Un blog escrito bajo severas dosis de etanol.

lunes, 18 de febrero de 2008

Ea, otro premio. El Nobel está a la vuelta de la esquina


Una vez más he sido víctima de uno de esos memes blogueriles en los que unos amigachos se reparten premios mutuamente. Esta vez el culpable ha sido Pedro Lucio con su blog El Tirador Solitario, muy recomendable para quienes estén interesados en armamento militar y Defensa. Al premio Marmota y a la mención Quercus Pyrenaica debo unir ahora el premio Arte y pico (acabo de encargar una estantería bien grande para colocar tanto galardón). Aunque nunca sigo las "normas" de estos premios, que consisten básicamente en seguir la cadena, sí que tengo mis propias normas, que consisten básicamente en no seguir las normas y en agradecer, eso sí, el reconocimiento que se me dispensa. La verdad es que mola saber que alguien pasa buenos ratos leyéndote, así que ahí va mi:




Discurso de agradecimiento


Señoras, señores, piticanillos todos:

Gracias por acompañarme en un día tan importante para mí. El anhelado premio con el que hoy se me honra viene a unirse a los otros 378 que justamente me han otorgado en mi breve trayectoria bloguera, a razón de un premio cada día y medio aproximadamente. Tan acostumbrado estoy a estas celebraciones que este discurso lo escribe una de las secretarias que tengo contratadas para estos menesteres: me escriben los discursos, gestionan mi correo, me planchan la ropa, me chupan la pinga, me administran la agenda...

Pensarán ustedes que mi vida debe de ser fascinante con tanto premio. Sí, lo es. Ser yo es lo mejor que me ha pasado en la vida, y si yo no fuera yo, siendo en cambio alguno de ustedes, pues en ese caso yo sería otro, y el otro sería yo... y no sé qué carajo les quería contar. Olvidémoslo mejor.

Quizá parezca que Don Pedro Lucio me concede este premio por amistad, en una de esas abyectas y recíprocas comidas de polla a las que tan acostumbrados estamos en la blogosfera, pero yerran ustedes si creen tal cosa, porque Don Pedro y yo nos llevamos a matar.

La animadversión que Don Pedro y yo nos profesamos con ahínco surgió allá por 1946, cuando un joven Pedrito y este cabeza de chorlito estudiaban en un colegio religioso y ambos nos enamoramos del mismo cura. El cura, sorprendentemente, resultó ser heterosexual y no se avino a nuestros perversos deseos, argumentando el muy truhán que estaba enamorado de una monja, monja que por cierto estaba a su vez liada con la superiora de su convento.

Antes de conocer las oscuras tendencias del cura, Pedrito y yo nos batimos en duelo, o en singular gesta como diría el amigo Cervantes parodiando los libros de caballerías. Desde aquel enfrentamiento tengo una astilla de madera clavada en un hombro, pues nos batimos con espadas de palo a falta de mejor arma.

Hoy, tantísimos años después, este premio me parece sorprendente, merecido y tardío, pero igualmente digno de agradecimiento.

No obstante, fiel a mi costumbre, no seguiré la cadena; es mi norma no chupar más pollas de las estrictamente necesarias. Manías que tiene uno.

Eso sí, agradecimiento infinito y mis más efusivos saludos a Don Pedro Lucio, de cuyo nombre me acuerdo especialmente en los días húmedos, cuando la astilla me hace rabiar de dolor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena Kowalski!!!
Un abrazo chaval!

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Gracias, Nacho. En fin, cosas de la fama...