Querido lector, me he cruzado con usted esta mañana y lo he visto sonreír con cara de bobo. Parecía usted inmerso en ese estado antinatural llamado felicidad que algunos teóricos con más optimismo que sentido común se obcecan en considerar normal y hasta deseable. ¡Tonterías! La felicidad es para los idiotas.
Yo mismo recuerdo con esfuerzo algunos momentos de pasada felicidad en mi vida, y ahora sé que eran el preludio de las circunstancias horribles que vendrían después. Si no me hubiera complacido tanto en ese perjudicial estado podría haber previsto parcialmente los acontecimientos futuros y así haber hecho algo para atenuar sus funestas consecuencias. Pero no, no quise darme cuenta de nada, y después pagué caro el despiste.
No quiero, amigo lector, que te pase lo mismo. Voy a borrarte es sonrisa bobalicona, prepárate. Empecemos hablando de Srebrenica, verás qué historia tan chuli. Te va a gustar, seguro:
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Hace 16 horas
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