Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 16 de febrero de 2009

Marta Marmota


Recientemente abandoné esta bendita casa por un mes, como bien saben mis groupies. No estuve en un calabozo como dijo Blake, ni me fui a Cuba como dijo una tal "Fumadora de puros", ni estuve haciendo el CUAD-EO como pensó y dijo crípticamente MASK (aunque este comentarista fue quien más se acercó a la realidad). Estuve haciendo... otra cosa, que en cualquier caso debe importar un bledo a los escasos lectores de esta bitácora, como también les importará un pimiento lo que a continuación voy a contar; pero es que es lo único que, pasados los años, recordaré de ese mes fugado de la blogosfera:

El sábado 24 de enero, a las 22:30 horas y en la puerta del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, me di el gustazo de conocer a una persona que necesitaba conocer. Quería saber si en persona es tan agradable y buena chica como me lo ha parecido siempre a través de su blog. (En vivo lo es mucho más, ahora ya lo sé).

Pregunté a los amabilísimos cesaraugustanos cómo llegar a un sitio llamado Paraninfo estando casi en la misma puerta, pues interpreté mal el SMS de Marta —Si te parece, qedamos en el paraninfo, en la plaza paraiso— y supuse que el Paraninfo sería un bar con un nombre ilustrado (el cabeza de chorlito y sus cosas). Pero no; era un paraninfo de verdad. Tras hacer el ridículo con mi pregunta superflua ante una pareja de maños me tocó aguantar los nervios y las ganas de mear durante unos minutos. Y entonces llegó la marmotilla.

La reconocí de lejos. Marta ha publicado muchas fotos suyas, y esa cara no se olvida (suena a frase hecha, pero en este caso es una verdad como un templo). Me llevó al sitio perfecto: poca gente, música ambiental que permitía la conversación y una camarera que aun siendo amiga de Marta supo mantenerse discretamente al margen. Yo añadí unos cuantos gintonics a los que ya llevaba de antes, mientras Marta, sabia y prudente, bebió zumos. En algún momento pensé "esta tía es de las que uno, más que follarse, las quiere pedir en matrimonio". ¡Qué guapa, qué amable, qué inteligente, qué simpática...! ¿Y esa risita breve y franca que le brotaba tan espontánea? Y... bueno, me modero, me modero.

Unas tres horas después nos despedimos llegando a mi hotel. Se negó a dejar que la acompañara a su casa. Supongo ahora que en verdad no iba a su casa, sino que alguien la esperaba en otro "paraninfo", y por eso su negativa a dejarse acompañar a pesar de mi insistencia. O tal vez simplemente estaba hasta el moño de ese milico borrachuzo y siete años mayor que ella, que también puede ser.

Me fui a un pub frente al hotel. La camarera rusa, con quien había charlado antes de reunirme con Marta y a la que le había contado que iba a conocer a alguien muy especial para mí, quiso saber más:

—¿Qué tal te ha ido con tu amiga?

—Muy bien, gracias. Ponme el último gintonic, por favor.

La rusa (decía llamarse Lucía y afirmaba que era la traducción de su impronunciable nombre original) sonreía condescendiente mientras me servía la última copa de esa noche. Tanto ella como yo pensábamos que si de verdad me hubiera ido tan bien yo no estaría allí en ese momento.

Sigo pensando que hay mujeres ante las que uno se debe poner de rodillas y rogarles matrimonio, y no me hagáis demasiado caso cuando me pongo misógino, que bien sé que hay de todo.

13 comentarios:

annabel dijo...

¡Bravo, Bravo, Bravo!
En el fondo, eres un cachito pan.
(aplaudo cuando eres tan tan tan así de majete).

El post de las frondosas y hermosas, no lo has escrito tú, lo ha escrito un gilipollas que se hace pasar por tí, en sus ratos libres.

Fd. Una que tiene urticaria, cuando pronuncian la palabra matrimonio.
Que picores oye, y no me preguntes donde.

Mua
Mua

Gerardo dijo...

Mmmmm... yo no sé si no hacerte caso cuando no te pones misógino. Je.

kitty_wuuuu dijo...

Es el gato, que habla y también escribe.
Podrías darte una pasadita de Marta Marmota todos los días y así no serías tan mongolito.


:)

Con cariño, eh!

curiosísima dijo...

Vaya...

No sé qué me da más penita: si que Marta no te haya dado chance o que vayas contando tu vida a las camareras de los bares...

Ángeliiiito

Anónimo dijo...

Ya conocemos lo hecho un dia, pero, ¿y los otros 29?

¿O fueron todos el dia de la Marmota?

Hasta que no dijo: las mujeres, esos maravillosos seres ¿no pudo regresar con nosotros?

nomolamos dijo...

anda!!! una historia real!!!! sin final macabro??? sorpresas te da la vida.... pero me ha gustado.... y más que la persona que querias conocer haya sido como esperabas o mejor..... felicidades, es dificil encontrar gente guay,...
beso.

MASK dijo...

Coño Kowalski, ¿son babas lo que te resbala por la barbilla?
A ver si es que has vuelto ñoño, espero que no sea algo que no se arregle con otro golpe en la cabeza. Al menos has conseguido una palmadita de las chicas de más arriba.
jur.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Bueno. Tal vez me equivoqué y no estuviste ese mes en el calabozo, ni tampoco en el psiquiátrico. Entonces, solo queda la opción B. Es decir, te dejaron salir solo un mes de los calabozos en donde has permanecido largo tiempo, para volver otra vez. O del psiquiátrico. Y no me digas que crees en la opción C. Es decir, metido en un barril de basura, escondido de la mafia de Medellín. Y ya no hay más opciones. A ver si te vas a inventar una opción desde la A hasta la Z, para cada día en que estuviste desaparecido. Es que la inventiva que tienes supera tu arte literario. Un saludo.

Yamil dijo...

¿Y quien no ha hecho una pregunta que nos proyecte directamente a una situación estúpida?
Esta bien eso de dejarlo todo por unos días!
Blacke deberías añadir una opción Ñ, es decir, que esta entrada no relata un hecho real...

Aurora dijo...

Hace mucho que sigo el blog de Marta. Y la verdad es que si es tan fantástica como cuando escribe, si, deberías pedirle matrimonio!

marmotilla dijo...

Solo diré que nunca he visto a nadie capaz de beber tantos gintonics en tan poco tiempo.

:)

Un beso.

Anónimo dijo...

¡Qué asco! Ni misógino ni na

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Ya, ya... Sí que doy asquito a veces, anónimo.