Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Tratado puteril. Capítulo dos. Las edades del puterío


Para seguir estudiando el puterío no estará de más exponer cómo y cuándo aparece, su desarrollo y las consecuencias que conlleva durante su evolución tanto para las mujeres como para los hombres.

En el capítulo anterior ya se respondió indirectamente a la cuestión de si la puta nace o se hace. Quedó patente que la puta es innata. Veamos ahora cómo se desarrolla:

Es a partir de la menarquia y del afloramiento de las tetas cuando aparecen los primeros signos de puterío. Ocurre alrededor de los doce años, aunque hay ligeras variaciones según la situación geográfica que parecen estar relacionadas con la cantidad de horas de luz solar. Para el hombre no avezado estos signos de inicial puterío pueden resultar entrañablemente simpáticos, y no es raro que haya padres insensatos que alientan en sus hijas la conducta puteril, grave error educativo por el que después pagarán otros. Las adolescentes adquieren conciencia del poder que sus incipientes tetitas ejercen en los hombres y se aprovechan de ello volviéndose caprichosas, manipuladoras y coquetas -¡qué me dices!, ¡aprendices de meretrices!-. Desde esa edad y hasta los veinte años aproximadamente ensayan técnicas de seducción y visten ropajes que no dejen lugar a dudas sobre su condición femenina, algunas incluso usan sujetadores con relleno postizo. La culpa, ya se sabe, es de los padres, que las visten como putas. También se maquillan como payasos a pesar de tener unas caritas perfectas y además de provocar alguna calentura por mostrar más carne de la debida provocan vergüenza ajena. En DCC somos firmes defensores de la paz y aborrecemos cualquier forma de violencia, pero consideramos que por el bien de la humanidad habría que ahogar a ciertos padres en ácido sulfúrico. Durante esta etapa de las jóvenes putillas es cuando experimentan con el sexo haciéndole pajillas al macarra del barrio y más adelante follándoselo vivo. Esto es, quizá, la única buena obra que hacen en sus vidas, pues está bien que el pobre muchacho tenga la oportunidad de descargar los huevos antes de ingresar en prisión. Sin embargo, manifestamos ciertas reservas en cuanto al altruismo de esos puteriles actos, y creemos más bien que ellas lo hacen como entrenamiento para el día en que cumplan su sueño, el cual a esa edad ya consiste en casarse con un hombre rico. Viven estos años enamoradas de presentadores de televisión homosexuales, de cantantes cocainómanos o de actores alcohólicos. Asisten, con sus mejores ropas de putones verbeneros, a conciertos en los que se matan entre ellas por acercarse al escenario con la esperanza de que el vocalista drogata de un grupo rockero o el cantante amariconado de moda se fije en ellas. Muchas son las que tras una actuación se han quedado preñadas de su ídolo y no le han vuelto a ver el pelo salvo por la tele. Después le cuentan a sus padres que el culpable es el Yosua (otro macarrilla de barrio, pero cuyo padre tiene una tienda de ultramarinos y así al menos el bebé podrá comer), por lo que Yosua y la putilla se casan de forma precipitada y el bastardo crecerá sin saber que su verdadero padre no es el Yosua, sino un artista de mierda que murió por sobredosis poco después de engendrarlo. Esta situación, debemos reconocerlo, nos provoca en DCC una malsana satisfacción y un poco de risa. Las putillas, durante la adolescencia, son muy calientapollas pero casi inofensivas. Salvo para el tontarra del Yosua, claro.

Entre los veinte y los treinta años alcanzan las mujeres su plena madurez puteril. Cuidado con ellas. Ya han refinado sus técnicas manipuladoras y en algún momento pasado olvidaron los escrúpulos, junto con las bragas, en el asiento trasero de un coche. Todas a esta edad tienen el mismo objetivo: casarse con un hombre guapo, fuerte, sano, responsable, fiel y rico; o en su defecto casarse con un hombre rico sin más. La mayoría, como cabía esperar, sucumbe ante la despiadada competencia y acaba casándose con cualquier pelagatos: ya dijimos en el capítulo anterior que hombres millonarios hay pocos; mujeres guapas, muchas. Durante esta etapa de su vida dejan de recordar que son humanas y van de diosas por la vida. A mayor belleza mayor es el endiosamiento (en otro capítulo se darán unas recomendaciones para evitar en lo posible el efecto Diosa). Dado que se creen diosas tratan a los hombres como a seres inferiores, salvo a los hombres ricos, ante los cuales se comportan como siervas. Una vez más, en DCC clamamos por la paz y el diálogo, pero con la sospecha de que dos buenas hostias a tiempo bajarían a muchas diosas de su altar.

