Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

domingo, 11 de febrero de 2007

Por una vez, un cuento serio

(Publicado originalmente en Spaces el 8 de Agoasto de 2006).

La sala de urgencias del hospital estaba atestada de gente con diferentes dolencias y estados de gravedad. Había una señora sin cabeza y varias con cabeza, incluso había una señora con dos cabezas, que por cierto no dejaban de discutir entre ellas (me refiero a las dos cabezas de la misma señora, no a todas las señoras.) Algún listo me dirá que si eran dos cabezas se trata entonces de dos señoras con un único cuerpo, pero eso no es así, y lo voy a explicar: ¿Qué es lo que define a una señora? Pues evidentemente su par de tetas, por lo tanto, como sólo tenía un par de tetas constituye una única señora, independientemente del número de cabezas con las que la Naturaleza la haya dotado. También había en la sala un niño con un ojo en la mano. El niño miraba el ojo que tenía en la mano con el ojo que le quedaba en la cara, y desde la mano el ojo desprendido observaba con curiosidad al niño tuerto. La megafonía atronaba periódicamente en la sala de espera y en los pasillos con femenina y desapasionada voz cansada:

- Doctor Grijánder... doctor Grijánder, persónese urgentemente en Rayos.

Esa mañana yo me había levantado con un fuerte dolor de cabeza que no conseguí mitigar con tres cafés y media botella de vodka, así que me fui a urgencias a pesar de no ser muy amigo de médicos. Primero me atendió el doctor Eduardo de Deseo, quien me practicó un tacto rectal, tras lo cual chupó su dedo-herramienta y tras varios segundos contemplando extasiado el techo mientras paladeaba me dijo misteriosamente:

- Esto puede ser serio. Espere fuera mientras hago unas consultas.

Y allí estaba yo, nervioso, asustado, y algo excitado por el tacto rectal. La megafonía continuaba su cantinela:

- Doctor Grijánder... doctor Grijánder, persónese urgentemente en Rayos, Truenos y Centellas.

En la sala de espera las dos cabezas de la señora bicéfala habían empezado a morderse mutuamente la nariz, y ese espectáculo me entretuvo bastante durante un rato, hasta que llegó una enfermera grande y fea con una silla de ruedas y me ordenó sentarme en ella. Cuando lo hice comenzó a empujar la silla por un laberinto de pasillos, cada vez más deprisa, hasta que echó a correr como una loca empujando mi silla y gritando "brrroooomm... brommm... brrrrrroooooooommmmmm" y a veces, al derrapar en una curva, también gritaba algo así como "ñññiiiiiiiiiiii" para seguir luego con el "brooommm" al enfilar de nuevo la recta. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.

Llegamos a una puerta sobre la que se leía en letras grandes: NEUROLOGÍA. Antes de cruzarla volví a oír la voz de la tía plasta de megafonía:

- Doctor Grijánder... doctor Grijánder, hasta el coño estoy de llamarlo.

Sobre la mesa de la consulta una placa decía: "Dr. Javier Nes Santo. Filatélico, bujarrón y neurólogo aficionado". El doctor Nes se hurgaba la nariz con un largo meñique y me observaba con atención sin decir nada. Al cabo de varios minutos y unos cuantos mocos extraídos y pegados distraídamente en su bata dijo:

- Uhmmm...-- A lo cual repliqué:

- ¿Me puedo sentar?

- No. Bájese los pantalones y muéstrenos su sexo a la enfermera Mera y a mí.

Así lo hice, y la enfermera Mera exclamó:

- ¡Por las barbas del Profeta, vaya instrumento gasta usted!

- Sí, señorita Mera. Siempre he dicho que tengo más rabo que el demonio.-- Respondí halagado.

Desde fuera me llegó de nuevo la voz de la cansina:

- Doctor Grijánder... doctor Grijánder, puede seguir con la partida de dominó; el paciente ha fallecido.

En ese momento me pidió el doctor Nes que le hablara de mis antecedentes médicos (eso fue una suerte, porque si me llega a preguntar por los antecedentes delictivos me muero allí en la consulta), y yo le conté que había nacido con 84 brazos. Ante su sorpresa y extrañeza por tener ahora sólo dos como la mayoría de las personas hube de explicarle lo de mi anterior trabajo como malabarista, y eso suscitó más dudas para el médico:

- ¿Cuál es la relación entre ese digno oficio y el hecho de que ahora sólo disponga de dos brazos?

