Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Los que no subieron al podio


Los Juegos Olímpicos molan un huevo, dicen. Está bien eso de ver a deportistas obteniendo logros que para la mayoría de mortales son inaccesibles. Todo eso es chuli. También mola ver el arte mezclado con el deporte, como me ha pasado a mí en los últimos Juegos gracias al descubrimiento que he hecho de la natación sincronizada, que hasta ahora me había parecido una payasada indigna de mi atención -la ignorancia y yo, amigos íntimos siempre cogiditos de la mano-, y que sin embargo ahora valoro hasta la sinrazón: ¡Viva el dúo formado por Andrea Fuentes y Gemma Mengual!

Pero no iba yo a hablar de los triunfadores; de esos habla todo el mundo. Hablemos de los otros, de los que no subieron al podio:

El deporte es bueno, nos dicen. Y tienen razón quienes así nos hablan. El ejercicio físico es bueno. Y tienen razón quienes así nos hablan. La ciencia, con su siempre apelable dictamen (apelable por la misma ciencia autocorrectora y no por caprichos de nadie) nos enseña que la práctica moderada de ejercicio físico y adaptada a las circunstancias particulares de cada cual es sana y más que recomendable. Estupendo, ¡hagamos deporte! Corramos, juguemos al tenis, nademos, tiremos al plato, lancemos la jabalina, o demos volteretas. Pero hagámoslo por placer y no por obtener medallas.

No me gustan las competiciones. La ambición es un concepto que entiendo pero no comparto. No me gusta clasificar a las personas de más a menos, ni por su color de piel , ni por su capacidad para dar saltos más largos, ni por su puntería, ni por su habilidad para devolver pelotas mediante un raquetazo. Creo que un ser humano es un animal demasiado complejo como para etiquetarlo con tan ligera simpleza.

Por eso no me terminan de gustar los Juegos Olímpicos, ni ninguna otra competición deportiva. Al final son los triunfadores quienes graban sus nombres en la dúctil tablilla de la Historia, pero, ¿y los otros? ¿Cuánta gente invirtió su vida para nada? ¿Cómo medir el esfuerzo personal de cada uno atendiendo a sus circunstancias familiares, sociales, económicas y mentales? ¿Cómo podemos estar seguros de que quien sube a recoger la medalla no lo tuvo más fácil que otros que se esforzaron más y eran igualmente aptos? ¿Cuántas personas han quedado deprimidas y arruinadas tras cada trío de privilegiados que subieron al podio? ¿Quién se preocupa de hacer esas estadísticas?

Hay algo sucio en los Juegos Olímpicos y en toda competición deportiva que otorgue premios a los "mejores" según sus marcas. Si hablamos de deportes, el mejor deportista es todo aquel que se esforzó hasta donde pudo, y eso es insuperable por lo que a sí mismo respecta, y se merece una medalla más gorda que otros, aunque no esté entre los tres primeros y aunque no haya manera objetiva de medir su mérito.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Por eso el lema que lo importante es participar. Ahora que me interesa el tema de la educacion te diré: Cuando logras educar a un niño, para que acepte la derrota (en lugar de dejarle ganar siempre) y que disfrute del juego por el simple hecho de participar, le estamos haciendo un gran favor al futuro adulto. ¿Y a las empresas de tragaperras? JAJA es broma.


Para mi, lo mejor del deporte es lo que lo rodea: salud, amistad y los valores que te refuerza cuando la situacion se complica, el deporte profesional y de elite lo veo un poco chorra.

Saludos.

Aurora dijo...

También acaban arruinados los ganadores. Muchos terminan sus carreras deportivas sin oficio ni beneficio y habiendo ganado poco dinero, por muchas medallas que les hayan colgado. Con toda una vida sacrificada por una competición y sin haber tenido infancia o adolescencia.

Anónimo dijo...

Por que sera que tengo la sensacion, que en esta entrada, hablas de todo menos de los juegos olimpicos.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Porque eres muy listo, Mondéjar, por eso.

Que seas tan listo no me sorprende porque te conozco, y te quiero por ello entre otras cosas, pero sí me sorprende que hayas afinado tanto. Uno habla tan tranquilo, como desahogo, pensando que nadie ve el fondo oscuro... Y no: hay quien ve más allá.

Un fuerte abrazo, señor Mondéjar.

Anónimo dijo...

Hace poco andaba buscando por internet una foto de un grupo de escolares en el patio de recreo (que mal suena esto) y encontre la de esa pagina, joder.. Me transporté e incluso me pareció escuchar eso que se oia en la cola de la fuente del patio, justo antes de que sonara el timbre para volver a clase: "no chupes!!"

JAJAJA joder, un abrazo pa ti tambien.