Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

sábado, 12 de enero de 2008

Ese gato melómano


Fue un día como otro cualquiera. Pudo ser ayer u hoy. Incluso puede que fuera mañana:

Llegué a casa, y mientras hacía girar la cerradura pensaba en Gusifluky, mi gato, mi hijo. Lo suponía tras la puerta, presto a saludarme afilando las uñas sobre la pernera de mi uniforme e interesado en los olores que traía yo del Exterior, ese mundo que Gusi sólo conoce a través de lo que huele en mis ropas y en mis manos. Pero no fue así.

Entré en nuestro hogar y Gusifluky no daba señales de vida. Extraño, muy extraño. Gusi viene a mi encuentro nada más oír el tintineo de las llaves antes de abrir la puerta, ¿qué pasaba, pues, aquel día? "¡Gusi!", grité varias veces sin resultado alguno.

Hallé a Gusifluky en la parte de la casa que conocemos como "el ciberestudio". Es normal que no me oyera llegar pues estaba escuchando música con los auriculares puestos. Raramente tengo la oportunidad de observar a mi hijo sin que él se percate de mi presencia, así que aproveché la oportunidad para mirarlo sin declarar mi presencia, y esto es lo que vi:

Gusi, mi hijo, mi gato, se apretaba los auriculares contra sus enhiestas y negras orejitas mediante sus torpes patitas blancas, y mientras lo hacía se bamboleaba, cerraba sus dorados ojos y canturrueba "miau, miiiiiau, miauauauau, miau, miau, miiiiiiiiaaaaaauuu..."

Esto me extrañó mucho, pues el pequeño Gusi siempre canta en "humano", y tanto "miau miau" me hizo sospechar que se le había ido la pinza, así que le arrebaté los auriculares y le grité:

--¡Por las barbas del Profeta! ¿Qué diabólico ser se apoderó de tu alma felina, Gusifluky, oh, hijo mío?-- (Yo es que soy muy histriónico en mis relaciones filiales).

--¿Ehm? Padre, déjese de payasadas y devuélvame los auriculares, jolines--. (Como ven, el cabrito de mi hijo es bastante más mundano que yo).

Antes de devolverle los cascos quise saber directamente qué música lo mantenía tan abstraído, así que ajusté los auriculares al tamaño de mi cabeza, y... entonces comprendí:



(Me dice Soraya:

"La música es del conocido Rossini para su Otello.

La letra, en un intento de 'incordiar con gracia' se la puso un tal Lucas de Pearsall (1795-1856).

La canción se llama Duetto buffo di due gatti. Te paso dos adaptaciones, una con la risa del público y, otra versión, de la gran Caballé, sin risas. Quizás la hayas oído ya.

Afortunado tú, que cuentas con la sabiduría de Gusy por si hiciera falta la ayuda de un traductor".

Gracias, Soraya. Me quedé con la versión de la Caballé, y nunca había oído esto. Efectivamente, Gusifluky me está ayudando a entender la letra. Y me dice también que si ni tú ni yo estuviéramos tan locos podríamos ser buenos amigos).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues, qué querí que te diga, bastante fea y ridícula la cancioncilla, oye, horrible!

En fin, que hay lo que se pida.


[¿Pernera? ¿Qué es una pernera? ¿Por qué escribiste exterior así, con mayuscula? ¿Auriculares? (Jajajaja...) ¿El cabrito de tu hijo? ¡Vaya! El gran Leonidas ya es todo un abuelo y yo sin enterarme]

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pues a mí me parece una joya rara, Paola.

La pernera es la parte que viste la pierna.

Carabiru dijo...

Jejejeje, ¿quien dice que la ópera es aburrida? Ahora cuando alguien me lo diga, le enseñaré esto.

Vaya, me ha encantado, me parece de lo más divertido.

Muchas gracias a tí, a Gusi y a tu informadora!!