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Juanito Cagatortas
A Juanito Cagatortas se lo cargaron por hijoputa. Lo de introducirle un crucifijo por el culo fue sólo para despistar, y todos sabemos que no hubo móvil religioso ni satánico en su asesinato.Parece ser que alguien se cansó de las hijoputeces de Juanito. En verdad, todos estábamos muy hartos de sus gracias. Al saber que Fermín, el sobrino del alcalde, cuando salía del colegio se la chupaba a Juanito Cagatortas todos los días, nos indignamos bastante, pero no hicimos nada, supongo que porque no queríamos escándalos.Diferente fue saber que Juanito Cagatortas había desvirgado a Marianita la del farmacéutico. Marianita tenía once años y todos en el pueblo decíamos que ya estaba en su punto y que esas tetitas se las tenía que comer alguno antes de que se pusieran pochas. Le estábamos buscando novio a esa cría cuando supimos que Juanito la había cogido en el henar y se la había beneficiado. "Me subió la falda, me quitó las bragas y me metió los dedos en el tesorito, y luego me enseñó su pilila, que no era una pilila porque era un pililón así de grande --le contaría después a su madre la pequeña Marianita separando las manos, separándolas mucho--, y me dijo que no me iba a doler pero era mentira porque sí que me dolió, mami, y ahora me sale sangre por el tesorito, ¿es porque ya soy mujer y tengo la regla?"Lo de Marianita sí que nos jodió a todos, quizá porque ya estaba bien buena y nos hubiera gustado ser nosotros los que estuviéramos en el lugar de Juanito Cagatortas, pero a quien menos gracia hizo esta nueva canallada del Cagatortas fue a los Gómez, que le habían echado el ojo a Marianita para novia de su Gustavito. A Gustavito, en cambio, no pareció importarle mucho, lo cual confirmaba los rumores que corrían por el pueblo, según los cuales Gustavito sería algo julandrón. Paco el de la ferretería lo explicaba muy bien con su habitual cinismo: "A usted y a mí nos hubiera gustado estar en el lugar del Cagatortas, pero a Gustavito Gómez le hubiera gustado estar en el puesto de la Marianita. Ese niño es bujarra, se lo digo yo, padre".Juanito Cagatortas hubiera cumplido los cuarenta y ocho años para San Nazario, pero se lo ventilaron antes y ahora cría gusanos en el camposanto. Un hijoputa menos, dicen en el pueblo.Al Tío Cascorro, el cabrero, le importaba una mierda que Juanito Cagatortas se le follara a las ovejas, a las cabras, e incluso le daba igual que le diera por el culo a su perro pastor, pero sus animales eran su sustento y nunca le perdonó al Cagatortas que empezara a matarle el rebaño. Juanito le cogió gusto a eso de degollar ovejas mientras les metía el cipote. "Es que así me da el gusto más rico", se explicaba el muy hijoputa.Rosario la de los Malasnoches tampoco le perdonó a Juanito Cagatortas que le sacara un ojo. Fue hace años, cuando la Rosario aún era moza y estaba de toma pan y moja. Juanito se la quiso joder en la cuadra y ella le dijo que verdes las han segado, así que Juanito le sacó un ojo para que ningún otro hombre la quisiera. Ahí está, la pobre, ayudándome a dar misa. Hay quien dice que le vació el ojo con una navaja y quien afirma que fue con los dedos, sobre esto no hay unánime acuerdo en el pueblo. Yo le pregunté una vez a la propia Rosario, y me respondió que si tanto me interesan los agujeros de su cuerpo los tiene más bonitos debajo de la cintura, desde entonces no he querido saber más del asunto.Cuando hace unas pocas noches tocaron a mi puerta gritando "¡confesión, padre, confesión!" supe que era Juanito Cagatortas, que siempre fue muy teatrero. Ya le han dao matarile, pensé complacido. Dejé que se desangrara, tirado a mis pies y con las tripas fuera. Naturalmente no lo confesé, en cambio le repetí una y mil veces mientras agonizaba que era un hijoputa y que se iba a quemar en el infierno por siempre jamás. Creo que también le di alguna que otra patada en la cara.Luego avisé a todos los vecinos, y nos reunimos unos cuantos para llevar al Cagatortas a su casa. Allí estuvimos los Gómez, el alcalde, el farmacéutico, Paco el ferretero, la Rosario, el Tío Cascorro y unos pocos más. Limpiamos bien las huellas y el cadáver para que los de la científica se hicieran la picha un lío. Lo de meterle un crucifijo por el ojo del culo fue idea mía, y todos los presentes lo celebraron entre aplausos y risas. A mí me dio un poco de vergüenza porque no me gusta que se fijen en mí salvo cuando oficio la misa.Al día siguiente avisamos a la Guardia Civil, más que nada por guardar las formas. "Ya era hora de que se cepillaran a ese hijoputa", dijo el Cabo jefe del puesto.Hoy ha venido al confesionario el que le rajó la barriga a Juanito Cagatortas. Le he impuesto dos avemarías y un padrenuestro. Más que nada por guardar las formas.Ahora estoy pensando que como no me deje follarme a sus tres hijas, especialmente a la que todavía no ha hecho la comunión, voy y lo denuncio. Por hijoputa.
9 comentarios:
Ay, ya se le ve venir... el gran Leónidas ha vuelto con otra víctima. Echábamos de menos los cuentos macabros, ya hacía bastante que no recordábamos lo bruto que eras ;-) ...
Besitos,
Miri
¡Ays! Se me ha adelantado Miri, pero bueno...
Bienvenido de nuevo, Leo.
Me parto, Chorli, es buenísimo.
Este es el hombre que me enamoró y que dejó de ser el dueño de su culo. Este es sí, este es, atiendan bien todos.
Bruto, pero me encanta(s) cabrito chico!
Y no te deleites dejandome en evidencia, ok?
Respetami anonimato XD
Los Malasnoches. Una buena historia.
Hola, seres humanos.
Miri y Javi, tenéis razón. Hacía tiempo que no escribía uno de estos cuentos lindos para almas sensibles. De hecho hacía tiempo que no escribía ningún cuento.
Tesa, no me seas pelota, que sólo me quieres para buscarte inmformación en la Red y ahorrarte tú el trabajo.
Jota, tus amorosas palabras me turban, perturban y masturban.
De acuerdo, Paola, te llamaremos anónimo.
Mayolongo, juas juas, como ves hay algo indirectamente biográfico en este cuento, como en casi todos. Los Malasnoches, mwajajaja... y se me olvidó mencionar a los Chichones.
Maldito gusanooooo!!!!
Oye, Leónidas, ahora que no nos leen: dile a Javi P. que le quiero.
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