Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 27 de abril de 2009

Sobre perros y gatos. O, para no engañar a nadie, digamos que esta entrada habla sobre personas


Podrán ustedes discrepar y quizá con razón; pero creo que hay una notable diferencia entre las personas que preferimos a los gatos y las personas que prefieren a los perros.


He notado que a las personas gatunas, en general, nos gustan todos los animales aunque prefiramos los gatos como animales de compañía por razones prácticas. En cambio entre las personas perrunas es frecuente que ni siquiera sientan la menor empatía hacia los animales, incluidos sus propios perros.

Por mi experiencia, subjetiva y sesgada como son todas las experiencias personales, he llegado a la conclusión de que las personas que dicen querer específicamente a los perros no están diciendo absolutamente nada, o como mucho lo que están diciendo es que se quieren a sí mismas muchísimo. Quien afirma querer a los gatos, por contra, me parece gente más generosa, más empática y más comprensiva con las peculiaridades de cada cual. Querer a un perro es fácil porque el perro nos intenta imitar, pero querer a un animal tan orgullosamente distinto a nosotros como es el gato exige por nuestra parte una capacidad de aceptación de las diferencias ajenas que no todo el mundo tiene. Por eso, de entrada, me caen bien las personas a las que les gustan los gatos; me inspiran seguridad y confianza.

Puede que todo lo dicho sea una simpleza, pero es algo en lo que llevo pensando muchos años y mis observaciones —personales, sesgadas, quizá tendenciosas— coinciden con lo que estoy contándoles hoy. Pero no me hagan mucho caso, porque igual todo se reduce a que soy un simple.

Y hablando de simplezas, recuerdo que cuando apenas era un cabecita de polluelo de chorlito me dijo una amiga:

—Leonidillas, ¿sabes que dicen que la pareja ideal es la formada por un amante de los gatos y por un amante de los perros?

—¿Y eso?— pregunté muy despistado.

—Pues porque las personas que prefieren a los perros necesitan recibir amor, mientras que las personas que prefieren a los gatos necesitan darlo.

Una simpleza, ya les digo.

O no.

26 comentarios:

Eva dijo...

"—Pues porque las personas que prefieren a los perros necesitan recibir amor, mientras que las personas que prefieren a los gatos necesitan darlo".
Jo, macho. Yo de esta frase no me olvido fácilmente. ¿Necesito dar amor? Mmm... con las poquitas ganas de pensar que tenía, pa' qué leches te leeré...
Pues mira, se acerca mi cumple y no olvido un regalo. Tres niñas llamando a mi puerta. "Eva, Eva, nos la hemos encontrado atrapada en una verja... ¡y es tu regalo de cumpleaños". "¡Qué no quiero bichos... en... casa" (No es un error, acabé sin exclamación). Maldita gata. Fue verla y rendirme. Me pasé las noches en vela dándole no sé qué que me dio el veterinario con una jeringuilla, porque era una cosita de apenas dos días. "Que no te lleves el disgusto, que no la sacas adelante". Uy, qué no. Por mis huevos que la saqué. La tuve que dejar atrás hace cuatro años, por causas de fuerza mayor. La dejé en buenas manos.
Pues, ¿sabes qué? Después de tanto tiempo, todavía hay alguna vez que ando con la cabeza perdida en vete a saber dónde, y cuando me siento en el ordenador, me pregunto por un instante cuánto tardará en subirse a mis piernas. Luego me doy cuenta de que no está.
- No quiero más gatos.
Menos mal que mis hijos no leen este blog y no sabrán que esa es la mayor mentira que les suelto.
Ale, la parrafada del día.

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Tu caso no vale, Eva, porque hubieras hecho lo mismo con un perrito, estoy seguro. Te volcaste con un animalillo indefenso, pero eso no determina que seas perruna o gatuna.

gatita dijo...
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Eva dijo...

