(Primera parte del cuento Revelaciones, correspondiente a dos entradas publicadas originalmente en Spaces los días 20 y 21 de Septiembre de 2006).
Hasta ayer nunca había visto un accidente de circulación con muertos. No ha sido agradable. No, no ha sido nada agradable.
Yo circulaba a unos cien metros tras el Seat Córdoba negro y vi claramente cómo el Renault Clio gris metalizado que circulaba en sentido contrario se metía en nuestro carril, chocando frontolateralmente (creo que se dice así) con el Córdoba negro. La chica que conducía el Clio está bien, viajaba sola, con el cinturón puesto y salvo por el comprensible ataque de histeria no ha sufrido daños. Ninguno de los dos vehículos circulaba deprisa, pero el conductor del Seat no ha tenido tanta suerte.De hecho no ha tenido ninguna suerte.
Lo dicho hasta ahora, aunque lamentable, no deja de ser normal y cotidiano. Lo que voy a contar más adelante no tiene nada de normal ni cotidiano. De hecho es muy, pero que muy extraño, tanto que me da vergüenza contarlo. Y también me da miedo si me detengo a pensarlo demasiado.
Me llamo Jorge García Benítez, tengo una zapatería y 46 años de edad. Casado y con tres hijos. Me considero un hombre cabal, religioso pero nada fanático, y no me creo muchas de las patrañas de la Iglesia. Siempre he aborrecido las supersticiones y los rollos paranormales me dan risa.
O mejor dicho, hasta hoy me daban risa.
Ayer vi cómo los bomberos cortaban la chapa del coche en el que quedó atrapado aquel hombre, y me fijé en que cayó al asfalto una carpeta cuando sacaban el cuerpo. Luego todo lo demás. Los trabajadores de una funeraria se llevaron el cadáver, la ambulancia evacuó a la chica histérica, la Guardia Civil de Tráfico levantó atestado, se marcharon los bomberos y una grúa retiró la chatarra en la que se había convertido el Córdoba negro. Yo permanecí mucho tiempo detenido en el arcén, incapaz de conducir.
Cuando me vi preparado para arrancar el coche y estaba a punto de marcharme reparé de nuevo en la carpeta abandonada sobre el asfalto. La recogí con la intención de entregarla a la Guardia Civil. Ojalá lo hubiera hecho.
Estaba agotado, deshecho por la tensión. Así que fui a casa directamente y me llevé la carpeta, salpicada de sangre, para entregarla al día siguiente, es decir hoy. Pero esta mañana no me encontraba bien. No he salido de casa salvo para comprar el periódico. Sé que mi empleado en la zapatería se hará cargo del negocio sin problemas.
Mi mujer está trabajando.
Mis hijos están en el colegio.
La carpeta manchada de sangre está conmigo.
Mi gato me observa mientras la abro y veo su contenido.
No he podido evitarlo, sé que no está bien, pero seguro que cualquiera lo hubiera hecho. La carpeta contiene un sobre grande en el que se lee "A LA ATENCIÓN DEL DOCTOR PABLO QUIROGA". El sobre no está cerrado y he leído los varios folios mecanografiados de su interior de principio a fin. Me ha parecido un cuento de ficción, bastante malo por cierto.
Sin embargo una leve sospecha me ha empujado a comprar el periódico. Y entonces he descubierto algo que ha derrumbado todas mis creencias.
Pero vayamos por partes. Lo mejor será que sepan primero lo que cuentan los folios de la carpeta:
Estimado doctor Quiroga:
No volveré a visitarlo. Todos estos años de tratamiento no han servido para nada y usted lo sabe. En cambio hay cosas de las que no tiene ni idea, y son esas circunstancias que ignora las que impiden que pueda curarme. Intentaré explicárselas. Vaya poniéndose cómodo porque esto va para largo, y sepa que mi despedida no es por su culpa. Usted lo estaba haciendo bien.
Perdone que no le estreche la mano y le dé las gracias por todo mirándolo a la cara. Es mejor decirle adiós así, dejando esta carta a la enfermera Susana Gálvez, o Kukitruky, como usted la llama en la intimidad de los hoteles donde ejerce el adulterio con ella. ¿Sorprendido de que yo sepa esto, doctor? Sé muchas cosas, amigo mío, y ojalá no las supiera. Por eso no me voy a poner bien.
Nunca he sido sincero con usted. Le he hablado de los síntomas de mi depresión, de cómo me sentía, de cómo me afectaban los cambios en las dosis de litio, etc... pero le he ocultado siempre lo más importante.
Verá, doctor, yo no soy normal.
Por favor, le ruego que sea paciente y termine de leer todo lo que quiero contarle, aunque le parezca que me he vuelto rematadamente loco. Además en eso consiste su trabajo, ¿no?, en tratar con locos, sólo que yo no lo estoy. En realidad estoy... demasiado lúcido, podría decirse. Créame que le interesa cuanto voy a contarle. Por su bien.