Aquellas que llegan a los treinta años solteras se sienten acomplejadas y fracasadas. Cuanto más se acercan a los cuarenta más se les envenena el alma y con más desesperación buscan un marido adinerado (observen que ya no digo millonario). Usualmente han tenido que trabajar y son conscientes de la urgencia de encontrar un marido que las mantenga y las libere de la esclavitud de horarios y jefes, y ya de paso les garantice el alimento a ella y a sus retoños. Sabedoras de que se les acaba el tiempo ya no aspiran al ricachón que no consiguieron cuando aún tenían las tetas prietas e ingrávidas, así que ahora les vale cualquiera, preferiblemente con empleo fijo y razonablemente remunerado. Suelen follar bien y ser poco exigentes en lujos, pero muy infieles porque están en una época de búsqueda y comparación frenéticas.

Pasados los cuarenta años son excelentes amantes (gallina vieja hace buen caldo). Se vuelven humildes, aunque no mucho. Las que aún son solteras son horrorosas, o bien es que nadie las quiere de tan indisimuladamente putas como han demostrado ser en sus años anteriores. Saben que están a punto de ser expulsadas del mercado por las pujantes veinteañeras buenorras y esto las lleva a rebajar mucho su caché, llegando a darse de baratillo al primer postor que por allí pase. Son cosas de la ley de la oferta y la demanda, que puede ser casi tan puta como las propias mujeres. En cuanto a las cuarentonas casadas sólo apuntaremos que son siempre infieles de pensamiento y ocasionalmente de obra. También las hay chateadoras impenitentes quemando sus últimos cartuchos, por si acaso el millonario tan ansiado se esconde bajo un alias como, por ejemplo, Millonety_Soltero_Guapete.

De los cincuenta en adelante ya ni merece la pena hablar de ellas como mujeres, porque son más bien abuelas, y las abuelas, al igual que los ángeles, son seres asexuados.


(PRÓXIMO CAPÍTULO: Relación entre belleza y puterío).

14 comentarios:

Gerardo dijo...

Ay, pero qué bestia eres. ¡Ja, ja, ja!

A ver, dejando de lado la generalización, porque englobar a todo el sexo femenino en este patrón es exagerado: ¿quién no conoce a más de una así? Hay cientos en las revistas del corazón, oiga.

Qué hortera es la vida de los famosos...

Javi dijo...

Vale, seguro que ya me lo dijiste alguna vez pero: cada vez tengo más claro que si algo se trata de conseguir en DCC, ese algo NO es ligar. Bajo ningún concepto.

Y ahora, ¿por qué no escribes un libro llamado "Manual de puterío para Dummies"? (obviamente en que se advierta que eres un cachondo mental y que te la pasas de broma, vaya a ser que se te tiren encima legiones de mujeres coléricas)

Lola dijo...

Leónidas, confiesa: ¡Tú conoces a una de mis cuñadas!

Saludos. Lola.

Anónimo dijo...

Este es el Cabeza de Chorlito del que tod@s nos enamoramos...

Anónimo dijo...

P,D.

Inconformista, el tiempo y la experiencia -de la que yo carezco en cantidades industriales- te demostrarán lo equivocado de tu aseveración.

marmotilla dijo...

Mira, normalmente paso por alto estas cosas tuyas, porque ya sabemos de qué vas, y blablabla, pero creo que alguien debería decir, en vez de limitarse a hacerte la pelota, que te estás superando a ti mismo en el número de gilipolleces que puedes llegar a decir en una sola entrada. Cosas como "dos buenas hostias a tiempo bajarían a muchas diosas de su altar" no tienen ni puta gracia, pero entre que tú las sueltas y los demás te las aplauden, al final te vas a acabar creyendo que sí. ¿Que una tía te ha dejado? ¿Que se ha portado mal? Mira, nos ha pasado a todos, hombres y mujeres, así que cálmate un poquito.
Por supuesto, no dudo que ahora vendrán todos los Leo-defensores a meterse conmigo, a defender la incorrección política (ooooh) y el maravilloso humor de Leonidas, que dice "verdades como puños" (ejem) sin despeinarse (y lo sabes, porque aunque siempre vayas de "oh, se van a meter conmigo", lo cierto es que el número de "admiradores" tuyos supera el de críticos).
Y así, cuando el vecino mate a hostias a su mujer porque considera que es una puta que coquetea con el de la esquina, el habernos acostumbrado a estas estupideces hará que nos sea menos duro pensar en ello, y más fácil decir que la culpa debía de ser de la tía, que ya se sabe cómo son. Pues estupendo, oye.
Hala, ya puedes meterte conmigo, disfrutar del "ooooh, qué provocador soy" y seguir recibiendo halagos. A pasarlo bien.

lucia dijo...

