Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

martes, 16 de marzo de 2010

Los diversos suicidios del teniente Núñez. (IX)


-Salí del despacho con una sensación que te va a sorprender: alivio, Silvia, alivio es lo que sentía. Supongo que eso te parecerá monstruoso, ¿verdad?

-No sé qué pensar, Alburquerque, y paso de juzgarte. Además estoy demasiado bebida como para ponerme a cavilar.

-Todo había acabado al fin (eso creí entonces, aunque en realidad aquello fue el comienzo de nuestra pesadilla). Había sucedido lo que yo sabía que sucedería, y al menos en ese sentido perdí la inquietud que precede siempre a los hechos trascendentales. En fin, le ordené a Guerrero que no permitiera a nadie traspasar la puerta del despacho de Núñez bajo ningún pretexto. A continuación llamé por teléfono al capitán de cuartel, que estaba en su casa.

»-A sus ódenes, mi capitán. Soy el cabo primero Alburquerque, segundo comandante de la guardia. Perdón, mi capitán, corrijo: soy el comandante accidental de la guardia.

»-¿Qué tripa se le ha roto ahora al teniente?

»-Más que una tripa lo que se le ha roto ha sido el cráneo; se ha pegado un tiro, mi capitán.

»-¿Y cómo está? ¿Has avisado a emergencias?- el capitán empezaba a alarmarse.

»-Pues está bastante mal, mi capitán, de hecho la parte más grande de su cerebro se encuentra fuera de su cabeza y dentro del lavabo, que digo yo que ese no es su sitio.

»-¡Hazle la reanimación cardiopulmonar o lo que sea, rápido! ¡Voy para allá!- ahora sí que estaba alarmado.

»-No tenga prisa, mi capitán, que esta noche habrá mucho borracho en las carreteras y conviene conducir con precaución. Y sobre la reanimación esa que me dice, verá usted, no es cosa práctica. Como apriete el pecho del teniente le saco el corazón y los pulmones por el cogote. Desengáñese, mi capitán, el teniente ha dejado de fumar para siempre.

»-¡El teniente Núñez no fumaba, Alburquerque! ¡Tendría sus cosas pero no fumaba!- me respondió sinceramente ofendido aquel capitán, llevando así la conversación al colmo del surrealismo.

Silvia tenía las cejas arqueadas, la boca entreabierta y los ojos abiertos del todo. Presentaba un aspecto algo cómico, pero sobre todo me inspiraba un sentimiento de ternura impropio en mí.

-Mira que hay gente rara en el ejército. Estoy alucinando, tío.

-Ya te digo, Silvia, ya te digo. A veces pienso que los circos han quebrado porque todos los payasos estamos en el ejército. Pero hazte cargo, el capitán estaba en su casa y era la madrugada entre Nochevieja y Año Nuevo. Por muy de servicio que estuviera debería de llevar encima un par de copitas.

-Ah, claro, como yo ahora. Oye, Alburquerque, ¿sabes que me pareces un tío la mar de interesante? Bueno, no me hagas caso y sigue contando.

-De aquella guardia no hay mucho más que contar. Ya te imaginarás lo que vino después: un capitán de cuartel medio ebrio intentando parecer sobrio, un coronel despertado intempestivamente, policías, un juez, y muchas preguntas. Nada interesante.

»Lo interesante, amiga Contreras, lo que de verdad me interesa contarte, empezó días después, cuando Estévez, el conductor de aquella guardia, apareció colgado de una encina.
(CONTINUARÁ)

6 comentarios:

Pajeú dijo...

eLSDp:
He vuelto a la amada patria y tal como le dije, vengo a leer el desenlace de esta historia.
Pero, ¿qué me encuentro? Que en ese bar los protagonistas siguen bebiendo y fumando, pero Alburquerque no termina de contar lo que le aconteció al resto de la gente.

¡¡¡Escríbela de un tirón, coones!!!!!!!!!!!!!!!!!!! que me tienes en ascuas.

