mis comentaristas. Además, Cachalote es nuevo, sí, pero a Rocket lo he heredado de ti.

LKdA: ¡No me jodas, Soldadito! Esos dos quieren percutirte el orto, está clarísimo.

SdP: Estás enfermo, Leo. De verdad que tú no estás bien.

LKdA: ¿Y qué has hecho con mis creaciones? ¿En qué clase de moñas has convertido a Misó, a Bragas Blindadas y a los otros? Los he visto salir de esta casa -¡de mi casa!- hace un rato y parecían... Joder, hasta me da asco decir lo que parecían.

SdP: Dilo, Leónidas, ¿qué parecían?

LKdA (sonrojándose y bajando la mirada, hablando quedamente para el suelo): Parecían... ¡Parecían felices! ¡PUAJ!

SdP
: Mi conciencia me impide seguir un juego en el que no hay ganadores. Esas personas merecían una vida mejor, y yo se la he dado.

LKdA (mirándome de nuevo, vomitando rabia): ¡No tenías derecho a hacer eso, traidor! ¡Eran mis hijos! ¡Yo creé a esos monstruos! ¡Sus vidas atormentadas y destructivas me pertenecían! ¿Cómo te has atrevido a deshacer mi obra?

SdP: He arreglado lo que hiciste mal; deberías darme las gracias.

LKdA: Yo los saqué de la nada y los hice interesantes. Odiosos y despreciables, pero interesantes. Tú, en cambio, los has convertido en seres anodinos. Acabarán aborreciéndote por haberlos privado de su emocionante vida. Qué gran cagada, Soldadito, ¡qué gran cagada!

(CONTINUARÁ)

sábado, 15 de mayo de 2010

Entrevista al general John Sheehan



Soldadito de Plomo: Gracias por dedicarme un poco de su tiempo, general.

General John Sheehan: No es nada, hijo, no es nada. ¿Para qué diario me dijiste que es la entrevista?

SdP: Para el Diario de un Cabeza de Chorlito. No creo que lo conozca; es un blog español.

GJS: Ah, español. ¿Español de dónde exactamente: de Guatemala, de Colombia, de México...? ¿No serás cubano, hijo?

SdP: Emm... pues no. Soy español de la España de Europa.

GJS: ¿Europa? ¿Europa no es ese continente donde viven los maricones de los holandeses?

SdP: Precisamente de eso quería hablar con usted, general. Sus declaraciones ante el Senado de los Estados Unidos culpando a los cascos azules holandeses de la matanza de Srebrenica no han sentado nada bien en Holanda.

GJS: Mira, hijo, estoy harto de ese asunto. Mis palabras se sacaron de contexto. Esos maricones han descontextualizado mis declaraciones, eso es lo que pasa. Los maricones son así, hijo, no puedes fiarte de ellos.

SdP: General, ¿podría guardar la pistola en un cajón? Me incomoda verla sobre el escritorio mientras hablamos.

GJS: ¡Ja ja ja! Claro, hijo, guardaré la .45 si tienes miedo. Es que, ¿sabes, hijo?, a los machotes nos gustan las pistolitas, je je, pero la guardo si tanto te asusta. Tú no serás marica, ¿verdad, hijo?

SdP: No, no lo soy, pero si no le importa sigamos con el asunto de los cascos azules holandeses. Decía usted que sus palabras fueron malinterpretadas.

GJS: Sí, ha sido un desafortunado malentendido por parte de esos libertinos maricones. Yo no creo que la culpa de la matanza de Srebrenica fuera culpa de los cascos rosas de Holanda; fue de los serbios, sin duda. Lo que yo digo es que los soldados holandeses podrían haber evitado esa masacre si no fueran tan maricones.

SdP: Sin embargo, según afirman los científicos que entienden de esto el valor no tiene nada que ver con las inclinaciones sexuales.

GJS: Tú lo has dicho: "los científicos que entienden". ¿Lo ves, hijo? ¡Los científicos también son unos maricones!

SdP: Perdone, general, pero creo que ahora es usted quien está tergiversando mis palabras.

GJS: Mira, hijo, somos dos hombres, ¿de acuerdo? ¡Hombres de verdad! Yo creo que nos podemos dejar de dialécticas afeminadas y hablar claro, como dos machos, ¡con dos cojones!

SdP: Sí, claro. Hable, general.

GJS: Una cosa está clara, hijo: en los ejércitos no puede haber homosexuales.

SdP: ¿Por qué no, general?

GJS: No es su sitio. Ellos no pueden matar a otros hombres porque los aman, y además son miedosos. ¿Ves estas medallas, hijo?

