Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 31 de marzo de 2007

No pierdas tu sentido del humor

(Entrada publicada originalmente en Spaces el 3 de Diciembre de 2006).

En el verano de 1991 mi hermano José María murió atropellado. Hasta aquel día éramos tres hermanos: el pequeño, Tomás, que también fue atropellado porque ambos iban juntos cruzando un paso peatonal, tenía entonces ocho años (está perfectamente, gracias); José María, que era el mediano con once años cumplidos diez días antes de morir; y yo, que tenía dieciséis años y mientras aquello ocurría estaba leyendo Mare Nostrum, de Blasco Ibáñez, tumbado plácidamente en mi dormitorio del piso que mis padres tienen en Torrevieja.

Comprenderán que aquel Martes trece (no me sean imbéciles y dejan a un lado pensamientos magufos) de Agosto de 1991 cambiaron muchas cosas en mi familia...

Uno de los cambios más detestables para mí fue ver a mi padre envejecer por momentos. Estas cosas no se suelen confesar, y mi padre nunca lo dirá, pero yo sé que José María era su hijo favorito. Eran uña y carne. Y ambos compartían la misma devoción por el deporte del ciclismo. Mi padre no ha vuelto a practicarlo. Simplemente dejó que su bicicleta, la misma que antes tanto cuidaba, se oxidara colgada de una pared en un húmedo almacén. También dejó de reírse.

Mi padre es la rehostia. Mi padre es la pera limonera. Mi padre es la metapolla. Mi padre es la Biblia en verso. Mi padre es mi superhéroe favorito. A mí me gustaría alguna vez abrazarlo muy fuerte y decirle que lo quiero, pero nunca me atrevo. Entendía perfectamente que mi padre dejara de reírse, pero no podía evitar desear que lo hiciera... y algunos meses después vi reír a mi padre. Es de eso de lo que quiero hablarles hoy, de lo que me enseñó con aquella risa. Dejen que se lo explique despacito:

Cuando nos pasa algo muy malo es lógico que no estemos para risas. Sin embargo siempre hay alguien a nuestro alrededor (aunque no lo veamos) que nos quiere, y ese alguien necesita vernos felices, o al menos se conformará con oír una carcajada nuestra alguna vez. Si la felicidad de otro se basa en la nuestra debemos esforzarnos, y al final todos salimos ganando.

El tema de los accidentes de tráfico, y muy especialmente los atropellos, se había convertido en tema tabú en mi familia. Nadie osaba hablar de ello. Hasta que una noche volví a ver reír a mi padre, con una risa franca que no conocía desde la muerte de mi hermano, muchos meses antes. Fue, esa risa, un momento que sólo yo presencié, y estoy seguro de que mi padre no lo recuerda pero yo hoy, catorce o quince años después, voy a hablar de ello. Porque me da la gana y porque me enseñó una gran lección que no debo olvidar. Y porque quizás a ustedes les sirva de algo.

Yo estaba viendo Creepshow 2, seguro que la recuerdan. Ya la había visto antes y me incomodó mucho que mi padre entrara al saloncito y se sentara a ver la tele a mi lado justo al principio de la última historia que aparece en la película: una conductora que vuelve a casa tras engañar a su marido con un amante de pago atropella a un autoestopista. La historia se vuelve macabramente cómica porque la conductora, asustada, no se detiene y el cadáver fantasmal de la víctima, enganchado al vehículo, se le asoma por las ventanillas a cada rato, sanguinolento y destrozado, y le dice cosas como "gracias por el paseo, señora".

Joder, unos meses antes moría mi hermano atropellado, además por un conductor que pretendió darse a la fuga, y ahí estábamos mi padre y yo, viendo una historia similar tratada humorísticamente. Yo, sabiendo lo que venía, estaba tenso, pensando en cambiar de canal con cualquier excusa, cuando de repente mi padre empezó a descojonarse.

