En mi adolescencia, supongo que como todo el mundo, hice cosas rarísimas. Hoy no me explico de dónde sacaba ánimos para tanta extravagancia. Por ejemplo, hubo un verano en que me dio por escribir cuentos de terror, y no se me ocurrió mejor manera de inspirarme que ir a escribirlos a la puerta de un cementerio... y de madrugada. Sí, ya les he dicho que hacía cosas rarísimas.
No se crean que era tarea sencilla. Primero tenía que esperar a que mis padres se durmieran, y a continuación ingeniármelas para salir de casa sin hacer ruido, caminar dos kilómetros por caminos oscuros y solitarios, realizar mi "trabajo" y volver a casa, escondiéndome de vecinos insomnes que, por estar de vacaciones, se pasaban las noches de fiesta. Entre la fuga del hogar paterno y el rato de cementerio dándole a la imaginación se conseguía un estado de nervios que era ideal para la autosugestión, o para la pura paranoia. Menos mal que en aquellas escapadas no fumaba porros, porque entonces... bueno, es que si hubiera fumado porros no habría llegado nunca al cementerio.
Era en Torrevieja, Alicante, y el cementerio se encuentra, como dije, a un par de kilómetros del piso que mis padres usan para veranear. En aquel tiempo, finales de los ochenta o principios de los noventa, esa zona de Torrevieja apenas estaba urbanizada. Las viviendas más cercanas al cementerio estarían, calculo, a unos quinientos metros, en cambio pasaba una carretera secundaria muy cerca de la puerta, pero casi nadie transitaba por allí a esas horas. Los pocos que me vieron allí, sentado en plena madrugada sobre un banco de piedra junto a la puerta enrejada del camposanto, iluminado por la única farola de la fachada, debieron de pensar que veían un alma en pena, un resucitado, un... yo qué sé.
Llegaba allí, me sentaba en el banco de piedra, abría mi cuaderno, y bajo la luz de aquella solitaria farola me ponía a escribir relatos tétricos que nunca terminaba. Era emocionante, créanme que lo era. Fue intensa sobre todo la primera noche de actividad lunáticoliteraria, cuando me encontré al fantasma.
Tras escribir unas líneas decidí interrumpir el relato y mirar a través de la reja que a esas horas cerraba la entrada al cementerio. Podía ver unas cuantas lápidas y muchos cipreses. Frente a mí, al otro lado de la verja, se extendía una calle estrecha que iba a parar a un mausoleo con una puerta acristalada. Entonces lo vi. Lo vi sin ninguna duda.
Dentro de aquel panteón había alguien, o algo, paseándose con una vela. La oscuridad dentro de ese monumento funerario era total, salvo por la trémula llama de la vela. No podía distinguir figura alguna, pero veía perfectamente la pequeña luz desplazarse de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Quedé estupefacto contemplando aquello. El cementerio estaba cerrado, y allí no vivía un sepulturero ni ningún otro empleado, lo sé porque anteriormente había estado allí en horario de visita para inspeccionar la zona y para mirar lápidas, (¿a quién no le gusta pasearse por las calles de un cementerio y disfrutar con esas brevísimas y bellas historias que son los epitafios?)
¿Quién, o qué, había allí dentro? Lo primero que pensé, por supuesto, es que se trataba de algún ingenio mecánico que hacía moverse una vela con fines ornamentales, pero no, no era eso. Me quedé un buen rato, a pesar de mi inquietud --¿inquietud?, bah, reconoceré que era miedo--, para cronometrar el tiempo que la luz tardaba en cruzar la puerta acristalada y con qué frecuencia lo hacía, por si podía desprenderse de esa observación alguna pauta. Me fue imposible. Unas veces cruzaba la puerta en uno o dos segundos, otras veces mucho más deprisa. Podía aparecer cuatro, cinco, diez veces en un minuto, o desaparecer durante minutos enteros. ¿Qué estaba ocurriendo dentro de ese mausoleo?
Hay sinvergüenzas que viven del misterio, y tienen la desfachatez de decir que "los enigmas no deben ser desvelados". Podría haber seguido esa malintencionada orden y terminar aquí la entrada sin tener nada más que contarles de este asunto. Voy a terminar, en efecto, esta entrada, pero tengo más que contar en la siguiente, porque yo quise desvelar el enigma, ¿y saben una cosa?, fue muy fácil.
7 comentarios:
Resulta que encontré un comentario tuyo en mi espacio...Y acabé aquí. No recuerdo muy bien quién eres, pero sí que escribes bien y que podría ser que necesitases un psicólogo con urgencia...pero no importa.xD
Suerte con todo.
Saludos!
Hola, Naesse. Yo tampoco recuerdo quién eres tú. Hubiera estado bien que dejaras enlace a tu blog, como dictan las normas de cortesía. De ese modo ahora podría saber quién eres y, quizá, entender el extraño impulso que te lleva a dejar un comentario en una entrada que en verdad no comentas.
Para los insultos (lo del psicólogo con urgencia lo entiendo como tal) o los elogios ("escribes bien"), tengo una dirección de correo electrónico en mi perfil.
Pues yo también vi (o más bien escuché) alguna vez fantasmas, hasta que dejé de creer en ellos. Entonces, como por arte de magia, se esfumaron para siempre. Y es que la sugestión es muy poderosa. Hay tantas cosas inexplicables cuando no nos molestamos en buscar la explicación...
Un besito,
Miri
http://coti-82.spaces.live.com
P.D: Lo de no dejar enlace, Chorli, tiene sentido. Desde hace unos días Blogger sólo te deja opción de comentar con cuenta de Google, con un alias (sin enlace) o como anónimo. Ya no da la ocasión de hacerlo de enlazar a tu nombre un blog de otra plataforma, como antes. ¿Me explico? Yo he optado por firmar con mi dirección, pero a lo mejor a otra gente no se le ha ocurrido (todavía).
Off topic:
Ups, fallo técnico. Quería decir "Ya no da la ocasión de enlazar a tu nombre un blog de otra plataforma"
Sitos,
Miri
http://coti-82.spaces.live.com
El miedo es el peor de los fantasmas...
Pues yo una vez estuve hablando con una fantasma durante un montón de rato.
Decía que quería que mirara a Almería para enseñarme no sé qué.
No le hice mucho caso, la verdad.
mo.
No, Dana, el peor de los fantas mas es el presentador y director de Cuarto Milenio.
MO, eso de que un fantasma te ponga mirando pa Almería me da muy mal rollo, en serio.
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