Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

martes, 30 de marzo de 2010

Los diversos suicidios del teniente Núñez. (XIV)



Dejé que Contreras digiriera esa última muerte. Con mala leche podría decirse que le di tiempo para masticar el picadillo de García. Silvia se ayudó con un trago de whisky para tragar aquello, y luego dijo:

-Esto introduce una interesante novedad en la cadena de suicidios. Si no me equivoco era la primera vez que se observaba a uno de los suicidas en los instantes previos al adiós definitivo. ¿Estoy en lo cierto?

-Sí, y es una buena observación, amiga Silvia. Así que ya sabes, si ves que me pongo a reír de una manera rara y sin venir a cuento agárrame fuerte y pide ayuda -le respondí más en broma que en serio.

-Tú no vas a suicidarte, Alburquerque, porque yo voy a cuidar de ti.

-¿Ah, sí?

-Sí. De entrada esta noche dormiré en tu casa. La verdad es que no me atrae nada la idea de volver a la residencia del cuartel, y así de paso te vigilo. Tendrás un sofá o algo parecido donde ponerme a dormir la mona, ¿no? Uy, ¿estoy siendo muy descarada?

-Bueno... Ya hablaremos de eso; aún es temprano.

-Pues entonces voy a pedir otros dos whiskys -decidió Silvia, siempre tan resuelta a vaciar vasos.

-¡No, no! Contreras, por favor, para mí un Red Bull o algo parecido, que voy ya muy cargado. Te sugiero que hagas lo mismo.

Pero Silvia insistió en pedir un whisky más para ella. Esa noche se había propuesto convertir su hígado en foie-gras de artillera, por lo visto. En fin, unos se mueren porque se quedan sin hígado, y otros se mueren porque un tío que ya está muerto los va eliminando de uno en uno. Qué locura, joder, qué locura.

Mientras Silvia atacaba a pequeños sorbos su enésima copa yo continué la historia:

-A la tarde del día siguiente, tal como estaba previsto, los supervivientes del Club de los Probables Suicidas nos reunimos con Sepúlveda en su consulta. Previamente lo habíamos informado por teléfono de la "deserción" de García, y el tipo se mostraba francamente interesado por nosotros, aunque sospecho que más como especímenes de estudio que como pacientes. Seguro que estaba pensando en escribir a nuestra costa un libro titulado
Yo traté a esos jodidos locos o algo así.

»El señor Sepúlveda escuchó nuestros temores y habló poco, y lo poco que dijo no eran más que vaguedades. Necesitaba conocernos mejor, afirmaba el muy falso cuando lo que de verdad pretendía era aliviarnos el peso de los bolsillos, y como tú bien sabes, querida Silvia, los bolsillos de la tropa no es que estén sobrecargados precisamente. ¿Pues sabes qué, Silvia?, ese cabrón se quedó con las ganas de conocernos mejor.

»El domingo, 13 de abril de 2008, Martínez, con solo diecinueve años, se fue al otro barrio respirando los gases del escape de su coche. Ya ves, era todo un clásico a pesar de su juventud. Lo encontraron los de la SV, azulado como un pitufo, en los aparcamientos de tropa. Había robado unos metros de manguera al jardinero, y el muy cabrón los usó para dirigir el gas del escape al habitáculo de su Seat Ibiza.

»Con esta nueva renuncia el mermado Club de los Probables decidió por unanimidad prescindir de los servicios del psicólogo Sepúlveda; estaba claro que no nos servía de mucho.

-También es que era pronto, Alburquerque. El psicólogo no tuvo tiempo de nada.

Bebí un largo trago de mi Red Bull sin responder a Silvia. ¿Cómo hacerle entender que a esas alturas habíamos claudicado? ¿Cómo explicarle que estábamos resignados?

-Silvia, quizá no lo entiendas, pero Sanz, Gil, Calahorro y yo sabíamos que no quedaba salvación para nosotros. Ni Sepúlveda, ni el páter, ni nadie podía hacer nada. En lugar de terapias de más que dudosa eficacia preferíamos disponer de tiempo, de tiempo para arreglar nuestras cosas, ya me entiendes: papeleos, esos eternos laberintos burocráticos; testamentos y herencias; acabar de construir un mueble que a alguien le hizo ilusión ver terminado; pedir ese perdón tanto tiempo postergado, preferiblemente en persona aunque para ello haya que viajar a las antípodas; entregarse en cuerpo y alma a la novia, a la esposa o a los hijos; o ir por fin a visitar a esa prima lejana que el año pasado tuvo trillizos. Flecos, Silvia, flecos de la vida que, si uno puede, no dejará sueltos. A eso nos queríamos dedicar, querida compañera, a recortar flecos.

(ESTO VA A CONTINUAR MIENTRAS ME SALGA DE LOS HUEVOS)

15 comentarios:

Pajeú dijo...

Sigo leyendo...

Un SoSo.

El soldadito de plomo dijo...

Caray, pues muchas gracias. Eres la única persona que lee esto, Pajeú. No es que me importe demasiado, porque escribo por gusto (no como aquel ególatra de Leónidas [D.E.P.], que buscaba desesperadamente que le lamieran la punta del pijo), pero no está mal saber que alguien se traga mis letras.

Esto... oye, Pajeú, ¿te quieres tragar algo más? Te lo pregunto de buen rollo, eh, no vayas a pensar que soy un guarro ni nada de eso.