Primero me sorprendí, luego me asusté creyendo que había enloquecido, y finalmente, cuando le oí su eterna exclamación para referirse al humor absurdo ("¡Qué exageraos!") supe que mi padre se lo estaba pasando pipa.

Sin complejos, sin fantasmas personales, sin pesadillas autoimpuestas.

Como debe ser, y con dos cojones.

Volví a ver reír a mi padre gracias a algo muy relacionado con lo que le quitó la risa. Cosas de la vida. Y me sentí bien, me alegró mucho.

Creo que habría que ser muy hijo de puta para querer ver en esto una falta de respeto a la memoria de mi hermano.

1 comentario:

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Comentarios importados desde Spaces:

Leónidas

Mmm... no, Helena, mi padre no superó nada, sólo se rió un poco. Mi padre es un héroe por otras cosas, pero no ha superado la muerte de su hijo, créeme.

04/12/2006 20:55
(http://cabezachorlito.spaces.live.com/)

Helena
Tu padre es un héroe por ser capaz de superar el fallecimiento de uno de sus hijos tan rápido, ver la vida de nuevo con algo de optimismo o humor, pues al final es la única manera de vivir sino quieres estar por siempre en lo más profundo de la nostalgia. Por otro lado cuando alguien fallece quitando toda la parafernalia cristiana lo más imprtante es guardar buenos recuerdos en la memoria, olvidar aquello en que se puedo equivocar. Si hay algo que siempre me ha molestado es que alguien critique a un muerto, más que anda porque no tiene la oportunidad de defenderse.
Sobre mi entra, gracias por entenderme y compartir mi furia, más de una hostia repartiría a aquellos que no tienen otros medios para divertirse que cosas como está... Ah, y he mirado el enlace, premio para al chica con esa página con tanta documentación combinada con humor. Salud!
04/12/2006 20:28
(http://snakesdreamer.spaces.live.com/)

Javi
Siempre he pensado que el respeto y el amor hacia los que se fueron no consiste en llorar y lamentarse por ellos, sino en recordarlos con cariño. Me gustan los funerales irlandeses, donde la gente bebe, baila y canta delante del difunto, recordando lo que tenía de bueno y sus mejores historias. Si quieres a alguien, es imposible no sentir dolor por su ausencia, pero eso no significa que tengamos que torturarnos en su memoria.
Me ha gustado especialmente la parte de tu entrada sobre las personas que están a nuestro alrededor. Debemos anteponer nuestra responsabilidad hacia los que se quedan, aunque recordemos a los que ya no están.

03/12/2006 16:12
(http://la-osera-de-Javi.spaces.live.com/)

Sergio
Me alegro sinceramente de que hayas escrito esto, Javi. A ver si te dejas ver más. Tu padre te enseñó una gran lección de la vida, aprovéchala, pues.

Por cierto, dile a Leónidas que deje de enviarte mensajes subliminales negativos, como lo de que alguien pueda pensar que esta entrada es una falta de respeto hacia tu hermano, por favor.

Sergio

03/12/2006 15:53
(http://kasinet.spaces.live.com/)

Gerardo
Eso es buena salud. También existe la buena salud mental, suele ser algo conseguido con voluntad, aunque no se note desde fuera.

Saludos,

Gerardo
http://bajoelvolcan.blogspot.com/
03/12/2006 13:39


marta marmota
La balsa? :-) Sólo recuerdo una pierna partiéndose de manera muuuuy desagradable y una cara destrozada de manera también muuuy desagradable. En serio, estuve una semana durmiendo con mi padre porque tenía pesadillas!! (pobre hombre, qué paciencia...)