SdP: Sí, tiene usted muchas.

GJS: ¿Cómo crees que las he ganado, hijo? Las gané combatiendo como un machote, y no chupándole la polla al enemigo. ¿Comprendes, hijo?

SdP: Mmm... pues la verdad es que no.

GJS: Mira, hijo, esto es muy sencillo. Si los ejércitos se llenan de maricones no sirven para nada, porque los maricones están más interesados en metérsela al compañero que en matar al enemigo. Está muy claro.

SdP: Pero lo mismo podemos decir de los heterosexuales: ellos estarán más interesados en acostarse con mujeres que en matar a nadie, ¿no cree?

GJS: ¡Pero no es lo mismo, maldita sea!

SdP: ¿Por qué no, general?

GJS: Pues por una razón muy sencilla e incontestable: la Biblia exige la unión entre un hombre y una mujer, y no hay más que hablar.

SdP: General, con el debido respeto, la Biblia dice tantas tonterías y está tan llena de contradicciones que es ridículo tenerla como una guía de conducta.

GJS: Oye, hijo, ¿estás seguro de que no eres un comunista maricón?

SdP: No soy ni lo uno ni lo otro, general.

GJS: ¿Has formado una familia, hijo?

SdP: No, pero cualquiera diría que me ha surgido un padre extra. Además de eso tengo un gato, ¿eso cuenta como familia?

GJS: ¿Un gato? ¡Los machotes tienen perros grandes y agresivos! Ya sabía yo que eres un puto marica.

SdP: Por favor, general, le recuerdo que el entrevistado es usted. Volvamos al tema de los homosexuales en los ejércitos. No entiendo qué problema tiene con eso.

GJS: No lo digo yo, hijo. Es Ley de vida. Hace mucho tiempo, unos seis o siete mil años, los hombres teníamos que pelear con los dinosaurios para sobrevivir, y los dinosaurios no sabían nada de mariconadas. En aquellos tiempos o eras un machote o te zampaba un tiranosaurio.

SdP: General, me parece que anda usted algo despistado. Los homínidos aparecieron muuucho después de la extinción de los dinosaurios.

GJS: Sí, hijo, debo admitir que quizá tengas razón, porque la Biblia no dice nada de dinosaurios. Es un dilema que tengo yo con eso...

SdP: Es que la Biblia es un libro fantástico que no tiene nada que ver con la realidad.

GJS: ¡De eso nada! La Biblia, al margen de consideraciones religiosas, es un libro de Historia. Lo sabe todo el mundo.

SdP: No, general. Todo historiador serio le dirá que la Biblia es cualquier cosa menos un libro de Historia.

GJS: Lo que no admite discusión es que las guerras se pierden por culpa de los maricones, hijo.

SdP: Bueno, general, usted sirvió en Vietnam, ¿no es así?

GJS: Sí, sí, ¿y qué?

SdP: Pues que el ejército estadounidense salió de allí con el rabo entre las piernas. ¿Qué me dice de eso? ¿Las Fuerzas Armadas estadounidenses estaban repletas de homosexuales entonces?

GJS: ¡Aquello fue otra historia, cerdo manipulador!

SdP: Cuénteme, general.

GJS: Naturalmente que no había maricones, hijo, ¡yo estaba allí! Aquello fue otra cosa, otro problema. Lo que pasó en Vietnam es que había muchos negros en nuestras filas, y todo el mundo sabe que los negros son idiotas y cobardes.

SdP: Gracias, general. He tenido suficiente. Doy por concluida la entrevista.

GJS: Hijo, no te vayas así. ¿Quieres tocarme, muchacho? No pongas esa cara, hijo. Tanto en la jungla vietnamita como en el desierto iraquí era muy normal tocarnos entre machos. Vamos, hombre, toca aquí y no te sientas un marica, que esto es cosa de machos. Las mujeres son seres inferiores que no podrán comprender el valor de una polla bien dura. Vamos, hijo, toca, toca esto...

EL CABREO QUE HA MOTIVADO ESTA ENTRADA TIENE SU ORIGEN AQUÍ.

jueves, 13 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (XI)

(Viene de aquí).

Cuando propuse a mis singulares huéspedes esa vida futura que acabo de relatar se mostraron conformes, si bien con pequeñas reservas (algunos aprovecharon la coyuntura para pedir caprichos como ser más altos, más guapos, más ricos o cosas por el estilo, pero me negué en redondo argumentando eso tan viejo y tan sabio de que la avaricia rompe el saco). Después, con no demasiado tacto, los invité a marcharse.

Continúa la transcripción.

