Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 19 de mayo de 2007

Sabes que te amo


¿Sabes que te amo, mi niña, mi cielo, mi vida? Sí, sí que lo sabes. Pero no sabes por qué.

Déjame contártelo, ¿vale? Aunque es sábado y deberíamos salir a emborracharnos juntos, para acabar de vuelta a casa entre risas alcohólicas y luego follar salvajemente como nos gusta, hoy nos vamos a quedar en casa. No te encuentras bien, me has dicho. Y es cierto, porque veo tu carita pálida y tu mirada sin brillo y siento una enorme pena aquí dentro, como un peso en el pecho que me hace dolorosa la respiración. Mil veces te dije que tu dolor es mi dolor.

Por eso hoy nos quedaremos en casa, en nuestro hogar, protegidos de miradas inclementes que no sabrían apreciar la belleza enfermiza que hoy irradias. Aprovecharemos nuestra íntima soledad de sábado hogareño para que te cuente por qué te amo tanto.

Te amo por las pequeñas cosas. Son los detalles minúsculos los que me hacen desearte con cada una de mis células. Es, por ejemplo, esa manera que tienes de arrugar la nariz cuando ironizas sobre cualquier asunto.

Es también por cómo abres mucho los ojos, poniendo cara de tonta, cuando imitas a personajes famosos y ridículos. Íker Jiménez te sale muy bien.

También me enamoras un poco más cuando pones la voz gangosa y me cuentas chistes de retrasados, y aún me resultas más enternecedora cuando inmediatamente después te pones seria, presa de súbito arrepentimiento, y dices que no nos deberíamos burlar de eso. Ay, amor mío, tú y tus contradicciones.

Me encantan los gestos que haces cuando te cepillas los dientes. Son tan... entrañables. ¿Y cuando te embadurnas la cara con mi espuma de afeitar y me imitas a mí afeitándome? Je, intentas ponerte varonil, paródicamente varonil, y me dan unas ganas locas de abrazarte y comerte a besos. Cuántas veces habré acabado probando la espuma por querer besarte. Por cierto que la espuma sabe a rayos, pero tú sabes a gloria.

Me gusta tu gesto abstraído cuando te pones a hacer cuentas para evitar gastos superfluos en la economía doméstica, y me fascina que a pesar de tu aparente abstracción seas capaz de escucharme y responder a mis preguntas sin perder la cuenta. "36 euros de esto, 72 de lo otro, sí, cariño, acabo de ponerle comida al gato, 28 euros de aquello otro, 43 más de tal cosa, pero me he dado cuenta de que esta comida nueva no le gusta tanto como la otra, 19 de lo de más allá, deberíamos volver a la de antes, hacen un total de 198 euros". Eres asombrosa, vida mía.

Otra de las pequeñas cosas que más me gustan de ti, querida, es la forma como entreabres los labios mientras duermes. A veces, sin que te llegues a despertar, meto mi lengua en tu boca y me dedico a lamer tus dientes, tan blancos, tan perfectos.

Me enloquece de placer y deseo esa manía tuya de no perder ni una sola gota de mi semen. Cuando no me corro dentro de ti te empeñas en llevar tu boca a mi polla para recibir ahí mi descarga, bebiendo con avidez. Recuerdo lo que dijiste la primera vez que te alimentaste con mi leche: "He sido una niña buena y me he tomado todo el bibe". Aún me masturbo recordando aquello, cariño.

También me gusta muchísimo oír esos gemidos, entre de placer y de dolor, cuando te penetro por el ano, esos gemidos que quieres sofocar mordiendo la almohada con tus blancos y perfectos dientecitos.

Son esos pequeños detalles, amada mía, los que me enamoraron. Como el de hoy, como el de esta tarde. Ese hilillo, ese hilillo fino, entre rojo y negro, brillante. Cómo me ha gustado ver ese hilillo de sangre que goteaba saliendo de tu oreja...

Tal vez me he pasado un poco, pero tú sabes que te lo merecías. ¡No soporto las putas arrugas en las sábanas! ¿CUÁNDO COÑO VAS A APRENDER A HACER BIEN UNA CAMA, JODER?

Pero no importa, mi vida. Tenemos toda la noche para que hagas la cama una y mil veces. No volveré a pegarte tan fuerte, de verdad. Lo haré con más cuidado, pero con más frecuencia. Vamos, mi niña, no llores más, eso no arreglará nada. Aunque, ¿sabes?, me gusta cómo brillan tus ojos cuando se llenan de lágrimas. Esta clase de pequeños detalles son los que me hacen amarte.


17 comentarios:

Anónimo dijo...

Leónidas, tengo que reconocer a mi pesar que la historia tiene talento, y que la evolución que sigue está muy currada, pero, pero, pero... pero coño, ¡es una burrada!
Leónidas, eres un perturbado, en serio. Me das miedo...
Saludos,
Miri

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pues que lo digas tú, que ya me conoces en persona, manda huevos. Deberías saber que soy inofensivo.

O puede que no, Miri, ahora que lo pienso. Vas a tener razón. A veces también yo me doy miedo a mí mismo.

Anónimo dijo...

Como la vida misma Leo, como la vida misma!... conozco muy bien ese tipo de especimenes, es una lastima el ver que no hemos evolucionado en nada, absolutamente en nada.

Jajaja sabes que una de las preguntas expuestas en mi blog hacen referencia a este detallito, por que diblos los hombres son tan ineptos, osea tan tontamente brutos, a la hora de hacer una cama?... por que?...

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pues no lo sé, Paloma, pero sí te diré que la primera vez que me arrestaron en mi vida de milico fue por llevar las botas sucias, y la segunda por tener la cama con arrugas. La verdad es que siempre he sido muy torpe haciendo la cama, pero afortunadamente yo soporto bien las arrugas en las sábanas, no como el personaje de este cuento.