Para que no albergue dudas sobre la veracidad de lo que escribo le daré unas pequeñas pruebas: Juan Melgara.Lo recuerdad, ¿verdad?, aunque sé que quiere olvidarlo. Pero es necesario que le recuerde que usted y él experimentaron con la homosexualidad cuando ambos tenían quince años. Sé que usted sangró por el ano durante días, y también sé que sintió alivio cuando Juan Melgara, dos años después, se suicidó llevándose el secreto a la tumba. ¿Y qué me dice de aquellos hamsters que dejó sin comida ni agua durante semanas? Usted tenía 23 años y vivía sin compañeros en un piso de estudiantes. Ya sabe, y yo también, lo que pasó. Cuando murió de hambre y sed el más débil de aquellos roedores fue devorado por los demás, y esperaron a que cayera el siguiente, y así fueron muriendo de uno en uno, y con cada víctima de su juego se alimentaban los demás y ganaban unos días más de vida, hasta que sólo quedó uno, el más fuerte, y usted hubo de esperar aún más de una semana a que muriera. Estaba en su jaula, en una habitación que usted sólo visitaba cada dos o tres días para comprobar si seguía vivo. Usted no puede dejar de pensar en cómo el hámster se aferraba a los barrotes de la jaula poniéndose en pie y lo seguía con la mirada implorante, hasta que por fin una noche entró en la habitación y vio que también ese último bicho había muerto, rodeado de pelos y huesos de sus congéneres. Hágame caso, Pablo, deje de torturarse. Las personas demasiadas veces hacen cosas mucho peores, y algo sobre eso le voy a contar.
Ahora usted se pregunta cómo puedo saber estas intimidades tan celosamente escondidas durante décadas. La respuesta es que usted me las ha contado. Ni era su intención hacerlo ni la mía enterarme, pero no lo puedo evitar. Lo importante es que ahora usted va a leer con sumo interés toda mi historia. He tenido que ser cruel al recordarle lo de Melgara y lo de los hamsters para asegurarme su atención. Ahora ya sabe que no miento.
¿Sabe, doctor? La vida es una mierda, y las personas... las personas somos demonios.
¿Recuerda el día en que me presenté en su consulta por primera vez? Fue hace cinco años. Yo estaba alcoholizado hasta las cejas, y usted me pidió que le contara todo desde el principio. Pues no lo hice, Pablo, ni entonces ni después le conté todo. Hoy, el día en que pongo fin a nuestra relación médico-paciente, es también el día en que le cuento la historia completa. Empecemos por el principio, amigo Quiroga:
(En breve la segunda parte)
Las mil y una noches
Hace 14 horas
1 comentario:
Comentarios importados de Spaces:
María
La vida es una mierda... a veces, muchas veces lo es, otras no. Hay que intentar sacar la cabeza de la mierda, por ti mismo o con ayuda de los demás, de los que te quieren, de quienes adoramos tu risa, de quienes somos enamorados de esa sonrisa que se te pone cuando el Gusi hace alguna trastada de las suyas como morderte la perilla, de quienes daríamos mucho por sentirte un poquito más feliz...
Las personas somos demonios... cierto, podemos llegar a serlo. Es más, yo creo que el Mal existe, que hay personas completamente malvadas, en las que quedan pocos resquiciios para la bondad. También existen las contrarias, personas intrínsecamente buenas.
Todos podemos ser ángeles o demonios (título muy novelesco ;)) dependiendo del momento, del día, de la situación, de con quien estemos.
Tenemos la capacidad y la posibilidad de hacer el bien o el mal.
Eres bueno, insoportable en muchas ocasiones, desagradable, duro, borde, pero eres bueno so petardo, por mucho que te empeñes en comportarte o hacer cosas de capullo en el fondo, y no muy en el fondo, sino bastante cerca de la superficie, tienes un corazón enorme.
De los hamster no quiero decir nada de nada... creo que podría hasta tener pesadillas en las que roedores gigantes me perseguirían, suerte que tengo a mi pequeña bettyboop psicópata que me defendería de ellos.
Por cierto, esto de leer una historia sabiendo el final tiene sus ventajas, estoy leyéndote minuciiosa y detalladamente, cuanto más te leo, más me gusta. Me he dado cuenta de que el doctor era todo un gigoló, con Susana, con Niña... menudo estaba hecho el colega.
Besos a montones
P.D. Por cierto, mis comentarios llegan con retraso... pero no te quejarás... es que yo no me muerdo las uñas :P
02/10/2006 13:12
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Leónidas
No estoy de acuerdo, Helena. La maldad no desaparece, puede que se oculte o se disimule, pero no desaparece.
26/09/2006 16:15
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Wayra
Las personas son demonios sobre todo de pequeños, con la edad la maldad procuran ocultarla y la disfrazan con alas, hasta que un día esa maldad llega a desaparecer.