Soldadito de Plomo: Ya está. Cuando esto se publique en DCC tendréis vuestra nueva vida, y espero que la aprovechéis para ser felices y para hacer el bien allá donde podáis, aunque me daré por satisfecho si dejáis de hacer el mal. ¡Y ahora largo de aquí!

Misó Gino (tras cuchichear con los otros personajes tan inaudiblemente que los micrófonos no captaron nada): Soldadito de Plomo, le doy las gracias en nombre de todos por lo que ha hecho por nosotros y le expreso mi admiración por su valor. Sin embargo creemos que deberíamos quedarnos, señor de Plomo; Leónidas puede aparecer en cualquier momento y usted necesitará ayuda.

Buen Padre: Así es. Montaremos guardia por si asoma ese bribón.

Soldadito de Plomo: Ni hablar. Fuera de aquí todos, que ya me cuidaré yo del viejo Leo.

Alfredo: Qué cabezota es este hombre. Permita que le diga que a veces parece usted un pelín gilipollas.

Soldadito de Plomo: Vaya, últimamente me han dicho eso mismo unas cuantas veces.

Susana Bragas Blindadas: ¡Y con razón! Tome, quédese mi pistola; yo ya no la necesitaré en Albacete mientras practico la danza clásica, y usted podrá sacarle partido cuando llegue ese maldito cabeza de chorlito.

Soldadito de Plomo: Gracias, doña Susana, pero soy de los que prefieren las palabras a los tiros, y con Gusifluky en casa no me parece prudente tener un arma.

Poco a poco, entre protestas y palabras de agradecimiento, fue saliendo de mi casa el conciliábulo de personajes ex leonidianos y ahora soldadoplumbianos. Eran las seis de la mañana del 23 de abril -me parece casi milagroso que hoy, 13 de mayo, pueda seguir escribiendo esto sin que...- cuando me fui a la cama con la satisfacción del deber cumplido, con el ánimo sosegado, con la conciencia tranquila y con la chorra tiesa.

Dos horas después me despertaba el pequeño Gusifluky mordisqueando una de mis orejas. Salí de la cama hecho un zombi para ponerle comida al gato y derramé pienso en un radio de medio metro alrededor del comedero. Gusi no hacía caso de la comida y se frotaba inquieto contra mis piernas. Por momentos daba rápidos y cortos pasitos hacia el estudio, pero enseguida volvía de nuevo hasta mí, me miraba y se frotaba otra vez.

Comprendí que Gusifluky quería que lo siguiera, y eso hice en mala hora.

Al pasar bajo el dintel de la puerta que da acceso al estudio me detuve. Me detuve en seco como casi se me detuvo el corazón. Leónidas Kowalski de Arimatea estaba ahí, sentado frente al ordenador y dándome la espalda. Debió de oírme, o quizá me vio reflejado en el monitor.

Continúa la transcripción.

Leónidas Kowalski de Arimatea (sin girarse hacia mí y hablando con voz neutra) : Buenos días, Soldadito. ¿Esperabas que yo llamara -din don- como han hecho todos esos capullos? ¿No se te ocurrió pensar que conservaría un juego de llaves de mi casa?

(CONTINUARÁ. ESTAMOS A PUNTO DE ACABAR)

martes, 11 de mayo de 2010

Sexo interplanetario y escépticos negacionistas


Me van ustedes a permitir, amabilísimos lectores, que una vez más interrumpa el relato de La visita del asiático que quería ser albaceteño para darles una nueva que cambiará sus vidas para siempre. Debo advertirles que antes de seguir con la lectura de tan trascendental noticia se planteen si de veras quieren ver cambiada su concepción del mundo. Tengan en cuenta que después de saber lo que voy a revelar ya nada será lo mismo. Allá ustedes.

Yo antes era escéptico en esos asuntos esotéricos y misteriosos como los OVNIS, los fantasmas, las pseudociencias, los políticos honestos o las mujeres decentes. Pero ya no, amigos míos, ya no. Ahora estoy dispuesto a creer en... ¡en lo que sea, vaya! Si me apuran puedo incluso creer en las religiones, en todas a la vez.

En mi anterior vida escéptica -¡cuánto me avergüenzo ahora de ella!- solía leer con interés el blog Magonia, entre cuyos artículos se encuentra uno totalmente errado donde el autor, Luis Alfonso Gámez, se burla de la posibilidad del sexo interplanetario. Es lo que tiene la ignorancia, que hace osado al que debería ser humilde. Yo en cambio, más consciente de mi ignorancia y sin petulancia alguna, acepto las pruebas que recientemente han llegado a mi poder y me replanteo todas mis anteriores convicciones escépticas.

