Dicen mis padres, yo no lo recuerdo, que siendo un tierno infante de un par de añitos me echaba a llorar cuando veía a los payasos de la tele darse bofetadas. Se esperaba que esos guantazos fueran cosa risible, pero parece ser que a mí la violencia se me atragantaba desde bien chiquito. La gracia de una hostia aprendemos a apreciarla después, cuando ya la vida nos ha dado unas cuantas hostias y entonces, jajaja qué risa Marisa, nos hace gracia ver que son otros quienes las reciben y que nosotros estamos a salvo. Entonces sí que es gracioso, jajaja cómo mola tía Manola, ver a otros recibir las hostias que tanto miedo nos daban de niños. Somos así de hijoputas, qué se le va a hacer.
¿Saben una cosa terriblemente triste? Terriblemente triste es que mañana o pasado algún lector de este blog me diga en el trabajo: "Me parece muy mal que te guste lo de la violencia, que lo he leído en tu blog". Nadie entiende nada. La vida a veces parece una pesadilla donde todo el mundo juega a hacerse entender mientras todo el mundo juega a desentender a los demás. (Demasiado sentenciosa me ha quedado esa última frase. Harán bien olvidándola, que yo no pretendo ser un Paulo Coelho cualquiera).
La vida, nos guste o no, da hostias. A veces son leves bofetadas que soportamos casi sin darnos cuenta de haberlas recibido, pero otras veces --yendo al lado opuesto-- admitamos que la vida, la puerca y maravillosa vida, nos da unas hostias que nos arrancan la cabeza... aunque seas un payaso de la tele.
8 comentarios:
Resulta curioso que la violencia dé para una reflexión tan intima. Joder, lo que eres capaz de hacer con una bofetada.
Yo, como buen simplón militante, me parto la caja con Terence Hill y Bud Spencer. A los payasos de la tele lor recuerdo más distantes.
Pero lo cierto es que debemos ser una especie de lo más sádica. Nos reimos de las desgracias ajenas siempre que no nos toquen de cerca.
Bueno, que tampoco le des mucha bola a este rollo de Rody y Fofito. No es que Miliki y Milikito sean santo de mi deboción, pero tampoco me suelo creer a la gente que sale en la prensa rosa. No sé. Igual es que alguna hostia vuela por ahí.
Querido Leonidas, no estas solo en esto. Son muy cabrones los payasos.
http://www.youtube.com/watch?v=J4FYE_3jzDU
A mí es que nunca me gustaron mucho los payasos.
Que alguien tenga que colocarse una rídicula nariz roja (¿roja, no?) y darse de hostias en plan gilipollas para hacer reír (¿"reír" va acentuado, Leo?) no me inspira mucha confianza.
No sé, es como si me resultara forzado, ya sabes, y las cosas forzadas no terminan de cuadrarme.
Respecto al fin de tu entrada:
MÁNDALOS A LA MIERDA.
El tipo de gente que no logra comprender tu misma clase de humor, en el fondo, tampoco deberían preocuparte lo más mínimo.
P.D.: Joer, qué comentario más largo, coño.
P.D.2: Bah, pasa de leerlo. Es un tostón (esto debí decírtelo antes porque claro, si estás leyendo esto es que ya has perdido el tiempo con él).
P.D.3: (Ya que has llegado hasta el final...) Pues a mí me ha molado la frase esa de Paulo Coelho 2, se me hace extraño leerla en ti pero no sé, ha tenido su reflexión y todo ese rollo.
MO.
Eres un militar, lógico que te guste la violencia, los golpes, la sangre..... la muerte.... o nunca mejor dicho... darle muerte a alguien!
Rodrigo M.
Hay una frase en esa cojonuda entrada que me ha gustado mucho, si te interesa leo:
http://otromaldia.blogspot.com/2008/01/la-vida-veces-parece-una-pesadilla.html
tienes razón... hay bofetadas y bofetadas...yo aún recuerdo mi último ostiazo memorable, de esos que no consigues esquivar (mas bien fueron ocho bofetadas...)
A mí nunca me gustaron los payasos de la tele, ni siquiera cuando Miliki comenzó a andar su camino, no solo por lo de los bofetones, que de esos ya se encarga la vida de largo, sino porque me creaban mucha desconfianza. ¿ Que le voy a hacer si soy del clan de Torrebruno? Su canción de tigres y leones era más sana.
Un saludo muy grande hermoso ;)
P.d: Espero tener más tiempo libre para ponerme al día con todo lo que has escrito. Besicos
Qué bonito debía de ser cuando, de críos, las bofetadas de los payasos nos sorprendían. Ahora casi nos sorprendería más que se dieran abrazos.
Un besito,
Miri
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