Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

viernes, 7 de marzo de 2008

No tengo ganas de poner título a esta entrada


Les decía en la anterior entrada que no puede quedarle mucho tiempo a mi abuela. Cualquier día me llamarán para decirme que ha muerto.

Y después me tocará escribir una entrada que no quiero escribir... como tantas otras que ya han sido escritas, y como tantas otras que se irán escribiendo, hasta que este blog se muera, o hasta que me muera yo y sea otro el que escriba la última entrada del Diario de un Cabeza de Chorlito, para comunicar mi muerte... O no, porque nadie conoce la contraseña para entrar aquí, y cuando me muera nadie podrá escribir mi epitafio como última y definitiva entrada. Las contraseñas nos las llevamos con nosotros, por eso nadie publicó en este blog que Sergio había muerto, y por eso me enteré tarde.

Tarde, siempre me entero tarde de todo. Igual un día me muero y no me entero a tiempo... Imagínense el problemón: yo andando por ahí, como si nada, jugando con Gusifluky, escribiendo aquí mis paridas, amando a gente que no lo merece, despreciando a personas estupendas, odiando a todos los que odio, sin saber que ya estoy muerto y que he perdido el derecho a sentir. Menuda jodienda cuando me descubra la policía de la vida y me pidan los papeles, la licencia de vida, la patente de existencia o lo que coño me pidan, y yo busque en la cartera, cada vez más desesperado, sin encontrar la documentación requerida. En algún momento se agotará la paciencia del policía vital, me mirará a los ojos y dirá, despiadado y burocrático:

-Caballero, está usted muerto. Acompáñenos, por favor. Mejor para todos si no opone resistencia.

Me llevarán a un lugar oscuro, me despojarán de todo, y entonces, siguiendo con el formalismo, me advertirán protocolariamente:

-Ahora tiene usted derecho a recordar algo, durante no más de cinco segundos. Después dejará usted de existir. Proceda. El tiempo empieza YA.

¿Y saben qué es lo más triste?, ¡QUE SÉ A QUIÉN RECORDARÉ Y NO SE LO MERECE!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!
Soy la hermana pequeña de D. Corona y suelo leer tu blog, que me parece la rehostia, desde este verano pasado aunque nunca te he comentado. Esta entrada me ha gustado especialmente, así que lo dejo patente.
Un beso.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

¡Vaya! Así que Dieguito tenía una hermana pequeña que nunca me presentó... Le dice usted al bandido de su hermano que eso no se lo perdonaré jamás.

Me alegro de que ande usted por aquí, y por favor, comente, comente, hasta cuando sea para discrepar conmigo, ¡si a mí me va la marcha!

Un abrazo desde Cádiz, señorita Corona.