Hoy, queridos amigos de mente abierta y queridas amigas de piernas abiertas, en aras del conocimiento y aun a riesgo de mi propia vida, voy a enlazar aquí las pruebas innegables de las que he hablado. Se trata de dos vídeos que he sustraido de la SCGMS (Sede Central del Gobierno Mundial en la Sombra), y advierto que no son imágenes aptas para menores de edad ni para adultos afectados de escogorcia congénita. (Hagan clic sobre la imagen para acceder a la web donde está alojado el vídeo).

Vídeo 1. Un indígena del planeta Trípodex viola a una víctima terrícola que se defiende con todas sus fuerzas, la pobretica.




Vídeo 2. Una tritetiana fornica desvergonzadamente con un terrícola que desearía tener tres manos.



¡Ja! ¿Qué dices ahora, Luis Alfonso? ¡Reconoce tu error y apostata de tu escepticismo! ¡Ríndete ante la evidencia!

Y una última cosita: tras haber publicado esto dispararé sin preguntar contra cualquier hombre vestido de negro que se me acerque a menos de veinte metros.

Y otra última cosita (para que no se enoje Bibi): también dispararé sin preguntar contra cualquier mujer vestida de negro que se me acerque a menos de veinte metros, así se trate de una ancianita de pueblo viuda o de una adolescente emo.

lunes, 10 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (X)

(Viene de aquí).

Nadie prestó demasiada atención al exabrupto de Alfredo. Además, entre fantasmas no se iban a pisar las sábanas. No obstante me apresuré a tomar la palabra por si las moscas.

Continúa la transcripción.

Soldadito de Plomo: Está bien, Alfredo, siéntese por ahí... ¡no, hombre, no se siente sobre otro invitado! Debe de haber algún sitio libre. ¡No, ahí tampoco! Si no le importa lo quiero ver lejos de la pequeña Alejandra, por seguridad nada más. Eso es, ahí sentadito en el suelo de ese rincón está muy bien, y si no le gusta haber llegado antes. Ahora díganme qué quieren de mí, y háganlo sin preámbulos que son casi las cinco de la mañana.

Susana Bragas Blindadas: Como soy la única mujer y no dudo de la caballerosidad de los presentes seré yo quien explique lo que pretendemos de usted, señor de Plomo.

Susana habló durante un largo rato. A veces se detenía para mirar a los demás, que indefectiblemente la animaban a seguir con sonrisas y gestos de asentimiento. Resumiendo, lo que todos estos seres me pedían es que los reescribiera dando un giro radical a sus existencias, modificando así la depravada naturaleza con la que Leónidas Kowalski de Arimatea los dotó. Yo estuve de acuerdo -¡cómo no estarlo!-, y por eso mismo, antes de que sea demasiado tarde, déjenme contarles que:

Marcelo y su amigo han salido del armario y ya no desean hacer daño a mujer alguna. Simplemente se aman mutuamente. Siguen siendo felices y jóvenes.

Buen Padre ha roto las relaciones con sus viejos amigotes veteranos de guerra. Su hija y su esposa han olvidado milagrosamente todo lo pasado. Hoy son una familia modelo. También son asombrosamente felices, e incluso han adoptado un nuevo perro al que han llamado Rufo II.

Alfredo se deshizo de la colección de frascos, y actualmente es miembro activo de varias asociaciones que luchan contra el maltrato infantil en cualquiera de sus formas.

El Psicópata Verborreico es hoy un amantísimo esposo y un padre solícito. No ha vuelto a irse de putas ni lo hará nunca. Desde luego tampoco quiere matar a ninguna ramera. Y para colmo se expresa usando los signos de puntuación con tal exactitud que ya la quisiera yo para mí.

El hermano de Alejandra
ha olvidado lo que hizo y no tiene la menor intención de repetirlo. El cerebro de su hermana se ha visto inexplicablemente modificado, de tal manera que ahora no recuerda nada de
aquello y además ha empezado a interpretar los sonidos. Alejandra ha empezado a hablar. Sus primeras palabras fueron "tengo miedo". "Ali, cariño, nadie te hará daño mientras yo cuide de ti", fue la sincera respuesta de su hermano.

Misó Gino se ha convertido en un hombre que adora a las mujeres. Hoy en día se llama Amador de Mujer, tiene nacionalidad española y vive en Albacete con Susana, su segunda esposa.