En fin, aunque he intentado aun pasando ganas no responderte a estas entradas, estoy de acuerdo con marmota, alguien te tiene que estudiar a fondo, o quizás dejarte mirar por un profesional, o cambiar de sitio para buscar amigas, tanto rencor no es sano, y si de verdad piensas lo que escribes tienes un grave problema.
Ahora ya puesdes contestarme, como sueles hacer cuando no te rien tus gracias, o "no gracias para algunos", que si me desahogo, o que si tengo algún problema, o que si no me gusta lo que escribes para que leo.

Javi dijo...

Ala, ala, al meollo:

Javi: ¿que aseveración? ¿que experiencia? Yo también carezco de experiencia en cantidades industriales (creo que en casi todo). Pero me vendría bien saber a que te refieres.

Marmota: me siento aludido y solo te puedo remitir a un post que publiqué hace tiempo sobre el peloteo "http://meoquidemanimo.spaces.live.com/blog/cns!DDE84F21C8901E90!190.entry"

Que digas que hago la pelota a Leo me parece una mamarrachada y una soplapollez de tres pares de cojones.

Te puedo admitir que digas que yo digo tonterías y me las discutas tal como se las discutes a Leo.

Puedo admitir que expliques que, si mi objetivo es hacer ironía, busque formas de que esto se pueda leer (ya se sabe que el lenguaje escrito es más difícil de hacerlo expresivo y que yo no soy uno de los que mejor lo domina)

Pero que me llames pelota es una mamarrachada y una soplapollez. ¿Qué te hace pensar que Leo tiene algo que a mí pueda interesar? ¿Para qué crees que debería esforzarme en chuparle la polla a alguien que de entrada ni conozco personalmente? ¿Por qué te crees que tengo alguna intención de que Leo se sienta complacido al leer mis comentarios?

Por lo demás (y sin ironías) el comentario que aplaudo de verdad es el tuyo. Aunque creo que necesitas aprender a reirte de ti misma y de las cosas serias, sin necesidad de dramatizar como lo haces. Sinceramente, Marmota, el mundo ya es bastante horrible como para empeorarlo con nuestro mal humor.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Hola, amigos.

A mí me vais a perdonar, pero mientras no termine de publicar el Tratado puteril y pase a otras cosas (igualmente prescindibles) me abstendré de comentar en serio. Como entre a discutir la vamos a liar... y paso.

Que sepáis que leo todos vuestros comentarios con interés, incluso los de Miri.

(Marmota, espero que tu airado comentario no signifique que me retiras el Premio Marmota).

Anónimo dijo...

Inconformista:

Me refiero a tu aseveración de que con esta actitud no va a conseguir ligar. La mujer es un animal tremendamente complejo e incomprensible y -salvo contadas y honradas excepciones- parece preferir a sus maltratadores antes que a sus benefactores. Mi carencia de experiencia se refiere a esto mismo. Aunque soy consciente de que con mi actitud lo único que conseguiré es ser objeto de choteo y aprovechamiento -por parte de la otra persona, se entiende- no puedo evitar ser un buenazo. No puedo ir de macarra por la vida, que parece ser lo que gusta a la mayoría de las mujeres.

Marmota:

No hay que tomarse al pie de la letra los comentarios y entradas de Leónidas. En esta entrada hay mucho de verdad, y eso es innegable. Por supuesto que yo no defiendo la violencia, salvo quizás cuando se trata de un castigo merecido. Las dos hostias a las que se refiere Leónidas pueden -y deben- ser metafóricas. Que de vez en cuando estas "Diosas" se lleven un chasco les demuestraría que tener "palmito" no las convierte en seres superiores, con derecho a todo. Un par de hostias "figuradas", les harían mucho bien, ya que les enseñaría que no son más que las demás.

El hecho de que nos riamos con sus textos no significa que compartamos al cien por cien su contenido y opiniones.

Anónimo dijo...

P.D.

Lo de "demuestraría" es una errata, obviamente.

Javi dijo...

Gracias, Javi, ahora te puedo aclarar que, efectivamente, en este campo mi experiencia es nula y que, por otro lado, lucho para que siga siendolo.

benzodiacepinas dijo...

que pasa con las que no QUIEREN casarse... uuuuh...

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Da igual, Benzodiacepinas. No querrán casarse, pero sí unirse de alguna otra forma y todo lo expuesto en la entrada sigue siendo válido.