Carabiru dijo...

Buff tío, a veces asustas, menos mal que tú mismo dices que eres inofensivo, y que mientras escribas estas cosas y no se te de por hacerlas, todo va bien.

Eso sí, el cuento, increíble, como siempre, sigues manteniendo el listón bien algo.

Carabiru dijo...

Bien alto! Dios, creo que me voy a la cama... ya no rijo...

Anónimo dijo...

Esta bien que soportes las arrugas en la cama, mientras no encuentres quien no las soporte y las gotitas de sangre no salgan de tu oreja a la vez que escuchas decir: ¿sabes que te amo?.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Ay, Carabiru, qué manía con eso de asustar. Son cuentos, sólo eso. La cuestión es que te ha gustado, y de eso se trata. Si se hubiera quedado en una simple declaración de amor sin sorpresa final no te hubiera gustado tanto, ¿a que no?

¡Lucía! Ay, mi churri merengosa, qué de tiempo. Ya sabemos que odias esta clase de historias, y yo además sé por qué, pero déjame escribir, deja que juegue. No me censures la imaginación, por favor. Eso nunca.

Anónimo dijo...

mmmm, no me refería a Javi. Me asusta Leónidas. Javi es raro de cojones, pero tienes razón que parece inofensivo. Al menos para con los demás. Para consigo mismo, ya él sabrá.
Besitos,
Miri

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Leo: Un momento, un momento... ¿Qué historia es esa de que mi álter ego llamado Javi es raro de cojones? El tal Javi es un mindundi de lo más cotidiano, el raro es Leónidas. Leónidas sí que es un personaje pintoresco, pero, ¿Javi...? Anda ya.

Javi: Calla, maldito cabrón, ahora estamos hablando Miri y yo. Vuelve a tu cubil.

Leo: ¿Mi cubil? Serás cerdo usurpador... ¡Este es mi cubil, bribonazo! Esto es mi diario, ¿te enteras? ¡MI DIARIO DE UN CABEZA DE CHORLITO! Es mi terreno, mi refugio, mi paraíso. ¡Fuera de aquí, villano!

Javi: Mwajajaja... Me encanta hacerte encabronar. Perdedor, tío mierda, basura...

Leo: Mírate, puto cobarde que te escondes tras mi personaje. Pero si empiezas a hablar como yo. Das pena, coleguita.

Javi: ¿Sabes lo que te digo?

Leo: A ver, Javierito, sorpréndeme.

Javi: Pues... pues que... Bah, es que no merece la pena. Eres un tarado.

Leo: Vale, y tú, según Miri, eres raro de cojones. Juas, juas, juas...

Javi: ¡Insolente! Un respeto para tu creador.

Leo: Esto para mi creador: Prrrrrrr...

Javi: Grosero.

Leo: Petardo. Marica. Tío mierda.

Javi: Eso lo serás tú.

Leo: Tú más.

Javi: A la porra.

Leo: Uy, mira, dice "a la porra". Se dice "a la mierda", nenaza. Maricona. Y tú, Miri, atenta: ¡TEEEETAAAAASSSSSSSSS! Mwajajaja...

Javi: No le hagas caso, Miri, todo lo que tiene es envidia porque me has llamado raro de cojones, y se supone que eso es una cualidad exclusiva suya, o al menos eso cree él. Pero vamos, que no estoy de acuerdo con vos. Yo no soy raro.

Leo: Se acabó. No tengo por qué soportar más tonterías en mi blog. ¡Desaparece, Javi!

Javi: ¡No me da la ga

Leo: Jajajaja... Cómo me gusta hacer esto de dejarlo con la palabra en la boca. Que se joda. Mi creador, dice que es, el muy pedante. En fin, Miri, no deberías sacar ciertos temas de conversación, ya has visto lo que pasa. Aquí no se habla de mi alter ego, aquí sólo existe Leónidas, salvo cuando Leónidas deja asomar a Javi, ¿entendido?

Carabiru dijo...

Jaajajajajajajjajajaj
jajajajajjajajajaj
jajajajjajajaa
jajajajaj

Ains, pos sí, me ha gustado.

Un bico!

(cuarto intento de publicar este comentario... grrrrrr)

Anónimo dijo...

Ahora es cuando empiezo a preocuparme de verdad...

Anónimo dijo...

Jajajajajajajajaaaaaaaaaaaaaaaajajajajajajajajaaaaaaaaaaaajajaja.... me meoooooo jajajaaaaaajaja...

Digno para haberlo dejado estampado en una entrada... anda, HACEDME caso... joer!(diablos!, tome 17 minutos en conjugar el dichoso verbo.. grrr )

PD:Aaaaay me duele la guata de tanto reirme (al menos me ahorre las abdominales)

[Sofiiiiiiaaaa suelta ese gato!!!]

Anónimo dijo...

Una de las pocas cosas que me gustan de Leonidas es su capacidad literaria para llevar al lector de una emocion a otra en cuestión de dos frases.
Pero me ha gustado aun mas el dialogo entre tus egos jajajajaja...sublime tio!

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Gracias, pelotas lectores. ¿Sería vulgar por mi parte pediros que me comáis el níspero?
¿Sí? Pues os jodéis: ¡Comedme el níspero, hostia puta consagrada!

Anónimo dijo...

¡TE COMO EL NÍSPERO Y CON MUCHO GUSTO!...
Y...¡SALUD POR ESO!
¡AL FIN MIS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD!
lEONIDAS AÚN TE AMO.
PÍDEME LO QUE QUIERAS.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pues yo, por pedirte, te pediría que te identifiques y que dejes de gritar. Pero vamos, que lo que tú quieras, que no pasa nada, eh.