Susana Bragas Blindadas abandonó la Guardia Civil y actualmente es una excelente bailarina de ballet clásico tal como deseaba cuando habitaba en el mundo de las cosas que no existen. Ahora comparte su vida con un tal Amador, vive en Albacete y espera su primer hijo.

(CONTINUARÁ. YA CASI HEMOS ACABADO)

sábado, 8 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (IX)

(Viene de aquí).

Cuando volví al salón tras haber vomitado me encontré al cónclave de personajes leonidianos sumidos en lóbrego mutismo y sin mirarse entre ellos, salvo Susana y Misó, que se habían sentado juntos y aprovechaban para hacer manitas.

Continúa la transcripción.

Soldadito de Plomo: Me serviré de este silencio para atraer la atención de los aquí reunidos en esta memorable madrugada. Confío en que durante mi breve indisposición se hayan presentado entre ustedes; si no fue así tampoco tiene mucha importancia pues creo que todos están aquí con el mismo objeto y no es trascendente que se conozcan entre sí.

Psicópata verborreico: Qué bien habla usted señor Soldadito de Plomo yo quisiera expresarme así como lo hace pero el cabrón de su amigo o ex amigo Leónidas Kowalski me creó de esta manera hablando sin signos de puntuación y a veces hasta tengo problemas para respirar aunque desde luego no es el peor de mis problemas hablar tanto sin tomar aire ojalá fuera esa mi mayor preocupación.

Soldadito de Plomo (alzando una mano en señal de pedir silencio): Pronto hablaremos de sus preocupaciones, si es que dejan de afluir visitantes inesperados, pero ahora me interesaría que Misó o Susana terminen de contarme lo que estaban diciendo sobre inestabilidades y fluctuaciones. Adelante, por favor.

Susana Bragas Blindadas: Como le decíamos antes de que apareciera el resto de... ejem, ilustres invitados, Leónidas dejó de influir en nosotros al cambiar usted la contraseña del blog. Es por eso que hemos podido venir aquí haciendo uso de nuestro flamante albedrío. No obstante no somos libres a tiempo completo. Tenga en cuenta, comprensivo Soldadito, que aunque libres no dejamos de ser fruto de la calenturienta mente de Leónidas Kowalski, y puesto que ese maldito hombre nos imprimió unas características básicas, dichas características subyacen en nuestra forma de ser por más que intentemos evitarlas. Lamentablemente constituyen nuestra esencia.

Misó Gino: En otras palabras: hay momentos en que sin poder evitarlo tenemos... tentaciones.

Buen Padre: Malos pensamientos.

Psicópata verborreico: Ideas negras difíciles de evitar como en mi caso desear irme de putas y pegarles sin importarme matarlas y descuidar a mi esposa y a mi hijo...

Amigo de Marcelo: A mí ayer me dieron ganas de reventarle la cabeza a una mujer a la que no conozco de nada.

Marcelo: Y a mí me entraron ganas de ayudar a mi amigo.

Hermano de Alejandra (llorando aún): Pues yo, hoy mismo sin ir más lejos, he cogido el bloc de notas y cuando me he dado cuenta estaba dibujando a una niña que...

Soldadito de Plomo: ¡Usted cállese, por todos los diablos! Bien, creo haber comprendido la situación. Están libres de las manipulaciones de Leónidas, pero no lo están tanto de la naturaleza que él inventó para ustedes. Temen que en cualquier momento esa retorcida naturaleza se imponga sobre sus nobles intenciones, ¿es eso?

No tuvieron tiempo de responderme porque en ese momento alguien llamaba al timbre. Din don. No, no se trataba de Leónidas, así que dejé pasar al nuevo "invitado", que era un tipo cuarentón de aspecto anodino.

Continúa la transcripción.

Soldadito de Plomo (con voz de hastío): Hola. Sé que es usted un personaje leonidiano, así que pase y sea educado presentándose al resto de concurrentes. Sea educado y sea breve, por favor.

Nuevo visitante (entrando al salón y mirando tímidamente a todos los demás): Buenas noches, hermanos. Yo me llamo Alfredo, y no puedo decir que sea un honor estar aquí entre tanto... ¡entre tanto criminal!

(CONTINUARÁ)

viernes, 7 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (VIII)

(Viene de aquí).

Soldadito de Plomo (con aprensión tras exprimir unos segundos mi memoria): Entonces usted es... ¡el psicópata verborreico!

Psicópata verborreico (avergonzado): Pues sí que soy el que dice pero nunca me habían llamado así aunque su definición se ajusta muy acertadamente a mi manera de ser pero la culpa como usted debería saber no es mía sino del jodido Leónidas Kowalski coño qué putada yo no quiero ser así de malo ni matar a más putas ni despreciar a mi familia joder qué pena se me parte el corazón cuando pienso que mi esposa y mi niño estarán ahora llorando y estoy hasta los huevos de tanto sufrimiento por mi culpa.