Pues es posible que tengas razón... Mierda. Con razón me dicen que soy una blanda.
Vale.
Lo último que tuve fue una perra. ¿Tuve? Me convencieron (blanda, blanda, blanda). Cedí porque era una mezcla extraña. Tiene tres años y sigue pareciendo un cachorro de dálmata. Además, tenía una mancha negra a modo de parche pirata en un ojo, Leo. ¡Eso no se puede resistir!
Dejé bien claro que no pensaba hacerme cargo de dicho animal, desde el principio. Y en eso no me hizo falta esfuerzo para ser firme. Si no la sacaba alguien, te aseguro que la menda no movía el culo por ella. Darle de comer era problema de otros, no mío. Y de las últimas frases que escuché fue "por qué va contigo, si no le haces ni caso".
Cuando fui a recoger mis cosas, sí que llegué a sentir lástima de las condiciones en las que la tenía mi ex y le sugerí que estaría mejor con alguien que la atendiera. Pero, fíjate, en ningún momento me planteé llevármela. Ni por los niños. Al contrario. Egoístamente, pensé que era un peso que me quitaba de encima. Creo que si hubiera sido un gato, me lo hubiera llevado en la misma mano que la maleta.
Los perros son un coñazo. Yo no valgo para tener uno. Puedo pasearlo un día, pero no cargo con la responsabilidad que suponen.
¿Los gatos? A un gato le pones su caja de arena y ya lo tienes hecho (casi). Son más limpios, más divertidos y, contra las opiniones que he oído a veces, mucho más cariñosos.
Puede que sea una cuestión de pereza...
Además, ¿traicioneros? No tengo noticias de gatos que se revuelvan y muerdan a alguien a lo bestia hasta matarlo. ¿Qué te llevas algún arañazo? Ya sabías las condiciones del juego y a lo que te arriesgabas.
El pequeño odia a los perros (sé que él también se alegró de perder de vista a la perra). Los evita, les tiene pánico, aunque nunca le haya hecho nada ninguno. Mi novio dice que hay que quitarle el miedo.
Yo le digo que, por mí, el niño es muy libre de seguir teniéndoles todo el miedo que quiera. Así sé que a éste no le van a morder la mano que alargue para dar una caricia. Porque no la va a alargar.
Si ej que no puedo comentar, porque me lío, me lío...

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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GUIZMO dijo...

Aceptar la independencia ajena, el hecho de que no siempre se nos necesita y que, es más, a veces se nos usa es desde luego más difícil de interiorizar que la dependencia, el amor incondicional que no cuestan y que alimentan fácilmente y sin trabajo nuestro ego. No sé si lo uno es mejor o peor que lo otro pero sí creo que hay algo de razón en lo que dices.

Rocket dijo...

Estimado Leónidas,

No puedo estar en esta ocasión más en desacuerdo. Me encantan los perros, aprecio, entre otras muchas cosas, su fidelidad. Son, o deberían ser, y sin duda alguna se consideran, miembros de pleno derecho de la familia (aunque sea monoparental).

Son, si quiere ud., más coñazos, o más dependientes, no se les puede poner una cajita y ya está, hay que sacarlos, y requieren iteracción, atención, ciero mimo, pero están dispuestos a defender a su familia... hasta la muerte, incluso cuando alguno de sus miembros les maltrata.

Nada tengo en contra de los gatos, me caen simpáticos por su independencia y por ir siempre un poco "a su aire" pero la fidelidad la tienen hacia su espacio, no hacia quien lo comparte con ellos. Excluyo, obviamente, a Gusifluky.

Las personas no son de una forma u otra por gatos y perros, los cabrones son cabrones con independencia de las mascotas que tengan.

Saludos,
Rocket

Liber Cabrera dijo...
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Pajeú dijo...
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Cristina dijo...

¿y si no te gustan ni los gatos ni los perros?...

Querer a un pez o a gusanos de seda sí que tiene mérito, que al fin y al cabo, el gato de vez en cuando te hace un ronroneo.

Cris.

Eva dijo...

