Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

domingo, 18 de febrero de 2007

El jardín de Víctor. (Primera parte)

(Este fragmento corresponde a la primera y segunda parte publicadas originalmente en Spaces el 2 de Spetiembre de 2006).

A partir de hoy y durante un tiempo dejaré descansar de mis chorradas a mis tres o cuatro lectores. Voy a contar, por partes, una historia real. La iré transcribiendo de los folios en los que llegó a mis manos hace unos diez años a este Diario de un cabeza de chorlito. Dado mi total desconocimiento de la mecanografía lo haré lentamente y mediante publicaciones cortas.

Lo importante, no lo olviden, es que es una historia real. El protagonista, Víctor Caballero de la Cruz, la escribió en primera persona con una vieja máquina de escribir, y esos folios llegaron poco después a mis manos. Que yo sepa no hay copias, aunque es cierto que los periódicos contaron parte de la historia en su momento.

Explicar mi relación con Víctor y el motivo por el que me confió su historia no está dentro de mis objetivos, además podría verme obligado a dar explicaciones incómodas a las Autoridades. Digamos, y ésta será la versión que mantendré siempre, que encontré los documentos por casualidad y que nunca les di la menor credibilidad.

Víctor Caballero de la Cruz murió la semana pasada. Lo supe ayer y esta mañana he encontrado su historia entre un montón de papeles amarillentos que creía haber quemado hace tiempo. A él ya no le importará que se publique.

Leónidas K. de A.







El jardín de Víctor


BREVE PRÓLOGO

Cuando terminé de escribir esta parcial autobiografía quise buscarle una razón. Al principio pensé que lo hacía para que se supiese toda la verdad. Obviamente no tardé en comprender lo absurdo de esa idea; a nadie interesó jamás la verdad sobre nada. Después creí que lo hacía a modo de disculpa, pero por más que me esfuerzo no encuentro de qué disculparme. Luego pensé que era una manera de satisfacer mi ego, mas sé que no es así porque el destino de estos pepeles es pudrirse en un obscuro cajón sin que nadie llegue a leerlos. Al final entendí que lo hacía simple y llanamente porque me daba la real e ilustre gana.

Doy fe de que todo lo aquí escrito es lo que verdaderamente acaeció. Si existiera diferencia alguna con lo ocurrido ésta se debe a las lógicas deformaciones de la memoria y en ningún caso a mala intención por mi parte. Si me he saltado detalles es por considerarlos superfluos, y si me he extendido en otros puntos es por aclarar algo que en su día no se dijo sobre mí y tiene su importancia.

Soy consciente de que se observan en la narración altibajos emocionales, como si algunas partes hayan sido escritas por alguien que se ríe del mundo y otras por alguien que lo odia. Esto se debe a que en el momento de escribir me dejaba llevar honestamente por los sentimientos que el recuerdo de las diferentes situaciones me produjo.

Sé que mis actos, aplicándoles el patrón socialmente aceptado, resultan abominables, como también sé que dicho patrón es injusto y arbitrario. Ésta, mi historia, va dedicada a aquellos que como yo no aceptan un conjunto de normas morales impuestas por una autoridad que tampoco reconocemos.

V. C. de la C.




CAPÍTULO PRIMERO. Me presento.

Hola, me llamo Víctor Caballero de la Cruz. Seguro que aún me recuerdan porque durante cierto tiempo fui plato fuerte de periódicos y noticiarios de televisión, y reconozco que digo esto con orgullo, porque no es normal que alguien de un pueblo de 718 habitantes llegue a ser alguien famoso, si bien es cierto que gran parte de lo que en su día se dijo sobre mí es falso o son burdas exageraciones...

