Me encantan las adolescentes

(Entrada publicada originalmente en Spaces el 4 de Noviembre de 2006).



Igual me fusilan al amanecer las histéricas de siempre, secundadas por los Adoradores de lo Socialmente Correcto, secta conocida también por sus siglas: ASCO. Pero bueno, de algo hay que morirse.

El caso es que no me lo voy a callar, no me da la gana: Me ponen a mil las adolescentes. Ea, ya lo he soltado.

Conocí a un tipo, estafador, ladrón y traficante de droga para más señas, que afirmaba que "si tienen edad para subirse a la cama tienen edad para follar". A tanto no llega este cabeza de chorlito, pero a partir de los trece son material follable por lo general. Hombre, si a esa edad siguen jugando con las barbis pues no, tampoco es eso, pero es que yo creo que a esa edad ya han dejado las muñequitas.

De todos modos apurar hasta los trece quizá sea apurar mucho. ¿Qué me dicen de las quinceañeras? Joder, están para comérselas, y además lo saben y lo usan a su favor. ¿Yo soy un enfermo por desearlas? ¿O ellas son unas pervertidas por exhibir impúdicamente su recién estrenada femineidad y manipular a los hombres con ella? ¿O podría ser que ni lo uno ni lo otro, y simplemente es algo perfectamente natural?

Me gustan las mujeres, créanme que desearía que no fuera así, pero no puedo evitarlo. Creo que tiene algo que ver con la programación genética y esas cosas. Yo quisiera ser maricón, pero es que no me sale, y aquí ando, condenado a la heterosexualidad y babeando por mujeres de buen ver. Una de las mejores amantes que he tenido es un bellezón rubio de ojos azules que anda por los cuarenta y dos o cuarenta y tres años, con esto les quiero decir que no hago ascos a las señoras de cierta edad mientras estén buenas. Lo que pasa es que, nos venga mejor o nos venga peor, a partir de los veintimuchos las mujeres suelen perder belleza. En cambio, la que a los treinta y cinco es un calamar a los quince fue un bombón. No es una regla fija, pero convendrán conmigo en que ocurre más que al contrario.

Y es aquí donde viene el conflicto. Para la dama de treinta años la damita de dieciséis es una competencia jodida, muy jodida. De ahí viene ese interés por parte de algunas señoras en que los hombres normales consideremos a las adolescentes como algo tabú.

Luego están los meapilas que nunca se han tirado a una real hembra y creen que para tener alguna posibilidad de meterla en caliente con una mujer de bandera tienen que mostrarse muy políticamente correctos y tal, y ahí los tienes, diciendo amén a todo lo que digan las maduras resentidas, para ver si así se cepillan a una de una puta vez.

Son tantos los hipócritas que se niegan a admitir que una chica de quince años puede ser deseable sin que eso implique una conducta reprobable que al final están consiguiendo que todos nos lo creamos, ganándole así, una vez más, un pulso a la Naturaleza. Lo peor es que están logrando que hasta esas chicas se lo crean, haciendo que repriman sus deseos y se sientan orgullosas de llamar pedófilo a cualquier mayor de edad que las busque, aunque luego, en la intimidad de su dormitorio, se masturben como posesas pensando en ese treintañero que tan cachondas las pone y al que han llamado pedófilo, o pederasta, sin tener nada claro lo que significa ninguna de las dos palabras que suenan mucho en la tele.

Un amigo, un amigo muy íntimo, un amigo con el que tengo mucha confianza y al que conozco desde hace treinta y un años, se cepilló cuando tenía veintisiete a una chica de diecisiete. Imaginen, ese cuerpo de incipientes tetas duras, ese culo respingón, esa carita angelical... bueno, pues tras el ñaca-ñaca le dice mi amigo éste a la chica:

- ¿Qué tal eso de follar con un tipo mucho mayor que tú?

- Pse, normal. Mi récord está con uno de treinta y ocho años, un compañero de mi padre -. Respondió la cabroncilla.

Estoy hasta los mismos cojones de escuchar en boca de hombres cuarentones el rollo de que a las adolescentes ni tocarlas, que son niñas, que eso está muy mal... y mientras me lo dicen dejan de mirarme a los ojos para seguir con la mirada el culo de una quinceañera que pasa por allí. Y es que claro, cuando se tiene un barrigón, se está medio calvo, y se pone cara de sátiro al ver a un bomboncito no hay nada que hacer con él, y eso jode, y mejor que reconocer la imposibilidad de probarlo, ese tipo dice que eso está mal. Luego nadie sabrá que cuando se folla a su señora, más barrigona que él y con las tetas por el ombligo, está pensando en la quinceañera cuyo culo siguió con la mirada.

Todo es una gran mentira.

Lo que no puedo soportar es a los babosos pesados y acosadores, ya vayan detrás de adolescentes o de cualquier mujer tenga la edad que tenga. Además de molestos para las mujeres son perjudiciales para los hombres con dignidad porque crean en ellas la idea de que los hombres somos fácilmente manipulables y poco o nada interesantes. Aborrezco a las mujeres bellas que van por la vida de súper divinas de la muerte, pero aún aborrezco más a los hombres que les siguen el juego.