Lo que puede dar de sí una entrada sencilla... Veo muchos argumentos razonables entre los comentarios.
¿Sabes qué te digo? (Prepararse, que suelto el rollo) Que, para interesantes, la pareja de periquitos que le regalé a mi santa madre. Ella, la hembra, es una ZORRA. Así, con mayúsculas. Lo picotea, lo maltrata, lo camela, lo mima, y le vuelve a dar la patada. (¿Oigo una voz que dice "igual que una tía"? Será la esquizofrenia...) Lo último ha sido conseguir que colaborara en un intento de fuga. Pa' verlos. Él le levantaba el comedero y ella se asomaba por el hueco. Yo creo que en esa mirada que le lanzaba, antes de querer largarse, le decía claramente "Que te dejo ahí, so bobo".
Vale, vale, ya me voy.

Lady Pirata dijo...

Mi novio siempre me ha llamado gatilla, y en los test esos absurdos me sale que soy gata.

Y yo, que siempre pensé que mis padres tenían docenas de gatos para comerse a los ratones del patio... ¿?¿

Vamos hombre, que no te acostarás un día sin aprender algo nuevo.

¿Ya te llamaban Leonidillas troll hace años?

¡Usurpadores!

Kenia dijo...

¡Madre mía! Completamente de acuerdo con Rocket y Pajeú, no había escuchado (leído) gilipollez mayor desde aquello de los horóscopos que no sé quién fue el lumbreras que los inventó... de todas formas eso que dices supongo que vendrá por "el amor del gato y el perro" de Jardiel Poncela, es una historia bastante vieja y por supuesto es... puro teatro.

Y bueno te iba a contar muchas cosas para contradecir esta "teoría" pero creo que ya las han dicho ellos todas.

la doctora yvonne dijo...

Tener perro implica una relación cuerpo a cuerpo diaria, el perro tiene olores fuertes, hay que bañarlo, atenderlo. El gato es un bicho sigiloso, con un olor más suave. Es más ligero de peso y por todo esto es más doméstico.

El perro exige más compromiso que el gato. Es cuestión de sensibilidad, pero personalmente creo que el perro es más noble, más santo y mucho más bondadoso. En Australia el gato es una plaga nacional que amenaza con extinguir otras especies. Esto se dio por una combinación no tan común, que es la de ser excelente cazador y además haberse hecho amigo de los humanos, que lo acogen y le dan lugar.

Rocket dijo...

Estimado Leónidas,

Bastante e acuerdo con Doctora Yvonne excepto en una cuestión... lo de los olores.

Si, el gato es una animal mucho más limpio que el perro, que es más "campestre" y un poco más "gorrino", pero cualquiera que haya tenido oportunidad de oler el orín de un gato en un armario sabe que es... ¡tremendo!, y no hay nada que lo quite. Cuando los machos marcan zona, ¡marcan zona!

Saludos,
Rocket

Lady Pirata dijo...

Los gatos son increibles.

Mi gata Sarita, quedó inválida hace meses, nos dijo el veterinario que no tenía solución y al mes ya andaba perfectamente y sin operación ni nada.
Y ya que esta bitácora sirve para contar todo aquello que nos plazca, diré que con mi perra Mafy, me he reído más que con ninguna persona del mundo.

Reducir la pareja ideal a esa disyuntiva, da para todo tipo de comentarios Leo, y ya que nos posicionamos... estoy de acuerdo con Cris.
Y Eva, el perro dálmata con el parche en el ojo como un pirata: ¡Era mío!

Lo mejor es un loro, y en su defecto un mono.
¡Mi mono Amedio y yo... corrimos mil aventuuuras... laralaralará!

Mejor sigo en silencio, ¿no?

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Hola, amiguitos:

Me gusta que discrepéis tantísimo conmigo, porque a uno le aburren las continuas comidas de polla.

Casi todos vuestros argumentos también están llenos de simplezas y, lo que es peor, abundan en atribuir cualidades humanas a los animales (¡antropocentristas, que sois unos antropocentristas!)

A pesar de todo habéis logrado que mi cabeza (de chorlito) se ponga a funcionar, y me quedo pensando en algunas de las cosas que habéis dicho, que las hay muy interesantes. Lo siento, pero tras el enorme esfuerzo que me ha supuesto leer todas estas parrafadas no esperéis que me extienda más en la respuesta, majetes.

En vista del éxito de esta entrada (éxito de participación, digo) ya estoy pensando en otra similar: "Por qué no me cae simpática la gente que mastica cucarachas". Habrá otra sarta de simplezas.