Por ejemplo, decir que que yo escondía los cuerpos de mis víctimas en el jardín con el objeto de que éstos no fueran hallados jamás es una chorrada. Habría que ser imbécil para esconder ahí cadáveres con los ríos y bosques tan hermosos que circundan mi pueblo. A propósito, mi pueblo se llama Jamoncillo del Victorioso y Heroico Don Nicolás González, aunque los de allí lo llamamos simplemente Jamoncillo. En cuanto al victorioso y heroico Don Nicolás González nadie sabe quién coño fue. Una vez pregunté al más viejo del lugar si conoció al tal Nicolás González y ante mi sorpresa me respondió que sí, que por supuesto:

- ¡Carajo, Víctor, vaya pregunta! Fuimos íntimos. El bueno de Nico... Era un joven victorioso y heroico.

Nunca pude sacarle nada más. Obviamente no sabía quién era ese señor, ni maldita la falta que le hacía. Pero a mí me dolió aquella tomadura de pelo, y el viejo Tomás era muy dado a ellas. Creo que por eso me lo cargué, iniciando así una lista a la que se añadirían muchos más nombres, pero no quiero confundirlos adelantando detalles.

Yo les estaba hablando de mi jardín. Sí, es cierto que en él enterré cadáveres, pero por Dios, no con la peregrina idea de ocultarlos. Llevar un cuerpo a un cementerio es un despilfarro incomprensible., tantos kilos de materia orgánica descomponiéndose sin objeto alguno... ¡es una idea de locos! No, señores, yo, en un gesto de inconmesurable generosidad, reservaba un destino más elevado a mis víctimas: servir de abono para mis plantas. Si alguna vez pasan por Jamoncillo no dejen de visitar mi precioso jardín. Tiene unos geranios tan primorosamente cuidados, unos claveles tan elegantes, unos rosales tan... tan requetebonitos en fin. Eso es un jardín con un par de cojones, sí señor.

Ocurrió durante mi pequeña etapa de hombre famoso que al circular mi nombre de boca en boca se generaron curiosas confusiones, que yo calificaría de anecdóticas, aunque me consta que muchas de ellas fueron malintencionadas. Debido a mis apellidos, Caballero de la Cruz, por alguna no del todo ilógica asociación de ideas se propagó el rumor de que yo me consideraba un Elegido del Señor, un predestinado o algo por el estilo y que mataba en nombre de alguna misteriosa secta. Pues no, de eso nada. Opino que las sectas son una forma arcaica de religión, que a su vez es una forma anacrónica de profesar la fe, y que la fe es un arcaísmo. Ni sectas, ni religiones, ni fe, ni Dios, yo ateo de toda la vida, y si me llamo Caballero de la Cruz es porque mi padre se llamaba Diego Caballero y mi madre Josefa de la Cruz. Al menos era como se llamaban hasta que los maté, después no se llamaron de ninguna manera. Y lo cierto es que yo mataba a la gente sencillamente porque me enfurecían, como le ocurre a todo el mundo, supongo, ¿o me van a decir ustedes lo contrario?

Les contaré cómo empezó mi particular recolección de abono para el jardín. Por cierto, ¿les he hablado ya de mi jardín? Es un jardín precioso, pero precioso de verdad, que hasta tiene orquídeas y todo.



CAPÍTULO SEGUNDO. Mi primer asesinato.

Empecé mis "reiterados y abyectos crímenes" -así es como solían llamar a mi botánica labor esos tíos de los periódicos- una fría tarde, lluviosa y gris... sin duda una tarde para matar sacada de novela de misterio, sin embargo les confesaré que no hay nada mejor para llevar a cabo un homicidio como una buena mañana soleada. Es todo un espectáculo para los sentidos ver esos destellos rojizos que el sol arranca a la sangre, y si ésta está en borboteante movimiento tanto mejor... Pero bueno, mi primera vez fue en la tarde lluviosa que les decía.

