F.J. y M.J. Una retorcida historia de amor

(Cuento odioso publicado originalmente en Spaces el 31 de Octubre de 2006).


F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de limpiar las gotas de meado que resbalaban inodoro afuera cuando no apuntaba bien. Estaba harto de acabar sus noches saturado de tabaco, whisky y soledad. Estaba harto de temblar de miedo cuando oía el timbre de su casa. Estaba harto de estrellar teléfonos móviles contra paredes en momentos de furia.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de follarse a mujeres que no deseaba. Estaba harto de poner la televisión y encontrarse las miserias de gente más miserable que él. Estaba harto de abrir un periódico para conocer la cara del último subnormal que había metido un gol.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de que le dieran palmaditas reprobatorias en la espalda cuando hacía algo mal. Estaba harto de que le dieran palmaditas aprobatorias en la espalda cuando hacía algo bien. Estaba harto de que le diran puñaladitas por la espalda hiciera lo que hiciese.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de recoger fragmentos de los ceniceros que su gato rompía. Estaba harto de oír, y sobre todo de escuchar, a gente vacía que hablaba mucho sin nada que decir. Estaba harto de mirar el reloj preguntándose cuánto tiempo de vida le quedaría.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de desear a mujeres bellísimas con las que jamás se acostaría porque cuanto más bellas más las odiaba. Estaba harto de cruzarse con bomboncitos a los que ni miraba. Estaba harto de niñatas que lo usaban como experimento y pasatiempo. Estaba harto de mujeres maduras que sólo buscaban una polla con la que aumentar la cornamenta del marido.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de cazar con ese rifle del .300 Winchester Magnum. Estaba harto de guardarlo durante meses sin darle uso. Estaba harto de esperar la apertura de la veda.

F.J. estaba harto de todo.

Estaba harto de mirar desde la ventana a las mujeres que pasaban por su transitada calle. Estaba harto de discernir quiénes eran guapas y quienes no lo eran. Estaba harto de dejarse influir por unas botas altas de largo y fino tacón.

F.J. estaba harto de todo.

Un día F.J. cogió el rifle de caza fuera de temporada. Ese día F.J. lo limpió con sumo cariño. Ese día F.J. se colocó en la ventana para determinar qué mujeres le gustaban y qué mujeres no. Ese día F.J. tenía el rifle de caza junto a él, además de 250 cartuchos calibre .300 Winchester Magnum. Ese día F.J. disparó pocas veces, pues sólo disparaba a las mujeres que consideraba realmente guapas según su estricto patrón.




M.J. estaba hasta el coño.

Estaba hasta el coño de las bromas de sus compañeros. Estaba hasta el coño de la jornada reducida por ser madre soltera. Estaba hasta el coño de ir todos los días a recoger a su niño a la salida del cole.

M.J. estaba hasta el coño.

Estaba hasta el coño de ser la mejor tiradora de los GEOS. Estaba hasta el coño de ser la campeona nacional de tiro olímpico. Estaba hasta el coño de que no la dejaran formar parte del equipo masculino de tiro olímpico.

M.J. estaba hasta el coño.

Un día M.J. se apostó en una azotea. Ese día M.J. tuvo que neutralizar a un francotirador loco que había matado a varias chicas. Ese día M.J. hizo su primer y único disparo en una acción real, al margen de los entrenamientos. Ese día ocultó a todo el mundo que mojó las bragas cuando vio por el visor telescópico del fusil saltar los sesos de su objetivo.