26/09/2006 15:56
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Sergio
por cierto...tercera parte ya mismo por favor (me estoy kedando sin uñas joder)
22/09/2006 12:47
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Sergio
Es lo ke tiene esto de internet, que las palabras sin entonacion se pueden interpretar de diferente manera. Por un lado siento que te haya dolido, pero por otro me alegro de que digas que me tomas en serio. Y por esto he de ser sincero contigo y decirte que no pensaba que seria asi.
No sigas por ahi adiestrador de cangrejos que al final te pillare cariño :P
Sergio
22/09/2006 12:46
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marta marmota
Tercera parte, tercera parte!!
22/09/2006 9:55
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Sergio
Queridisimo Leónidas con acento en la o:
En primer lugar decirte que he cambiado el nombre de la entrada para no dar por hecho lo que se cuenta en ella, ya que es una afirmacion tremendamente dura, contundente y hasta cierto punto traumática. Ha sido facil, con solo poner un interrogante al final me ha valido.
En segundo, si lees los enlaces adjuntados (y se que los leerás) te darás cuenta de los indicios que podrian argumentar esta teoria, como por ejemplo el medicamento con que se trata a enfermos de sida, el cual provoca una caida del sistema inmunitario, y que se utilizaba para tratar enfermos de cancer hace mas de 30 años...¿no se supone que el medicamento para tratar a los enfermos de sida tendria que hacer lo contrario?; asi como el dudosa especificacion de las pruebas para detectar el VIH.
En tercero, lo ke kiere decir este hombre no es que uno se cure solo con optimismo, sino que, ademas de eso, se estimule el sistema inmunitario para bloquear cualkier cuerpo extraño en nuestro cuerpo.Hay medicamentos naturales que lo estimulan, como el ke yo tomo y del cual hice una entrada. Te diré que el optimismo es una batalla ganada a cualkier enfermedad porque se sabe el sistema nervioso está conectado al sistema inmunitario, por eso cuando uno es feliz se contraen menos enfermedades o es mas dificil.
Por ultimo, siento haberme enrrollado tanto pero es que este tema me toca de cerca, pq tengo el honor de poder demostrar que esto funciona debido a mi enfermedad. Si te molestas en mirar mi blog desde el principio entenderas el objetivodel mismo.
Saludos!
Sergio
21/09/2006 23:47
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María
Bien, ahora que has terminado la historia comenzaré con mis comentarios, trocito por trocito. Para que te des cuenta de quién te quiere de verdad y quién te comenta con comentarios de los buenos...
YIPIIIIIIIIII, YIPIIIIIIIIIIIIIIIIII, JEIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
30/09/2006 21:56
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Leónidas
No tenía ni idea, Helena, pero me encanta "haberlo dicho".
"Bien, así podremos combatir a la sombra". Genial.
Gracias.
26/09/2006 15:56
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Wayra
Leónidas ahora ya sé de donde proviene tu nombre, leyendo un libro de Javier reverte se mencionaba a este rey espartano que en el desfiladero de las Termópilas retuvo al ejercito persa con tan solo 300 hombres. Este último dirigido por Jerjes comunicó al ejercito griego que lo mejor era la rendición con la famosa frase: Lanzaremos tantas flechas que se oscurecerá el cielo, y Leónidas contestó Bien, pues así podremos combatir a la sombra.
Perdona por haberte soltado el rollo, es que siempre me ha interesado la historia. Salud!
26/09/2006 15:50
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Leónidas
Pues ya está la segunda parte, donde algo se empieza a aclarar, pero creo que os queda sufrimiento para rato.
Pero si lo preferís os cuento el final y dedicáis vuestro tiempo a cosas de mayor provecho: EL ASESINO ES EL MAYORDOMO.
Mwajajajaja...
21/09/2006 19:52
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GUIZMO
Ostias colega, esto es tensión y lo demás gilipolleces...
21/09/2006 19:35
(http://veranodefechorias.spaces.live.com/)
Maty
Voy a tomarme una tila mientras espero..
21/09/2006 18:19
(http://maty4.spaces.live.com/)
Sergio
ya te digo este como los del tomate jejejje
21/09/2006 15:46
(http://kasinet.spaces.live.com/)
Inconformista Severo
Cuando estas cosas, te odio. Te odio de corazón. ¿Como puedes hacerme esta putada?
Estoy en medio de un ataque de ansiedad...más, quiero más...quiero seguir deborando este texto, aunque sé que el final me matará de un infarto. Necesito la segunda parte, YA!!!!
Espero que se note que, esta descripción me mis sentimientos, es una demostración de admiración.
Stephen King????? Lo mejoras de calle...
21/09/2006 15:14
Commando Antipelmas
Veo que eres el rey del suspense. No es el primer relato que haces así. Buen sistema.
Un saludo.
21/09/2006 13:46
(http://comandoantipelmas.spaces.live.com/)
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