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La tormenta y el gato
El trueno sonó cercano, potente e interminable, con temblor de muebles y tintineo de vajilla. Pensé en Gusifluky, mi gato. "Uy, pobre Gusi. Debe de estar asustadísimo", me dije.Lo busqué por la casa, esperando encontrarlo arrinconado y tenso. Miré en los armarios donde suele esconderse para prepararme emboscadas, y no estaba. Miré en su transportador que usa como ilusorio refugio cuando huye de mí, y tampoco estaba. Preocupado, miré en la cocina. Lo descubrí pegado a la ventana, mirando absorto el cielo gris, con las vibrisas rozando el cristal.--¿Gusi?--Mmmmgrr...--¿No tienes miedo? --¿Miedo, padre? ¿De qué?Otro rayo iluminó la cocina. Nuestra cocina tiene las baldosas negras y blancas, como escaques de un tablero de ajedrez. Los muebles son negros y blancos. La nevera es blanca. La mesa es negra. Las sillas son blancas y negras. La Thermomix es negra y blanca. El reloj de la pared no funciona, pero es negro y blanco. Incluso el servilletero es blanco y negro. Gusifluky, por si no lo saben, es también blanco por abajo y negro por arriba. Pero bajo la luz del rayo todo fue fugazmente azul.--Pues no sé, hijo mío, pero los gatos suelen temer a las tormentas.-- Tormenta... qué bonita palabra para tan espectacular panorama.En ese momento nos llegó el trueno. Largo, apoteósico. El orgasmo de un dios que no había follado durante milenios. Gusi continuó:--Fíjese, padre: ese cielo color ceniza; esas gotas de agua tamborileando sobre el cristal; esas intensas luces azules que lo bañan todo; esos ruidos que nos recuerdan lo insignificantes que somos... ¡Cómo sentir miedo ante algo tan bello! --Eres un romántico incorregible, Gusifluky. Y un gato muy raro.--Vamos, padre, acérquese y contemple junto a mí esta grandiosidad de la naturaleza --me dijo mi gato mientras se encendía la pipa que le da por fumar cuando se pone reflexivo--. Tal vez usted esté acostumbrado, pero es algo tan nuevo para mí...Permanecí un rato a su lado, envuelto en el aromático humo de la pipa y el suave ronroneo de mi hijo. Él fumaba en silencio y no apartaba los ojos del cielo.--¿Sabes, Gusi? En estos momentos muchos seres de tu especie están asustados, encogidos bajo los contenedores de basuras o bajo los automóviles. Están mojados y tienen frío. A ellos, maldita la gracia que les hace este bello espectáculo de la naturaleza.Pasó un largo minuto de silencio hasta que mi hijo volvió a hablar:-- Lo sé, padre. Pensaba en ellos.Y miró a su alrededor, como considerando que nuestro piso es demasiado grande para nosotros solos.
10 comentarios:
Quizá deberías traerle un hermanito para llenar la casa y que se le quitaran esas ñoñeces de llamarte de Ud y calificar las tormentas de "bonita palabra para tan espectacular panorama"
...se te está amariconando.
coincido plenamente con tesa, ese gato se está volviendo maniático y ñoño, ¿como su dueño?
No tenéis corazón, ni sensibilidad poética, ni nada de nada.
A tomar pol culo, ese gato no necesita un hermanita. Lo que necesita es una gata a la follarse y ya.
Leo, como sigas así le vas a tener que llevar a Chueca el año que viene.Haz algo immediatamente.
Pues yo creo que con una mujer o una gata, algo se perdería...
mmm...soy nueva leyendo los dialogos que tienes con tu gato, y me parecen muy originales, a mi sí me gustan, bye.
Gracias, Diana.
Perdona por la confianza, pero entradas como esta me dan ganas de imprimir todo tu blog, encuadernarlo y guardarlo pra poderlo leer cuando no exista Internet. Buenísima, Leónidas.
Muchísimas gracias, Nut. A veces me pregunto qué sería de todo lo que escribimos si un día volvemos a las cavernas. Quizá ese día te busque y te pida nuestro cuaderno.
Gusi y yo compartimos la fascinación por las tormentas.
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