Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 6 de marzo de 2010

Los diversos suicidios del teniente Núñez. (VI)

-Así que el teniente se pegó un tiro con su propia pistola- dijo Silvia-. No era para tanto, creo yo. Con haber cambiado de destino hubiera bastado.

-No adelantemos acontecimientos, Contreras. Y recuerda que nuestro ejército es pequeño y todos nos conocemos. A este hombre lo hubiera perseguido la ignominia fuese adonde fuera. Yo no sé si la cosa era para suicidarse o no, pero desde luego no era para que "nos suicidara" a los demás.

-A mí eso me lo tienes que explicar mejor, Alburquerque. Termina tu whisky, que pido otros dos.

-No, yo sigo con este, gracias. La verdad es que no hay mucho que explicar, o al menos yo no tengo la explicación- proseguí mientras Silvia Contreras avisaba de nuevo al camarero-. Yo te puedo contar los hechos, pero la explicación la vas a tener que buscar en otra parte.

Guardé silencio mientras a Silvia le servían otro whisky con hielo. Cuando se retiró el camarero continué el relato.

-Al margen del chabacano episodio protagonizado por el teniente Núñez la guardia transcurrió sin sobresaltos. Como te dije hace rato la anécdota, por llamarla de alguna manera, se fue contando de boca en boca por todo el cuartel y en poco tiempo ni los gatos eran ajenos a ella. A media mañana pasó por allí el capitán de cuartel, y se encerró un rato en el despacho del teniente. Como la puerta es básicamente un cristal enmarcado en aluminio pude ver desde fuera al capitán gesticulando con muy mala cara, aunque peor era la cara del teniente, que aguantaba el chorreo en posición de firmes. Joder, se me ocurrió imaginar que en ese momento volvían a caérsele los pantalones al teniente delante del capitán, y me alejé de allí porque si tal cosa sucedía yo me volvería loco. Poco después supe por Gil, quien estaba de plantón en la puerta del cuerpo de guardia, que el capitán había salido de allí gritando "¡haremos lo posible para no darle un disgusto al general Núñez!". Recordarás, querida Silvia, que el padre del teniente era un general de división.

Silvia asintió mordiéndose una uña. Estaba muy guapa así, con los ojos brillantes por el alcohol, el dedo en la boca y el entrecejo fruncido. Intenté no pensar en guarradas y seguí con la historia.

-A la hora de comer el teniente no apareció por el comedor, como por otra parte era de esperar. Me planteé preguntarle si quería que le trajéramos algo, pero su amenza pudo más que mis buenas intenciones. Además no creo que tuviera mucho apetito, la verdad.

»Después empecé a pensar en el problema que se nos venía encima para arriar bandera. La bandeja en la que se deposita la bandera está en el despacho del comandante de la guardia, pero ya sabes que Núñez nos había prohibido bien claramente entrar ahí.

-Bueno, él tendría que salir para dirigir el acto de arriado- observó sensatamente Contreras-, y no tendría más remedio que dar la cara.

-Yo sospechaba, y no me equivoqué, que el teniente no iba a salir de su despacho (y de hecho nunca salió de allí, al menos vivo). Daba por hecho que yo asumiría su puesto en el arriado de bandera, recuerda que me ordenó que me encargara de todo. El problema era que la puñetera bandeja estaba en su despacho. Podría haber arriado bandera y usar cualquier cosa para depositarla, pero no se me ocurría qué. Además, la bandera se custodia en el despacho del jefe, y tras arriarla había que dejarla allí, sobre la bandeja. Por cierto, Silvia, algún día, si no me suicido antes, te contaré una divertida anécdota de una confusión entre las palabras bandera y bandeja.

-¡Alburquerque, por lo que más quieras, ve al grano!

-Sí, continúo, perdona. En fin, se me ocurrió resolverlo a las bravas. Como el soldado de plantón está a la entrada del cuerpo de guardia y desde allí se ve el despacho del teniente, y como en el despacho del teniente hay una puerta que da a un pequeño aseo, el soldado podría ver que el teniente entra ahí, y en ese momento...

-Vale, ya cojo la idea. El plantón aprovecharía para coger la bandeja y el teniente ni se enteraría- me interrumpió Silvia.