SdP: Bueno, hombre, bueno, cálmese y busquemos una solución. Misó Gino y Susana Bragas, aquí presentes, se encuentran en la misma situación que usted, y confío en que entre todos hallaremos una salida.

PV: Gracias Soldadito se nota que usted es una buena persona no como ese cabrón de su amigo Leónidas a ver cómo carajo resolvemos esto...

En ese momento sonó de nuevo el timbre. Din don. Gusifluky no cabía en sí de gozo, pues aunque no le gusta dejarse toquetear por extraños sí que disfruta con cualquier novedad que altere su aburrida existencia de gato doméstico circunscrito a cien metros cuadrados. Ante el silencio expectante de la concurrencia atisbé una vez más por la mirilla. Un señor con una fea cicatriz en la cara se personaba ante la puerta y le franqueé el paso viendo a las claras que no era el perverso Leónidas Kowalski.

Continúa la transcripción:

Soldadito de Plomo: Buenas noches, o casi buenos días, caballero. Imagino que usted es otro de los personajes de Leónidas Kowalski de Arimatea.

Caballero con cicatriz: Así es. ¿Es que ya han llegado otros antes que yo?

SdP: Pues sí, alguno que otro sí ha llegado. ¿Podría usted identificarse?

Caballero con cicatriz (agachando la cabeza): No tengo nombre, pero todos me llaman sarcásticamente Buen Padre.

SdP: ¡Maldita sea, ya sé quién es usted! Lo que no sé es si es bueno tenerlo aquí. A su lado los demás concurrentes son unos angelitos.

Buen Padre: ¡No fue culpa mía! ¿Es que no lo entiende? ¿Es usted un pelín gilipollas o qué le pasa? Todo lo armó ese desalmado de Kowalski...

Entonces aparecieron otros dos nuevos personajes cuando aún no me había dado tiempo de cerrar la puerta. Eran dos jovenzuelos risueños y aparentemente felices. Me metí entre pecho y espalda un buen trago de la botella antes de hablarles.

Continúa la transcripción:

Soldadito de Plomo (con sorna): ¡Hola! ¡Sed bienvenidos a este humilde hogar convertido en hospicio para despreciables personajes leonidianos!

Muchacho 1: Hola. Yo me llamo Marcelo, y él es mi amigo sin nombre.

Muchacho 2: Muy buenas. No tengo nombre pero puede llamarme Amigo de Marcelo.

SdP (sudándome ya la polla todo): Bien, bien, pasen y siéntense donde puedan. Qué linda reunión estamos organizando.

Los presentes se mantenían en silencio, cada cual avergonzado por su pasado ante los demás. Gusifluky iba de un personaje a otro olisqueando ropas y zapatos. Yo me preguntaba de dónde podría sacar a esas horas otra botella de whisky cuando sonó el timbre -sí, otra vez-. Don din. (En realidad no hizo "don din", sino "din don" como siempre, pero me he permitido esta licencia para no aburrir al lector).

Continúa la transcripción:

Buen Padre: ¿Mas visitantes?

Misó Gino: ¿Y ahora quién será?

Psicópata verborreico: Estoy aterrado qué mala suerte como sea ese hombre malo de Leónidas ese infame monstruo que nos hizo monstruos a todos ojalá sea devorado por famélica legión de insectos necrófagos pero estando vivo y que pueda verlo todo sin perder detalle.

Susana Bragas Blindadas: ¡Eso; ojalá sea él! ¡A ver qué hace contra todos nosotros a la vez!

Marcelo (prudente): Yo preferiría no toparme con él, aunque seamos siete.

Amigo de Marcelo: ¡Por el culo se te mete!

Marcelo (dándole palmaditas en la espalda a su amigo): ¡Mwajajaja!

Soldadito de Plomo: ¡Silencio! A ver, Buen Padre, usted que está más cerca: háganos el favor de mirar quién es.

Buen Padre (usando la mirilla): Ni idea. En cualquier caso no es Leónidas, eso seguro.

Soldadito de Plomo (indolente, tras arrearle otro trago a la botella) : Pues nada, hombre, abra la puerta. Si total...

Marcelo (cantando aquello tan pegadizo que promocionaba una tienda de muebles): Donde caben dooos, caben tres...

Soldadito de Plomo (gritando desde el fondo del salón): ¡Adelante, entre! Y sea bienvenido al camarote de los hermanos Marx.