Cristina dijo...

joder, yo también te leo... pero avísame si piensas escribir la historia interminable o algo así; más que nada para reservar el tiempo...
Y sácalos ya de ese bar, que no me trago que aguanten mucho más ahí, (ni otras cosas... esto sólo por si acaso).

El soldadito de plomo dijo...

Ja, ja, ja... Ay, CRD, si no fuera por miedo de perder a otras "groupies" te diría que te adoro.

cachalote dijo...

Puede usted estar seguro de que hay al menos otro lector de su relato.

Por favor, no nos deje ahora en la estacada, y no confunda la ausencia de comentarios con falta de interés por parte de sus lectores.

El desenlace parece próximo y sin duda estará a la altura de los fragmentos que nos va dosificando.

Y me gustaría hacerle una pregunta, si tiene a bien contestarla. Verá, para los que carecemos de la imaginación y capacidad de expresión suficiente, la redacción de historias de este tipo se asemeja a una tarea titánica. Por ejemplo en este caso, ¿escribe "sobre la marcha"?, me refiero a si tiene un rato libre y dice, pues hoy otro capítulo, y hala, lo redacta "in situ" o si prepara anteriormente un guión y luego trabaja sobre ello.

Le ruego disculpe la indiscreción, pero para aprender, el ignorante debe preguntar al que sabe.

Un saludo

El soldadito de plomo dijo...

Venga, Capitán Cachalote, seamos sinceros: usted está de coña, ¿verdad?

¿No? Pues vale. Le advierto que estoy hasta las cojones de comentarios hijoputescos, y puesto que ignoro con qué intención va usted, le responderé con atención y respeto mientras no me demuestre ser otro de los cobardes enemigos que mi humilde persona suscita.

Olvidemos eso y vayamos al grano. Me pregunta usted (creo que con cierto cachondeo): ...

No puedo responderle. Lo siento. Me ha hecho preguntas clave que me darían para hablar y hablar y hablar. Y usted no me tutea. ¿Cómo puedo contarle los secretos de la creación de un cuento a alguien que me llama de usted?

Bah, le diré algo que ya se ha dicho en esta bitácora alguna vez: ALCOHOL. Mis mejores relatos salieron de una botella, créame.

Hay mucho que contar acerca de la creación de un cuento, pero ni yo soy un literato ni usted es un crítico. Sigamos emborrachándonos.

Rocket dijo...

Estimado soldadito,

En mi ititnerante existencia siempre encuentro un momendo para leer DCC... ¡compruebe, compruebe!

Y o esa muchacha deja de beber o va dar igual si le acompaña a casa o no...

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Jejeje... Rocket, es por eso que Alburquerque ha empezado a beber Red Bull. En cuanto a Contreras, bueno, las mujeres no necesitan tener una erección para llevar a cabo el coito, así que por mucho que se emborrachen pueden dejarse penetrar igualmente. De hecho creo que cuanto más ebrias estén más fácilmente percutibles son.

(Con este comentario no pretendo adelantar que Alburquerque se tire a Contreras, que eso ya se verá. Por ahora estoy hablando por hablar).

cachalote dijo...

Lamento haber despertado tus suspicacias, te aseguro que en absoluto soy un "tocapelotas". Siempre me ha parecido que entrar en un blog es como entrar en una casa ajena, hay que ser respetuoso con el anfitrión y si algo no te gusta, pues símplemente te marchas y punto.

Je je, si el alcohol es la clave..., pues me pongo a ello ya mismo, aunque yo lo acompañaré de algún puro, que me motiva más...

El cuñao de Sánchez Dragó dijo...

"Oooíiiiiiiiii...!" (que diría también mi mujer). Me escandaliza con su bohemia, con su descaro e incluso con su modestia.

Ande, ande; que Sabina ya está inventado. Búsquese otro personaje.

(PD. Mi cuñao tampoco vale).

El soldadito de plomo dijo...

Capitán Cachalote:

Yo opino al contrario. Cuando comento en un blog voy a machacar si lo estimo oportuno. Y el que no esté dispuesto a ser machacado que no escriba un blog público. En lo que a mí respecta se me puede machacar hasta empujarme al suicidio (mwajajaja...)

Cuñao de Sánchez Dragó:

Y hablando de su esposa (ya que ha sacado usted el tema), ¿qué tal si se dedica usted a tocarle más a ella el tesorito y a tocarme menos a mí las pelotas?

el cuñao de Sánchez Dragó dijo...

Mi esposa bien, gracias. Y su tesorito, también. No le doy más detalles, que luego se me excita.

¿Tocarle las pelotas? No me motiva, no crea. Se ve que usted se deja, pero casi que prefiero tocar cosas más agradables.

Por cierto, retiro eso de que encaja bien las críticas "destructivas". Y sí, me dejé en la enumeración de "halagos" (ciertamente podrían llegar a serlo) la grosería, el peor de todos ellos. Y cada vez la practica con menos gracia.

El soldadito de plomo dijo...

Me amas, cuñao de Sánchez Dragó, me amaas pero me aburres.

el cuñao de Sánchez Dragó dijo...

¿Amarle yo? Uy, no, por Dios. Aún no me ha dado por la homosexualidad. Ni por usted, aunque con tanto ego no se lo consiga creer.

Lo que pasa es que me aburro. Mucho. Y usted me da bola. Así se anima cualquiera (tome nota).

Y ya ve; para aburrirnos los dos solos, lo hacemos con su blog.

Anónimo dijo...

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