Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 4 de agosto de 2008

Lilit (III)


(Viene de aquí).

Al día siguiente lo pasé bastante mal en el trabajo. La resaca era atroz, pero la ilusión de volver a ver en unas horas a Lilit me mantuvo animoso y moderadamente despejado. Además, el zumo de las naranjas recién exprimidas en combinación con las aspirinas obra milagros.

A eso de las nueve de la noche estaba listo para ir a Saurion. Las discotecas me parecen lugares ruidosos y nada acogedores, por eso solamente las visito cuando estoy algo bebido, de manera que tomé en casa un par de whiskys para ir calentando motores. Tal vez fueron tres, o puede que cuatro whiskys.

Eran pasadas las diez cuando un taxista parlanchín y futbolero me dejaba en la puerta de Saurion. Uno de los porteros que había visto con Lilit la primera noche -¿por qué pensaba en él como en un demonio?- me franqueó el paso con displicencia y con esa cara de asco que ponen si no eres una mujer. Dentro todo era ruido, humo, y penumbra atravesada por luces estroboscópicas. En las gogoteras bailaban un par de maromos medio desnudos y aceitosos flanqueando a una rubia putirina. Ni rastro de Lilit.

Acodándome en la barra pedí un DYC con cola e interrogué al camarero:

-Oye, perdona, ¿a qué hora viene Lilit?

-¿Quién?

-¡Lilit! ¡La pelirroja que... que baila aquí!- vociferé para hacerme entender sobre el estruendo de la sala.

-¡Ni idea, macho! Aquí trabajan un montón de gogós y algunas estrípers. Por el nombre no me suena.

-Es una pelirroja, alta, con los ojos verdes.

Bah, creo que ni me escuchó, simplemente salió disparado para atender a otros clientes. Pues bueno, a esperar y a vaciar vasos mientras tanto.

No sé el tiempo que pasó ni los vasos que vacié hasta que la vi. Tampoco sé por dónde había entrado, pero allí estaba, en una de las gogoteras, espectacular, dolorosamente bella y lasciva. Levanté mi vaso hacia ella y me devolvió el saludo con una sonrisa deslumbrantemente blanca. Luego, cuando comenzó a desnudarse y a recibir aplausos, silbidos y sátiras proposiciones, opté por darle la espalda y concentrarme en mi copa. Algún día, estaba seguro, Lilit sólo se desnudaría para mí.

Mucho tiempo y muchos vasos después Lilit se situó a mi lado. Vestida, sudorosa y más deseable que nunca me pidió que nos marcháramos. Al salir besó fugazmente en los labios al portero (al demonio). Odié a ese tipo con toda mi alma, pero no dije nada porque supuse que un novio celoso no es lo que querría una chica como Lilit.

-Antes de que me lo propongas, Adán, te advierto que esta noche no vamos a follar, ¿lo aceptas?

-Claro, qué remedio, cielo. De hecho creo que estoy demasiado borracho para esas cosas.

-Además- añadió Lilit agachando la cabeza- tengo que contarte algo. Prométeme que no te enfadarás.

Lo supe. Lo supe antes de que me lo dijera ella. Aún así lo dijo:

-El hombre con el que hablaste, el que te dije que era mi padre, es mi marido.

Intenté tomármelo con entereza. Nos quedamos callados unos minutos paseando cogidos de la mano, y cuando ya no puede aguantar más le escupí una batería de preguntas:

-¿Tenéis hijos? ¿Lo quieres? ¿Cómo se llama?

-No tenemos hijos, y es obvio que no lo quiero, ¿no crees?

-Yo no sé qué creer ya de nada, Lilit. ¿Y respecto al nombre? ¡Necesito saberlo!

Lilit dudó. No parecía gustarle la idea de pronunciar el nombre de su marido ante mí, pero finalmente dijo casi inaudible:

-Se llama Mode.

-¿Modesto? Qué gracioso- respondí irónicamente.

-No. Asmodeo- me corrigió Lilit muy seria.

(Continuará, cuando me salga del níspero).

7 comentarios:

kitty_wuuuu dijo...

Al final será verdad lo de las "ciencuenta" entradas ( ¿cien?¿cincuenta?) hasta desvelar el final. Yo, mientras, pierdo el sueño...

Anónimo dijo...

Lilit. Asmodeo...

Olvidémonos de las perdices.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Hola, par.

Kitty:

Me di cuenta de esa errata tras publicar el comentario, pero la consideré tan nimia... Qué bueno tenerte a ti para señalármela, tía perversa. Ahora, para joder, voy a dedicar 300 entradas a este relato. Te van a llegar las ojeras a los talones, por listilla.

Negro:

Pues no sé. Quizá pueda haber perdices después de todo... o quizá no. Ahora ya sé cómo va a acabar este cuento, pero Gusifluky me ha prohibido desvelar nada.

Hoy, aprovechando un rato sin actividad en el curro, he escrito la cuarta parte, y después, como soy un cabeza de chorlito, la he borrado accidentalmente. La mala leche que se me ha puesto sería difícil de expresar, pero quizá podáis imaginarla. De momento se me han quitado las ganas de seguir con el puto cuento, así que paciencia.

kitty_wuuuu dijo...

Eres un hombre odioso. Seguro que le dedicas millones de entradas porque no se te ocurre nada nuevo y sorprendente para el final y lo irás alargando hasta que al final recurrirás a esa guarrería barata de que todo ha sido un sueño de Adán.

Con amor,
K. Wu.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

No te pases, pequeña Kitty: lo del final onírico me ha ofendido.

El final ya está pensado, pero antes deben pasar otras cosas. Creo que no será especialmente sorprendente, aunque confío en que resulte divertido.

Anónimo dijo...

¡Vaya!, Adán, no te comes una rosca, y es lógico, acabas adobado hasta la médula, luego cualquier cosa vale para descolocarte. La chica, muy pulcra de verdad, con ese trabajo tan discreto, veo normal que no se acueste porque este casada. ¡Nada!, acido acetil salicilico con vit. c, que va fenomenal.
Un saludo

kitty_wuuuu dijo...

;) Sé muuuuuuuy de sobras que jamás harías algo así.