Músculos y maricas

(Entrada publicada originalmente en Spaces el 12 de Octubre de 2006).

Siempre he tenido claro que si me cruzara de acera y me diera por buscar machos a los que desgarrar el esfínter me apuntaría a un gimnasio de musculación. Esos lugares son paraísos para el común bujarrón.

Aparte de mis apreciaciones personales me lo ha confirmado algún que otro ex-adicto a la musculación masculina. Los que siguen en ello no se pronuncian, claro, no sea que los tilde de julandrones, tendencia por otra parte muy respetable y hasta digna de elogios según se aprecia en los medios de comunicación. Pero aquellos que abandonan lo del culto al cuerpo me lo cuentan: en los gimnasios hay mucho sodomita.

Este cabeza de chorlito no tiene nada en contra de los homosexuales, cada uno se lo monta como quiere y puede. Me parece de perlas, oye, y cuantos más hombres invertidos haya mejor para mí; menos competencia. Lo que me asquea es eso de desarrollar músculos hasta límites ridículos como señal de masculinidad y luego... ea, a comerle la tranca al novio. Me parece una perversión de la Teoría Darwinista.

¿Se han fijado mis queridos tres o cuatro lectores en que estos forzudos de circo presentan una cabeza desproporcionadamente pequeña? No es un efecto visual, es que de verdad se les reduce el volumen craneal a medida que les crecen los músculos. A algunos se les reduce la cabeza también a medida que se les dilata el esfínter. En serio, hay diversos estudios científicos que lo demuestran, pero ahora mismo no los encuentro.

Me da mucho repelús cuando veo a dos de estos individuos con hipertrofia muscular enseñándose mutuamente los bíceps. No puedo evitar pensar que están deseando comerse la boca el uno al otro, de igual modo que cuando veo a dos mujeres comparándose el tamaño de las tetas tampoco puedo evitar imaginármelas haciendo guarradas, claro que esto me parece mucho más divertido. Sí, ya sé, soy un enfermo.

Y no repelús sino risa me da cuando me entero de que una chica no folla con su novio megacachas porque debido a las hormonas (ilegales, por cierto) que se inyecta no se le levanta la pirula. Eso ya es el colmo de los sinsentidos. O sea, que el tipo se infla los músculos para parecer muy macho, y debido a eso pierde su capacidad de tener una erección... pues sí que tiene la cosa su guasa. Pa darle dos hostias, vamos. A él y a la novia en el hipotético caso de que ésta le fuera fiel.

Sí que es verdad que un cuerpo de hombre adecuadamente musculoso es bonito, pero de ahí a obsesionarse con ello hay un trecho. Todos los practicantes de culturismo que conozco sólo saben hablar de músculos, entrenamientos, hormonas... ah, y todos parecen ser endocrinólogos y creen saber una jartá sobre alimentación sana y dietas. Aburre mucho una conversación con ellos, pero siempre queda el recurso de preguntarles por el último libro que han leído y echar unas risas.

Y ahora que me he desahogado por hoy me despediré de ustedes aclarando algo: No es envidia, que yo estoy de bueno que me rompo, además de que se me ocurren miles de formas de gastar mi tiempo más interesantes y productivas que levantar pesas.