Un tipo treintañero se internó en el salón. Llegó hasta mí arrastrando tras él a una niña de diez años aproximadamente, una ñiña rubita de ojos azules que lo miraba todo con los ojos muy abiertos.

Continúa la transcripción.

Tipo con niña: ¿Es usted el Soldadito de Plomo, última esperanza nuestra?

Soldadito de Plomo (dirigiéndome simpático a la niña más que al tipo): Sí, yo soy el Soldadito. ¿Y quién eres tú, preciosa?

Tipo con niña (mirándose los zapatos): Ella es Alejandra, y no habla ni oye. Y yo soy... yo soy su hermano. ¡Por favor, ayúdenos!

El hermano de Alejandra se echó a llorar tras esa súplica. La niña, al ver a su hermano mayor llorando, empezó a llorar también emitiendo un gemido animal que nos heló la sangre a todos. Incluso Gusifluky corrió a esconderse tras un sofá. Entonces supe quiénes eran ese hombre y su hermanita. Un escalofrío me hizo temblar y noté en la boca la característica sobreabundancia de salivación que precede al vómito.

(CONTINUARÁ)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Otra interrupción


Vuelvo a interrumpir la historia del asiático que quería ser albaceteño por una noticia de última hora: hoy es mi cumpleaños.

Hay años en los que se me olvida que es mi cumple, lo cual es una putada porque se me olvida también felicitar a mi hermano, que curiosamente nació el mismo día que yo aunque con ocho años de diferencia (siempre digo que me regalaron un hermanito en mi octavo cumpleaños, y que es lo mejor que me han regalado nunca, y digo también otras cosas que ahora no voy a decir porque paso de ponerme llorón); pero como ahora ando por Facebook y el coñazo ese le recuerda a mis dos o tres contactos que deben felicitarme, pues algunos de ellos, muy obedientes, me han felicitado, y así no hay manera de olvidarse de nada.

Incluso ayer me llamó La Oriental desde Uruguay, porque quería expresarme un inmerecido cariño y porque quería ser la primera persona en felicitarme por mi vigésimo tercer aniversario (¿o era por el septuagésimo octavo?). Yo hubiera preferido que no lo hiciera porque me tocan mucho los cojones las "fechas señaladas", pero una vez consumado el acto no queda más que agradecerlo. Pues eso, Tessa, gracias. Disculpa mi frialdad; es que estaba sobrio. Y deprimido.

Y ahora, ¿qué mejor manera de celebrar mi cumpleaños que poniendo vídeos de gatos? A mí los vídeos gatunos siempre me hacen sonreír. No falla. Si usted quiere ver la sonrisa de un soldadito de plomo preséntele un vídeo donde un gato hace... algo, lo que sea.

Los primeros dos vídeos se los debo a Javi, y deben verse por orden tal como los presento aquí (medio minuto cada vídeo):

EL MISTERIOSO GATO SORPRENDIDO:



SE RESUELVE EL MISTERIO DEL GATO SORPRENDIDO:



El último vídeo me lo envían buenos contactos desde aquí, y es escalofriante, sobre todo si se tiene en cuenta que el protagonista es clavadito a Gusifluky en color y en tamaño y en misoginia, pero también es una buena lección de cómo proteger a un niño ante una niñera torpe que rompe los vasos poniendo en peligro al crío.

EL GATO PROTECTOR:



Ea, se acabó. Feliz día a todos los soldaditos y soldaditas de plomo o ploma.

domingo, 2 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (VII)

(Viene de aquí).

Susana Bragas Blindadas: Fue entonces cuando dejamos de ser malvados, porque a partir de ese momento era usted quien podía escribirnos como quisiera. Por las razones que sean usted no ha querido meterse con nosotros, y eso ha provocado que empecemos a gozar de libre albedrío. Leónidas ya no puede manipularnos, y usted que puede no está interesado en hacerlo. La consecuencia de eso es que vamos a nuestro aire, ¡y es tan nuevo y maravilloso poder elegir por nosotros mismos cómo seremos!

Soldadito de Plomo: Pero no dejan de ser personajes de ficción, ¿no?

Misó Gino: Ficción, realidad, sueños, deseos, hechos, esperanzas... ¡Solo son palabras! Pero las palabras, estimado Soldadito, existen. En el mundo de las cosas que no existen hay un dicho: "si puedes escribirlo, es real". ¿Alguien se ha preguntado qué ocurre con los personajes inventados cuando el autor los abandona? Aquí tiene la respuesta, Soldadito de Plomo: ¡vagamos entre las letras, buscando un nuevo autor que nos reescriba eliminando nuestros defectos! Queremos ser mejores de lo que fuimos, Soldadito. Al igual que usted queremos que nuestros defectos se disipen y nuestras virtudes se resalten. ¿Es tan difícil de comprender?