Un Soso.

El soldadito de plomo dijo...

Querida Pajeú, déjame deleitarme explotando a los tres lectores que le he robado a Leónidas: Rocket, un tal Anónimo, y vos.

Aguanta, que el final va a ser, como intento que sea siempre, sorprendente. Pero creo que en este cuento será doblemente sorprendente. Aunque aún falta mucho para eso y mientras tanto puede que cambie de opinión.

Oye, Pajeú, querida mía, tengo que pedirte un favor: llámame Soldadito de plomo, y déjate de esas iniciales tan desagradables que usas, porfaplís. ¿Serás buena y me obedecerás? ¿Serás sumisa y te someterás a mis requerimientos? ¿Serás mi dócil esclava y te dejarás penetrar por el ano mientras me imploras clemencia? ¿Consentirás humildemente que te folle a lo best...

Vale, vale, ya se me fue la cabeza otra vez. ¡Gusifluky, ven aquí! Papi tiene algo para ti...

Pajeú dijo...

Querido Soldadito de Plomo, contéstole a su provocación:

Si el final va a ser doblemente sorprendente, entonces no tendré más remedio que esperar pacientemente sus publicaciones.

En otro orden de respuestas:
1.- Conforme, está visto que no lleva bien tener un acrónimo tan "ácido".
2.- ¿Sumisa y sometida? Se aburriría, querido mío.
3.- Lo de dócil no lo llevo bien y dar la espalda es de mala educación.
4.- Tenga cuidado con lo que pide, que no se sab...

Y a Gusifluky me lo deja usted tranquilo, que soy capaz de invocar al espíritu de Leónidas para que busque venganza en su "plomiza" persona.

Rocket dijo...

¡¡EH, TÚ, SOLDADITO!!, ¡¡A GUSIFLUKY NI TOCARLO!!, ¡¡¿¿QUEDA CLARO??!!, ¡¡¿QUE SI QUEDA CLARO??!!...

Y en otro orden de cosas, ¿qué extraña habilidad tiene usted para decirles barbaridades a las señoritas (o señoras) que pasan por este su blog sin que le manden a uted a tomar por...)

Si yo hago lo mismo, me mandan a Afganistán, o más allá.

Saludos,
Rocket

El soldadito de plomo dijo...

Bueno, bueno, Rocket, si nos ponemos así, respetaré a Gusifluky. El mero hecho de que no haya empezado el comentario con lo de "estimado soldadito" ya es muy significativo en sí mismo.

Respecto a la pregunta que me hace, yo creo que a muchas les va la marcha, lo que pasa es que si no lo intentamos no nos enteramos. Yo estoy convencido de que aquí venían antes (cuando Leo estaba vivo y había varios lectores) damas muy respetables que en realidad estaban hasta el moño de su respetabilidad, y cuando el cuerpo les pedía guerra se decían: "voy a darme una vuelta por DCC, que estoy juguetona y me siento una niña muy mala; a ver si el cabronazo de Leónidas Kowalski me castiga como me merezco".

Yo le recomiendo que lo pruebe alguna vez. (Eso sí, no me responsabilizo de las consecuencias, que algunas se hacen demasiado las dignas).

Rocket dijo...

Estimado Soldadito,

Está bien, está bien, lamento el tono y las formas. Pero es que en lo concerniente a Gusifluky pierdo los estribos con cierta facilidad. Adorable criatura.

En cuanto a las féminas... no soy yo partidario de imitar costumbres ajenas, las cosas no funcionan así y a cierta edad cambiar de personalidad no es muy saludable, bastante tengo con el pluriempleo que me tiene hecho un ecce homo.

Además a mi no se me daría bien, para eso hay que tener un talento natural del que yo, probablemente, carezco.

Eso sí, mire usted, me divierte mucho esa costumbre suya, sí que me divierte, sí.

Saludos,
Rocket