Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 20 de enero de 2007

Los plastas

(Publicado originalmente en Spaces el día 11 de Marzo de 2006).



Me gusta estar solo. No siempre ni en cualquier circunstancia, pero me gusta premiarme con mi única compañía de modo frecuente. Y nada, que no hay manera, no me dejan los plastas.

Los plastas están por todas partes y los hay de muchos tipos. Hay gente que aparece cuando menos se la desea y en el momento menos oportuno, y además hay que darles las gracias -maldita educación- a los muy cabrones.

Está uno en la barra de un bar, por ejemplo, con su cubata en la mano (o su menta poleo para los que son algo moñas) y la cabeza en otro mundo y llega el plasta:

- Quillo, ¿qué haces aquí tan pensativo?

- Nada. (Joder, pues eso, estoy pensando en mis cosas, para lo que necesitaría cierto recogimiento).

- ¿Tienes algún problemilla?

- No, ninguno. (Salvo tú, claro).

- Venga, hombre, alegra esa cara, que ya estoy yo aquí contigo.

- No quepo en mí de gozo.

- Vamos a fumar, ¿no?

-Sí, hombre, toma un cigarrillo. (Encima de plasta gorrón).

- ¿Y qué? ¿Qué hay de tu vida?

- Sin novedad.

- Oye, voy a pedirme una cerveza. Tú llevas dinero, ¿no?, es que no me funciona el cajero.

- Claro, hombre, pide una birra. (¿Te irías si te pago el barril?).

- Bueno... pues nada. Qué, ¿te has casado ya?

- No.

- ¿Y tienes novia?

- No.

- Se está mejor solo, ¿verdad?

- ¡Sííííííí...! (A ver si lo pilla).

- ¿Viste qué partidazo el del Real Madrid ayer?

- Odio el fútbol.

- Tío... ¿no te gusta el fútbol?

- No es que no me guste; es que lo odio.

- Ah... ¿y a ti qué te gusta?

Y eso ya es lo que me mata, porque en esa última pregunta subyace la idea bobalicona de que si a alguien no le gusta el fútbol debe de tener unos gustos rarísimos. Vaya un personaje pintoresco y estrafalario, al que no le gusta el fútbol.

Cuando esta situación se da es el infierno en la Tierra. Soledad: frustrada; Compañía: idiota; Conversación: fútbol. Y para colmo invitando al plasta a tabaco y cerveza. No se me ocurre un panorama más desolador.

Recuerdo el caso de una medio dama a la que pedí que mantuviera en secreto (por razones profesionales que no vienen al caso) nuestra efímera relación. Estuvo de acuerdo. Al día siguiente, mientras yo tomaba un café en el bar de nuestro centro de trabajo, llegó la tipa, ME DIO UNA PATADA EN EL CULO y exclamó: "¿Qué haces aquí tan solo? ¡Ven a la mesa con nosotros!". Se suponía que no nos conocíamos de nada.

Os pido un favor, plastas, dejadme en paz e id a tomar por saco.


1 comentario:

Andrés dijo...

Hola a todos, interesante lo que dice, empresa de inyeccion de plastico