SdP (tras darle un largo tiento a la botella): A ver, respetables invitados míos, no nos metamos en filosofías baratas y vayamos a lo práctico. Por lo que me cuentan (de ser cierto) veo que tengo un problema porque Leo quiere matarme, pero veo también que ustedes dos no parecen tener problema alguno, ¡y dejen ya de besuquearse, por favor!

SBB: Se equivoca, Soldadito, se equivoca. Claro que mi Misó y yo tenemos un problema, y es bien gordo. Tememos que Leónidas le arranque a usted la nueva contraseña del blog, mediante tortura si fuera necesario. Ese basilisco no se detendrá ante nada, y una vez que haya obtenido la contraseña volveremos a estar en sus manos. Comprenderá ahora nuestro pánico, señor de Plomo.

SdP (reflexivo): Uhm, ya entiendo. Pero... ¿y si eliminara el blog ahora que puedo? Si elimino el Diario de un Cabeza de Chorlito antes de que Leónidas me alcance ustedes y muchos otros personajes leonidianos quedarían liberados para siempre. Es una solución, ¿no creen?

SBB: He pensado en ello, y para serle franca, Soldadito, debo confesarle que me planteé venir aquí y usar mi pistola contra usted. Si usted muriera llevándose consigo el secreto de la contraseña para acceder al blog Misó y yo, y muchos otros, quedaríamos fuera de la perniciosa influencia de Leónidas...

SdP (preocupado, interrumpiendo a la capitán Bragas Blindadas): ¿Y por qué no lo hace, Susana?

SBB: Por dos razones. La primera es que yo no quiero matar a nadie mientras lo pueda evitar, y la segunda es que... no serviría de mucho. Hay un fenómeno que... no sé cómo explicarlo, y tampoco termino de comprenderlo. Es como una inestabilidad...

MG (interrumpiendo a su amada): Yo lo llamo fluctuación, y también lo he notado.

SdP: ¿Inestabilidad? ¿Fluctuación? Eso me lo tienen que explicar.

Din don. Otra vez dimos un respingo los presentes ante el sonido del timbre, salvo Gusifluky, que se dirigió de nuevo a la puerta encantado de tantas novedades en tan poco tiempo.

Continúa la transcripción:

Misó Gino (aterrado): ¿Será Leónidas?

Susana Bragas Blindadas (montando la pistola): Si se trata de él va a hartarse de plomo.

Soldadito de Plomo (casi totalmente desquiciado): ¡Madre del amor hermoso!, ¿puede un personaje matar a su autor?

SBB (mirándome con ojos gélidos): No tengo ni idea, pero quizá podamos comprobarlo ahora. Mire quién es, y si es el perverso Leónidas... ¡PUM, PUM!

Me acerqué sigiloso a la puerta, poniendo cuidado esta vez de no pisar la cola de Gusifluky, y observé a través de la mirilla. Vi a un tipo que no conocía de nada moviéndose inquieto al otro lado de la puerta. Tendría entre treinta y cuarenta años y parecía estar muy nervioso.

Continúa la transcripción:

Soldadito de Plomo: Es un tío al que no conozco. Desde luego no es Leónidas Kowalski.

Misó Gino: Debe de ser uno de los nuestros.

Susana Bragas Blindadas (enfundando la pistola y hablando como si la casa fuera suya): Veamos de quién se trata. Abra la puerta, Soldadito.

Abrí la puerta y el nuevo visitante entró en el salón sin pedir permiso. Yo, mientras tanto, vacié un poco más la botella de whisky con un largo trago, deseando estar más borracho para no ser consciente de tanto despropósito.

Continúa la transcripción:

Nuevo visitante: Hola amigos necesito vuestra ayuda o más concretamente la ayuda de un tal Soldadito de Plomo pero no sé quién de vosotros puede ser el tal Soldadito estoy desesperado necesito ayuda urgente gracias.

Soldadito de Plomo: Yo soy la persona que busca. ¿Cómo se llama usted y por qué habla tan raro?

NV: No sé cómo me llamo pues Leónidas nunca me puso nombre y hablo de esta manera asfixiante sin pausas porque ese cabronazo del puto Leo decidió escribirme así durante alguna de sus borracheras supongo o quizá porque estaba experimentando con el lenguaje el muy hijo de puta cómo odio a ese malnacido.

(CONTINUARÁ)