O no.

Anónimo dijo...
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Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Rebeca, el tuyo es el segundo comentario que hace referencia al horóscopo. Empieza a intrigarme eso y te ruego que me respondas a este comentario. Dices:

"Decantarse por perrito o gatito no es comparable (creo) al horoscopo, entre otras cosas porque el último no nace de una elección propia".

¿Entiendo bien al entender que, según tú, el signo zodiacal nos marca inevitablemente sin que nada podamos hacer por evitar su influjo?

Pajeú dijo...
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Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Ay, Pajeú, Pajeú, cómo me tientas... Venga, voy con tu carta astral:

Aunque no lo dices en tu comentario yo sé, gracias a mi bola de cristal (una canica gorda con poderes mágicos), que naciste el 16 de diciembre de 1931, exactamente a las 18 horas 46 minutos. Por mi clarividencia y -he de reconocerlo- por una mínima ayuda de las matemáticas, sé que ya has cumplido los setenta y siete años.

Bien, teniendo en cuenta que, como bien dices, eres una sagitario del tercer decanato, duodécima legión, sexta declinación, cuarta compañía, tercera sección, quinta flota del Atlántico y segunda puerta a mano derecha, queda bastante claro que tu ascendente tenía que ser Leo (¡anda, como yo!, cómo me gusta ser ascendente, recórcholis), y todo esto es muy bueno. Es muy bueno porque en una carta astral nunca se puede decir algo que no sea bueno, pero es que además en este caso es verdad. (Bueno, a todos los clientes les digo lo mismo, sí, pero ahora va en serio. Y en efecto, tal como estarás pensando también reconozco que a todos los clientes les digo que son especiales y que con ellos no miento, pero es que a ti te estoy diciendo la verdad de la buena. Ahora podrás pensar que eso mismo es lo que le digo a todos y... ¡YO QUÉ CULPA TENGO DE QUE A TODOS OS SALGAN UNAS CARTAS ASTRALES TAN PERFECTAS, JODER!) Sigamos:

Según los astros no vas a tener hijos a partir de ahora (lo siento, cariño), y eres propensa a las fracturas de cadera y a las arrugas en la piel. Eres una mujer muy simpática aunque los varones jóvenes no se sienten atraídos por ti. No te gusta viajar en moto desnuda, y tu temperamento sosegado te hace evitar colocarte tumbada delante de una apisonadora, aunque te gustan las emociones fuertes como quitarte la dentadura postiza y lamer helado de chocolate "a encía descubierta".

También me dice tu carta astral que has vivido mucho, algo así como tres cuartos de siglo aproximadamente. Lamento decirte que los astros no te auguran más de treinta años de vida de aquí en adelante, y probablemente sean muchos menos.

No eres virgen. Odias que te piquen las avispas y no llevas nada bien las mordeduras de tiburón, sin embargo todo eso se compensa por un carisma deslumbrante y por tus suculentas inversiones en bolsa. Eres propensa a los fallos de memoria y has notado que casi siempre te cuesta mucho recordar lo que cenaste hace dos meses exactos, o incluso puede que te sea del todo imposible recordarlo.

Entre las personas que te conocieron, muchas están muertas, pero te consuelas pensando que algunas están peor que tú.

Y ya está, que para ser una carta astral gratis ya vale.

Pajeú dijo...
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Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Pajeú, dices:

"...viendo lo bien que se te da ésto, me tienes que echar las cartas, o leerme la mano, o algo".

Sé leer los pliegues de los labios vaginales con la lengua, no sé si te interesará esa "mancia". (Jo, yo intento ser bueno, pero es que me provocáis).

No te preocupes por lo que Círculo Escéptico pueda pensar de mí. Aunque profeso un gran afecto a los componentes de esa asociación lo cierto es que pretenden obtener el gobierno mundial (como todo el mundo sabe) mediante la brujería.

Y a todo esto, la entrada que estamos comentando, ¿de qué coño iba?

Anónimo dijo...
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Curiosísima dijo...

Iba de perros y gatos.

¿Y si te gustan tanto los unos como los otros, qué pasa?

einnn??