Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

viernes, 7 de mayo de 2010

La visita del asiático que quería ser albaceteño (VIII)

(Viene de aquí).

Soldadito de Plomo (con aprensión tras exprimir unos segundos mi memoria): Entonces usted es... ¡el psicópata verborreico!

Psicópata verborreico (avergonzado): Pues sí que soy el que dice pero nunca me habían llamado así aunque su definición se ajusta muy acertadamente a mi manera de ser pero la culpa como usted debería saber no es mía sino del jodido Leónidas Kowalski coño qué putada yo no quiero ser así de malo ni matar a más putas ni despreciar a mi familia joder qué pena se me parte el corazón cuando pienso que mi esposa y mi niño estarán ahora llorando y estoy hasta los huevos de tanto sufrimiento por mi culpa.

SdP: Bueno, hombre, bueno, cálmese y busquemos una solución. Misó Gino y Susana Bragas, aquí presentes, se encuentran en la misma situación que usted, y confío en que entre todos hallaremos una salida.

PV: Gracias Soldadito se nota que usted es una buena persona no como ese cabrón de su amigo Leónidas a ver cómo carajo resolvemos esto...

En ese momento sonó de nuevo el timbre. Din don. Gusifluky no cabía en sí de gozo, pues aunque no le gusta dejarse toquetear por extraños sí que disfruta con cualquier novedad que altere su aburrida existencia de gato doméstico circunscrito a cien metros cuadrados. Ante el silencio expectante de la concurrencia atisbé una vez más por la mirilla. Un señor con una fea cicatriz en la cara se personaba ante la puerta y le franqueé el paso viendo a las claras que no era el perverso Leónidas Kowalski.

Continúa la transcripción:

Soldadito de Plomo: Buenas noches, o casi buenos días, caballero. Imagino que usted es otro de los personajes de Leónidas Kowalski de Arimatea.

Caballero con cicatriz: Así es. ¿Es que ya han llegado otros antes que yo?

SdP: Pues sí, alguno que otro sí ha llegado. ¿Podría usted identificarse?

Caballero con cicatriz (agachando la cabeza): No tengo nombre, pero todos me llaman sarcásticamente Buen Padre.

SdP: ¡Maldita sea, ya sé quién es usted! Lo que no sé es si es bueno tenerlo aquí. A su lado los demás concurrentes son unos angelitos.

Buen Padre: ¡No fue culpa mía! ¿Es que no lo entiende? ¿Es usted un pelín gilipollas o qué le pasa? Todo lo armó ese desalmado de Kowalski...

Entonces aparecieron otros dos nuevos personajes cuando aún no me había dado tiempo de cerrar la puerta. Eran dos jovenzuelos risueños y aparentemente felices. Me metí entre pecho y espalda un buen trago de la botella antes de hablarles.

Continúa la transcripción:

Soldadito de Plomo (con sorna): ¡Hola! ¡Sed bienvenidos a este humilde hogar convertido en hospicio para despreciables personajes leonidianos!

Muchacho 1: Hola. Yo me llamo Marcelo, y él es mi amigo sin nombre.

Muchacho 2: Muy buenas. No tengo nombre pero puede llamarme Amigo de Marcelo.

SdP (sudándome ya la polla todo): Bien, bien, pasen y siéntense donde puedan. Qué linda reunión estamos organizando.

Los presentes se mantenían en silencio, cada cual avergonzado por su pasado ante los demás. Gusifluky iba de un personaje a otro olisqueando ropas y zapatos. Yo me preguntaba de dónde podría sacar a esas horas otra botella de whisky cuando sonó el timbre -sí, otra vez-. Don din. (En realidad no hizo "don din", sino "din don" como siempre, pero me he permitido esta licencia para no aburrir al lector).

Continúa la transcripción:

Buen Padre: ¿Mas visitantes?

Misó Gino: ¿Y ahora quién será?

Psicópata verborreico: Estoy aterrado qué mala suerte como sea ese hombre malo de Leónidas ese infame monstruo que nos hizo monstruos a todos ojalá sea devorado por famélica legión de insectos necrófagos pero estando vivo y que pueda verlo todo sin perder detalle.

Susana Bragas Blindadas: ¡Eso; ojalá sea él! ¡A ver qué hace contra todos nosotros a la vez!

Marcelo (prudente): Yo preferiría no toparme con él, aunque seamos siete.

Amigo de Marcelo: ¡Por el culo se te mete!

Marcelo (dándole palmaditas en la espalda a su amigo): ¡Mwajajaja!

Soldadito de Plomo: ¡Silencio! A ver, Buen Padre, usted que está más cerca: háganos el favor de mirar quién es.

Buen Padre (usando la mirilla): Ni idea. En cualquier caso no es Leónidas, eso seguro.

Soldadito de Plomo (indolente, tras arrearle otro trago a la botella) : Pues nada, hombre, abra la puerta. Si total...

Marcelo (cantando aquello tan pegadizo que promocionaba una tienda de muebles): Donde caben dooos, caben tres...

Soldadito de Plomo (gritando desde el fondo del salón): ¡Adelante, entre! Y sea bienvenido al camarote de los hermanos Marx.

Un tipo treintañero se internó en el salón. Llegó hasta mí arrastrando tras él a una niña de diez años aproximadamente, una ñiña rubita de ojos azules que lo miraba todo con los ojos muy abiertos.

Continúa la transcripción.

Tipo con niña: ¿Es usted el Soldadito de Plomo, última esperanza nuestra?

Soldadito de Plomo (dirigiéndome simpático a la niña más que al tipo): Sí, yo soy el Soldadito. ¿Y quién eres tú, preciosa?

Tipo con niña (mirándose los zapatos): Ella es Alejandra, y no habla ni oye. Y yo soy... yo soy su hermano. ¡Por favor, ayúdenos!

El hermano de Alejandra se echó a llorar tras esa súplica. La niña, al ver a su hermano mayor llorando, empezó a llorar también emitiendo un gemido animal que nos heló la sangre a todos. Incluso Gusifluky corrió a esconderse tras un sofá. Entonces supe quiénes eran ese hombre y su hermanita. Un escalofrío me hizo temblar y noté en la boca la característica sobreabundancia de salivación que precede al vómito.

(CONTINUARÁ)

2 comentarios:

cachalote dijo...

Vale, está claro que de sexo nada, peroooo, si los personajes de Leonidas aparecen, no te extrañes si Sílvia (la de los asesinatos) aparce llamando al timbre, con un bombo y una demanda de paternidad...Yo no abriría más la puerta, las féminas encabritadas tienen mucho peligro.

El soldadito de plomo dijo...

Eso sí que sería escalofriante, Capitán Cachalote.