Tierra, trágame

(Texto publicado originalmente en Spaces el 06-05-06).


Me ocurrió hace años, y ojalá el coprotagonista de esta patética anécdota lo haya olvidado ya. Lo veo cada cierto tiempo y no parece que me guarde rencor. Vamos a llamarlo León, por ponerle un nombre. León suena bien.

Pues va la cosa de que este compañero mío había participado, semanas antes de la anécdota que a continuación referiré, en un programa televisivo ganando no sé qué premio de cierto valor. Esto lo supe por terceras personas, pues él y yo nos veíamos de uvas a peras. Pues bien, tiempo después me lo encuentro en nuestro centro de trabajo, y veo a los compañeros desfilando ante él y estrechándole la mano. ¡Claro, el premio!, pensó este cabeza de chorlito, y fui tan campante hacia él, con mi sonrisa de oreja a oreja (es un decir; mi boquita de piñón no me permite semejantes contorsiones faciales), y me planto ante él, y con mis dos santos cojones voy y le suelto:

- ¡Enhorabuena, chavalote!

-¿La enhorabuena me vas a dar, cabrón?- Respondióme con triste sonrisa. Y yo, algo confundido pero manteniendo el tipo, añadí:

-Pues sí, ¿qué pasa?

-Mi padre ha fallecido, eso pasa.

Imaginen sus mercedes mi estado de estupor. Pensamientos metafísicos que en ese instante pasaron por esta cabeza de chorlito que dios me ha dado:

"Tierra, trágame".

"Maldita sea mi estampa".

"¿Por qué no abortaría mi señora madre?"

"Lástima de polvo que echó mi padre, más le hubiera valido hacerse una paja".

"¡Qué alguien me pegue un tiro, por caridad!"

En fin, León es buen tipo y aceptó mis disculpas sin más historia. Pero éste es un buen caso de apariencias erróneamente interperetadas y de conclusiones precipitadas. Invita a la reflexión, ¿no creen?