Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Créame, señor inspector


A mí me parece que me voy a comer el marrón, señor inspector, pero yo le juro por mis hijos que no soy el que la mató. Soy inocente, se lo juro por estas que son cruces. Yo la conocía, sí que es verdad eso, pero no había nada serio. La conocí en la calle, al salir de un bar. Ella estaba allí, sola y contoneándose como se contonean las hembras cuando buscan un amiguito. Ni siquiera era bonita, pero parecía joven y sana, y me cegué. Usted es un hombre de mundo, señor inspector, y seguro que me entiende.


Sí, es verdad que he hecho mucho mal en la vida y que me he ganado mala fama, bien lo sabe usted, que ya me ha tenido otras veces en la comisaría y con razones, como aquella vez que le pegué unas cuantas hostias a la puta de mi mujer. Pero esta vez es distinto, de verdad. Alguien me quiere encalomar el marrón, pero esta vez yo no hice nada malo, se lo juro por lo más sagrado.

Es que, ¿sabe?, yo la vi ahí, sin un tío que la controlara, y tuve claro que iba a ser para mí. A mi mujer le iba a dar igual, porque ella hace mucho tiempo que pasa de mí. En parte fue por eso, señor inspector; yo pensé que era mi oportunidad de conseguir el cariño que la zorra de mi mujer no me daba, y me dije "esta me va a dar lo que necesito". Porque yo también necesito amor, ¿sabe usted? Llámelo amor o llámelo otra cosa, no sé.

Yo, se lo juro por mis muertos, no sabía que la estaban buscando. Y no, tampoco sabía que se llamaba Sandra y que pertenecía a la alta alcurnia, de verdad que no sabía nada. Para mí era otra más; yo no entiendo de esas cosas de ricos. Además ella, Sandra o como sea, era muy simpática y cariñosa conmigo. Yo creo que a ella le daba igual que yo fuera pobre, de verdad se lo digo. Nos entendíamos. No sé si usted me entiende, señor inspector.

Yo no le voy a negar que tuve una relación con ella. Eso no se lo niego, y usted ya sabe que muchos testigos nos vieron irnos juntos aquella noche, así que pa qué le voy a negar nada, señor inspector. Nos llevábamos bien, pero ya está, y la cosa duró poco. La guarra de mi santa esposa lo sabía todo, pueden preguntarle a ella si quieren. Hasta dejaba que me la subiera al piso y que me acostara con ella. Lo único que me pidió la parienta es que los críos no me vieran con Sandra, por eso me la llevaba a la cama de madrugada, cuando los zagales dormían.

Le juro por mi madre que yo no la he matado y que no sé quién puede haber hecho eso, pero el que haya sido es un hijoputa, eso sí que se lo digo. Yo veo CSI y sé que con todas esas modernuras de investigación ustedes encontrarán al culpable, pero yo no soy ese hombre, de verdad que no. Ojalá lo pillen pronto y lo metan en la trena, porque esos desalmados se merecen estar en la trena como estuve yo, señor inspector. La trena no es cosa guapa pero algunos se lo merecen, se lo digo yo que he estado allí, aunque mi caso es diferente porque yo no me merecía pasar cuatro años entre esos hijoputas solamente por tocarle las peras a una putita de catorce años, y es que ella me dijo al principio que tenía dieciocho, y luego pasó lo que pasó en el ascensor y entonces sí me dijo que tenía catorce, pero ya era tarde, porque no se puede encender a un macho y luego apagarlo como si fuera una vela, y le toqué las peras y nada más, aunque ella dijera la mentira de que le metí la polla en la boca. Los jueces se lo creen to, cojones.

Pues lo mismo está pasando con el rollo de la Sandra. Yo ya tengo mala fama y usted y todo el mundo cree que soy culpable, pero la verdad es que yo con la Sandra solo me daba paseos por el parque y alguna vez dormí con ella mientras la zorra de mi mujer miraba para otro lado. Soy el primero en lamentar su muerte, se lo juro por mi madre que en paz descanse.

Además, señor inspector, si me permite el atrevimiento le diré que se está montando demasiado pollo por una sucia perra de mierda. Vale que fuera una bulldog inglesa como usted me dice y que perteneciera a una familia de ricachones como demuestra el chip que tenía metido, pero para mí era una perra normal. Y además no tengo coche, así que no sé cómo cojones la pude atropellar, según usted.

5 comentarios:

Eva dijo...

Jajajaja.
Leo, cuándo te pones creativo, eres el mejor.

sorel dijo...

¿Este post guarda relación con algun hecho concreto?

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

No que yo sepa, Sorel.

Anónimo dijo...

Has escrito historia muchas mejores. Estás perdiendo originalidad, chorli.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Cierto, anónimo. Muy cierto.