Qué jartito me tienen

(Publicado originalmente en Spaces el 24 de Diciembre de 2006).

Pues ya está aquí, ya llegó la puta Navidad otra vez. Qué asquito más grande me da.

Perdonen que no sea original y hable de lo mismo que todo el mundo, ya saben, ese rollo de la Navidad depresiva y las reuniones coñazo y tal. Otra de las entradas de este blog que se pueden saltar con la tranquilidad de no perderse nada importante, exactamente como podrían haber hecho con todas las anteriores.

Si sólo dependiera de mí no habría problema, podría vivir sin enterarme de que estamos en Navidad, pero es que no me dejan. Se empeñan en torturarme. Vean un ejemplo:

- Ay. ¿No estarás en Nochebuena con tu familia?

- Pues no, pero estaré con mi gato.

- Ay, pobre. ¿Te gustaría venir a cenar con mi familia?

Juas, juas y mil veces juas. ¿Pero esto qué es, una campaña navideña del tipo "pon un pobre en tu mesa"? Debe de ser algo así como "En Nochebuena, sienta a un solitario en tu mesa y amárgale la noche". ¡Dejadme en paz, hombre!

Pero es que luego viene la Nochevieja, y más de lo mismo:

- Ay. ¿Cómo que no vas a salir en esta noche tan especial?

- Pues, básicamente, porque no me sale del nuflo.

- Ay, pobre. Mira, nosotros vamos a un sitio muy normalito, eh, no hace falta que lleves frac, bastará con que te pongas un traje y corbata.

Otra vez: juas, juas y mil veces juas. ¡Dejadme en paz, hostias! Que yo esa noche la paso en casa, este año con mis padres espero, y mi madre me atiborrará a gambas (la buena mujer no sabe que tengo el ácido úrico por las nubes) y luego me iré a la cama más temprano de lo habitual y Sarica, la perra de mis padres, quizá duerma conmigo. Y ya está. Con eso soy bastante infeliz, no pido más.

Si tuviera los cojones que no tengo me dedicaría esta Nochebuena a derribar papanoeles, santaclauses, o como se llamen, de los balcones de mis vecinos. Un tirachinas a falta de un C90 y ea, a cargarme esa contagiosa idiotez de los gordos trepadores vestidos de rojo, que anda que no son pesados. Si no tienes un gordo trepador colgado de tu balcón no eres nadie, desengáñate. Podrás descubrir la cura del SIDA, pero como no cuelgues al gordo de tu balcón, macho, chungo lo llevas en este bendito país de gilipollas.

¿Y yo os doy pena por pasar la Nochebuena con mi gato? Vosotros sí que dais pena...

Como diría mi amigo de la infancia Miguel Ángel, y por lo que se buscó problemas en el colegio: ¡Feliz falsedad!