Cuando en Jamoncillo el tiempo se presenta desapacible quedan pocas alternativas: hacer el amor o ir al único bar del pueblo. Así que no fue extraño que el viejo Tomás y yo nos encontráramos de esta forma (me refiero, cabrones malpensados, a que nos vimos en el bar, no a que estuviésemos haciendo el amor). Yo estaba muy abatido porque mis orquídeas llevaban más de una semana algo mustias. Había intentado de todo, hasta les hablé cariñosamente durante horas, e incluso les conté lo de mi primera y por entonces única experiencia sexual, que había sucedido poco antes, con la Chari, la puta del pueblo (a quien por cierto también me cepillé en el otro sentido más adelante). Tampoco funcionó, lo que convertía la situación de preocupante en alarmante, porque siempre dio resultado en anteriores ocasiones, poniendo a las plantas vigorosas y rebosantes de salud. Tal vez es que ya se sabían de memoria la hazaña y dejó de interesarles, se aburrirían, las pobres.


(Continuará)

1 comentario:

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Comentarios importados desde Spaces:

miss brightside

cargarse a la "unica" mujer con la q cepillas...
no muy inteligente...
05/09/2006 16:26
(http://danielasweetchild.spaces.live.com/)

Leónidas

¡Gusifluky no apesta! Sólo un poco su caca, pero yo creo que es porque es pequeñito. Estoy seguro de que su caca olerá a rosas cuando sea adulto. Te enviaré muestras para que juzgues por ti misma.

El gentilicio para Jamoncillo es Jubitraque. (Se trata de un gentilicio irregular, que hace referencia al antiguo nombre fenicio del pueblo, pero es una historia muy larga...)

Me alegro de que lo otro funcionara.

03/09/2006 17:25
(http://cabezachorlito.spaces.live.com/)

María
Jajajaja, es muy macabro pero no puedo evitar reírme. Hasta creo que me siento mal por reírme, porque fíjate que el tipo éste Víctor es un psicópata que ha matado a mucha gente y tal, pero luego resulta que le gustan las plantas, a la gente que le gustan las plantas suele tener gran sensibilidad, así que es raro, un psicópata sensible. Por otro lado te diré, o le diré a Víctor que las orquídeas son jodidas (aquí es donde empiezo a contar aventuritas mías). Mi madre ha tenido varias orquídeas y le han durado poco tiempo, de por sí porque no suelen durar, necesitan muchos cuidados, así que ahora me queda la duda de si gracias al abono de los cuerpos de las personas que mató las orquídeas sobrevivieron, ehh, ehhhh.
Otra duda que tengo es cómo se llaman los habitantes de Jamoncillo... ¿jamoncenses? ¿jamoncilleros? Jajajaja, no puedo evitar reírmeeeeeeeeeeeee, jajaja, además, es que he visto la peli de Garfield y pienso en el gatito naranja y me parto de risa (sí, lo sé, de nuevo estoy hablando de mí) y ahora voy y leo cosas de psicópatas en tu blog y en el de Tesa y en lugar de estar seria me parto de la risa, y eso tampoco puede ser. Ejem.
Espero próximos capítulos, no es por meterte prisa ni nada eh.
Por cierto que en Garfield sale un gatito igualito igualito que el Gusi, bueno, el Gusi es mucho más guapo y más mono y más de todo, por supuesto, aunque creo que el de la peli es menos pestoso, jajajaja, uyyyyyyyy, no dejes que lea esto que entonces no me va a querer tanto como me quiere.
Besitos a montones a los dos!

P.D. Gracias por lo que tú sabes. Al final tu idea funcionó. Eres un solete.


03/09/2006 17:11
(http://may82may.spaces.live.com/)

Leónidas

Pues nada, Tesa, se sentiría muy orgulloso de Víctor.
03/09/2006 14:47
(http://cabezachorlito.spaces.live.com/)

Tesa
¡Ay Señor...! ¡Si te leyese el Padre Mundina!!!
02/09/2006 23:43
(http://logotipos.spaces.live.com/)
Tesa
Bien, esto tiene mucha mejor pinta que esas Pajas mentales de las que presumes en tu entrada anterior
02/09/2006 23:38
(http://logotipos.spaces.live.com/)