-Exacto, pero deja que te cuente a mi manera cómo di esas instrucciones. Reuní a los cabos, Calahorro y De Quevedo, y ya puestos a seguir con las rarezas de aquella guardia hice un poco el payaso:

»Amigos míos- les dije muy solemne yo-, las singulares circunstancias de este servicio para el que Dios nos ha llamado- aquí el cabrón de Calahorro soltó una carcajada- nos exigen unos sacrificios que van más allá del estricto deber. Es por eso, mis respetables cabos, que habréis de dar las oportunas órdenes para que desde este momento el soldado que esté en turno de plantón sustraiga la bandeja sobre la que se depositará nuestra gloriosa bandera tras ser arriada. El modo como ha de hacerse se caracterizará por el máximo sigilo y rapidez en el instante en que nuestro teniente vaya al aseo- "a cambiarse las bragas", dijo Calahorro, lo que provocó más risas en la cabo De Quevedo-. Por no crear vanas esperanzas debo añadir que es posible que el soldado que lo intente dé su vida por la patria, y que no habrá gloria para él, pues todo se efectuará en la clandestinidad. ¿Alguna pregunta?

»-¿Usted qué fuma, mi primero?- me preguntó con sincero interés De Quevedo.

»En fin, después de eso los despedí, y cosa de una hora después Calahorro entraba al despacho del segundo comandante de la guardia para darme novedades, con la bandeja en la mano.

»-¡A sus órdenes, mi primero! ¿Da su permiso?

»-Pasa, Calahorro, pasa- dije levantando la cabeza del libro que recogía las misiones del comandante de la guardia, porque a esas alturas más me valía estar empollado ya que era evidente que no se podía contar con el jefe.

»-Le comunico con satisfacción que hace unos segundos el soldado Camúñez ha cumplido con éxito la misión encomendada. Mientras el enemigo maniobraba internándose en el baño, el heroico soldado Camúñez dio un golpe de mano a su cuartel general haciéndose con el preciado botín.

»-Venga, Cala, ya vale, tío.

»-¡Pero si has sido tú el que ha empezado con las pamplinas!

»-Sí, eso es verdad, pero ahora estoy en plan formalito. Guarda la bandeja hasta la hora de arriar bandera, ¿quieres? Después, si podemos, haremos lo mismo para dejar la bandera en el despacho del teniente.

»-A la orden.

»-Oye, Calahorro, ¿cómo está la gente? ¿Está habiendo mucho cachondeo?

»-El normal en un caso como este, digo yo. O sea, que sí, que hay mucho cachondeo.

»-Procuremos que nadie ofenda al teniente, que tú no has visto su cara cuando me ha hablado. Por tus muertos, Calahorro, contrólame a la peña, que ese tío la va a liar parda a la más mínima.

»Calahorro se despidió diciéndome que estuviera tranquilo, que él sabía cómo llevar al personal, y sí, él lo hizo bien. Sería muy irreverente y muy sinvergüenza, y es verdad que abusaba de su veteranía, pero ante todo era un cabo profesional que sabía meter en cintura a los soldados díscolos. Además la cabo De Quevedo también era buena y tenía el carácter exigible a un cabo.

»Cuando al anochecer llegó la hora de arriar bandera el teniente seguía en su despacho. Tal como había supuesto tuve que encargarme de mandar yo ese acto. Ojalá hubiera sido más listo y tras arriarla hubiera custodiado la bandera en el despacho del segundo comandante de la guardia, en lugar de empeñarme en entregarla en el despacho del teniente Núñez. ¿Sabes, Contreras?, creo que mi obcecación los mató a todos, y que me va a matar también a mí.

Silvia Contreras, compasivamente, me acarició un hombro. Por increíble que parezca me puse cachondo.

-A ver, Alburquerque, ¿qué pasó después?

-Ahora voy a pedir otra copa. ¿Otra para ti, Silvia?

-Estoy bastante mal, pero sí, por favor.

(CONTINUARÁ CUANDO NOS TRAIGAN OTROS DOS WHISKYS)

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa señorita te costará el higado a ese ritmo de whiski, quizá con suerte te ahorre el trago del suicidio, aunque creo que ésta sería buena compañia del difunto Leo.

El soldadito de plomo dijo...

Hola, anónimo:

Leyendo el cuento con atención se ve que la señorita bebe a mayor ritmo que Alburquerque. Si a eso añadimos el hecho demostrado de que el alcohol daña más a la hembra que al macho de nuestra especie (y esto no es machismo, sino ciencia pura y dura aunque no concuerde con los preceptos femisnistoides), llegamos a la conclusión de que la señorita palmará antes que Alburquerque.

Aclarado esto paso a preguntar: ¿por qué usas la segunda persona del singular, como si te dirigieras a mí, cuando estás refiriéndote al personaje al que llamo Alburquerque?

