Esas Nocheviejas

(Publicado originalmente en Spaces el 23 de Octubre de 2006).

Hablaba hoy con la pequeña Sandra, una lindísima jerezana que acaba de cumplir la mayoría de edad (las lolitas son mi debilidad, y la de ustedes también, no me jodan con hipocresías) y ha salido el para mí siempre desagradable tema de la Nochevieja.

Puta manía con eso de convertir la noche del 31 de Diciembre en algo especial. Claro, que hay casos y casos. Me decía Sandrita (y no sé si será bueno o malo) que le gustaría tener una Nochevieja diferente, y que eso significaba pasarla conmigo. La cosa mosquea un poco. ¿Tan raro me ve la peña? "Quiero una Nochevieja diferente, pues ea, a buscar al cabeza de chorlito". Lo que más me inquieta es que cuento en mi haber con algunas Nocheviejas peculiares, pero esto no lo sabe Sandra. ¿Por qué narices habrá supuesto ella que conmigo sería algo diferente? Ni idea...

El caso es que odio las Nocheviejas (y las Nochebuenas aún más, pero esa da para otra entrada que me reservo) y siempre las he evitado como mejor he podido (Sandra, coleguita, que si es contigo me apunto, eh, pero guarradas las justas, que soy joven, cándido y virginal). He pasado Nocheviejas que recuerdo entrañablemente, y fueron... diferentes, digamos.

A mí me revienta eso de que tiparracos que en la vida se han puesto una corbata ese día alquilen un smoking. Siento una mezcla de pena, asco y vergüenza ajena. A ver, pardillo, si no sabes anudarte una corbata qué pretendes hacer con un smoking. Pero es que luego el puñetero smoking es para irse a un infecto local atestado de gente clonada con el mismo smoking y emborracharse hasta caerse de culo sobre el vómito de otro. La cosa daría risa si no diera tanta vergüenza. Es alucinante. Van a la boda del hermano con un polo Lacoste y con unos vaqueros Levi`s, y luego, el 31 de Diciembre se ponen un traje, smoking o hasta un frac (de verdad que los he visto con frac, para meterse en la misma discoteca a la que van todos los fines de semana, manda huevos).

Para mí la Nochevieja es otra cosa. Es una noche en la que la gente sale en rebaño a hacer el gamba por la calle, una noche de compromisos, borreguismo y disfraces. Es un problemón para alguien como yo. Salvo por razones profesionales paso de las corbatas y de las vestimentas lujosas. Sí, me gusta un uniforme de gala bien entallado y con sus distintivos, medallas y esas cosas que tanto nos gustan a los milicos (y a las civilonas mucho más), pero fuera de eso deploro ir vestido con cualquier clase de adornos. El único traje que tengo sólo me lo he puesto en dos o tres ocasiones, por eso de las bodas, y no porque me sienta cómodo con él, sino porque creo que es una señal de respeto hacia los contrayentes. ¿Pero ir trajeado a una ruidosa discoteca llena de analfaburros? No, amigos, ni de coña, ya sea Nochevieja o el día del Juicio Final. Y claro, si te quedas con tus vaqueros de toda la vida y una sudadera puede ocurrir que tus "amigos" te miren raro y se avergüencen de ti, y hasta podría pasar que el retrasado con gigantismo que guarda la puerta de la discoteca no te deje entrar. Así que me las veo y me las deseo para inventar mil y una excusas que cada año me libren de ese trance. A veces tuve suerte y la solución me vino sola, otras veces mentí como un bellaco para estar a mi rollo. Decir la verdad es peor. Si dices que no sales porque no te sale de los cojones hace que se disparen los instintos altruistas de los colegas: Ay, pobrecillo, en una noche así y solito, nadie te quiere pero nosotros te vamos a obligar a salir y bla bla bla... Joder.

Mis Nocheviejas favoritas:

- Quizá fue la del 94 al 95. El jefe me dijo que me tocaba a mí (el más moderno) estar de servicio, el pobre me lo justificó de varias y mentirosas maneras, y flipó cuando vio mi sonrisa y le dije que estaría encantado. Fue una noche de guardia curiosa, todo el mundo borracho y desatendiendo sus obligaciones de dar seguridad a un... bueno, dejémoslo ahí. A mí me vino de perlas, pues no tuve que contar ninguna mentira a la familia ni a los amigotes; es verdad que estaba de servicio.

- Otra fue la famosa de 1999 a 2000. La pasé acompañando a alguien que estaba de servicio y me lo rogó. Fue una noche extraña, muy extraña. Luego, a la mañana siguiente, el mundo seguía en pie y el afamado efecto 2000 se reveló como una gran exageración.

- Otra, bastante más reciente, fue cuando por circunstancias que no vienen al caso no me vi con ánimos para soportar toda la pantomima ésa de la Nochevieja y mentí a mi familia diciéndoles que tenía guardia. Me pasé toda la puta noche encerrado en la habitación de una residencia militar en la que entonces vivía con la luz apagada. Naturalmente esa noche era el único residente allí, así que me cuidé mucho de no hacer ruido y de no encender luces, no fuera a ser que el personal de guardia en el Acuartelamiento notara vida humana y me aparecieran con el rollo de siempre: "Oh, pobre, tan solo en una noche como ésta..." Puaj, miedo me da sólo de pensarlo.

- Mi favorita. La Nochevieja en la que me cagué en la Nochevieja, literalmente. Debió de ser la noche que daba paso al año 1997. Yo había mentido, otra vez, a mi familia diciéndoles que estaba de servicio (para mi familia debo de ser el gilipollas del cuartel). Un amable compañero, el inolvidable Torrecillas, se empeñó en que me fuera a pasar la noche a su casa, con su familia. Me negué. Insistió. Me volví a negar. Volvió a insistir. Me puse serio. Se calló.

Por entonces yo vivía en un piso alquilado en Almería. Y me vi en casa, por la tarde, más solo que la una, y con ganas de cagar. Pero yo tenía una idea... y no me quería morir sin haberla llevado a la práctica... así que me aguanté las ganas.

A eso de las 23:55 encendí la televisión, y puse el volumen bien alto. A continuación me fui al baño, dejando la puerta abierta. Aguanté expectante... hasta que oí la cuenta atrás y empecé a sonreír.

Comenzaron las campanadas, DONG, DONG, DONG...

Y este cabeza de chorlito empezó a hacer lo que llevaba horas aguantando.

He ahí mi opinión de la Nochevieja.