Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

domingo, 21 de enero de 2007

Un cuento feliz

(Publicado originalmente el 26 de Marzo en Spaces).

No me dejáis vivir, jodíos. Os quejáis constantemente de que no escribo cosas alegres. Pues bien, estáis equivocados y os lo voy a demostrar. Ahí va este cuento, para deleite y solaz de mis lectores optimistas:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Ella era maravillosamente perfecta en todos los sentidos, aunque quizás un poco puta... No, no... se me está torciendo el cuento. Empiezo de nuevo:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Hubieran sido muy felices a no ser por los problemas de impotencia de Gody Riguy, como ella lo llamaba cariñosa y amantísimamente... Otra vez hay algo que no marcha como debiera... Intentémoslo de nuevo:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Ella era maravillosamente perfecta en todos los sentidos. Tuvieron un niño precioso al que llamaron Godofredo Escolapio, que resultó ser superdotado, y no porque tuviese una pichita descomunal, no, sino porque era más listo que el hambre, además de guapo como él sólo.

Cuando ese niño alcanzó la edad de diez años, una infausta noche mientras cenaban felices en la lujosa mesa en la que de nada faltaba, empezó de repente a decir palabrotas. Jamás sus padres le habían puesto una mano encima si no fue para acariciarlo, pero aquella noche se llevó dos buenos sopapos. Ni con esas dejó de decir disparates, e incluso le sugirió a su propia madre hacer un 69. Al día siguiente el médico de la familia, trémulo de pena, les dio la fatal noticia: la coprolalia que observaron en su hijo sólo era uno de los síntomas del tumor cerebral inoperable que lo mataría en cuestión de meses... Me parece que de nuevo se me está escapando el cuento de las manos. Volvamos al principio:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Ella era maravillosamente perfecta en todos los sentidos. Tuvieron un niño precioso al que llamaron Godofredo Escolapio, que resultó ser superdotado, y no porque tuviese una pichita descomunal, no, sino porque era más listo que el hambre, además de guapo como él sólo.

Cuando ese niño alcanzó la edad de diez años tuvo una hermanita. Una niñita rubia llamada Mayka que más tarde, a los cuatro años, se perdió en un supermercado...
Joder, esta historia me suena, creo que he saltado de cuento. Uf, venga, otra vez:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Ella era maravillosamente perfecta en todos los sentidos. Tuvieron un niño precioso al que llamaron Godofredo Escolapio, que resultó ser superdotado, y no porque tuviese una pichita descomunal, no, sino porque era más listo que el hambre, además de guapo como él sólo.

Cuando ese niño alcanzó la edad de diez años tuvo una hermanita. Una niñita rubia lindísima que tuvieron el detalle de llamar Segismunda.

Eran los cuatro tan felices que daban asco, y todo el mundo los quería mogollón. Un día Godofredo Rigoberto descubrió que el verdadero padre de Segismunda era el vecino del Cuarto A, y entonces cogió la escopeta de caza y... Ay, otra vez se me está colando la fatal realidad en mi bonito cuento. ¡Vade retro, Realidad! Vamos otra vez:

María Escolapia se casó con Godofredo Rigoberto nada más licenciarse en Empresariales. Él era un tipo guapo, rico, sensible y con sentido del humor. Ella era maravillosamente perfecta en todos los sentidos. Tuvieron un niño precioso al que llamaron Godofredo Escolapio, que resultó ser superdotado, y no porque tuviese una pichita descomunal, no, sino porque era más listo que el hambre, además de guapo como él sólo.

Cuando ese niño alcanzó la edad de diez años tuvo una hermanita. Una niñita rubia lindísima que tuvieron el detalle de llamar Segismunda.

Eran los cuatro tan felices que daban asco, y todo el mundo los quería mogollón. Eran la envidia del barrio. Pero envidia sana, más bien digamos que eran el ejemplo a seguir, el espejo en el que todos se querían ver reflejados. No podían ser verdaderamente envidiados porque eran demasiado buena gente y generosos. Mejoraban en todo lo que podían la vida de los demás.

Hasta tal punto se esforzaban en hacer mejor la vida de los demás que María Escolapia, pensando que no hacía suficiente por sus vecinos, empezó a follárselos a todos, con la intención de llevar alegría a sus vidas. Al principio su marido tragó, porque era muy buen tipo, pero el día que Segismunda volvió del colegio y con sus cinco añitos miró a su padre con lágrimas en los ojos (claro, no iba a tener las lágrimas en el culo) y le preguntó "Papiiiiii... ¿por qué me dicen en el cole que eres un cornudo y que la mami es más guarra que la Cotito, esa que se bajaba las bragas a pedos y se las subía a taconazos?", a partir de ahí cambió todo.

Godofredo Rigoberto echó mano de su escopeta de caza, la cargó con postas y salió a la calle. Pero antes mató a su esposa a martillazos. Y a los niños los tiró por la ventana.

En la calle un vecino que había escuchado los gritos de María Escolapia intentó detener a Godofredo Rigoberto. "¿Dónde vas con esa escopeta? Dámela", le dijo obteniendo por respuesta una mirada asesina, así que añadió "si no me la vas a dar sigue tu camino", pero Godofredo Rigoberto, antes de seguir su camino, le pegó un tiro en el pecho casi a bocajarro a su vecino, matándolo en el acto. Luego entró a una peluquería y disparó a todo hombre que allí estaba, salvo al peluquero, al que le dijo "contra ti no vengo, sólo estoy buscando hombres". Finalmente se voló la cabeza, harto ya de sangre y mierda.

Ops... me temo que el cuento feliz no lo ha sido tanto, ¿verdad?

¿Pues sabéis lo que os digo? Que tenéis razón, qué leches, claro que escribo cosas tristes. ¿Qué culpa tengo yo de que esta maldita lucidez me mantenga los ojos abiertos? Qué más quisiera yo que poder cerrar los ojos al mundo y vivir sólo en uno ideal que podría inventarme.

Por cierto, ilusos empedernidos, que el final de este estúpido cuento está basado en cierto hecho real que viví de modo relativamente cercano en mi infancia. Siempre se me acaba colando la maldita realidad.



1 comentario:

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Comentarios importados desde su anterior ubicación en Spaces:



Leónidas

Gracias, Netty, tú sí que me entiendes.

Me alegro de tener noticias tuyas. Muchos besos.
29/03/2006 15:36
(http://spaces.msn.com/cabezachorlito/)

Netty
Hola javi!
Pues a mi me ha hecho mucha gracia tu cuento de Godofredo Rigoberto...conociendo tu sentido del humor me he reido mucho....
Hasta pronto, un abrazo
29/03/2006 13:33


lucia
En tu estilo , eso si , te has esforzado un poquito para que fuera un cuento con final feliz , pero a ti no te salen jajaja .

27/03/2006 22:58


(sin nombre)
sublime,Javilucho
27/03/2006 20:47
(http://spaces.msn.com/perrinaquinina/)