Rocket dijo...

Estimado soldadito,

¡Rediós, es cierto, ni una sola mención a la pornoteca!, ¿habrá al menos sexo entre Alburqueque y la Contreras?... espero que si, esa fortuita erección puede ser muy sintomática.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

¡Qué obsesión tiene usted con el sexo, Mr. Rocket!

Rocket dijo...

Estimado soldadito,

Así es. A medida que éste su nuevo y heredado blog se va convirtiendo en un lugar casto, decente y cabal, yo sufro el proceso inverso y me dejo arrastrar hacia el vicio, la perdición y la condenación.

En otras palabras, la libido me posee.

Una pena, la verdad, un buen muchacho como yo. En fin, no quiero yo aburrile con mis pequeñas e insignificantes miserias.

Pero... prosiga, por favor, prosiga.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Querido Rocket (uy, qué maricona parezco):

Eso que le pasa a usted va a ser por culpa de los aires de la pérfida Albión, que allí está el ambiente viciado porque son todos unos estirados y unos reprimidos. Por cierto, les dice de mi parte a esos gentlemen que o nos devuelven Gibraltar o les suelto a Gusifluky.

Pajeú dijo...

A eLSDp:
Hágame Vd. el favor de pedirme a mí otro whisky, que me parece que me quedo con Contreras y Alburquerque esperando el fin de la historia.

Que ya lo dice el refrán: "Allá donde fueres, haz lo que vieres". Así, que a beber y escuchar toca. ;)

El soldadito de plomo dijo...

Allá tú, Pajeú.

Anónimo dijo...

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Mike

Pajeú dijo...

eLSDP:
¡A mí no me asustes, que pensaba que había escrito la palabra "allá" de forma incorrecta !!!!
¿O sí lo he hecho? :P).

Pido consejo al "corrector particular". Gracias anticipadas.


Por cierto, Y ese tal Mike and his wife??????

Un SoSo.

Rocket dijo...

Estimado soldadito y resto de concurrencia,

Conste en acta que aunque el tal Mike y el zorrón de su mujer hallan escrito en la lengua de Shakespeare yo no tengo nada que ver con ese asunto.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Ignoro por completo quién puñetas son Mike y la pedorra de su señora, pero parece que andan un pelín despistados.

Rocket, ¿"hallan escrito"? No me tiene usted nada contento, sépalo.

Pajeú dijo...

eLSDp:
Al menos me consuela saber que no es a mí a la única que Vd. le da "tirones de orejas" por la ortografía.

Rocket:
Me parece que no era necesaria su aclaración lingüística. Sabríamos que eras usted si se hubiera escrito algo así como "Mike, I don't know your wife, I just wanted sex with her".

Por cierto, ¿habéis visto las horas de los comentarios?

Pero ¡¡es que en este puto país no trabaja nadie??????

Rocket dijo...

Estimado soldadito,

¡Diantre, es cierto!, ¡seré so merluzo!

Disculpas públicas pido por tamaño descalabro.

Estimada Pajeú,

Suelo ser muy puntilloso con eso de ver el aspecto físico de las damas antes de intentar llevármelas al huerto.

Y para su satisfacción le diré que no sólo no se pega un palo al agua en este país, tampoco en otros paises se trabaja ni más ni menos.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Yo es que, desde que soy oficinista, puedo permitirme trabajar y bloguear.

Por cierto, Pajeú, no sé si sabes que andan preguntando por ti en Halón Disparado. No te hacía tan famosa.

Pajeú dijo...

Esto me está resultando hasta divertido: entre aplicación presupuestaria y aplicación presupuestaria, comentario.

Rocket: Eso de primero mirar y luego catar, es una sabia decisión. Porque no sabe usted la de sorpresitas que se puede llevar uno !!!!!!.
Y gracias por su aclaración sobre cómo está el trabajo en el resto del mundo, que ya me estaba yo empezando a preocupar un mucho.

eLSDp:
Ese es el Camarada, que es un cabroncete y me está devolviendo una rabieta. Porque en el fondo él sabe que se está aburguesando...
Pero ya lo contestaré como es debido, ya.

Por cierto, soldadito, al final sí que me voy a "ponerme hasta arriba (con mis escasos 1,51 cms.) de birras belgas", así que tendré que esperar a mi regreso para conocer el fin de la historia del Sr. Alburquerque y la Srta. Contreras.

Un SoSo a ambos dos.

Y que tengáis un buen fin de semana (que el mío empieza, tal que en 4 minutitos). ;)