Las amantes lesbianas

(Publicado originalmente en Spaces el 12 de Noviembre de 2006).

Esto no tiene nada que ver con la novela de José Luis Sampedro titulada "El amante lesbiano", pero le he fusilado el título porque viene que ni pintado para lo que les voy a contar. Jan Harold Brunvand diría que es demasiado bueno para ser cierto, pero esta vez se equivocaría.

Hubo un tiempo en el que me anduve follando a cierta bailarina de strep tease, llamémosla Eli, por ponerle un nombre. Ella actuaba los Jueves en un lugar que yo frecuentaba, y como era amiga de la camarera, que a su vez era amiga mía, una noche la felicité tras una actuación y estuvimos charlando un rato bajo las envidiosas miradas de los babosos que la perseguían. Le caí bien, esas cosas se notan. Imagino que Eli no estaba muy acostumbrada a que alguien le estrechara la mano y la felicitara de modo educado en lugar de pretender meterle la polla directamente.

Pero pocos días después sí que estaba metiéndole la polla, claro. La historia acabó como suelen acabar estas cosas: "mi madre te quiere conocer". Y claro, eché a correr como alma que lleva el diablo.

Luego me follé una vez a cierta golfita cuyo nombre no recuerdo (es verdad, recuerdo sus apellidos pero no su nombre), la llamaremos Putipuerca.

Pues bien, Putipuerca y yo follamos una sola vez. Yo estaba en ese estado etílico que todavía te permite trempar pero que hace dos o tres cubatas que dejó atrás la capacidad de seleccionar a las amantes. Y acabamos en aquel hotel de cuatro estrellas. Todo bien, gracias. Hasta el día siguiente.

El día siguiente nos reunimos de nuevo en aquella habitación de hotel, pero yo no estaba borracho. Y eso cambió las cosas. Las cambió mucho. "¿Qué cojones hago con esta tía que ni me gusta ni nada encerrado toda una noche en una habitación?", se preguntaba este cabeza de chorlito. Aquella noche Putipuerca descubrió que los hombres somos algo más que polla. Aquella noche descubrí que es verdad eso de que "no hay mujeres feas, sino copas de menos". Así que por la mañana adiós y si te he visto no me acuerdo.

¿Y cuál es la relación entre estos dos casos? Pues una muy preocupante que ahora les refiero:

Meses más tarde, cuando la golfita Putipuerca ya no era tan golfita, me la encuentro por la calle, y lo normal, "hola, muac, hola, muac, cómo estás, yo bien gracias y tú, yo guay, Eli y yo hablamos mucho de ti". ¿Uhmmm?

- ¿Conoces a Eli?

- Claro, ¿es que no lo sabes? Vivimos juntas desde hace un tiempo.

- ¿Juntas...?

- Sí, juntas. Somos pareja.

- Ah. Esto... que tengo prisa, hasta luego.

O sea, que me tiro a dos damas y renuncian a los hombres, y para colmo acaban liadas entre sí. Y yo sin saber que se conocían mientras tanto. ¿Pero esto es normal? ¿Estas cosas son frecuentes en la vida?

A mí la cosa me huele fatal. Es como si tras conocerme hayan preferido el lesbianismo, y encima se unen entre ellas para consolarse mutuamente por la trágica experiencia de haberse liado conmigo.

Corrompo todo lo que toco... hostias.