- Verá, doctor, es que yo hacía malabarismos con... granadas de mano. ¿Entiende usted?

-¿Que si entiendo? No lo sabe usted bien--. Y me señaló la palabra bujarrón de la placa sobre su escritorio.

En ese tenso momento nos llegó de nuevo la voz de la megafonía:

- Doctor Grijánder... doctor Grijánder, los emocionados familiares del paciente fallecido le mientan los ancestros.

Luego el doctor Nes pasó a explicarme no sé qué gaitas de recortes presupuestarios y que me olvidara de radiografías y esas cosas modernas. Y de repente me vi a la enfermera Mera arrodillada ante mí, haciéndome una felación, mientras el neurólogo aficionado introducía su largo y habilidoso dedo por mi nariz hasta rascarme con él el cerebro y extraer, pegada a su uña, una pequeña porción de masa encefálica. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.

Tras examinar esa biopsia me dijo muy serio y mirando fijamente la colección de mocos que colgaban como medallas de su bata:

- Está fea la cosa. No le doy más de dos semanas. Váyase de aquí, que si tarda en salir por patas la consulta empezará a apestar a muerto.

Tras la noticia me disponía yo a salir muy contento cuando me gritó que me detuviera. Me volví para mirarlo y en ese momento una llave inglesa se estrelló contra mi cabeza. Entonces me preguntó el cachondo del doctor Nes:

- ¿Cómo se siente ahora?

- Fatal. Mucho peor que antes--. Respondí.

- Pues así aprenderá a no quejarse de dolores de cabeza, moribundo de mierda.

Y así salí de la consulta, peor de lo que entré. Había ido al hospital a pie, pero no me apetecía caminar de vuelta a casa, de modo que me dirigí al aparcamiento con la intencíon de robar un coche. Antes de salir chirriando ruedas pude oír de nuevo a la guarra de megafonía:

- Doctor House... doctor House, deje de simular esa cojera y vaya corriendo al aparcamiento; le están robando el coche.

Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.

1 comentario:

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Comentarios importados desde Spaces:


Keksi Aate
Estoy de acuerdo con Tesa: el relato es muy bueno. Y venga de reir y venga de reir, es un non stop.
07/01/2007 23:30
(http://keksiaate.spaces.live.com/)

Tesa
Lo habría leído entero con tal de ganarme el premio. Pero lo he hecho porque el relato es muy bueno: un diario de las alucinaciones de un loco o un colgado y el premio ya se obtiene sólo con dejarte llevar entre sus líneas.

15/08/2006 3:36


Miss Sinner

Lo suyo habría sido robarle el coche
al paciente fallecido del Dr. Grijander.
Seguro que no reclama.

10/08/2006 20:00
(http://misssinner2.spaces.live.com/)

(sin nombre)
Que imaginacio la tuya,jeje .Como seas asi para todo ............
10/08/2006 15:38


Javi
Quitarle los dientes con unos alicate... ¡Mierda! ¿Por qué no se me habría ocurrido a mí? Ahora es tarde, demasiado tarde...

10/08/2006 11:24
(http://la-osera-de-javi.spaces.live.com/)

marta marmota
He llegado al final, así que un gato me ha limpiado la pantalla.
Cuanto surrealismo, es como la sala de espera de Bitelchus (o Beetlejuice, si prefieres)
Bueno, me ha venido bien leer algo ligero para desengrasar, que el DEBATE no es bueno para antes de ir a dormir.
10/08/2006 2:32
(http://elsuenodelamarmota.spaces.live.com/)

Arturo
Umm. si al gatito le quitas los dientes con unos alicates, puede chupar otra cosa, aparte de la pantalla, tendre que probar.....
09/08/2006 21:14
(http://oxidaocoe.spaces.live.com/)

Carabiru
Hay, me pido una vueltita por dentro de tu cabeza... eso sí, con seguro previo... una nunca sabe qué se podrá encontrar...

jajaja Salu2

09/08/2006 16:00
(http://carabiru.spaces.live.com/)

Javi
Mira, no sé que cojones has comido, bebido, esnifado o fumado pero...¡YO QUIERO! ¿Me pasas el nombre de tu camello?

09/08/2006 14:10
(http://la-osera-de-javi.spaces.live.com/)

Princesa roja
Pues si... he llegado al final y he hecho la limpieza de pantalla... me ha gustado tu historia... aunque la definición de mujer por las tetas...
09/08/2006 0:51
(http://anmoram.spaces.live.com/)