Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

jueves, 23 de julio de 2009

Tres tristes tigres


Ya saben ustedes que no siempre los títulos de mis entradas se corresponden con los textos. Pues hoy pasa lo mismo. La cosa va de gatos (qué raro, ¿verdad?), pero me ha dado la gana de usar para el título el principio de un conocido trabalenguas que cuenta un montón de tonterías sobre tigres, ¿qué pasa? Cuando se es tan chulo como yo se pueden hacer cosas así, y punto pelota.

Voy a contarles tres historias reales, cortísimas y con vídeo ilustrativo para que no pierdan demasiado tiempo ni se esfuercen en leer mucho.



Primera historia. El pacificador

Hace mucho, mucho tiempo, en un país lejano (más pallá de Barcelona) había tres hermanitos que se querían mucho, y siempre se estaban haciendo mimitos, y daban ya un poco de asco con tanto mimo y tanta mariconada.

Pero un mal día todo cambió.

Hermanito Uno y Hermanito Dos, no sé sabe bien por qué, se enzarzaron en una agria disputa que se convirtió en encarnizada lucha —obsérvese mi original manejo del idioma: la disputa era agria y la lucha encarnizada. Yo creo que esto se me ha ocurrido a mí—. Ante la acongojada presencia de Hermanito Tres, Hermanito Uno y Hermanito Dos se intentaban matar en feroz combate fratricida. Parecía que ambos morirían, que morirían matándose el uno al otro, cuando Hermanito Tres los desconcertó empleando una sucia maniobra de distracción. Parecía que iba a ponerse a cantar con mucho sentimiento, pero finalmente no cantó. En cualquier caso con esa treta llegó la paz:






Segunda historia. La ingratitud

No hace mucho tiempo, y más cerca de lo que ustedes se imaginan, vivía una gata enamorada de un perro. Hasta aquí todo bien, porque el perro se dejaba querer, y se dejaba también lamer y chupar y todas esas cosas que hacemos los animales. Daban un poco de asco estos dos, con tanto baboseo y tanta mariconada. Pero bueno, lo importante es que ellos se querían con locura, como el siluro a la silura.

Pero un mal día todo cambió.

Sin motivo aparente, derrochando ingratitud, el perro... dejó de dejarse querer. Así, por las buenas. "Ya no quiero que me quieras tanto, puta gata pesada", dijo el perro. La cara que se le quedó a la gata es para verla, y están de suerte porque la pueden ver:






Tercera historia. El acoso

Éranse una vez dos ratas rijosas que tenían la fantasía de montarse un menage a trois con un gato. "Qué morbo daría follarse un gato", decía una de ellas. "Oh, sí, tú le darías por el culo mientras a mí me la chupa", respondía ensoñadora la otra rata.

Y un mal día decidieron llevar a la práctica su perverso deseo.

No se sabe que a día de hoy lo hayan logrado, pero podemos estar seguros de que desde entonces hay un gato que no descansa:





Y se acabó por hoy, amiguitos. Pero un mal día volveré con otras historias escalofriantes.

8 comentarios:

Dubitador dijo...

Leónidas Kowalski de Arimatea
:-))))))

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Joer, Dubitador, no sé si te ríes por mi pseudónimo o por esta entrada. Bueno, a mí ambos motivos me dan risa.

Dubitador dijo...

Es por el nick.
Me ha parecido genial.
Aun me rio :-)

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Bien, Dubitador. Lo mío me costó comprar este alias (las empresas de marketing y publicidad no son baratas).

Por cierto, me siento estafado porque no me lee ni cristo. Habla de mí a tus amigos, aunque solo tengas dos como yo.

Gracias.

reve dijo...

A veces vengo y me leo del tirón todas las entradas que no leí.
Hoy he leído las de dos meses enteros :)

Además, hoy tienes esto lleno de gatos, como a mi me gusta.

Bart dijo...

Hostia! el gato y las ratas me han puesto el pollón a 300 atm.

Un abrazo.

Cristina dijo...

La de cosas que me estoy replanteando desde que leo este blog. Con lo claro que yo tenía lo de comprarme un perro cuando llegara el momento (ser responsable,madura y esas cosas) y lo que odiaba a los gatos

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Es desconocimiento, CRD, los gatos son unos grandes desconocidos para la mayoría de las personas.