La conocí el verano pasado. Tenía un nombre bonito y unos grandes ojos que me miraban entre asustados y sorprendidos. Durante unos días vivió conmigo.
La primera vez que la vi pensé matarla a escobazos. Pero decidí a tiempo que no me había hecho ningún mal, y que hay otras maneras de expulsar de casa a una visita indeseada.
Supuse que ya se iría ella; no debía de sentirse muy cómoda haciendo patinaje sobre un suelo en el que apenas tenía agarre, y acabaría buscando mejor ambiente para ella. Pero no, no se fue.
Siempre me la encontraba en el suelo de la cocina. Cuando yo llegaba se quedaba quietecita, tímida y miedosa. Adopté la costumbre de arrastrar los pies para no pisarla y moverme siempre con la luz encendida y muy atento al suelo. Nos empezamos a respetar. Ella no salía de la cocina y yo no la mataba a escobazos. Ese fue nuestro pacto al principio. Luego todo se complicó.
Un día se me ocurrió saludarla y preguntarle qué tal estaba en mi casa, si necesitaba algo... esas cosas de buen anfitrión. Fue un error. Ahí empezó la cosa. Noté que me miraba con buenos ojos. "Me ha salido una pretendienta", pensé.
Poco a poco fuimos intimando. Pasamos muchas noches de insomnio y alcohol contándonos nuestras penas. Eso une mucho.
Me dijo su nombre: Dragonia. Era lo que mi inolvidable amigo de la infancia Javi Ayala hubiera llamado una "lagartija de interior". Y un día (lo veía venir) se me declaró. Ése fue el principio del fin.
Cuando le expliqué que lo nuestro era imposible se echó a llorar como una magdalena. Pero yo lo tenía clarísimo. Me había topado en mi vida con más de una lagarta, y con alguna lagartona que casi me arruina la vida, por lo tanto no estaba dispuesto a probar con una lagartija; más de lo mismo.
Con mucho cuidado para no lastimarla la metí en una bolsa de plástico, y antes de anudarla Dragonia me miró por última vez con aquellos grandes ojos de niña triste y me dio las gracias por no matarla a escobazos.
No sé por qué, pero tengo esa inconfundible sensacíon de tener sucia la conciencia. Creo que, a pesar de todo, debí haberle atizado con la escoba la primera vez que la vi patinando en mi cocina.
¿Por qué no puedo olvidar a Dragonia?
1 comentario:
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(sin nombre)
cuando suene sobre el rio 1 gota de agua acuerdate de mí niña del hada.hello, soy yo, rita otra vez.
07/03/2006 21:54
(http://spaces.msn.com/bibiuchi/)
(sin nombre)
me gusta, como scribes yel kriño alos animales . me llamo rita, soy de santiago,:bibigarcia7@hotmail.com.porfavor mandame 1 correo con tu direccion de messenger (y de correo electrónico).
Dime tu nombre tambien.
07/03/2006 21:52
(http://spaces.msn.com/bibiuchi/)
Lina
Qué tiernos son éstos animalitos,yo también conocí a una,me sirvió de compañía durante el mes en que preparé la selectividad.Se alimentaba a la luz de mi flexo.Desapareció un par de días después de que yo disfrutara por fin de las merecidas vacaciones;seguramente se fue a la búsqueda de peor estudiante.
27/02/2006 20:50
(http://spaces.msn.com/perrinaquinina/)
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