Odio los velatorios. Aun no he ido a ninguno que tuviese algo divertido, la verdad, aunque tengo entendido que en algunos países sacan comida y todo... Bueno, la verdad es que siempre he pensado que vaya coñazo, además de que se te ha muerto alguien tener que dar de comer a la gente.
03/12/2006 11:48
(http://elsuenodelamarmota.spaces.live.com/)

Jota
Supongo que me esperabas porque me figuro también que conociéndome como me conoces y habiéndote creado una imagen de mí basada en las frases que escribo sabías que esta entrada tuya devolvería la vida a mis dedos que se empeñan en adquirir un rol de "stand by" por aquello de que se acerca la Navidad. No sé que te ha impulsado ahora a escribir sobre la muerte de tu hermano (o quizás sí, jeh), pero no me sorprende mucho que lo hayas hecho porque a pesar de todo sigo creyendo en la magia de las personas y en los vínculos que estas pueden llegar a tener. Te digo esto porque yo pensaba escribir sobre la muerte del mío, en el aniversario de la misma, que será este próximo cinco de diciembre. No te sorprenderá si te cuento que tu papá y yo nos parecemos porque ya lo sabes, amigo Leónidas. Podría explicarte como empleé el sentido del humor cuando mamá, papá y Hermano Mayor se fueron, pero no lo haré. Al menos de momento, porque si te fijas ya te gano por goleada (ejemplo práctico de sentido del humor) y porque además prefiero contártelo cuando nos veamos en persona.

Sin pesadillas autoimpuestas. (Cuélgate esto en la puerta de la nevera ahora mismo.)

Feliz Navidad amiguito y dale a tu papá un abrazo. Y si se te queda mirando no entendiendo nada dile que el abrazo no es tuyo, que es de parte de un amigo que tienes en Polonia. Tú estarás contento, él se reirá y yo tendré un motivo más a mi favor para creer en la magia, los vínculos y en las personas que dejan huella.

J.

PD: (En la historia esa que dices Marmota, salían dos tías que estaban la hostia de buenas. Se llamaba LA BALSA, jejeje. Este comentario es para transformar una lágrima en una media sonrisa y está puesto aquí con toda la intención del mundo.)
03/12/2006 10:53
(http://cerdoman1970.spaces.live.com/)

Álex
¿No te has dado cuenta de que las noches en un velatorio son -aunque empañadas por el dolor- muy divertidas? Siempre se cuentan historias graciosas sobre el fallecido, anécdotas, curiosidades... Todo para que sea más llevadero el dolor. Es como una especie de homenaje.
Al menos en los muertos de mi familia, ¿Será porque son andaluces?
03/12/2006 2:13


marta marmota
Pues sí, habría que serlo... Es detestable que alguien te imponga cómo tiene que ser tu dolor. Por qué la gente se atreve a juzgar cuánto y cómo debes llorar, cómo debes comportarte o qué comentarios tienes que hacer?

Siento lo de tu hermano. Me madre murió cuando yo era pequeña y, aunque estoy segura que la muerte de un niño tiene que ser especialmente dura para una familia, la verdad es que no es nada fácil que nadie muera tan pronto. Es curioso descubrir como, aunque parezca imposible, llega un momento en el que puedes hablar de esa persona e incluso bromear sin echarte a llorar, y simplemente recordar lo bueno que tuvo y no lo difícil que fue su pérdida.

Sobre lo que siente la gente sobre lo que tú sientes... Buff... Recuerdo que la gente intentaba decir cosas que me consolaran, y que en realidad no sabían qué decir, porque ¿qué se puede decir? Y llegaba un momento en el que era yo la que, de alguna manera, tenía que demostrar que no pasaba nada y, no sé, "consolar a los demás", que no se sientieran mal por mí... Y, en cierto modo, era horrible tener que hacerlo.

Vaya, qué "confesiones" me pongo de madrugada... Con lo pudorosa que soy con el exhibicionismo sentimental...

Por cierto, a mí la peli me resultó traumática. ¡La historia del lago! AAAAAAAGH!!! Todavía me dan escalofríos!!!
03/12/2006 2:07
(http://elsuenodelamarmota.spaces.live.com/)