Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

martes, 25 de mayo de 2010

Hoy recordé algo triste, pero...


Ha sido uno de esos ratos de desprecio hacia el mundo en los que me da por reabrir heridas. He recordado a Sergio, que hace unos pocos años se estaba muriendo y en su desesperación, entre los estragos de la quimioterapia y el desahucio de la leucemia, se entregó a los charlatanes del bálsamo de Fierabrás y a los estafadores oportunistas e hijos de puta que estuvieron encantados de desplumar a su familia con falsos tratamientos mientras Sergio se moría, al precio de 400 € cada sesión de "terapia magnética".

Hoy yo quería hablarles de Sergio, e iba a publicar aquí el borrador de una entrada inconclusa que empecé a escribir para él cuando aún estaba vivo. Hoy yo quería publicar eso que no terminé de contarle y expresar mi rabia escribiendo palabras llenas de ponzoña y desahogarme así, porque aunque el ánimo me pide salir a la calle y buscar pelea -"hoy el cuerpo me pide comisaría", como le oí a decir a alguien-, creo que la violencia hay que saber contenerla, entre otras cosas porque la mayoría de las veces es inútil o contraproducente.

Así que estaba aquí, frente al teclado, ordenando ideas para escupir una buena dosis de bilis y echando un vistazo al blog de Sergio, que sigue en la Red aunque su autor ya no exista. Y entonces he redescubierto algo que ya tenía en el olvido. Y he decidido que lo de Sergio lo dejo para otro momento, cuando mi ánimo esté más templado; ahora hablaré de la diminuta María (que fue precisamente quien me notificó la muerte de Sergio).

María y yo no nos conocemos en persona, pero cuando charlamos por teléfono nos lo pasamos en grande (aquí un ejemplo, ya me da igual identificarla). María es una chica encantadora, casi siempre está de buen humor y tiene una fuerte risa contagiosa, tanto que me esfuerzo por hacerla reír con cualquier payasada, porque sé que cuando ella empieza a reírse poco después comenzaré a hacerlo yo; pero también es caricaturescamente pija, necesitada de atención e hipocondríaca. De eso me serví para hacer una broma: de su pijerío, de su sed de atención y de su hipocondría. Fue divertido y me van a permitir que lo cuente dejando el recuerdo de Sergio aparcado por ahora.

La broma consistió en pegar el siguiente comentario en unos cien blogs durante la Navidad de hace unos años:

"CAMPAÑA NAVIDEÑA PRO-FELICITACIÓN DE LA MARI.

Me llamo Leónidas Kowalski, y quiero robarte unos segundos en estas fechas tan entrañables para hablarte de una niña chiquitilla y diminuta que está muy enferma de... bueno, de lo suyo.

Es posible que no le queden más de setenta años de vida. Se llama María y su sueño hasta ahora era ser jueza. Pero hoy, al entrar a su blog vio que casi nadie le había felicitado la Navidad y se ha puesto muy triste. Ahora ya no quiere ser jueza, ahora su sueño es que un millón de personas le feliciten la Navidad.

Yo te pido humildemente que dediques unos segundos de tu vida a entrar en su blog y dejarle un comentario de felicitación navideña. Ya sé que estoy pidiendo mucho y que en estas fechas todos estamos muy atareados con las compras, los viajes y las reuniones familiares, pero piensa que la diminuta María no va a disfrutar de nada de eso porque es una niña triste que piensa que no tiene amigos y que nadie la quiere.

No te cuesta casi nada, sólo unos segundos, hacer sonreír a esa niña triste.


La campaña pro-felicitación de la Mari fue un éxito y horas después había tres decenas de comentarios de desconocidos felicitándole la Navidad y deseándole que se repusiera de... bueno, de lo suyo. Joder, cómo me reí cuando me llamó para pedirme explicaciones, y cómo se rió ella también, y cómo nos reímos los dos al repasar los comentarios que le habían dejado.

Hoy, en definitiva, estaba dispuesto a hablarles de Sergio, pero creo que esto ha sido mejor. Me perdonarán el sabor agridulce de la entrada.

1 comentario:

Rocket dijo...

Estimado Soldadito,

Estoooooo, pues su amiga María no se prodiga mucho ultimamente en entradas, no.

Será el amor que a algunos les hace enmudecer, ¿no?

Saludos,
Rocket